4º Encuentro: Obra Maestra de Torturas y Sangre (Alexandra Peverell)

[Anotación: Este tema se sitúa antes de que Matt conozca a Corvi, no me hago cargo de traumas mentales por exceso de violencia XDD]




Me había pasado toda la tarde preparando mi Gran Golpe. La casa entera rezumaba Magia Oscura, mezclándose con un hedor a sangre y putrefacción muy desagradable... pero no para mí, porque ese era olor del sufrimiento, de la tortura y del dolor.
Las ventanas estaban tapiadas, la puerta cerrada a cal y canto, sólo yo podía abrirla.

La espectral luz de la luna alumbraba el camino que llevaba a Hogsmeade como una siniestra ama de llaves que acompaña a la mansión encantada. Los árboles parecían haberse puesto de acuerdo para cantar una tétrica melodía de hojas...

Todo estaba perfecto para la llegada de mi invitada especial, no faltaba un solo detalle. Mi plan estaba completo y carecía de fallos.

Esa noche la Casa de los Gritos haría honor a su nombre...

Me aparecí frente a la casa apenas pude, y un escalofrío me recorrió.
Aquel ambiente... ese repugnante olor....

Incluso la luna parecía haberse puesto de acuerdo con el vampiro para crear aquella atmósfera de terror. Silencio absoluto roto por el susurro de las hojas...

Caminé, acercándome a la casa, varita preparada en mi mano. No la necesitaba más que para sentirme segura, tener algo dónde agarrarme. Tenía miedo de lo que allí podría encontrarme ¿Tendría de verdad a Sirius? Por favor que sólo fuera una amenaza de palabras vanas...

Me quedé frente a la puerta, la magia oscura que expulsaba la casa golpeando a mi alrededor.
¿Qué hacer? ¿Cómo iba a librarme de esa?
Aquel vampiro me había dicho ya varias veces que no quería matarme pero... habían cosas mucho peores que la muerte.

Mi mano cayó sobre la madera de la puerta y apoyé sobre esta la frente, suspirando.
Tenía poder, lo sabía, pero aquel vampiro también lo poseía.
Sólo... tenía que ser más habilidosa que él, más inteligente.

Eso... o desatar verdaderamente mi magia.

Mi invitada de honor acababa de llegar...

La puerta se abrió chirriante y un haz de luna rompió la oscuridad reinante en el interior de la casa. El suelo agrietado recibió a Alexandra, lleno de polvo, lleno de rastros de huellas...
El aire estaba contaminado de suciedad, de olor a muerte que apenas permitía respirar, tan turbio que apenas podías ver.

Si eras capaz de mirar más allá, manchando el suelo encontrarías un rastro de sangre fresca, y siguiéndolo en su recorrido, subiendo por las rotas y desmembradas escaleras, una figura. Yo.

Sólo mis ojos rojos como rubíes brillaban en aquella oscuridad de sufrimiento.
Sonreí sádicamente, mucho más de lo que nunca había hecho.

- Sígueme... - susurré.

Y como un ente me perdí entre las sombras que llevaban a la siguiente habitación.

Me sobresalté cuando la puerta se abrió estando yo aún apoyada sobre ella. Me quedé paralizada, mirando el interior.
Tan tétrico, y ese olor cada vez más fuerte...
Oh dios, ¿eso era sangre?

Di un paso y crucé el umbral, pero me quedé allí clavada, mi vista siguiendo el recorrido de aquel líquido vital hasta...
Él. El vampiro.

Cuando desapareció sus palabras resonaron en mís oídos, ¿O fue en el silencio espectral de la estancia? No lo tenía claro, sólo sabía que no quería ir más allá.
Contra mi voluntad, mis pies se movieron solos, cruzando la habitación.

Hice una mueca cuando pisé la sangre y seguí avanzando.
No podía detenerme o correría hasta la puerta. Sabía que, fuera lo que fuera que me deparaba aquella noche, no iba a ser nada, nada bueno...

Ascendí por los crujientes y débiles escalones, temiendo que alguno se partiera, y pasé a la siguiente habitación.
Más oscuridad...