Cartas a la familia [Naoky]

Abi corría subiendo los escalones de la Lechucería. Había escrito una carta para casa y quería enviarla con la mayor premura posible.

En Budapest, en su casa, la pequeña Sam, de frágil salud, estaba con fiebre alta y eso no dejaba dormir a la Slytherin, para quien su hermanita era la luz de sus ojos.

Correr era quedarse cortos en la descripción de velocidad de Abigail. Prácticamente volaba. ¿Por qué? Cuando estaba nerviosa, se movía más aprisa, solo eso.

Abi miró nuevamente, ceñuda, a la lechuza del colegio. Era gris, de ojos marrones. Pensó que ella misma era más bonita de búho que ese bicho, pero había sido el más rápido que pudo encontrar.

Había atado la carta a la pata del animal y ahora éste esperaba las indicaciones.

―Debes ir a Hungría, a Budapest ―le dijo al animal, en tono condescendiente―. ]Dale la carta a Samantha, una niña de unos seis años, cabello rubio platino en tirabuzones y ojos grises como los míos ]―Abigail describió a su hermana con una voz dulce, que solo reservaba para ella. La lechuza podría encontrarla con solo el dato de los ojos grises. Podía decirse que esa mirada solo la tenían dos personas vivientes: la serpiente que estaba en frente suyo y su hermanita pequeña―. VENGA, APÚRATE ―le grito, al notar que la ave se había quedado inmóvil. Al oír el grito de la serpiente, la lechuza remontó vuelo, agitando sus alas con velocidad.

Ella volteó, para ir en dirección a las escaleras, bajar y poder tomar un chocolate caliente. Que estar allí arriba no le gustaba mucho.

Al acercarse a la escalera, se percató de la presencia de una muchacha, tal vez de su misma edad, o quizás un año mayor, con el uniforme de los tejones. Parecía que sus pensamientos querían matarla.

―¿Te matarán? ―preguntó, con una sonrisa de superioridad, sabiendo que la siguiente pregunta de la Hufflepuff sería "¿eh?".