Allí andaba yo, por la naturaleza, cómo no. Con mi cámara, haciendo fotos a todo lo que pillaba. Vislumbré a un perro solitario y cuando me vio con la cámara empezó a posar para mí. Qué raro, pensé, un perro solo. Cuando acabé de echarle las fotos le acaricié la cabeza preguntándole en voz alta dónde estaba su dueño. Es sólo un perro... No me va a contestar. O tal vez sí. Estos magos...
El perro ladró dos veces y me llevó hacia un lugar exacto del valle. Allí me encontré a un chico de cuarto solo.
- Hey, hola. ¿No eres muy joven para estar solo por aquí?
Sonreí.