Caminando (Max)

Las calles de Hogsmeade estaban llenas de nieve por todas partes, hacía algo de frio y el piso era resbaloso, la suave brisa se podía sentir y aunque no era un viento muy fuerte si lograba hacer que la gente se hiciera bolita dentro de sus abrigos, las calles estaban desiertas, a lo lejos se podía escuchar el alboroto que tenían en Las tres escobas, mi intención era ir a ese lugar por algo de cerveza de mantequilla, por lo que caminaba tranquilamente, tratando de no resbalar y caer, pero esto no fue posible porque una piedra que estaba cubierta con nieve y lo pude ver, así que cuando pisé esa zona mi pie se doblo y caí al suelo pegándome en la cabeza y torciéndome el tobillo, noté como un poco de sangre salía de algún lugar de mi cabeza, pues esta había caído en otra piedra un poco más pequeña pero filosa… Genial, fue todo lo que pude pensar.

Un chico que llego de no sabía dónde, me ayudó a levantarme y le miré la cara, buscando algún rastro de peligro, como solía hacer desde hacía algún tiempo, pero no encontré nada, solo una cara de un chico muy guapo, que al parecer sabía de hechizos de sanación, yo abría ocupado un episkey, pero no sabía si funcionaría con la herida que hacía unos pocos segundo tenía en la cabeza.

Gracias- le dije cuando deje de sentir la herida, mientras seguía observándole, esperando que no fuera ningún mortífago, porque sería una pena- No te preocupes, puedo caminar hacia Hogwarts, o ver si hay alguien en Las tres escobas.

Le dije mientras trataba de caminar hacia Las tres escobas, pero no podía apoyar el pie derecho que era el que me había lastimado y por lo tanto volví a caer cuando intenté caminar normal, pero esta vez pude poner las manos y no hacerme más daño. Me senté en el piso y murmuré por lo bajo: genial

Se acercó a ayudarme, pasó mi mano sobre sus hombros para poder ayudarme a caminar, era increíble que un solo paseo por las calles me llevaran a estar así, pensé que no podía dejarlo llevarme así a todas partes se iba a cansar y mi pie pronto estaría mejor.

-Gracias por ayudarme, de nuevo- le dije mientras volteaba a verlo nuevamente- soy Gael… ¿tú eres medimago?

Escuché la respuesta de Max y me pareció un chico simpático, o al menos eso aparentaba, tal vez un par de cervezas de mantequilla no me vendrían mal, para alivianar el dolo.

Valla, pues haces buenos hechizos con la cabeza- le dije mientras caminaba en dirección a Las tres escobas- así que… ¿Solo trabajas en Hogwarts? Yo estudio allí.

Estaba diciendo demasiadas cosas tal vez, pero si era verdad que trabajaba de enfermero en Hogwarts seguramente lo sabría tarde o temprano, y si era un mortífago, con la mano que me quedaba libre rodeaba la bolsa que tenía mi varita, para cualquier cosa, pues en estos momentos todos los mortífagos ya se abrían enterado de que era un miembro de la Orden.

Estabamos llegando a Las tres escobas, y los ruidos provenientes de la gente que había dentro se habían incrementado, escuché sus palabras y por lo que dijo es que había estudiado en Dumstrang, poco sabía de esta escuela únicamente que se limitaban a estudiantes de sangre pura y que su director era Igor Karkarov, que según decían las mala lenguas todavía era un mortífago. El chico que me acompañaba era además de guapo, caballeroso y amable por lo que no quería dudar de él sin embargo no podía tampoco confiarme. Me dejó pasar primero por la puerta de Las tres escobas.

Gracias- le dije mientras dejaba de rodearpo por una mano y pasaba por la puerta, para sentarme en una de las mesas que vi más cerca, mientras me acercaba a ellas dando pequeños saltitos, pues todavía no podía ocupar mi pierna- eres muy amable.

El chico que me acompañaba era muy amable, y aparte de guapo, pero el dolor del tobillo seguía presente y aunque con el calor de Las tres escobas se había aminorado, revisaba el lugar en busca de alguien que pareciera extraño, no esperaba encontrarme a ningún mortífago encapuchado con un letrero que dijera “soy mortífago” pero necesitaba hacerlo para sentirme tranquilo, pues seguía sin olvidar que estábamos en guerra. El chico no paraba de sonreír y eso extrañamente hacía que mi semblante casi siempre sin expresión, se había aligera y ahora lucia una cara amable. El quería invitarme lo que quisiera cuando lo dijo no puede evitar ponerme un poco rojo de pena. Vi al elfo acercarse y pedí lo más barato que se me ocurrió.

Quiero un jugo de calabaza, por favor- le dije al pequeño elfo con amabilidad, después me voltee a ver a Max- gracias por invitarme. Y bueno quitando el frio que está haciendo a fuera ¿Qué te parece Londres?

La hinchazón de mi pie ya estaba bajando, de hecho ya no podía notar dolor en el tobillo así que supuse que me encontraba mejor y seguramente se debía al calor que inundaba la Tres escobas, y posiblemente al chico que tenía delante, me seguía diciendo a mi mismo que tenía que dejar de tener caídas de ese estilo, o terminaría matándome yo solo, pero siempre terminaba en el suelo o al menos casi siempre. Lo bueno es que solo ocurría cuando apenas había peligro de mortífagos o algo así, o eso es lo que yo esperaba. Una mano la tenía encima de la mesa, esperando a que me trajeran el jugo de calabaza que había pedido, cuando el chico habló sobre que no había tenido tiempo de conocer la ciudad, yo si un poco, pero no mucho, quizá fuese una buena idea ir a visitarla juntos. Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando el chico posó su mano sobre la mía, lo que me causó un gran sonrojo y no pude hacer más que apartar mi mirada de la suya sin quitar la mano de donde estaba. En ese momento llegó el elfo que nos estaba atendiendo con la cerveza de mantequilla de Max y mi jugo de calabaza.

Gracias- dije amablemente al elfo, pero con la voz todavía un poco entre cortada, mientras con la mano que tenía libre tomaba el vaso y me lo ponía cerca de la boca para tomar un trago, cuando terminé de tragar el jugo de calabaza ya estaba un poco más tranquilo- tal vez podríamos ir a visitar Londres alguna vez…

Mis palabras salían muy bajitas, no sabía cómo decirlo y la verdad es que el chico me confundía un poco.

La verdad no podía evitar sonrojarme ante sus palabras, hacía mucho tiempo que un chico no me trataba así, por lo que esas palabras fueron una dulce melodía para mi corazón haciéndolo que se relajara un poco, más mi cerebro decía que estaba siendo demasiado impulsivo, apenas conocía a ese chico y ya estaba cayendo a sus pies, eso no podía ser y menos en los tiempos que corrían… Si tan solo tuviera Veritaserum. Pensé mientras tomaba un sorbo del jugo de calabaza que había pedido para evitar soltar una risita nerviosa que ya veía venir. Cuando solté mi vaso el chico que me acompañaba salió con otro de esos comentarios que me vaciaban el cerebro y esta vez no pude reprimir una sonrisa tonta ante su comentario típico de una persona que está en otro mundo, un mundo maravilloso. Al parecer había notado que evitaba su mirada para no perderme en ella y había ocupado su mano para tomar mi mentón y mirarlo fijamente a sus ojos, sentí el tacto de sus dedos en mi mentón y sentía como si un millón de mariposas rondaran por mi estómago, después noté sus ojos y lo demás desapareció, ya no podía notar nada ni siquiera mi evidente sonrojo ante la situación, tampoco pude notar cuando él se acerco más y más, hasta estar a apenas escasos centímetros de mí. Pero cuando nuestros labios se juntaron no pude evitar sentir eso, mis ojos se cerraron por acto reflejo, ahora si podía decir que me encontraba en un universo paralelo, donde ya no existía nada, abrí un poco mis labios, para que mi lengua pasara hacía su boca y hace más profundo ese beso.

Sentir que él abría su boca a mi lengua me decía que el también lo deseaba, sus manos me rodeaban y sin embargo no me incomodaban era una sensación más que agradable, y cuando dejó de besar mi boca para saborear mi cuello no pude evitar ponerme rojo en ese momento, mientras un pequeño gemido ahogado provocado por el placer del tacto de su boca en mi cuello se escapó de mi boca… En ese momento no sabía que pensar, se podría decir que mi mente estaba drogada y no pensaba con claridad y era extraño que me estuviera ocurriendo continuamente desde hacía algún tiempo, pero no me pondría a pensar sobre ello, además de que mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando dejé de notar lo sabios de Max, lo miré rápidamente de reojo pude ver que se sentaba y yo hacía lo mismo casi en automático. Escuché sus palabras y no podía creer lo que estaba diciendo, claro que en ese momento estaba tan rojo que apenas podía notar mi cara, no quería continuar con esa pequeña charla, pues estaba tan confundido con lo que sentía que no me veía capaz de decirle con certeza lo que sentía, y probablemente terminaría diciendo alguna estupidez, por lo que intenté cambiar de conversación.

Y bueno… ¿Qué parte de Londres te gustaría conocer?- le pregunte mientras tomaba nuevamente mi baso con jugo de calabaza y me terminaba mi bebida de un trago, sabía que mi pregunta era estúpida, pero no tenía otra cosa que decir que no fuera una completa idiotes.

No sabía que decir mi mente seguía medio drogada por las sensaciones que estaba experimentando no sabía todavía lo que estaba haciendo, pero de lo que si estaba seguro es que si lo miraba fijamente me perdería en sus ojos, sus labios, sus mejillas, su pelo, su forma de mirar y terminaría perdiéndome en él, por lo que me concentraba en tratar de no mirarlo fijamente, pero si notaba sus miradas, la forma en la que las lanzaba me hacía ponerme rojo sin saber porque, me hacían querer lanzarme contra su cuerpo, pero no, no lo haría en ese momento, no era ni la hora ni el lugar. Escuché sus palabras, mi intento por cambiar de tema había funcionado y estaba aceptando mi cita, y no solo eso había propuesto un lugar para salir, algo que tal ves sería interesante, en mis paseos por la ciudad había visto algunos lugares así, algunos me llamaban mucho la atención, hice un mapa mental recorriendo Londres para encontrar un punto en el que poder llegar, pero en muchos casos el viaje sería largo, había visto uno, cerca del Caldero Chorreante que era de ambiente gay, y sabía cómo llegar allí.

Vamos- le dije mientras me levantaba de la silla, y tentaba mi tobillo derecho para ver si podía ocuparlo nuevamente- creo que ya puedo caminar bien, y seguramente bailar.

Le dije después de notar que la hinchazón había bajado, me dirigí hacia la chimenea que había en las Tres Escobas, también había polvos flu, lo único que necesitábamos era el lugar al que queríamos ir, por lo que se lo comuniqué- te espero en el Caldero Chorreante, en 10 segundo- le dije mientras tomaba un puño de polvos flu y me metía en el fuego- Caldero Chorreante…- se escuchó mi voz antes de desaparecer en el típico fuego verde esmeralda que provocaba la transportación por polvos flu.