En busca del entretenimiento perdido [Arianne Sinclair]

Inevitablemente una pequeña risa se escapó de ella a pesar de la sorpresa por el leve roce que Angelina hizo hace unos instante. Mira a su amiga, arqueando una ceja y hace que piensa cuando ella termina de hablar.

―Claro, sabías perfectamente que iba hacer lo que querías, ¿no? Por eso aceptaste el juego ―pregunta ella, haciéndose la ofendida, aunque lo que menos le importaba en ese momento―. Bueno, cariño, sabes perfectamente qué es lo que quiero entonces a cambio de información ―susurra, mirándola a los ojos, desafiándola, aunque si lo pensaba bien, ya no recuerda qué información en específico quería la chica, pero Angelina se lo recordará de una u otra forma, lo hará.

Sonreí de nuevo con suficiencia. Sí, estaba claro que ya había acabado aquel juego. Por eso mismo añadí.
- Bueno, ¿no me tomarías por estúpida? Sabes que jamás aceptaría un juego que no supiese de mano que iba a ganar...- Parecía que la chica esperaba algo, pero yo lo que quería era que me dijese de una vez lo que quería saber.- Bueno, como sabes, mi palabra vale mucho. Así que quiero que primero me digas lo que quiero saber antes de que yo te de nada a cambio. Así que dime... ¿Quién ocupa tu retorcida cabecita, Aria? -miraba a la rubia a los ojos, sin perderse la más mínima expresión que ella pudiese tener. Pese a que confiaba en ella, no podía evitar un ligero temor a la mentira... o que le ocultase algo.

Un pequeño mohín se formó en el rostro de Arianne inmediatamente, pero una sonrisa ocupo ese lugar casi de inmediato. Se devolvió a su asiento, se sentó con una tranquilidad increíble, se cruzó de piernas y de brazos. Todo, mientras pensaba en qué decirle. ¿Quién ocupa su retorcida cabeza? Aparte de ella misma, no lo tiene claro. Hay muchas cosas que Arianne no quiere aclararse todavía, tal vez más adelante o mejor nunca. Inevitablemente ante aquél pensamiento, se muerde el labio inferior pero en ningún momento desvió su mirada de los ojos de Angelina.

Un suspiro se escapó de su boca y se pasó las manos por su rostro, tratando de ordenar sus ideas.

―Bien ―comienza a decir, volviendo a la realidad y fijando sus ojos en los de Angie―. Aparte de mí, te encuentras tú. ―El tono de su voz la desconcertó hasta a ella misma, lo dijo tan como si nada que Arianne no pudo evitar encontrarlo extraño―. Te conozco de hace muy poco y has sabido llegar a mí de una manera muy distinta. No sé que hiciste pero tengo la irresponsable necesidad de cumplir cada capricho tuyo, Ang. ―La rubia se encoje de hombros, demostrando perfectamente que no tiene idea del porqué de todo eso―. Y no sé, hay un idiota pululando por mi cabeza también, pero… ese se debería pasar pronto… por lo que no es importante.

Quitarle la importancia a las cosas es una especialidad de Arianne, no sabe que tan cierto es lo ultimo que dijo pero es lo que espera verdaderamente que ocurra.

―¿Satisfecha, cariño? ―le pregunta, divertida.

Al principio, me sorprendí de la aplastante sinceridad de las palabras de Arianne. "Así que yo, ¿eh?" Sonreí ampliamente al percatarme de eso. Siempre me gustaba que me dijesen lo que realmente pensaban de mí, por lo que aquella confesión no hizo más que subirme al ánimo. Me acomodé en la silla antes de hablar.
- Me complaces, Aria. Lo cierto es que me has cogido por sorpresa -levanté los brazos como a quien le apuntan con una pistola- lo admito, esta vez no sé cómo responder a eso. Así que simplemente... -la miré, recuperando mi expresión de sonriente suficiencia- toma lo que es tuyo...- y me dejé caer sobre el respaldo de la silla mirándola a los ojos. Si lo quería, que lo tomase ella misma, ¿no?

"Conque con esas estamos...." en el momento es el que la rubia se separó, solté todo el aire que había mantenido en aquel rato en los pulmones. Si quería seguir jugando, volvería a perder. Parece que las rubias nunca aprenden...
- Si tú lo dices... Para otro momento queda, pero no está olvidado...- no sería yo quien me rebajase a sus condiciones. Un premio hay que ganárselo... nadie te sirve la victoria en bandeja de oro- Con respecto a mi vida amorosa... Ahora mismo todo mi mundo es una persona... y esa persona no soy yo- lo dije en un tono sorprendidamente cómico, como si yo tuviese por costumbre considerarme el ombligo del mundo.