Una cervezita (Fede)

Llego con Federico del castillo a Las Tres Escobas. Abro la puerta de la tienda que siempre estaba abierta y entramos. Vamos a una mesa y nos sentamos. Me pido una cerveza de mantequilla. -¿Qué quieres tomar? El encargado va a traerla. -Bueno... ¿y qué tál va todo? Pregunté.

Entré con el profe. Nos sentamos. Me pido también una cerveza de mantequilla. El encargado se va por el pedido. -Bien...! Le dije. -Aunque con la noticia que le tengo para usted irá bastante mal. Le aconsejo que tome muy bien la noticia! Le dije.

Me estaba empezando a preocupar demasiado. -¿Qué noticia? Estaba ya preocupado. Tomo un poco de la cerveza de mantequilla para aclararme la garganta y calmarme un poco los nervios. -¡Dime! Insistí. -¿Qué pasa? Pregunté.

-¿Adivine qué? Lo dejo un poco hervir de la curiosidad, mientras me tomo un poco de mi cerveza. -Por lo que me enteré usted tiene sus roces con Krystal ¿cierto? Sonreí. -Pues resulta que está de novia con otro alumno... ¿un tal Jack Rindo? Pregunté sin saber el nombre exáctamente. Con esto, creo, Aldo enloquecería de los celos. Pero me pareció justo que lo supiera.

Después de decirle, cogí mi cerveza y bebí de ella.

Cuando me tomó con rodeos sentí que me hervía la sangre. -¡Ya, dilo de una vez! Escuché que dijo de lo de mis roces con Krystal. Lo miré bastante serio. -Eso... no es de tu incumbencia! Te pregunto otra vez y no quiero que me colmes la paciencia. ¿Qué pasa con Krystal? Pregunté bastante calmado. No era hora de alterarse.

Oí lo que por fín dijo... que Krystal está con un tal Jack. -Asi que Jack...! Lo dije pensativo. Mi mente ya estaba tramando algo. -¡Muy bien! ¡Gracías por decirmelo, mijito! Sonreí malvadamente. Por ahora no haría nada en contra. Krystal y yo sólo la pasamos bien en la cama.

Traté de disimular... cosa que me sale excelente. Cogí mi vaso y tomé un poco de cerveza de mantequilla.

Noté su actitud sonriente. O el profesor estaba loco, o entramos en la zona crepuscular. No reaccionó mal... y yo que me esperaba a una reacción violenta.

-¿Qué plan tiene, profesor? Le pregunté. Sabía de sóbra que no era de mi incumbencia meterme, pero no podía evitarlo.

Otra vez se estaba metiendo donde no lo llaman. Aunque era mi mortífago no tenía ningún derecho de meterse en mis asuntos.

-¿Sabes una cosa? Le pregunté amablemente, mientras acarisiaba la copa con cerveza de mantequilla. -En este negocio es mejor que sepas cuando hay que callar y cuando hay que preguntar. ¡Y ahora es la hora de callar! Le dije amablemente. -¡No me lo tomes a mal, mijito, pero lo único que quiero es tu bien! Le dije.

-Bueno, yo sólo tenía las mejores intenciones... de hecho, por eso mismo lo avisé! Le dije, un poco triste, pero no dejé que se me notára. -Pero, no se preocupe, si usted dice que no me meta por mi bien, eso haré! ¡No se preocupe!

Le dije mientras tomé de mi cerveza y miré al profesor.

-Ok. ¡Gracías por habermelo dicho! Le dije, mientras llamé al encargado del bar para que nos trajeran otras cervezas. Le hize señal con la mano. -¡Otras cervezas, por favor! La respuesta vino de inmediato. Nos quedamos esperando a que nos trajeran las cervezas. Yo, mientras, miraba por la ventana para ver que más pasaba en el pueblo... pero sólo se veía poco.