Me senté frente a la chimenea y dispersé varios libros encima de mi regazo. Había sacado varios de ellos de la biblioteca, con la intención de tener algo de leer y también para prepararme. Aquel año tenía los TIMOS y como aún no sabía qué quería hacer al salir de Hogwarts (después de todo, con la influencia que estaba teniendo el Señor Tenebroso en el mundo mágico, tal vez no todo continuara igual cuando me graduara), me había propuesto aprobarlo todo con nota para tener todos los caminos abiertos.
Cogí un libro sobre Pociones y nada más abrirlo, murmuré, indignada:
—Aburrido... —A pesar de la queja, continué leyéndolo.