Llegué a la tienda, como siempre, no esperé a Alessa, era demasiado lenta.
Pegué la cara en el escaparate y sonriente, miré todas las escobas.
Eran preciosas, no pude ignorar la tentación de entrar y coger alguna.
Cuando entré había una escoba en un escaparate, rodeada de una cúpula de cristal con dos focos dándole luz.
Cuando iba a tocarla, alguien me pegó en la mano.