Lo prometido es deuda [Angie]

A altas horas de la noche no podía dormirme, no podía dejar de pensar en Angie, como había pasado todo ese tiempo sin haberme percatado que había una chica tan especial en la sala común y como ahora se suponía que estabamos juntos, me decide en hacerla mi primer regalo. Me levanté de un salto brusco de la cama, me puse las zapatillas y cogí mis utensilios de dibujo. Entré en su cuarto sigilosamente, apenas sin hacer ruido, estaba dormida como un tronco, pero incluso durmiendo era guapisima. Coloqué mi caballete en el suelo y me puse a pintar su bello y angelical rostro ayudado de mis pinceles, el cuadro estaría listo para cuando ella se despertara.
Ya entraba el sol entre las ventanas, al parecer se había hecho de día, llevava en su habitación toda la noche sin que ella se enterara de mi presencia. El tiempo había pasado volando y al cuadro solo le faltaban unas pequeñas pinceladas, cuando ella comenzo a abrir los ojos timidamente. -Buenos días, Angie- susurre mientras sonreía, parecía algo extrañada de encontrame allí. Corrí hacia ella y la dí un beso de buenos días^^

Dormía plácidamente, soñando con Sebastián, con los bellos momentos pasados en su compañía y en nuestra repentina relación. Parecía sacado de un cuento de hadas. Un tímido rayo de sol se coló entonces por la ventana del cuarto y atravesó mis párpados cerrados. Abrí entonces los ojos para encontrarme con quien llevaba soñando toda la noche. Allí estaba, detrás de un caballete en pijama sonriendo a los pies de mi cama, su rostro iluminado por la clara luz del sol. Me sorprendí un poco, creyendo que aún soñaba. Le vi acercarse y, al notar el calor de sus labios sobre los míos, constaté que estaba despierta. Rodeé su cuello con mis brazos y correspondí a su beso. Cuando nos separamos, miré aquellos ojos expresivos que me quitaban el aliento y dije en un dulce susurro.
- Buenos días, Seb.- Le sonreí. Solo su presencia conseguía hacerme feliz. Le hice sentarse junto a mí en la cama.- ¿Qué haces aquí? No esperaba encontrarte en mi cuarto.- Sonreí de nuevo. "Qué chico tan especial... ¿Dónde ha estado todo este tiempo?".

Como yo pensaba, lo primero que me preguntó al verme es que hacia allí, y no la culpé por ello, no es lo normal despertarte y encontrarte un "intruso" en tu habitación. Aquella misma noche me encontré en la obligación de hacer lo que hize, no todos los dias conozes a una persona como Angie, y además la había prometido pintarla, y lo iba a hacer con o sin su consentimiento. Se acababa de levantar, pero estaba igual de hermosa que siempre, incluso me atrevería a decir que aún mucho más. Después de besarla, me acerqué a una pequeña que adornaba la habitación, la noche fue muy larga y tuve tiempo durante la madrugada para bajar a la cocina a prepararla un delicioso desayuno. -Toma, la comida más especial para la chica más especial- dije alegremente -Preguntas que hago aquí, esto!- agregé sonriente, estaba señalando el cuadro que titulé "Angie durmiendo" (lo sé, no era un nombre muy original, pero si sus trazos^^), esperando que la gustase -Es un regalo para ti- notaba que ella estaba sorprendida, la gustaría o no, estaba deseando saber su opinión.

Parecía que el chico no estaba dispuesto a dejar de sorprenderme, pues me acercó un plato con el desayuno y señaló hacia el caballete tras el que se encontraba cuando me desperté. Me quedé asombrada. Realmente no era palabrería lo que hablaba. Era un cuadro magnífico, aunque no pude evitar sonrojarme y taparme con la manta hasta la nariz. Me sentía extrañamente feliz, pero me asaltó la vergüenza al verme en el cuadro dormida.
- Es realmente precioso- dije tímidamente desde debajo de la manta.- Te ha debido de llevar toda la noche... -y eso parecía, porque pese a la expresión de felicidad del chico, el sueño se hacía notar en su rostro. Pero las marcas amoratadas bajo sus ojos y la leve expresión cansada, solo hacían que me pareciese aún más perfecto. Simplemente, y con la mejor intención del mundo, me hice a un lado y palmeé el hueco libre en el colchón. Miré a Seb, sonriente.- Pareces cansado... si quieres, túmbate aquí, no pasa nada. Además, ya tienes el pijama puesto.- bromeé y le sonreí de nuevo, esperando su respuesta mientras le miraba a los ojos.

-Bueno, en realidad sí he estado toda la noche haciendo el cuedro, pero no importa- comenté. Angie, mi primer gran amor, se merecía todo el oro del mundo. Como pasó el día anterior en el comedor, nuestras miradas se volvieron a cruzar en una voragine de amor sin límites, había una conexión especial entre nosotros, incluso me atrevería a decir que podía adivinar lo que ella estaba pensando solo mirando su bello rostro Angelical.
De nuevo me miro sonriente, y yo aún me puse más nervioso de lo que estaba, palmeó un hueco libre en el colchón, y con esa dulzura que la caracterizaba me invito a tumbarme un rato junto a ella. Yo sin pensarlo dos veces me tumbé junto a ella. Notaba la química tan especial que había en nuestros cuerpos, incluso se me paso por la cabeza hacer cosas indecentes, aunque no me extrañaba para nada, sentir su cuerpo, apretado en el pequeño colchón, junto al mio, hacía que cada vez tendría más calor, realmente nos sobraban las mantas, pero no queria hacer nada que ella no estubiera dispuesta a hacer, era muy tímido como para hablar de esas cosas con ella.

Complacida con la aceptación de Seb, me abracé a él bajo las mantas y coloqué mi cabeza sobre su pecho. Era una sensación maravillosa y, aunque no pude evitar pensar en el "lado oscuro" de la situación, una gran parte de mi mente era la de una niña feliz en brazos de su ángel de la guarda. Cerré los ojos a penas unos segundos, para disfrutar del momento, pero los volví a abrir y los posé sobre su rostro. Era realmente guapo, además de lo tierno y agradable que se mostraba siempre. Enterré de nuevo el rostro en su pecho y cerré los ojos sin llegar a dormirme. Mi mente se encontraba pletórica de alegría y en mi cabeza no había nada que no se refiriese a Sebastián. Al primer chico (a parte de mi hermano) al que dejaba entrar en un lugar tan privado para mí como era mi cama sin pretender nada más que abrazarle. Sonreí, pensando en estas cosas, mientras deseaba que no tuviésemos que salir de aquella cama nunca más.

Él abrazo fue correspondido con tal fuerza que después pensé que podría haberla hecho algo de daño. Se acercó hacia mi y coloco su cabita junto a mi cuerpo. En ese momento se me aceleraron las pulsaciones, temiendo incluso que ella podría notar todo mi nerviosismo. Aún así me sentía de una forma especial, una forma que no se puede explicar con palabras solo esperaba que ese momento jamás acabara, que el reloj se detuviera en aquel romántico lugar, que nadie habría en la escuela salvo ella y yo. Aunque el magnífico era momento era magnífico, mi mente estaba totalmente empañada, sí, formabamos una pareja explendida pero no dejé de pensar en que hacer, que sería de nosotros, de nuestra relación, al fin y al cabo yo no sabía que hacer nunca antes había tenido un sentimiento tan grande por una chica, era un novato del amor. Mientras desimuladamente me abrazaba aún más a Angie y me tapaba con una de las mantas de la cama, observaba una y otra vez sus bonitos y brillantes ojos. -Y ahora, ¿nuestra relación...- dije timidamente, esperando que la chica me prestara algo de atención, se acababa de levantar y aún estaba algo dormida -...como va a ser?- concluí a la vez que rodeaba su cuerpo con mis manos.

Al oír las palabras de él, noté su corazón latir con más fuerza en su pecho bajo mi cara. Sonreí y, tomando una de sus manos, la estreché entre las mías y la besé. Pese a que había tenido otros "novios" antes de venir a Hogwarts, ninguno de ellos había significado para mí ni una millonésima parte de lo que Seb significaba. Le miré a los ojos sin soltar su mano y por fin hablé.
- Bueno, no es que yo sea una experta en "organización de pareja"...- sonreí de nuevo, intentando liberar la tensión que él (y yo) sentía- Pero creo que la forma de que esto funciones es simplemente dejando que ocurra lo que tenga que ocurrir. Quiero decir, que no hay por qué forzar la situación. Lo que has hecho hoy es una muestra perfecta de lo que quiero decir: te pareció que sería algo bonito y lo hiciste. En eso ha de basarse una relación. En ser feliz.- Tan solo aparté la vista de sus ojos para abrazarle. Sin soltarle, susurré en su oído- Y yo contigo soy feliz.

Como había sabido, ella notó mi nerviosismo, para eso las mujeres tenía algo especial, algo que mucha gente llamaba un "sexto sentido". Sonreí alegremente, no me hubiera cansado nunca de estar abrazado junto a ella como la había abrazado segundos atrás. Me veía incapaz de sostenerla la mirada, sus ojos se clavaban en los mios, no necesitabamos hablar tan solo con una mirada ambos conectabamos de una manera fascinante, como no conecté con nadie jamás.
Ella se dispuso a hablar y yo como no podía ser de otra forma la escuché enbobado, como un niño que miraba una sabrosa piruleta en una tienda de gominolas. A parte de tener una belleza exterior e interior fantásticas, Angie era una chica muy sensata, que a mi parecer tenía claro lo que quería de una relación, y eso era que nos dejaramos llevar como dos enamorados que anhelan la felicidad mutua.
Tras sus palabras solté un suspiro de alivio y sin poder responder a sus bonitas palabras, volvimos, los dos, a abrazarnos como si fuera la primera vez -Yo también soy feliz contigo- dije sinceramente -Te confesaré algo- dije mientras me sentaba de una manera formal en la cama de Angie -que por cierto era muy cómoda-. -En realidad estoy algo asustado, nunca antes había tenido una relación formal con nadie, y a veces pienso que esto no puede ser tan bonito, que la felicidad en una pareja es dificil, que un día todo lo que fue no será, que el tiempo pasa a todas la relaciones factura, y que no me gustaría perderte sabes. He encontrado a alguien especial en ti, alguien que me ha hecho sentir cosas maravisollasas, pero eres mi primera relación formal y no se como llevarlos, y sobre todo quiero estar contigo durante mucho tiempo- concluí mientra ella miraba fijamente.

Mientras él hablaba, mis ojos se empañaron de lágrimas. Era lo más bonito que nadie me había dicho jamás. Me incorporé junto a él y tomé sus manos. Quería decir lo que estaba sintiendo con las palabras correctas. Quería que entendiese que yo siento lo mismo. Así que finalmente, me decidí y, dejando que las lágrimas resbalasen por mis mejillas logré responder sin apartar la vista de sus ojos.
- Te comprendo. Eso es lo mismo que yo temo, pero prefiero pensar que algo tan bonito no se puede romper por mucho que el tiempo o el destino se empeñen. Creo firmemente que si lo que ambos sentimos es sincero, la relación durará lo que nuestros sentimientos duren. Yo tampoco había sentido nunca nada parecido por nadie y también temo despertar de pronto y descubrir que todo fue un fantástico sueño de hadas, pero nada más que un sueño. Temo que de pronto descubras que fui solo un capricho y que me dejes sola de nuevo.- me empezaba a costar hablar, pues se me había hecho un nudo en la garganta solo de pensarlo- Yo también creo haber encontrado algo importante y especial en ti y solo espero que de tener que dejarme algún día, ese día sea muy lejano...- ya no pude seguir hablando y, entre lágrimas y sollozos, me abracé a Seb y lloré sobre su hombro. La tristeza de pensar cómo me sentiría si él saliese de mi vida me hacía reaccionar de aquel modo.

Ella entendió mi preocupación, y también se ponía en mi lugar, había sido toda tan precipitado que era normal la indecisión de a donde iría a parar nuestra especial relación, pero desde que pude verla en el gran comedor el día anterior, sabía que ella sería una persona muy importante para mi. Sus ojos estaban anegados en lágrimas y eso me conmovió mucho, lo que me hizo ponerme a llorar yo también como una magdalena. Era verdad lo que decía, lo mejor era pensar que lo nuestro, nuestra bella relación, no podía acabar con el paso del tiempo o porque el caprichoso destino se empeñara. Nuestra relación se era sincera por lo menos por mi parte, he imaginaba por sus palabras que por ella también. No podía hablar, se había emocionado, ese era a mi parecer el momento en el que necesitaba un buen beso. Me acerqué de nuevo poco a poco a ella mientras uno de mis brazos recorria todo su cuerpo y otro sujetaba su fragil cabeza... Me acerqué aún más y más y la di un beso en sus finos labios, el primer rayo de sol mañanero nos iluminaba y hacia que ese momento fuera más especial. -Sabes, me has convencido, dejaremos que el destino guíe nuestra relación y esperare estar contigo por mucho tiempo- dije riendo, toda la tensión acumulada se había esfumado como por arte de "magia"

La escena parecía sacada de uno de mis mejores sueños. El calor de sus labios, la sal de las lágrimas que ambos derramábamos y el roce de sus manos, todo ello bañado por la clara y limpia luz de aquellos primeros rallos de sol... nada podía haberme hecho sentir mejor. Dejé de llorar y puse mi manos sobre la que él tenía en mi cara, le miré a los ojos, y sonreí como nunca antes lo había hecho. Segura ya de que él estaba allí de verdad y solo para mi, me recosté de nuevo a su lado, acurrucándome junto a él sin dejar de sonreír. Tomé su brazo, lo pasé sobre mis hombros y, entrelazando nuestras manos le dije:
- Me alegro mucho de que estés aquí. Pero dentro de un rato habrá que levantarse... ¿Te apetece hacer algo hoy?