Las profundidades no son solo del Mar(Juliette Selwyn)

Acababa de tener la respuesta de Gregory a mi carta, sus palabras eran duras, estaba harto de que andará entre dos aguas, el siempre había querido que fuera un mortifago y yo nunca lo había visto claro ni muchos menos, no me apetecía mas pensar por lo que sali de mi dormitorio y me dirigi al embarcadero....

Era una noche tranquila, quizás algo fresca pero no en exceso, la luna brillaba enorme en el cielo y su reflejo se hacia eterno entre las ondulaciones del lago, las estrellas cercanas a la luna no se podían casi distinguir y las mas alejadas quedaban enmudecidas casi tambien...

Me senté al final del embarcadero y aproveche que tenia unas cuantas piedras para lanzar las, quizá así alejaría mis pensamientos, mis problemas, aunque tenia la certeza que al llegar a mi dormitorio volvería a calentarme la cabeza... por lo que preferí quedarme allí contemplando el lago...

Un ruido me llamo la atención, parecían pisadas a mi espalda, no me importaba mucho quien pudiera venir, ni que querría de mi, así que seguí mirando la superficie del agua sin inmutarme...

Estaba tumbada en la cama de lado, se giró hacia el otro y, al cabo de unos minutos, de nuevo a la posición inicial cara a la pared como si estuviera castigada. Suspiró cerrando los ojos con cierta dureza en la búsqueda desesperado de que los dulces brazos de Morfeo la meciesen de manera que al fin pudiese conciliar el sueño. Volvió a rodar una última vez hacia el lado contrario, quizás era por la pequeña rugosidad que dejaban entrever las sábanas color blanco que amoldaban la cama dándole un aire frío y algo tétrico. Abrió los ojos cuyas pupilas estaban algo dilatadas a causa de la fuerza a la que los había sometido y haciendo que se dibujara sobre el oscuro techo figuras luminosas sin ningún tipo de lógica ni recorrido.

Al final, y tras mucho discutirlo mentalmente con su subconsciente optó por levantarse de la cama haciendo que el camisón de seda rosa pálido cayera sobre sus piernas recorriendolas con lentitud como si de una caricia se tratase. Miró el suelo para luego, como por arte de magia, dirigir su mirada a la profundidad del cielo teñido de negro que mostraba el cristal translúcido de su ventana. Había estado pensando en tantas cosas que creía que su mente iba a explotar.
Sin pensarlo demasiado, se levantó de la cama casi de un salto posando los pies descalzos en la fría piedra del suelo haciendo que por su cuerpo le recorriera un escalofrío a causa del cambio inesperado de temperaturas. Pasó la mano por los brazos rascándose con la única intención de crear cierta energía calorífica que le devolviera de nuevo a su estado natural. Nada. Ya no había nada que hacer para que ese frío que le había calado hasta los huesos desapareciera y por lo tanto lo que conllevaba a no poder dormir en un espacio largo de tiempo. Pensó en ir a merodear por el castillo, pero el miedo a que un profesor se levantara y la pillara con las manos en la masa era superior a sus ganas de salir por allí, así que, sin más dilación y poniéndose las deportivas optó por salir del colegio para dirigirse a las afueras.

La bata color negro rozaba las pequeñas hierbas que sin temor se alzaban a aquellas horas de la noche. Las ramitas caídas ya de los árboles crujían bajo las contundentes pisadas de Juliette haciendo denotar sus monótonos pasos. Su mente divagaba por mundos antes inexplorados y ahora se sentía bien consigo misma. Inspiró sin dificultad alguna haciendo que el aire limpio entrase por sus pulmones de manera que estos se hincharan de pureza. Miró al frente, a la parte del embarcadero, una figura reposaba sobre las viejas maderas mientras lanzaba algo, supuso que serían piedras.
Se acercó con sigilo y precaución pues temía encontrarse con algún que otro fanfarrón dispuesto a arruinarle la noche. Caminó un poco más, ahora la perspectiva era más nítida y se podía apreciar con facilidad quién estaba ahí sentado. Un chico. Juliette sonrió inconsciente, esa espalda fornida y pelo poco alborotado le chivaban de quién se trataba.

Anduvo escasos dos minutos hasta quedar totalmente tras la figura iluminada por la luz de la luna, el embarcadero estaba preciosa en ese momento. Se puso de cuclillas pasando las manos frías por delante de la cara del joven con la única intención de tapar sus ojos.
-¿Quién soy?- preguntó con su suave voz después de conseguir su objetivo para luego morderse el labio inferior esperando que la reconociera.

Su tacto era frio aunque su voz trasmitia calor, las palabras siempre son mas menesarias que los abrigos aunque lo que necesitaba en ese momento era el tacto y el calido abrazo de una amiga...

No me gire pero sonrei "Que hacen los angeles tan lejos del cielo Juliette?" dije bajando sus manos hasta mis labios y besandolas..."gracias por venir en la ayuda de un tejon triston" dije mientras me giraba y le dedicaba una sonrisa

La noche se habia llenado con una sensacion mas calida, realmente necesitaba un poco de comprension, aunque julietta no merecia que me desahogara con ella, siempre me habia tratado con cariño, aun cuando pensabamos distinto...

"toma asiento, cielo... Perdon por ser tan despistado" ofreci asiento a mi lado con una sonrisa

Estaba nerviosa, quizás presionaba su labio inferior con demasiado ímpetu pues podía sentir el sabor a hierro que deja este líquido cuando surge. Soltó el labio. El rostro de Daniel estaba helado, casi tanto como sus manos. Miles de preguntas atormentaban su mente y no le dejaban pensar con demasiada claridad. Inspiró pudiendo sentir el dulce aroma que emanaba el chico, lo había extrañada, esas tardes de charlas incalculables e inclusa las pequeñas disputas sobre ciertas diferencias en la manera de pensar les habían hecho crecer más fuertes como amigos, se habían perdonado tanto el uno al otro que incluso Juliette, la inteligente Ravenclaw, había perdido ya la cuenta.

Volvió a la realidad con una sonrisa cuando las manos de Daniel apresaron las suyas y casi le hacen caer a causa de la postura poco cómoda en la que se encontraba. Se tambaleó ligeramente hacia los lados intentando recuperar el equilibrio. Podía sentir los labios del muchacho besar sus manos cosa que la hizo sonreí además de cosquillas.
-Los ángeles se han cansado de tenerme, dicen que soy muy pesada.- bromeó aún desde atrás. -Además, ¿qué sería yo sin mi tejón tristón?- añadió y cuando se giró clavó su mirada azulada en la de él que, a decir verdad, tampoco se quedaba atrás. Le sonrió también como respuesta a la de él.

La noche había caído fría en el castillo y la calle, pero ella se sentía bien. Pese a que aún llevaba el camisón de seda que le prohibía muchísimos movimientos y la cesaba de cierta libertad era el atuendo más preciado y lo poco que tenía. Definitivamente la próxima vez que saliera del castillo se llevaría su sudadera gris. ”Nota mental: próxima salida nocturna más abrigada” pensó y tras eso ensanchó su sonrisa a causa de la tontería que acababa de proclamar. Daba gracias a Dios que ella no tuviera la manía de pensar en alto.

Sonrió y miró el suelo helado. Las maderas que hacían el embarcadero estaban viejas y con pinta de congeladas. El color negro de la noche impactaba directamente sobre estas mientras que la Luna intentaba combatir la oscuridad iluminando débilmente el agua del mar. Juliette miró a su acompañante y sin pensárselo dos veces se abalanzó sobre él para abrazarle. -Así estoy más calentita.- dijo alocada como siemprepasando las manos tras las espalada de Daniel. -¿Dónde has estado todo este tiempo?- preguntó curiosa alzando levemente el rostro y observando sus ojos.

Juliette siempre tan osada y bella, sonre y cuando si pensarselo dos veces se abrazo a mi espalda y se sento en mi regazo... "como siempre eres mas lista que este tejon amigo tuyo..." dije con una sonrisa sincera...

Pase mi mano con cariño sobre su brazo y note como tenia la piel fria, me abri el chaqueton y la abrace con el..."nunca cambiaras, prefieres pillar una pulmonia a que una lagrima ruede por mis mejillas...supongo q se diria que para eso estan los amigos... Aunque yo prefiero decirte gracias" la mire con una sonrisa ... "esos locos del cielo, no se daran cuenta de lo que perdieron hasta que sea tarde... Y yo no pienso dejarte marchar con ellos" volvi a sonreir y acariciarla...

"bueno ya sabes que no soy un amante de las clases, me salte unas cuantas, por eso llevas sin verme unos dias...tampoco fui muy lejos... Sabes que no puedo alejarme de los amigos por mucho tiempo..."

Mire su mirada que contemplaba el reflejo de la luna en la superficie..."no mires asi a la luna que la hechizaras con tu dulce mirada y se encelara el sol..." sonrei con dulzura

Al igual que el suelo el cuerpo de Daniel estaba frío, congelado aunque eso no era razón suficiente para que la Ravenclaw no abrazara a su amigo. Estaba a gusto, observando el infinito que las estrellas le querían mostrar. La iluminación natural que estas creaban sobre el agua la hacía mágica, diferente. En cuanto habló Daniel los ojos de la muchacha buscaron encontrarlos para poder observar esa sonrisa que le iluminaba el rostro.
Sintió como las manos del muchacho tocaban sus brazos dándole calor en la fría noche otoñal del colegio. Pero todo acabó cuando sus dos estufas personales se disiparon para abrir la chaqueta de manera que Juliette también tuviese acceso a ese calor personal que el joven emanaba. Ella como respuesta pasó los brazos dentro de la chaqueta, abrazada de nuevo a su espalda y acurrucándose sobre su pecho.
-Gracias.- musitó ante el acto de cortesía de su acompañante. No necesitaba mirarlo para saber que una duda le reconcomía la cabeza y no le dejaba pensar con claridad. Ella suspiró.

-No tiene ninguna lágrima que ensuciar tu rostro.- contestó ella sacando una de sus manos y acariciando tiernamente el rostro del joven. Luego, la bajó para volverla a poner junto a la otra. Las palabras de Daniel consiguieron ruborizarla haciendo que un pequeño brote de brillo carmesí acudiera raudo y veloz a sus mejillas inundándolas del calor dado por la vergüenza. [color=palevioletred]-Da igual, me he escapado para no volver.-[/color ] dijo apoyando la cabeza en el pecho del joven con cierta tranquilidad.

Su mirada se dirigió a la Luna. La inteligencia y astucia de Juliette en muchas ocasiones no tenía límites y había algo en ese instante que no le gustaba ni un pelo, algo que Daniel escondía. -Claro, con razón no te he visto merodear por los pasillos.- dijo asintiendo y frunciendo el ceño. ”Hay algo que no cuentas” quiso haber añadido a sus palabras aunque optó por callar y no romper aquel instante.
Las palabras siempre medidas y caballerosas de Daniel consiguieron hacer más evidente el color que habían adquirido sus mejillas y que parecía haber desaparecido. Ella, ni corta ni perezosa, alzó el rostro mirándolo a él, clavando los su vista azulada en la del chico. -Y si te miro a ti, ¿te hechizaré?- bromeó sonriendo.

Sonrei con cariño a Juliette... "A mi no me hace falta contemplar tu mirada para sentirme hechizado... El perfume que tu piel emana y el sonido de tus labios al tomar la postura para sonreir ya hacen ese efecto..." dije mientras miraba sus preciosos ojos y el reflejo de la luna en ellos...

"siempre pense que tenia un angel guardian que me cuidaba y me mimaba en mis momentos tristes, aunque nunca le puse tu rostro... Vas a resultar un angel guardian encantadora..." dije acariciando la espada de Juliette...

Mire otra vez a Juliette "se que me quieres preguntar que hago aqui y porque... No te preocupes no guardo secretos para mi angel guardian... Antes de nada...Gracias por hacerme olvidar en parte mis problemas, tu sola presencia y cariño ya representan mucho para mi..."

Volvi a acariciar su brazo y mire al lago..."ya sabes que mi hermano y yo tenemos puntos diferentes de pensar, ultimamente se esta radicalizando y me pide su apoyo..."

Mire a los ojos a Juliette "no se que hacer la verdad..."

Era feliz. El simple reflejo que propinaba la sonrisa de Daniel casi la obligaba sonreír a ella también haciendo que todo el pudor que años antes sentía a causa del aparato dental. Sus palabras de nuevo la hicieron sonrojarse, tendría que estar acostumbrada pues el joven era así, pero sabiéndolo y todo era imposible que ese brillo de color rojizo no volviera a inundar su rostro dándole un toque más aniñado. No apartó la mirada, ojo contra ojo, casi perfección.

-¡Daniel!- exclamó dándole un leve golpe con el puño en el hombro del muchacho. -¿Acaso quieres que parezca un tomate andante?- preguntó retóricamente sintiendo el calor que emanaban sus mejillas.
Estaba en silencio, y no sólo de manera literal sino que en esta ocasión también entraba en juego la figurada. Estar con Daniel en muchas ocasiones para Juliette significaba la armonía constante, la tranquilidad y todos esos elementos positivos que en muchas ocasiones faltaban en su vida haciéndose latientes por la noche. Se sentía segura entre sus brazos pues sabía que ya nada podía pasarle pues él estaba ahí. Pasaba el tiempo deprisa mientras ella se sumía en sus pensamientos divagando en esa mente complicada que Dios le había dado o más bien, había heredado de algún antecesor con más de dos dedos de frente, por supuesto eliminaba a su padre de este últimos grupo. De nuevo y sin previo aviso la voz del chico volvió a inundar el silencio con ese tono grave que lo caracterizaba y que Juliette en ese año de ausencia por Howgarts había extrañado. Volvió la mirada distraída al rostro de su acompañante y besó su mejilla como respuesta, pretendía ser tierna, un beso suave. Por séptima u octava vez se había sonrojado.
-Pero sólo accedo si tú prometes ser el mío.- contestó sintiendo como la mano de él recorría su espalda creándole un escalofrío que sin quererlo logró ponerle el vello de los brazos de punta. Ella, se limitó a seguir abrazada a él con una respiración casi acompasada. Luego, cuando le agradeció algo que ella creía no merecer pues era así siempre, estrechó sus brazos en un intento de causar un apretón u achuchón. No era partidaria de los silencios molestos pero sí de los necesarios y esa ocasión requería de los segundos.

Era increíble la manera de que Daniel conocía a Juliette. Sabía lo que quería preguntar, sus dudas, con una sola mirada y eso a ella le creaba cierta satisfacción. Apoyó de nuevo la cabeza en el pecho del Hufflepuff de manera que podía oír su corazón latir en la cavidad de éste. Ella, alzó la vista, de nuevo sus pupilas volvieron a colisionar.
-Tienes que hacer lo que te dicte tu corazón, deja a la razón de lado por unos instantes.- dijo con tono suave posando su mano extendida sobre el órgano que daba la vida al muchacho.

No tenia muy claro lo que Juliette hacia en mi, pero desde que la conoci años atras siempre habia conseguido con su presencia tranquilizarme y sosegar no solo mi mente, si no mi alma, era una amiga con la que nunca he tenido que ser de distinta forma a como me apetecia en cada momento compartido...

Sonrei mientras acariciaba su espalda..."Vas a seleccionar mal a tu angel defensor... Sabes que soy un patoso... Aunque sabes que daria lo que fuera necesario por una amiga de corazon"... Acaricie su mejilla..."y tu eres eso y mucho mas..."

Sonrei..."ya quisieran los tomates tener tu belleza, creo que hasta yo tomaria mas hortalizas..." volvi a acariciar su rostro "si eres preciosa y mis ojos lo comparten por que voy a mentir, es como si le pidiera a mi corazon que no te apreciara o te quisiera con todo lo que has hecho por mi... Te mereces mi cariño y tu belleza mis piropos..." conclui riendo...

"se que tienes razon, mi corazon sabe lo que tiene que hacer, pero me es duro.." no me importaba hablarle claro a Juliette pues sabia que respetaria mis opiniones y mis decisiones, aunque no fueran las suyas...

Mis mejillas se sonrojaron al sentir el beso de cariño..."una pena que no sea una rana, si no me convertiria en principe... Mi damisela" dije tratando de evitar mi rojez con una tonteria

Un suave y extraño ronroneo se escapó de la boca de Juliette cuando Daniel la acarició, le encantaba sentir como la tranquilidad sosegaba su mente haciéndola y desconectar ese era uno de sus muchos puntos débiles.
-Me da igual, eres mi patoso favorito y eso cuenta a tu favor.- contestó ella en su defensa sonriendo de lado con la ternura que en muchas ocasiones la había caracterizado y ahora aún seguía ahí dispuesta para su mejor amigo. Era feliz en ese momento, la calma le invadía por completo y hubiera pagado millones por sentirse así siempre, sin presiones, ataduras o problemas que desencadenasen en broncas y tensiones continuas. Echaba de menos a sus padres, los añoraba de manera a causa de la familiaridad con la que veía al chico y que por extraño que semblara lograba devolverle a la quietud de su casa por pequeños incisos de tiempo, y eso ella, no sabía cómo agradecérselo.

Cerró los ojos un instante para, más tarde dirigir la mirada azulada a la de su compañero de colegio. Se sonrojó, de hecho ese color aún no había desaparecido de su rostro desde que la alababa y temía que esta situación se alargara durante demasiado tiempo pues no era incómoda pero ella moriría de vergüenza en breves a causa del sofocón.
Se tapó la cara con las manos ahora también coloradas al igual que el leve color adquirido por el chico a causa del beso. -Daniel, por el amor de Dios, me voy a morir de la vergüenza.- dijo entreabriendo los ojos para mostrarlos a través de los largos dedos que aún escondían el rostro de Juliette tras estos. No pudo evitar sonreír, o por lo menos aumentar la sonrisa que ya tenía dibujada en su rostro.

Mis problemas siempre desaparecían con la presencia de Juliette, habíamos pasado mucho tiempo juntos, algunos de mis primeros problemas de adaptación al colegio los había superado con su compañía, con sus risas y juegos, nos conocíamos desde el primer año...

Mire con dulzura a Juliette... “Te acuerdas nuestro primer encuentro, cuando en el tren te sentases a mi lado mientras yo lloraba por alejarme de mi hermano... me dijiste no estas solo, yo estaré contigo... y así has sido, lo has cumplido...” dije acariciándola...

Realmente aquella chica era parte de mi vida, conocía mis secretos, mis temores y mis alegrías, sabia que podía confiar en ella, aunque no estuviera de acuerdo en más de un percance había intercedido, incluso compartiendo las culpas siendo ella inocente...

Acaricie las manos de Juliette que tapaban su rostro... “Por mucho que tapes la belleza y la luz de tus ojos nunca podré apartar la mirada de ellos, por mucho que te escondas te encontrare, pues siempre te he llevado y te llevare en mi corazón...” dije con dulzura...

Sonrió de lado mientras lo escuchaba. Los recuerdos de aquel primer año en la escuela brotaron en su mente con una rapidez exagerada. Parecía que lo estaba reviviendo justo en ese mismísimo momento, creía sentir el ruido abrumador de los raíles cuando el tren pasaba sobre éstos, era increíble la manera en que podía recrearse en historias pasadas. Se veía ahí, otra vez nerviosa con el uniforme nuevo recién estrenado, planchado con total perfección y cayendo sobre las delgadas piernas que entonces tenía, el nudo del estómago seguía latente ahora. Había cambiado tanto en un par de años que casi ni se reconocía viéndose a si misma en el pasado.
-Y sigo aquí.- dije sonriendo de lado rememorando el rostro del joven que había llamado su atención tiempo atrás. -Estabas muy gracioso tan asustado.- añadió acompañándolo con una leve risa aguda que salió sin quererlo de sus labios. -Sólo he faltado un año que ha conseguido retrasarme en los estudios.- dijo arrugando la nariz para luego suspirar.


Estaba a gusto al lado de Daniel, por algo había sido nombrado uno de sus mejores amigos. La conocía casi a la perfección y sólo un secreto inconfesable aguardaba escondido dentro de ella, sólo el tiempo conocía su pena que poco a poco quedaba escondida en su mente. Sonrió de lado, su sonrisa suave y placentera que decoraba esos labios color carmesí. Se sentía especial sin razón alguna, la poca cordura que quedaba en su mente se evaporaba al igual que el agua del mar, a la misma velocidad.
Abrió levemente los ojos para mirar a Daniel entre estos escondida. Sonrió. -¿Me encontrarás?.- repitió sonriendo. -Creo que cuando vuelva al mundo Muggle nadie sabrá de mí- añadió frunciendo los labios pensativa. Nunca se había planteado qué ocurriría tras su estancia en Hogwarts.

Offf.... Perdón por el retraso

En la mirada de Juliette había algo oculto, algo que no entendía por que la preocupaba, yo la conocía y sabía que era absurdo tratar de hacerla hablar si no querría contarlo…

Acaricie su mejilla “No creo en los destinos y lo sabes bien, tampoco creo en otras muchas bobadas, sabes que en muchas no estamos de acuerdo, pero nos hemos respetado siempre, pero hay algo en lo que creó que los dos hemos confiado siempre, en nosotros y en nuestra amistad sincera, acaso crees que por rodearte de Muggle o irte lejos de mi, vas a librarte de mi amistad o de tu pesado y llorica Huff…” dije sonriente…

“Si he aprendido algo en estos años en el colegio y a tu lado es que no puedo vivir sin acariciar tu piel, sin mirarte y abrirte mi corazón y mis preocupaciones, tu siempre has tenido tiempo para escucharme, para consolarme… y yo no pienso pagarte con el olvido…Si me necesitas me tendrás, no quiero que dudes eso nunca…” Dije abrazándola fuerte contra mi…

“No olvides que eres mi ángel guardián y protector, y bueno… yo soy el patoso de tu protegido…” dije tratándola de hacerla reír…

Puse mi mano en su espalda y con la otra volví a acariciar las mejillas… “Eres la chica más dulce que he conocido, siempre me he sentido aliviado en tu compañía…” mire al cielo… “Eres como esas estrellas, aunque no te fijes siempre estas, siempre dándome tu luz y compañía, tu consejo y tu cariño… si te perdieras… perdería mi norte y mi sur…” dije mientras mi mano recorría su espalda con una caricia.