Ficha de Mijaíl.

Físicamente si no alcanza la perfección, la roza. Con tan solo mirarlo, se puede distinguir su atractivo y marcado rostro de penetrante mirada verdos, fuerte contextura física y encantadora sonrisa, lo cual hace pensar a las personas que es un muchacho fácil de tratar. Su rostro muestra unas facciones bien perfiladas, suaves y atractivas; éstas son complementadas con unos profundos y llamativos ojos verde mar. Es un joven de porte elegante y altanero; suele notarse claramente hasta en su caminar. Mide aproximadamente un metro ochenta y cinco, lo cual no es una altura muy exagerada pero tampoco insuficiente. En cuanto a su cabello, de un color castaño claro con algunos destellos más claros dependiendo de la iluminación es liso, acostumbra a llevarlo corto.

Relajado en general, pero cuando se sale de sus casillas puede llegar a perder el control, sobre todo cuando las personas le hacen preguntas estúpidas o muy obvias. El cree en seguir el rumbo de sus sueños, lo que lo convierte en un idealista. Suele ser un bebedor sociable, tiene facilidad con hacer amigos pero tiene mejor mano con las chicas. En general no le gusta que lo manden pero acata bien las órdenes. Al principio de una relación, ya sea de amistad o algo más tiende a ser frío y muy sarcástico.

La vida de Mijaíl es bastante simple al mismo tiempo que extraña.
Por muy raro que parezca Mijaíl desconocía por completa la existencia de todo tipo de seres que no fueran simples Muggles y no fue hasta los 12 años cuanod, por suerte, descubrió una carta que le invitaba a esta nueva escuela Hogwarts. Pero todo tiene su explicación y ésta es bastante básica.

Para poder comprenderlo todo cabe volver atrás, a los años en que los padres de este pobre chico aún seguían vivos y correteaban enamorados por los pasillos de la escuela en la búsqueda de un poco de intimidad. Los tiempos comenzaban a cambiar y el atenuante miedo que el señor oscuro infundía sobre toda la sociedad mágica obligó a Neredith y Joseph a abandonar este estupendo luga para establecerse en el mundo no-mágico y disfrutar de una vida tranquila. Su opción fue Rusia. Sin mediar palabra con nadie, un día desaparecieron llevándose consigo cualquier recuerdo, lo que no sabían es que en las entrañas de la menuda jovn comenzaba a crecer un pequeño al que sin quererlo habían dado vida, Mijaíl.

Los dos magos e hijos de magos llegaron y se aclimataron a la fría ciudad haciéndose pasar por meros forasteros que tras la pérdida de seres queridos y la búsqueda incesante de un prometedor futuro habían abandonado todo lo que tenía que ver con sus antiguas vidas.
Pocos meses después, nació el retoño de ojos verdosos cual mar poco profundo y graciosas mejillas rozadas que, cariñoso, apretaba el dedo de su orgulloso padre mientras una madre, algo cansada ya, lo mecía entre sus brazos como si fuera la última vez que lo iba a ver. Y, aunque parezca mentira, así fue. Le arrebataron a su hijo bajo la burda mentira de que había fallecido por un fallo cardíaco, les hicieron creer que ese pequeño bebé había dejado la vida cuando en realidad él ya estaba en manos de otra familía de procedencia Inglesa.

Los años pasaron y con ellos, Mijaíl. El pequeño bebé de apenas un par de días de vida ahora ya era un niño de 12 años que residía feliz con la que creía era su familia biológica. Una tarde, sin más dilación, una carta llegó a sus manos diciéndo que quedaba concertado para entrar en una escuela de magia y hechicería. Pensaba que le tomaban el pelo, o que simplemente era una broma pesada de algún graciosillo de turno que se reía de su afición a los trucos de magia, sin pensárselo más, hizo pedazos el papel que tenía entre las manos y se fue directo a la basura.
¿Pero cuál fue la sorpresa?, al poco tiempo de esto, quizás una o dos semanas, otra carta idéntica a la primaera llegó y así sucesivamente hasta qu eno le quedó más remedio que creérselo.
Fue allí dónde le citaban quedándose totalmente maravillado por el lugar. No entendía porqué sus padres nunca le habían hablado de aquello. Pasó su primer año en el colegio tras decidir que era un total Slytherin. Al volver pidió explicaciones a sus padres a los cuales no les quedó más remeió que confesar la atroz acción. Desde entonces su relación parental fue disminuyendo hasta llegar al punto en que abandonó la casa dejando de lado todo lo demás, eso forjó su carácter.