Cansado (Jane)

Hacía un día de frío completamente glacial, así que no había pisado los exteriores del castillo ni por asomo. Me había pegado un buen festín en el Gran Comedor, había pasado un tiempo leyendo en las torres, y había sacado unos libros de la bilbioteca. Pero nada que implicara salir al horrible frío, no quería enfermar de nuevo e ir cayéndome desmayada por los pasillos.

Para finalizar, bajé a mi sala común resguardada en las mazmorras, necesitaba descansar, y lo que más me apetecía era sentarme en el sofá junto a la chimenea con una mantita. Había escuchado a varios miembros de mi casa que harían una minifiesta privada en no sé dónde ni me importaba, lo que me interesaba era que tendría la sala común con suerte para mí solita. En efectó, al llegar estaba vacía.

Subí hasta mi habitación y con mucha rapidez me puse mi pijama verde y agarré una manta, dispuesta a ejercer mi plan de sofá+manta+calorcito. Estaba a punto de quedarme medio dormida cuando un chico entró a la sala. Sacudí la cabeza de un lado a otro para espabilarme y mirarle. Reparé en sus ojos, preciosos, y le hice un pequeño escáner. Era bastante guapo. Me sonrojé al instante al volver a la realidad y darme cuenta de que me había quedado embobada como una tonta mirándole. Agache la cabeza, algo avergonzada, solo esperaba que no quisiese meterse conmigo como hacían muchos y simplemente pasase de largo. Me sorprendió cuando se acercó a mi en son de paz, presentándose con una sonrisa algo temblorosa y preguntando por mi nombre.


Le miré antes de contestarle. Parecía en efecto un buen chico.-Hola, buenas noches-le dije, tendiéndole una mano con una sonrisa pero aún con la cabeza algo baja y las mejillas sonrosadas-Me llamo Mirajane. Mirajane Scarlet. Encantada de conocerte Sebástian-contesté-Eres el primer Slytherin que te me acercas y bueno...no te metes conmigo. Al menos no por ahora.-y yo ¿porqué le estaba contando eso? seguramente no le importaba-Bueno eh, ¿quieres un sitio?- dije, destapando mi manta dejando un sitio en el sofa y rascándome la nuca. Madre mía ¿qué es lo que te pasa Jane?

Escuché atentamente como Sebástian respondía a las cosas que le había contado. Yo también era la primera Slytherin que se acercaba, lo que me decía que no sería muy popular, y eso en Slytherin solía ocurrir cuando no tenías un carácter acorde al resto, lo que me hizo suponer que quizás no era como el resto y que podríamos llevarnos bien. Me sonrojé automaticamente ante su siguiente comentario, escondiendome un poco detrás de mi manta-Gracias-murmuré, mirándole. Realmente no parecía como los demás chicos que tan solo se me acercaban en son de paz para conseguir algo, lo que me otorgó algo de confianza. De alguna manera, deseaba decirle algo parecido, pero era demasiado tímida como para decirselo de primeras.

No sabía si en realidad me lo estaba imaginando pero casi podía ver como a él también se le subían un poco los colores cuando le ofrecí un sitio en el sofá. Sonreí para mi misma detrás de la manta mientras me agradecía mi proposición y se sentaba junto a mí. -De nada-le sonreí. Eché la parte de manta que quedaba por encima de sus piernas-Así esta mejor. Las mazmorras son muy frías, es lo malo que tiene esta sala común-comenté, mientras me acurrucaba un poco más. Volví a mirarle, era aún más guapo un poco más cerca y estaba empezando a incluso ponerme nerviosa por haberle invitado a sentarse. Sólo esperaba que no lo notase, al menos no mucho. A continuación volví a escucharle hablar para piropearme de nuevo, esta vez sobre mis ojos y conjurando una rosa para tendermela en las manos. Agaché la mirada de nuevo algo vergonzosa, este chico era realmente una monada y me inspiraba confianza, se notaba que lo estaba haciendo por que quería y no porque estuviese fingiendo para ganarme, como hacían muchos. No era la primera vez que uno se me acercaba para intentar salir conmigo, y ya de paso, intentar cambiar mis ideales. Cabe decir que ninguno lo habia conseguido.-Muchas gracias, de verdad. Yo no me considero tanto como me dices.-murmuré de nuevo.-No soy como la mayoría de las chicas por aqui que alardean y presumen constantemente-sonreí ligeramente, explicándome. Se hizo un pequeño silencio así que inicié conversación de nuevo-Bueno...sólo sé que tu nombre es Sebástian. ¿Por qué no me cuentas algo más de tí?-pregunté, curiosa.

Me moría de ganas por saber un millón de cosas de aquel chico nuevo que había aparecido de repente y que me estaba haciendo sentirme realmente extraña, en el sentido de que no sabía que me estaba pasando. Yo no era así, normalmente les veía venir y según venían les cortaba el rollo. Pero él parecía tan distinto, tan encantador, que realmente me hacía replantearme seriamente si...¿quería algo más?. ¿Qué diantres estás pensando Jane?, lo acabas de conocer, primero esfuerzate por saber algo de él y ganartelo y luego ya veremos.

Sebástian se puso rojo como un pimiento cuando le eché la manta por encima. Me hacía gracia la manera en que ambos estábamos nerviosos (y además, se nos notaba) pero aparentábamos que ninguno de los dos lo estabamos notando e intentabamos tener una conversación normal. Ambos estábamos incómodos, sí, pero al menos era en el buen sentido y los nervios eran por que, al menos a mí, me había atraído a primera vista, y no quería que nada saliese mal ni se llevase alguna mala impresión sobre mí.

Noté como le temblaba ligeramente la voz y esbocé una sonrisita detrás de mi manta, procurando que no me viera para hacer que no se sintiera mal. Le escuché hablar atentamente, echándome hacia alante con una mano en la barbilla, captando todos los detalles: era nuevo, llevaba una semana en la escuela y procedía de Durmstrang. Parecía que últimamente aparecían a pares a mi alrededor.-Bueno, tienes eso a su favor, los de Dumstrang soléis caerme bien-dije, alzando una ceja y acordándome de Edmond. Ya no se le notaba alterado, al contrario, parecía haberse tranquilizado y eso me alegró. Vive con su madre en un pequeño barrio de Londres, le gustaba leer y según él era simpático. Solté una pequeña carcajada ante el comentario- Eres simpático. Al menos de momento.-reí, y fue mi turno de ser preguntada, mientras sentía la mirada penetrante de Sebástian clavada en mí. Este hecho hacía que el ardor de mis mejillas permaneciera constante, pero realmente no podía reprocharle nada ya que yo tampoco apartaba mi mirada de él. Puse un dedo encima de mis labios, dando golpecitos intermitentes mientras me pensaba mi respuesta. Una vez estructurado en mi cabeza, le miré de nuevo para empezar-Bueno yo no he tenido una vida muy interesante...-dije, rascándome la nuca-Nací y viví en una pequeña casita de Newcastle hasta que me enviaron la carta para el colegio. Estoy el séptimo curso, el último...-comenté-Me gusta la tarta de melaza y el chocolate, mirar paisajes bonitos...-paré un momento para alzar una ceja antes de continuar-y yo también soy muy simpática-soltando una pequeña carcajada devolviéndole su pequeño comentario.-Soy una Slytherin peculiar, el 90% de mi casa no me aguanta y no me puedo librar de que todos los días alguien me llame traidora por un pasillo.-terminé-la verdad es que no tengo mucho más que contarte. Mi vida es bastante aburrida-dije, algo apenada. Omitiendo los dramas familiares, las tragedias varias y los secretos que aún no podía contarle, la verdad esque la historia de mi vida quedaba más sosa que un pan sin sal.

Suspiré profundamente y procedí a estirarme con algo de pereza, estaba realmente cansada. Levanté mis brazos por encima de mi cabeza y extendí mis piernas lo más posible, de manera que mis pies, cubiertos con unos calcetines rosas, salieron cómicamente de debajo de la manta. No sé exactamente si fue el sueño o realmente si mi cerebro lo hizo a propósito para tener contacto, pero cuando fui a devolver mis brazos a su estado original, no calculé bien la distancia y terminé dándole un golpe en la cabeza a Sebástian.-¡Oh! Lo siento, lo siento, no era mi intención. Soy una torpe.-me disculpé rápidamente con la cara algo apenada y avergonzada, mientras acariciaba con ternura la zona donde le había propinado el buen golpetazo: en toda la coronilla. Me acerqué a él un poco más y deposité un beso en su pelo. Fue un acto reflejo, realmente, solía hacerlo con todo el mundo, pero cuando me dí cuenta de la situación me aparté rapidamente agachando la cabeza. Las cosas quizás se estaban torciendo un poco, seguramente estaba pensando que estaba algo loca.

Soltó una carcajada cuando le dije lo de Dumstrang, seguramente se imaginaría que pensaba como todo el mundo. Pero, a parte de que no pensaba mal de ellos desde el principio, ya era el segundo que conocía y las descripciones no tenían nada que ver con lo que la gente comentaba, lo que me hacía aclarar aún más mis opiniones.

Notaba a Sebástian mucho más tranquilo y acomodado, al igual que yo misma, ya que ambos habíamos pillado algo de confianza y aquello se podía ver, ya nos conocíamos un poquito y no era igual que al principio. Luego aludió que él siempre era simpático mientras movía la cabeza, haciéndome reir. Otro punto que ganaba, me gustaba la gente que sabía hacerme reir, me gustaba divertirme. Le conté toda mi historia, y cuanto comenté el aspecto de que me llevaba mal con toda mi casa, me dijo que esperaba que le incluyese en aquel pequeño 10% de gente con la que me llevaba bien, sonreí antes de hablar, se había ganada un huequito a la fuerza-Tranquilo, llevas ahí desde que te sentaste a mi lado sin malas intenciones-le confesé, ensanchando mi sonrisa. No sabía si era el ambiente o que Sebástian las captaba todas, pero pareció notarme perfectamente como me entristecía por mi situación, y de repente, se acercó a darme un abrazo. Abrí los ojos con mucha sorpresa ya que, no me lo esperaba, me puse algo colorada ante aquel contacto más directo, pero esbocé una sonrisilla y me apresuré a devolverle aquel cálido abrazo.


Tras mi incidente de torpeza, disculparme y demases, me aseguró que no le había hecho daño varias veces y quedé un poco más tranquila. De repente, me dijo que le esperara y se fue rápidamente del sofá con destino a las habitaciones. Al poco rato, volvió a la sala común con un plato y volvió a sentarse a mi lado tapándose. ¡Era tarta de melaza! Me la estaba regalando con una sonrisa llena de picardía. Le miré, sonriendo ampliamente y dando palmaditas como una niña pequeña.-Oh, Sebástian, eres un cielo-dije, mientras cogía el plato-yo te doy una buena ostia y tú me das tarta de melaza. Muchas gracias-agradecí, al tiempo que me acercaba a él para depositar de nuevo un beso pero esta vez en su mejilla y tentativamente cerca de sus labios pero sin llegar a ellos. Sinceramente, ya me daba igual absolutamente todo, hacía rato que había terminado por aceptar que mi mente hacía lo que le daba la gana así que simplemente, estaba dejándome llevar.-Pero por cierto, eres un ladronzuelo, ¡mira que robar comida!-le dije, devolviéndole la sonrisa pícara-Aunque te confesaré algo: yo también lo hago-murmuré, bajito, como si de el mayor de los secretos se tratara, y después solté una risita.

Conjuré un accio para atraer una cuchara y empezar a comer. Una vez que estuvo en mi mano, partí un cachito para llevarmelo a la boca y saborearla con los ojos cerrados-Mmm, está exquisita-comenté, no había nada en este mundo que me gustase más que la tarta de melaza. Era una de las cosas a por las que solía bajar a pedir a las cocinas cuando me daba hambre, pero hoy había pasado un día demasiado perezoso como para acercarme. Partí un cacho más y le ofrecí con la cuchara a Sebástian.-¿Quieres un poco? Es tuya, si la tenías tienes que querer-le dije, como si fuera lo más lógico del mundo mientras esperaba que respondiera.