Una banca privada (Drazeel ^^)

Un nuevo fin de semana nevado en Londres, comenzaba a acostumbrarme nuevamente a los fríos y blanco paisajes de invierno de este nuevo año. Sin embargo, después de mi aventura improvisada a ocultas de todos a Francia, me dejó en consecuencia tener a todos esos ojos que me protegen sobre mis espaldas. Ya había acabado los deberes, la sala común estaba completamente sola… todos salían a divertirse, menos yo. Gael me tenía como prisionera, mandaba a su fénix a mi habitación todas las noches para que me cuidase de no volver a escapar. Soy inquieta ¿Qué puedo hacer?

Ahora ese mismo día Gael no estaba a mis alrededores por lo que podía respirar libremente. La Dama Gris fue a visitarme unos minutos después, preguntándome porque no iba a disfrutar de aquel día… simplemente no estaba de ánimos, tantas cosas pasaban por mi cabeza, ese viaje a Francia me había dejado pensando y con las llagas de mi corazón entre abiertas. “Qué mejor que eso para salir a divertirte, no puedes quedarte aquí encerrada teniendo ese increible paisaje a tu disposición…”, miré por la ventana de mi alcoba, ella tenía razón, el día estaba bellísimo. “Anda, sabes que yo te cubro…”, le sonreí agradecida y aproveché que en mi baúl guardaba unos cuantos puñados de polvo flu que Gael me había regalado anterior mente, grave error de su parte.

Estaba todo tranquilo y en silencio, la chimenea apagada, algo muy extraño en esa época de frío pero por esa vez, muy conveniente para mí para darme a la fuga una vez más. Odiaba viajar de esa forma pero era la más rápida que conocía además de que me ahorraba explicaciones. Tomé en alto el polvo y lo solté sobre mis pies, profiriendo el lugar a donde deseaba ir. El viaje fue turbulento y como de costumbre, caí cuando aterricé donde deseaba. Era una vieja tienda de artículos mágicos y chucherías que aparentaban ser sin valor. La señora dueña de la tienda me saludó con una gran sonrisa, ayudándome a sacudirme el hollín de la chimenea. Quisio ofrecerme una taza de chocolate caliente pero le negué amablemente su oferta, no había salido de un lugar para terminar en lo mismo: Sentada y mirando por la ventana. Salí de la tienda y caminé por las calles de Londres.

Delante de mi se encontraba un parque, pequeño y tranquilo, sería un lugar perfecto para descansar un rato, pensar y liberarme de asuntos pendientes. Me senté en una anca de madera, ya era vieja pero aun resistía… este asiento estaba justo debajo de un frondoso árbol que ahora, en lugar de hojas verdes tenía cúmulos de nieve entre sus ramas.

Era fin de semana, como siempre había que divertirse con mis amigos y compañeros de casa, estaba demas decir que los muy cobardes no habian querido salir de el castillo, debido a que afuera estaba nevado, asi que el dia de diversion habia sido reducido a una aburrida tarde en la sala comun, pero este no era mi estilo. Luego de horas hablando de echizos y de las clases que habiamos tenido en la semana, me aburri de escucharles y le quite de las manos un bolso de polvos flu a mi compañero, y corri a la chimenea, meti la mano a la bolsa de cuero, saque un puñado de polvos y dije el primer lugar que se me vino a la mente. Asi es como llegue a una tienda de calderos en donde yo compraba cuando era pequeño con mi padre e hermana. Un hombre gordo me recibio.
-Joven Drazeel que hace aqui, ¿Viene por un caldero nuevo?. Pregunto el hombre mirnadome con el signo de peso en sus ojos, respondi con una leve sonrisa y le dije: -No gracias james solo he venido a pasear, solo he usado tu chimenea como destino, espero que no te moleste. Le dije sin darle tiempo a responder saliendo rapidamente a dar una vuelta por la ciudad.
Caminando llegue a un parque al que no habia visto nunca, pero algo me llamo la atencion en ese lugar, habia una joven que estaba seguro que la habia visto alguna vez en el colegio, tenia que sacarme la duda si es que la habia visto alguna vez, me acerque por detras y apoye mis manos en la banca en la que estaba sentada. -Que hace una linda señorita tan sola. Dije con una sonrisa, esperando una respuesta de la chica.

Comencé a sentirme extrañamente cómoda en ese parque, veía a los niños muggles jugar en la nieve con sus padres y amigos, era una bonita escena, algo melancólica para mi gusto pero no perdía su encanto. Recordaba esas infinitas tardes cuando mis hermanos y yo jugábamos en la nieve, los gemelos se salían siempre con la suya y los trillizos hacían trampa. Raoul practicaba su tiro al blanco, empeñado a superarme algún día –tomando en cuenta de que era la más joven de la familia- mientras mis padres conversaban horas y horas entre ellos. Ayora comenzaba a nevar, finos bultos de nieve se revoloteaban con el viento, los niños que contemplaba gritaron de emoción y comenzaron a hacer juegos de atrapar los copos de nieve.

Recordé al instante mi primera nevada, me había emocionado tanto que prácticamente llevé arrastrando a mi madre por los inmensos pasillos de la mansión hasta llegar a la puerta de acceso al jardín trasero. Había estado gritándoles a todos para que vieran nevar. Era pequeña y las cosas más simples captaban toda mi atención. A Raoul no le parecía, decía que era demasiado infantil. Al contrario, mis padres les conmovió mi emoción tan espontánea, para hacerlo más especial, comenzaron a soltar luminosos fuegos artificiales de sus varitas.

Era lindo tener esos alegres recuerdos, los revivía todas las noches para no sentirme tan agobiada por el trauma de haber perdido a mi familia de la forma más inhumana del mundo. Aun esperaba que al despertar, todo resultase ser un mal sueño y continuar con mi vida ordinaria… una voz a mis espaldas me habló interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. No recordaba haber visto a aquel chico en alguna parte, o talvez si… no estaba segura.

-Sólo disfruto de la nevada… -dije sonriente- ¿Y tú?