¿Puedes escuchar el murmullo de las olas? (Cedric)

Necesitaba salir de Hogwarts. Pese a que le encantaba aquel lugar y se sentía como en casa, pero necesitaba escapar de las fauces del profesor Flitwick, nunca nadie se le había hecho tan insoportablemente pesado como él y aún así ella seguía idolatrándolo y tendiéndolo en un pedestal, en cierta manera Juliette deseaba llegar a ser algún día, tan buena como él.
Abrió la maleta por tercera y última vez en ese día, necesitaba cerciorarse que no dejaba nada pues temía no saber volver al colegio, ese año de ausencia le había calado hondo y ahora no se fiaba ni de ella misma. Como siempre, sobre el tocador reposaba tranquilo el cepillo de pelo que usaba con cierta frecuencia, todo lo que tenía de inteligente lo tenía de presumida. Se miró al espejo haciendo que su reflejo girara sobre si misma buscando imperfecciones en el peinado que tanto le había costado hacerse. Descendió la mirada hacia la ropa, para esta ocasión había elegido un look más bien casual dispuesto de una sudadera violeta con el logo de la universidad de Carolina del norte que había recibido como recuerdo del viajo que sus padre hicieron a aquel lugar.

-Hay algo que no me convence…- dijo acercando la cara al cristal mientras fruncía el ceño de manera algo graciosa. Cualquiera que la viera en esa pose y hablando con su reflejo pensaría que estaba loca. Llevó su mano izquierda a la coleta y se deshizo el peinado haciendo que el pelo le cayera en cascada sobre la espalda. Sonrió y, tras ponerse la mochila al hombro salió de su habitación y más tarde del lugar.

Anduvo media hora a ciegas, guiándose únicamente de los borrosos recuerdos y su talento natural por encontrar lugares inhóspitos que no pensaba revelar nunca al resto de mortales que residían en el castillo. El dulce aroma agua salada comenzaba a filtrarse en el ambiente haciéndole sonreír como un estúpida. Le daba igual parecer una loca pues nunca le había importado lo que los demás pensaran así que ese no era el momento de cambiar de mentalidad.
Alzó la vista ligeramente en la búsqueda del lugar de dónde procedía ese olor y el que sería en breves su lugar de descanso. Miles de hojas secas y ramitas rasgaron la piel desnuda de sus esbeltas piernas, el short que en muchas ocasiones había permitido pensamientos lujuriosos a diversos chicos no había sido una elección acertada. Bajó la mirada a sus zapatos, las all-star negras lucían sucias y viejas justo como ella deseaba.

Casi sin esperarlo llegó a la escarpada costa de roca caliza que mostraba el fin de la tierra sucumbiendo al mar. El rubor de las olas al chocar contra las piedras grises conseguía que Juliette se sintiera especial. Sonrió y, con un golpe brusco posó la mochila negra en el suelo para luego ella dejar paso al cansancio y proceder a sentarse. Dobló sus kilométricas piernas pasando sus brazos por los lados creando así un extraño abrazo a si misma.

- Making my way downtown, Walking fast, faces pass, and I´m home bound- comenzó a cantar con su suave voz mientras perdía su mirada azul en el penetrante mar.

Las imponentes ganas de encontrar nuevos lugares, horizones desolados, paisajes hermosos y ambientes tranquilos, hicieron que Cedric saliera una vez más de su tan querido colegio para comenzar con una nueva búsqueda. Cargó consigo su mochila de viaje, esa que mantenía desde niño todavía sana; varias manchas y rasguños en ella le hacían recordar viejos y únicos momentos. En ella llevaba una cantimplora llena de agua, una muda de ropa por si se mojaba, ropa de baño por si le apetecía nadar un poco, algo de comida para uno o dos días y, lo principal e infaltable en su bolsillo sea donde vaya, tres atados de sus apreciados cigarrillos.

Luego de algunas horas de viaje, aunque el otoño mantenía algo fresco su cuerpo, no pudo evitar transpirar, algunas gotas recorrían ya el rostro del ex-león; mientras ya divisaba a lo lejos, por lo menos dos kilómetros, un bosque que cortaba el paso de su vista. Decidió cruzarlo sin saber con que podría encontrarse.

Tragó saliva al escuchar una hermosa voz que endulzaba sus oídos, decidió seguirla por pura curiosidad. Al salir de entre medio de las frías y díficiles hierbas, Cedric pudo ver a esa chica, la que él escuchaba cantar, la que lo atrajo hasta allí.

- Dime por las barbas de Merlín que no eres una sirena, sino estaría en apuros - dijo mientras salía del bosque, sonriendo, con su musculosa blanca algo mojada por sus propios fluídos, el calor ya lo molestaba.

Había cerrado los ojos pues se sentía como en casa. El oleaje del mar chocaba con cierta delicadeza en la costa ya escarpada por la erosión del viento haciendo que se transformara en un suave murmullo que la arrastraba a sentirse bien y, por lo consiguiente a cantar. Su voz sonaba suave bajo ese fondo natural, nunca le había gustado la música hip hop y en cambio creía que en ese instante podría cantarla sin problemas. Su corazón latía al son de la paz recordándole una y otra vez el rostro que había tenido entre las manos escasos días antes en el comedor del colegio. Un suspiro se escapó de su órgano vital para trazar un camino hasta sus labios. La perfección de aquel momento envuelto de una magia especial le hacía estar tranquila consigo misma. La perfecta Ravenclaw había dejado caer su guardia por un simple encontronazo.

El ambiente era cálido a causa de los pequeños rayos de sol que se filtraban entre las densas masas de nubes blanquecinas que lo hacían muy similar a las mañanas en la granja, otra cosa que sin duda alguna extrañaba.
Abrió la boca dispuesta a cantar otra pequeña porción de la canción con la que había empezado a disfrutar del lugar, pero como de costumbre alguien la disturbio. Su boca se curvó en una media sonrisa a causa de la auto aprobación que se había concedido a ella misma. Esta vez no se había sobresaltado, ni si quiera su corazón latía con más desespero pues no se había inmutado. Abrió los ojos con total tranquilidad haciendo que el azul de éstos chocara contra el del cielo.

-Siento decirte que tan sólo soy una chica más.- anunció mientras tiraba la cabeza hacia atrás haciendo que el mundo quedara al revés. Podía escuchar los pasos del chico acercarse a ella, así que se echó del todo hacia atrás quedando con el pelo esparcido sobre la hierba cual película. Sonrió de lado como hacía siempre y dirigió sus ojos a los de él.

-¿Y tú quién eres?- preguntó con el suave tono de voz que en todas ocasiones la acompañara. -Espera, espera, lo adivino.- añadió alzando un dedo para que lo viera. -Eres un...- dubitó un momento que responder. -Vale, me rindo, no lo sé.- dijo riendo tranquila. Estaba feliz.

A paso lento pero seguro, Cedric se acercaba a su supuesta 'sirena' mientras con su mano izquierda daba pequeños movimientos sobre su nuca, presionando las yemas de sus dedos, como acomodando su cabello y al mismo tiempo rascarse un poco. La vió allí recostada, mirándolo, y entonces se detuvo frente a ella. Le dirigió su mirada moviendo su cabeza hacia abajo y con una sonrisa abierta en su rostro, le contesto enseguida.

-Jaja, mi nombre es Cedric, un gusto sirenita- le dijo bromeando mientras alcanzaba su mano para ayudarla a levantarse y así, poder saludarla como era debido.

-Aunque me puedes llamar como desees eh, mientras no sea ofensivo creo que no habría restricción alguna- explicó riendo de lado.