La tenía cerca. Terriblemente cerca. Podía oír con todo lujo de detalles su respiración. Me miró con los ojos vidriosos, translucidos debido a las lágrimas. Su cercanía estaba intoxicándome cada vez más y mis pensamientos se cruzaban a velocidades increíbles por mi cerebro, sin establecer ningún tipo de conexión aparente. Entonces pasó. El espacio se rompió, y de repente sentí los labios de Helena contra los míos. Con dulzura, con cariño, con delicadeza y quizás un poco de rabia. Con un poco de lo que los dos sentíamos en ese momento. Di gracias a dios por estar apoyado en un árbol, porque de lo contrario me habría desmayado. Las emociones recorrían cada parte de mi piel y casi podía afirmar que me temblaban ligeramente las piernas. Pero estaba feliz. Capturé su labio superior entre los míos en un beso tierno, toda una declaración de intenciones. Sonreí interiormente. No podía creerme lo que me estaba pasando.
Unos segundos más tarde, nos separamos lentamente quedando cara a cara. Podía sentir perfectamente la respiración de Helena, que me miró a los ojos como jamás en la vida habría pensado que haría. Sonrío, juguetona, mientras susurraba algo-No lo sé, Lena, pero ahora mismo me da igual….si me sigues besando-susurré sonriente, y algo picarón. Me contestó de nuevo en un susurro que ya lo averiguaríamos más tarde-Estoy de acuerdo…-murmuré mientras observaba como se mordía el labio inferior y se acercaba de nuevo a besarme. Me agarró del pelo tímidamente para atraerme más hacia ella. Sonreí aún besándola y puse mis manos en la zona baja de su espalda, atrayéndola hacia mí de golpe, pillándola por sorpresa y profundizando aquel beso. No me había sentido más feliz jamás en la vida. Entre choques de labios, conseguí entender uno de sus murmullos.-No, gracias por quererme tú a mi. En ese momento soy el hombre más afortunado del planeta…-sentí como empezaban a fallarle las piernas. Sujeté su espalda con fuerza, y medio segundo después Helena se había desplomado en mis brazos. Me agaché asustado. El alcohol y las pastillas y la situación debían haberla desmayado.-Lena, despierta, Lena…joder-no reaccionaba. Joder. Pasé un brazo debajo de sus piernas, y junto con el que ya tenía detrás de su espalda, la cargué con fuerza levantándome y corrí hacia la enfermería tan rápido como dieron de sí mis piernas.