Sentada sola, esperando conocer a alguien...

Me encontraba sola, sentada en la sala común de mi casa. Era nueva, así que no conocía a nadie. Oía gente hablando con sus amigos al rededor, oía también risas, risas y voces completamente desconocidas.
Abrí el libro que llevaba conmigo y me dediqué a leer en soledad, pero no lograba concentrarme en las palabras. Pensaba en los amigos que había dejado atrás. Deseaba conocer a alguien en este lugar. Estaba cansada de la absurda soledad que me rodeaba.

Entré a la sala común después de la clase de pociones. Estaba demasiado cansado con una clase así que decidí irme a la sala común a descansar. Entré y fui al más cercano sillón y me tumbé en él. Cerré un poco los ojos para luego abrirlos, me levanté y fui por un vaso de agua a la mesa que estaba allí y donde estaba una jarra. Me eché agua de la jarra al vaso y me lo tomé.

Después fui hacia la ventana y en el camino hacia la ventana ví una chica de pelo castaño y con ojos dulces. Seguramente era nueva que no la había visto hace mucho. -¡Hola! La saludé sonriendo. -Debes ser nueva... no te había visto antes! Le dije. -Soy Federico... ¿Y tú?

Seguía ahí, concentrada en mis pensamientos. No se cuanto tiempo estuve así, pero de reperte una voz me saludó y me trajo de nuevo a la realidad.
Alcé la vista y vi que quien me hablaba era un chico algo mayor que yo.
-Emmm... Hola-devolví el saludo-Si, soy nueva... Me llamo Sarah-añadí con una sonrisa.

Me acerqué a ella, le dí la mano y le dí dos besos en la mejilla. -¡Mucho gusto, Sarah! Me senté a su lado en una silla. -Si necesitas ayuda, no dudes en pedirmelo ¿sí? Le ofrecí mi amistad sincera.

-¿Quieres conocer el colegio? Le pregunté. -¿O prefieres descansar? Para mí no era un inconveniente llevarla a pasear por el colegio.

Él se sentó a mi lado, y me ofreció su ayuda si era necesaria. También me preguntó qué quería hacer.
-Conocer el colegio sería bastante útil- dije aún sonriendo. Conocer alguien en el colegio, tener alguien con quien hablar, tener un nuevo amigo, era algo que se sentía muy bien.

La escuché. -Bueno, entonces no se diga más! Cuando quieras salimos a dar un paseo y te enseño el colegio! Le sonreí. -Me gustaría que seamos amigos! Le dije. Me gustaba estar cerca de ella. -Cuentes conmigo para lo que necesites!