Suspiré y me acomodé en mi sillón. -¡Para nada, mijito! Ese mijito lo dije en el estilo típico de Aldo. -¡Nadie tiene porqué enterarse! Respiro hondo. -¡Te propongo algo! Si aceptas, estarás en un périodo de prueba. Y si no te gusta, te sales. ¿Qué dices? Le pregunté. Le dí una oportunidad, pero realmente estaba seguro de que no iba a salir.