Un encuentro con una Gryffindor [Hermione Granger]

Arianne caminaba por los fríos jardines, tomando un poco del limpio aire. Le encantaban los días grises, donde el sol estuviera escondido, porque el resto del colegio no se sentía tan ameno con esa clase de clima. Estaba todo demasíado tranquilo y ella no pudo evitar sentirse cómoda entre la poca gente que se encontraba en ese momento en el exterior del castillo.

Mete la mano en su túnica y se encuentra con la arrugada carta de su padre. Suspira, repitiéndose que deje de pensar en eso, que lo mejor que puede hacer es desviar su atención a otra cosa o a otra persona. Sí, tal vez podría molestar a un niñato que ande jugando por ahí. Demostrar su superioridad siempre le es grato, y en esta ocasión no iba a hacer la excepción.

Se acerca a un árbol, donde habían pequeños niños de Ravenclaw -no deberían tener más de 12 años-, por lo que les exige:

—¡Busquense otro lado, niñatos!

Una voz femenina llegó a sus oídos apenas los chiquillos se habían levantado para marcharse. Los miró desafiante y no tuvieron más opción que salir corriendo. Arianne se voltea, haciéndose la sorprendida, y dice:

—¿Cómo sabes que no me han hecho algo? —Parece que se divertiría aún de lo que imaginaba—. ¿Lo deduces por que soy Slytherin? Mal hecho, acabas de llegar para sacar esas conclusiones.

Los chiquillos salieron corriendo demasiado rápido para su gusto y como no le interesaba quedarse en ese lugar comenzó a caminar pensando que el tema de conversación había acabado.

Arianne se detiene y da media vuelta para observar a la chica. "¡Una Gryffindor!" piensa y sonríe de medio lado. Por supuesto, no cualquiera se mete con una serpiente, tenía que ser un león, uno valiente y siempre preocupado del resto.

—Sí, bueno —comienza a decir ella, hacíendose la inocente—, puede que no me hayan hecho algo directamente —se encoje de hombros y sonríe de medio lado—, pero el sólo hecho de que les hayan permitido entrar en este colegio siendo hijos de quienes son, ya es un problema para mi.

El tono venenoso que ha usado la chica de rubios cabellos demostraba todo el rencor que siente por los que apoyan a los sangre sucias. Los verdes ojos de ella comenzaron a brillar con esa luz un tanto maniaca que siempre aparece cuando tocan ese tema.

—Para mí es motivo suficiente para hacerle la vida imposible a cualquiera que no posea padres magos.

Arianne abre los ojos desmesuradamente mientras que su aristocrático rostro muestra de inmediato una mueca de asco y desprecio.

—Entiendo —dice, alargando la última letra—, es que tu nunca comprenderás como yo pienso, como seas que te llames. —Arianne hablaba lentro y sisieante, molesta con su acompañante y consigo misma al no fijarse en quién era—. Tu cabecita muggle no tiene tal capacidad, porque crees que mereces estar entre los verdaderos magos.
Comenzaba a acercarse a la otra chica, lentamente, atrapándola.

—Cuando en realidad sólo eres una muggle con la suerte de haber conseguido magia.

—¿Pensamiento erróneo?

Arianne alza las cejas haciéndose la sorprendida y sólo sonríe malevolamente. No, no tenía tiempo para ponerse a discutir exactamente de lo que es un pensamiento erróneo, pero la idea de jugar con ella le era más atrayente que otra cosa.

—Bueno, seamos lógicas, Hermione Granger —comienza a decir luego de que la Gryffindor se presentara—, ¿qué es exactamente el bien y el mal? Porque lo que para tí puede ser bueno, para mí no lo es. Así que, como te regodeas de tu cerebro muggle, creo que entiendes que hablar de lo que es bueno o malo es un tanto subjetivo para personas lógicas como nosotras.

Arianne la mira directamente, haciendo desaparecer la sonrisa que tenía y dejando su inexpresivo rostro frío como la piedra.

—Lo que yo pienso, más allá de todo los prejuicios que existen con respecto a ustedes —habla monótonamente—, es que es injusto que mi familia se haya esforzado para conseguir lo que tiene, de llegar donde está y que de la nada, porque de un día para otros nos convertimos en tolerantes, tengamos que aceptar a personas que nos persiguieron por años como si fueramos iguales.

Rueda los ojos luego de terminar de hablar y agrega para la leona que tiene al frente.

—Y soy Arianne Sinclair, descendiente de una de las familias mágicas más nobles y puras del Reino Unido, el placer es todo tuyo, Granger.

—Una base objetiva —repite las palabras de la chica en un susurro—. Sí, bueno, Granger, ¿puedes decirme dónde se encuentra esa objetividad? porque para mí es sólo un acuerdo que se llega según la época en la que vivimos.
Arianne sonríe como si estuviera tratando con una niña que no sabía lo que hablaba y sabía que ese gesto molestaría aún más a la leona.

—¿Y en qué momento yo te dije que habías robado tu magia? Soy realista y no busco excusas absurdas, te concedieron esa habilidad, habilidad que para mi no deberias desarrollar pero es lo que ésta sociedad tolerante ha querido. Yo hablo, Granger, del status que los puros han coseguido, de las riquezas, de contra lo que tuvieron que luchar para llegar donde están. Para ustedes ha sido fácil, claro, si obviamos la época del Señor Tenebroso. —Agrega lo ultimo mirándose las uñas como si no tuviera mayor importancia.

Y con respecto a su último comentario, sólo consigue reir perversamente y comenta:

—Pero si yo soy una buena persona —dice como si no pudiera creer que su compañera no pudiera verlo—, hago buenas acciones... como conversar contigo.