Una paseo nocturno ( Elianne)

La noche había caído en Hogwarts tenebrosa como siempre, miles de sonidos que parecía provenían de ultratumba resonaban por las paredes de ese ya anticuado lugar que albergaba una de las mayores fuentes de magia. Miré el reloj de muñeca que llevaba desde que era un crío, las agujas aún marcaban las 10 de la noche y yo, lo más seguro, no podría dormir. Alcé mi cuerpo quedando sentado sobre la colcha verde que adornaba la cama, mis compañeros roncaban con cierta exageración mientras mi mente volaba buscando un sitio dónde poder descansar. Suspiré y me despeiné un poco el pelo mientras intentaba despertar.

Salí por los pasillos del colegio dispuesto a investigar las afueras del lugar sin importarme demasiado lo que los demás pensaran o las posible represalia, ya de memoria el camino que me llevaría al bosque prohibido y eso pretendía hacer.
Salí fuera llegando hasta el principio del lugar donde estaba exresamente prohibida la entrada, sin pensármelo dos veces me hundí en él bajo el crujido de alguna que otra rama.

Elianne se aburría, tanto que Hogwarts, con sus maravillosos pasadizos, no le parecía suficiente en ese momento. ¿El bosque prohibido? Bueno, no le parecía del todo mal, en el bosque siempre se podían encontrar cosas muy interesantes. O personas. La chica llevaba caminando unos cinco minutos cuando escuchó unas ramitas romperse.

-Hola ser desconocido.- Saludó girandose, la noche iba a ser entretenida.

No pensaba en nada, la simple quietud del bosque había conseguido sumirme a mí también en ella de manera que hacía todo lo posible para no disturbiarla. mis pasos seguían resonando por el bosque ahora algo más ligera mientras que las hojas secas y ramas rotas crujían bajo la suela de las all-star negras que me solían acompañar a todos lados.
De repente, a pocos metros de mí una voz femenina. Alcé la vista percatándome de que no se tratara de un profesor o algún que otro ser. Un suspiro de alivio salió de mis pulmones al cercionarme de que así era.

-Hola señora pega sustos.- contesté con una sonrisa de lado.

Elianne escuchó una voz masculina conocida, la noche prometía si era quien creía que era. -¡Mijaíl! Hola, ¿qué haces por aquí?- Saludó sonriendole al chico mientras se acercaba. El bosque estaba más silencioso que de costumbre, causando que los pasos de Elianne resonasen junto con las ramitas que partía sin importarle demasiado.

El negro ambiente me impedía ver la cara de la persona que me acompañaba. Debíamos guardar silencio si pretendíamos pasar inadvertidos a aquellas horas de la noche por un lugar al que en teoría no podíamos ir nunca. Parecía que la chica me conocía y, a decir verdad, su voz me era tremendamente familiar. Alcé un poco el rostro al ver como se acercaba. Entonces, esas suaves facciones y ojos azules me dieron la respuesta: Elianne.

-Hola pequeña- sonreí de lado. -No podía dormir y la cama es muy fría, ¿tú?- dije acortando la distancia que nos separaba para abrazarla.

Elianne no vio nada cuando Mijaíl la abrazó, el chico le tapó cualquier resquicio de luz. -Pobrecito, no hay nada peor que una cama fría... Aunque viniendo de ti me extraña-. Bromeó. -Es que me aburría... Y fue una gran idea venir aquí-. Dijo, levantando la cabeza y mirando al chico fijamente a los ojos.

Reí ante su broma para luego, como siempre, la coronilla que se creaba en su cuero cabelludo era extraño pero con Elianne era con las pocas personas con las que sentía poder ser yo totalmente. -¿Una gran idea?, ¿Por qué?- pregunté sonriendo mientras mis ojos se fundían en los suyos.

-Porque así me encontré contigo, chico listo-. Contestó riendo. A Elianne siempre le habían gustado los ojos de Mijaíl y aquella noche estaban especialmente bonitos. -Hacía mucho que no coincidiamos así, al azar. Te he echado de menos.-Le dijo, estrechandolo entre sus brazos.

-¡Oh!, me sento alagado.- bromeé llevando la mano al pecho de forma algo dramática y como se hacía en la mayoría de películas de este tipo. Pese a que en un principio quizás Elianne y yo no llegarámos a encajar, ahora se había convertido en alguien especial para mí. -Yo también te he echado de menos este tiempo.- dije poniendo una mano bajo su rostro para alzarlo y rozar su nariz con la mía en un beso de esquimal.

Elianne recordó que anteriormente Mijaíl le parecía uno más. Era increible lo mucho que podían cambiar las cosas en un período de tiempo tan corto como son un par de años. Bueno, para los adolescentes un par de años son un montón, pero en realidad es muy poco, reflexionó la chica.

-Me alegraría por no ser la única pero hubiese preferido que no hubiesemos estado separados- Le dijo después del beso de esquimal. ¡Cómo le gustaban esos besitos!

Sonreí mirando sus ojos aún con mi mano sobre su rostro mientras mi frente se apoyaba sobre la suya haciendo que nuestros rostros quedaran a escasos centímetros, no podía evitar sentirme atraído de alguna manera por Elianne y a estas alturas esto ya no tendría remedio.

-Bueno, lo importante es que ahora lo estamos.- susurré cerrando un instante los ojos para más tarde abrirlos y deleitarme de su belleza natural.

-Tienes razón- murmuró, quedandose prendada de los ojos, de un verde botella, de Mijaíl. El chico apoyó su frente en la de Elianne dejando unos pocos centímetros de separación entre ellos. Elianne estaba... Diría encaprichada pero no era exactamente eso, era más bien una atracción mezclada con amistad.-No tientes al fuego porque te podrías quemar.-

La oscuridad seguía allí latiente, el simple reflejo de la luna era la única iluminación que podíamos recibir en aquel lugar y, de alguna manera era algo distinto al día. Los ojos color azul de Elianna lograban que me perdiera completamente en ellos haciendo que quedara como en estado catatónico, sin duda alguna eran de los ojos más bonitos que había visto.
-No me importa quemarme si eres tú la que me cure.- dije rozando sus carnosos labios a cada palabra.

-Pues quémate-. Dijo, encendiendose después de cada roce del chico. Elianne estiró su mano y le acarició el cabello. Amaba cada cabello del chico, a veces incluso tenía cierta envidia de su cabello.-Aún no entiendo qué os dan de comer para que seais tan altos. ¿Sabes lo que me cuesta tocarte incluso agachado?.- Preguntó, rozando sus labios con pasimornia. Sus labios siempre habían sido su punto débil.

Suspiré cada vez que sus labios volvían a rozar los míos o su dulce piel acariciaba mi cuero cabelludo con la delicadeza que toda ella emanaba. -Entonces pequeña, cúrame.- dije si poder evadirlo durante más tiempo. Pasé mi mano tras su nuca acercándola más a mí haciendo que la minúscula separación desapareciese y que sis labios colisionaran con los míos de una manera única, sintiendo ahora sus labios en plenitud y no ha pequeñas porciones.

Elianne estaba poniendo todo su ser en ese beso. En sentir los labios de Mijaíl contra los suyos, en acariciar timidamente con su lengua toda su boca. En acariciar su pecho y abdominales. Sí, desde luego lo estaba poniendo todo para quemar al chico, porque ella nunca advertía en vano. -Mmm... ¿te he dicho alguna vez lo mucho que me encantas?- Preguntó, cuando cortando le beso por unos segundos para luego coger a Mijaíl por la nuca y besarlo nuevamente, con más pasión.

Mi mano eguía sosteniendo con delicadeza su nuca evitando así que escapara mientras mi otra mano bajaba hasta posarse sobre la perfecta curva que trazaba su cintura. Toda atracción que pudiera sentir hacia ella se veía refleja en el beso. Nuestros labios danzaban en una perfecta armonia mientras nuestras lenguas se rozaban.
Separó nuestros labios para hablar haciendo que una sonrisa de lado apareciera en mi rostro rápidamente cesada por, de nuevo, sus labios volver a unirse con los míos sintiendo el sabor de estos. Rompí ahora yo el beso. -¿Y yo lo perfecta que eres?- bromeé mordiendo su labios inferior con cierta picardía.

Elianne se estremeció cuando Mijaíl le mordió el labio inferior, cerró los ojos y suspiró suavemente. Mijaíl la tenía en una cárcel con sus brazos y, a decir verdad, no le molestaba. Con la mano que no lo estaba cogiendo por la nuca Elianne empezó a acariciarle la cara, haciéndole círculos en la mejilla con el pulgar. -Vas a conseguir que me sonroje.- Le dijo sonriente. A lo mejor en otras circunstancias el ambiente no le parecía agradable. Pero esa noche con su ligera brisa, las estrellas alumbrando y el silencio absoluto... Mmm... Perfecto.

No pensaba soltarla, por lo menos no ese preciso instante pues sus instintos le pedían que no lo hiciera. Mi mano, la que estaba en su cadera, fue subiendo por su espalda dibujando formas sin sentido mientras que, con la otra mano la ponía de nuevo sobre su rostro acariciando sus labios. -Tienes unos labios perfectos.- murmuré prendado de ellos para besar ahora la comisura de sus labios.

Mijaíl le susurró un cumplido, sincero, sobre sus labios y Elianne casi se derritió allí mismo cuando el chico rozó sus labios con dulzura. La chica, sin desear lo más mínimo quedarse atrás, le lamió los labios con suavidad, tenían un ligero sabor a tabaco. Mmm... La misma marca que ella utilizaba. Bajó la mano que le estaba acariciando la nuca por el hombro del chico y fue arañando, queriendo y sin querer, su brazo hasta llegar a su mano y cruzar los dedos con él. -Cada centímetro de ti es perfecto.

Su voz era suave cual terciopelo mientras yo seguía pendiente de ella. Sentí su mano recorrer mi brazo para finalmente entrelazar nuestros dedos en un mismo lugar. -No digas mentiras.- bromeé para luego atraer de nuevo sus labios a los míosy, con la mano que tenía en su nuca entrelazarla en su cabella.

Iba a interrumpir el beso para negarselo pero... ¿para qué interrumpir algo tan perfecto por semejante tontería? El chico entrelazó su mano en el pelo de Elianne y ella no se pudo sentir más complacida, sabía lo mucho que le gustaba al chico su pelo. Pícara, extraño en ella, le mordió el labio inferior y sonrió cuando Mijaíl se inclinó hacia adelante para besarla en profundidad.