Hambrienta (Beatrice)

Tenía un hambre voraz, atroz e impropio de aquellas horas de la tarde. Había tenido un día bastante ajetreado así que mi cuerpo reclamaba ingerir algo y me era imposible esperar hasta la cena. Me había pasado por el Gran Comedor a ver si había suerte y si me sentaba y aparecía la comida, pero no, no se me dió ese placer. Sin pensarlo ni un minuto más, me dirigí hacia las cocinas, pedirles algo de comida por adelantado a los elfos no era una mala idea. Seguro que aún había algun pastel de la merienda que me pudiese comer.

Crucé la puerta de la estancia encontrándome a los elfos en pleno trabajo. Les pedí amablemente si podían darme algo de comer, algún dulce o algo parecido. Me miraron extrañados, supuse que no era muy normal que una Slytherin se pasara a pedirles comida de manera tan normal. Me ofrecieron un pudín de chocolate, magdalenas y cookies. Les informé de que ya era suficiente, y sentándome en una mesa, me dispuse a comer el pudín, el cual tenía una pinta más que deliciosa. Llevaba ya un rato sumida en mi mundo, comiendo, cuando ví como cruzaba la puerta otra persona.

Se trataba de Beatrice, una chica de mi casa con la que me llevaba bastante mal. Era una Slytherin de las de pura cepa. Nuestros comienzos no habian sido muy buenos, una vez me tropecé cayendo todos mis libros encima de ella lo que origino una discusión entre nosotras. Era raro verme discutiendo con alguien, yo tenía infinita y santa paciencia, pero cuando me buscaban las cosquillas me las encontraban.

Giré la cabeza para no mirarla y seguir a lo mío, es decir, saboreando mi precioso pudín.

Beatrice se introdujo en la cocina con la habitual superioridad de un Slytherin, pidiendo comida para un regimiento. Acto seguido se percató de mi presencia, acercándose. Precisamente lo que menos ganas tenía de que hiciera, porque si se acercaba quería decir que venía a tocar las narices. Y no estaba equivocada, ya que la escuché formularme una pregunta con un deje de burla y desprecio. Seguí a mi bola y comí una cucharada más, ignorándola completamente antes de contestar-Hola Beatrice.-la salude, secamente- ¿Sabes que si no les tratas como gusanos te dan lo mejor de la cocina?-le repliqué-A ti a lo mejor te dan todo lo mohoso que hay por ahí, quien sabe, quizás podrías intoxicarte. Aunque creo que corres el riesgo todo los dias. Por si te muerdes la lengua, digo-continúe hablando, mientras seguía concentrada en mi comida y sin mirarla.

Acabé el fantástico plato y me dispuse a empezar con alguna magdalena- ¿Y tu, que haces por aquí exigiendo tanta comida?-le pregunté, pegando el primer mordisco-Oh ya caigo. ¿Te vas de aqui en navidad, no? Que pena, eso de no valerse por si misma para cocinar...-le dije, con un tono algo burlón-Asi ganaras algo de peso, querida. La anorexia es un problema muy serio-finalicé, reprimiendo una pequeña sonrisita y mordía otro cacho. Menos mal que era una Slytherin y eso de mentir se me daba excelentemente bien.

Escuché como soltaba una carcajada y me contestaba algo sobre la extorsión, la amenaza y unas cuantas cosas más. Seguí a lo mío escuchando sus frías palabras y observé como se sentaba en la mesa de enfrente, esperando evidentemente a que los elfos le sirvieran lo que había exigido.

Después comentó, tal y como yo suponía, que se marchaba de castillo en Navidades para no amargarselas, y ya de paso me dijo un par de cosas sobre mi vida.-Por suerte mi madre me ha cedido esa parte de los genes con la cual puedo disfrutar comiendo y no engordar ni un gramo-contesté a su comentario sobre la comida, mientras miraba mi último trozo de magdalena y me la metía en la boca, saboreándola.-¿Y qué son esas cosas tan interesantes que vas a hacer que no tienes tiempo ni para cocinar?-pregunté, poniendome en modo cotilla. No esperaba que me soltara prenda de nada, pero oye, nada se perdia por preguntar, ¿no?-Vamos, que somos Slytherin, hay confianza-le dije burlonamente. Un elfo se detuvó enfrente mía con una barrita, la cual cogí sonriendo encantada y al mismo tiempo prometiéndome que ya era lo último que me comía.-Oh, ¿No iras a pasar la navidad sola, verdad? Es una pena, ciertamente, eso de ser de una familia oscura tiene sus desventajas...-me hacía gracia el tono hipócrita que ambas usabamos para hablar. Era hasta entretenido, divertido. Pegue un mordisquito a mi barrita y esperé a que Beatrice quisiera contestar.

Notaba como Beatrice estaba algo molesta. No sabía del todo si ese era su carácter o simplemente no le agradaba que pases de ella. Pero esa era mi actitud hacia las personas como ella: el pasotismo total. Tenía otras cosas mejores que hacer que ofenderme por lo que me decía Beatrice.

Escuché su comentario sobre como insinuaba que quizás había engordado y agaché la cabeza para mirarme un poco. La verdad es que no, todo el uniforme al completo me sentaba exactamente igual que cuando me lo había comprado y no notaba como ninguna de mi ropa antigua nueva me apretase o algo por el estilo. Lo que quería decir, básicamente, que seguía en mi linea-Oh, gracias por preocuparte, querida-le dije, irónicamente-Estoy en mi linea pero si gano algo de peso, con unas cuantas tandas de ejercicio, asunto arreglado.

Observé como me contestaba, impasible, metiendóse conmigo cuando intente cotillear en su vida, algo que me esperaba. Traidora a mi casa, etc etc...-Bueno, habia que probar si colaba ¿no?-dije, fingiendo estar apenada-y por desgracia, tú no eres el Sombrero Seleccionador, asi que...estoy en Slytherin por que tengo mis razones, de eso que no te quepa duda-respondí, algo seria. No le había contado jamás a nadie el por que pertenecía a la casa de las serpientes. La escuché decir como no iba a pasarlas sola y como de nuevo, que tenia cosas mejores que hacer y por supuesto, los elfos pueden hacerlo por ellos, mencionando que también podía haber recurrido a sus propios elfos domésticos. Sonreí ante el instántaneo pensamiento que se me vino a la cabeza, el cual exterioricé sin dudarlo-Nadie hace comida como los elfos de Hogwarts, Robins-dije, subiendo la cabeza para mirarla-y eso no puedes negarlo, aunque quieras.-A mi misma me jorobaba coincidir en una opinión con alguien, pero, aunque ella misma se negara, todo el mundo sabía que no había banquetes como los de Hogwarts.

OFF: Perdón por la espera, pero no se porque pensaba que ya había contestado >_<

Beatrice apoyó su espalda en el respaldo, ante mi negativa de picarme con sus comentarios. La escuché bufar después de mi pregunta, devolviéndomela a mi instándome a que le contara mis razones por las cuales pertenecía a la casa de las serpientes. Dejando a parte que yo era bastante cotilla por naturaleza propia, estaba claro que aquellos días era importante saber lo mayor posible sobre los demás, no sabías lo que te podías encontrar en cualquier parte. Observé a la elfina que le había traído comida a Beatrice mientras pensaba en mi respuesta-Hmmm...No veo la razón por la cual debo contarte mi pertenencia a esta casa-le dije, sin apenas inmutarme. No se lo había contado a nadie, ni siquiera a mis mejores amigos, no se lo iba a contar a ella.-No sé nada sobre ti, Robins, excepto que eres una Slytherin con bastante mala leche.

Me sorprendí al escuchar que Beatrice coincidía conmigo, pensaba que sólo por el hecho de llevarme la contraria estaría en desacuerdo. Pero supongo que hay cosas que no se pueden negar. Miré a Beatrice mientras seguía investigando sus cuencos de comida. Si no fuera porque sus ideales eran completamente opuestos a los mios, y que además nuestros comienzos no fueron precisamente buenos, cualquiera diría que Beatrice y yo podríamos habernos llevado hasta bien.

Miré a Beatrice sonreir por un momento y me pregunté que tipo de películas estaría montándose en su cabeza. Todas inciertas por supuesto. Y estaba claro que cuando me proponía no soltar prenda podía mantener la boca cerrada como si me la hubiese cosido yo misma.

A continuación la escuché contestar a mi comentario, aludiendo que sabía más de lo que quisiera saber, sorprendiéndome al oirla llamarme Jane, ya que tanto ese como Mira eran las acortaciones que sólo usaban las personas más allegadas de mi círculo. No le dí mayor importancia, supuse que era una manera como tantas otras que teníamos de pincharnos. Beatrice terminó cerrando los cuencos de manera definitiva.

Escuché con atención sus siguientes palabras mientras me miraba.-Pues sí, Bea-remarqué esta última palabra-no te caigo nada bien y tú a mi tampoco, y en cuanto las relaciones personales...en Hogwarts no hay secretos, ya sabes-comenté pacientemente, poniendo un dedo en mi barbilla de manera pensativa-he oído que andas con un tal Rick Hawthorne de nuestra casa...-entonces recordé algo que sin duda debía mencionarle-Oh, pero antes andaste con un Gryffindor, ¿cierto? En el baile de verano...-sonreí con malicia acabando mi frase, conociendo el carácter de Bea no creo que le gustase mucho que en su expediente hubiese una mancha roja. Yo misma me sorprendí al saberlo...esperé expectante una reacción por su parte, la cual me temía que no fuese muy buena.

Escuche de nuevo la contestación de Beatrice acerca de su vida amorosa. Me confirmó sus escarceos con el tal Slytherin de mi casa y también para mi sorpresa con el chico Gryffindor. Añadió también algunos comentarios acerca de mi vida amorosa y mi popularidad, qué maja.

-Pues no, la verdad es que no soy nada popular en este castillo-respondí tranquilamente-y mejor para mí, no me gusta ser el centro de atención de la gente.-y lo cierto es que le estaba diciendo la verdad, no era simplemente por llevarle la contraria. No me gustaba ser popular, que mucha gente me conociese y me mirase y todas esas cosas. Me daba vergüenza simplemente y hasta solo de pensarlo. Me revolví incomoda, no me gustaba que me preguntaran sobre mi vida amorosa porque, aunque no era inexistente, si que era poco activa dada mi condición de serpientes, las cuales siempre daban que hablar.-Son cosas que no te interesan, Robins. Léete corazón de bruja si es que quieres enterarte de quién se lia con quién.

Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que ya me había metido un pequeño banquete más que considerable para saciar mi hambre repentina. Ya no tenía nada que hacer allí excepto discutir con Robins, lo cual no me hacía especial ilusión. De hecho, no sabía que hacía exactamente alli Beatrice si ya tenía sus cuencos de comida sobre los brazos.

Así que, me levanté de la mesa limpiándome las manos y me dispuse a salir de las cocinas. La miré cuando llegué a la altura de su silla, donde me detuve brevemente-En fin, no me queda nada más que hacer por aqui, querida-comenté-por desgracia, nos veremos por la sala común, supongo.-finalicé.

Anduve los pocos pasos que me separaban de la puerta y la abrí despacio, saliendo de las cocinas sin mirar atrás y en dirección a un lugar más tranquilo.

Bea seguía, como era obvio, metiéndose conmigo y sonriendo maliciosa, mientras yo avanzaba impasible hasta la puerta. La escuchaba hablar pero ni siquiera me giraba para contestarla. Sabía que la desquiciaba mucho más que la ignorase completamente que el hecho de que la contestase. Pero me estaba quedando con todas las cosas que me estaba diciendo, sólo en el caso de que algún dia pudiese devolverselas. Fue entonces cuando se calló y empecé a escuchar unos pasos detrás mía. No sería posible: ¡me estaba siguiendo!. Sin embargo, no cambié mi ritmo, no avanzaba ni más deprisa ni más despacio, solamente por no darle aquel gusto.

De nuevo habló, y afine el oído para escucharla mejor.-Eres persistente, ¿no es así, Robins?-dije, todavía sin girarme, ni siquiera me apetecía verle la cara: quería que desapareciese ya de mi vista. Un rato, vale, pero ya me estaba tocando las narices.-Será por eso que te dejan tus lios, por llamarlo así-murmuré mientras doblaba una esquina por el pasillo que se dirigía a las mazmorras.-Déjame en paz, Beatrice, ya has soltado suficiente veneno por hoy-le repliqué. Sabía que si le decía eso me iba a seguir siguiendo igualmente, pero lo iba a hacer de todos modos, así que ¿qué más da?-Vete a hacer lo que quiera que hagas en esta vida, nosé, tirarte al primero que pase, torturar a alguien, controlarlo, yo que sé.

Beatrice, tan persistente, tenaz y cabezota como decía que era seguía persiguiendome por los pasillos del colegio. Estaba empezando a tocarme las narices de verdad (cosa muy rara en mi, dada mi infinita paciencia), y ya no sabía que cojones hacer para apartarla de mi vista. Apretaba los puños con frustracion, un poco más y me haría sangre en las manos. Volví a escuchar su comentario sobre cómo la monotonía le aburría, cosa completamente lógica por una parte y luego se puso a hablar que su vida tambien se basaba en molestar solo por placer.


Apretaba mucho los dientes, no aguantaba más su tonito, me estaba poniendo de los nervios. Bea cada vez aceleraba más el paso hasta el punto de pisarme prácticamente los talones, seguramente solo por incordiar. Cuando mi paciencia llego a su límite, me dí la vuelta con una expresión de furia en mis ojos y le pegué una torta en la cara con la mano abierta, de esas que suenan y que evidentemente no se esperaba-¡Qué me dejes en paz, maldita serpiente!-le grité, enfadada, dándole un empujon-Vete a tocarle los cojones a otra.-murmuré-A mi no tienes nada más que decirme. Déjanos a mi y a mi vida tranquilas, víbora.

Justo después de empujarla, ella me devolvió el gesto, obviamente empujándome también sobre la fría piedra del pasillo. Esbocé una pequeñísima mueca de dolor al sentir el duro contacto de la roca mientras seguía mirando a Beatrice, que parecía igual de enfurecida que yo en aquellos momentos. Era evidente que el contacto físico le había molestado bastante. La escuché hablar contestando a mis anteriores quejas en un pequeño susurro. Seguía con una mano en mi hombro, haciendo presión sobre mi hombro contra la piedra de manera que prácticamente tenía aquel brazo inutilizado. Pero el otro no, así que, aún enfurecida, con un rápido movimiento conseguí engancharla del pelo, tirando tan fuerte como si quisiese arrancárselo y haciendo que girase un poco la cabeza, no completamente ya que ella evidentemente oponía resistencia.

Sinceramente, me hacía gracia la manera en que ambas habíamos olvidado completamente el hecho de que teníamos una varita guardada en la túnica, parecía que en aquel momento ambas preferíamos resolver aquello a base de tortas.-Pues que seguiremos peleándonos un buen rato, Robins-le contesté yo también con una sonrisilla.-y a este paso te terminaré arrancando esta mata que tienes por pelo-dije, mientras seguía tirando con todas mis ganas.-Tú veras.

No sabía como acabaría esto, si seguiriamos dándonos de ostias un buen rato, pasaría algún profesor a echarnos la bronca...pero nada bueno. Eso seguro.