Descanso [Mortífagos]

Hacía bastante tiempo que no me pasaba por la guarida. Los trabajos se me echaban encima, así como los estudios y mis investigaciones. A pesar de ello, había seguido de lejos los avances del Lord, enterándome desde las sombras de todos sus planes para unirme a ellos en cuanto pudiera.

Caminé por los pasillos desiertos sin hacer el más mínimo ruido, mi oscura túnica ondeando tras de mí. Me preguntaba dónde estaría el resto de mortífagos, pero suponía que, por las horas que eran, debían de estar todos en sus dormitorios.

Sin embargo, a la misma vez que iba pensando en esto, vi a lo lejos cómo la puerta de una habitación se cerraba ante la entrada de una persona que no pude reconocer. Me acerqué hasta allí y me asomé al interior, viendo que se trataba de la Sala de Descanso. En ella, un chico joven se hallaba sentado frente a la chimenea.

Un chico joven al cual hacía tiempo le había vendido su varita.

Lo observé unos segundos en silencio, sin revelar mi presencia, hasta que finalmente me adentré en la estancia.

- ¿Puedo? - le pregunté suavemente, señalando un sillón cercano al suyo con la indirecta de si le molestaba que me sentara a acompañarle.

Nunca hubiera pensado que él sería un mortífago...

El joven se giró a mirarme y pude leer en sus ojos la misma sorpresa que había experimentado yo al verlo allí. En momentos como aquel no podía si no recordar lo cierta que era la frase de "Las apariencias engañan". ¿Quién hubiera pensado que aquel chico cortés que había llegado a Ollivander's pidiendo la reparación de su varita fuera a ser un servidor del Lord Oscuro? Yo no, al menos... Pero estaba segura de que él tampoco había imaginado que algún día se encontraría en aquella Guardia a la tímida y torpe dependienta de la tienda de varitas. Porque así era como me había mostrado, aunque de cierto... sólo estaba la parte de tímida.

Correspondí su sonrisa y me senté en el sillón que había señalado. Un sillón que, a diferencia del suyo, se hallaba algo apartado de la chimenea. Prefería sentir el fresco, el suave frío recorriendo mi piel se me hacía mucho más agradable que el calor.

- Cuando la compañía es buena, al menos - comenté - Aunque creo que tú lo eres...

Lo imité y miré al fuego unos segundos, pensando en lo irónica que resultaba la situación.

- Si, el destino es caprichoso - acepté, volviendo a dirigir mi vista hacia él - Yo tampoco lo esperaba pero... - me encogí de hombros - La vida siempre puede sorprendernos en el momento menos esperado.

- Soy Alexandra Peverell, encantada - y me incliné para tenderle una mano en un acto de cortesía.

Sonreí ante su respuesta. ¿Una buena sorpresa? Si... yo también lo creía, pero a la misma vez, pensaba que era una verdadera pena. Ver la cantidad de gente cada vez más joven que caía bajo el mandato de Voldemort no era algo que me alegrase sinceramente. Servía a mi Lord, era cierto, y también le era fiel, pero nunca había sido algo totalmente voluntario. Y sabía por experiencia propia que ese camino no traía buenos resultados a aquel que no fuera un ser ambicioso hecho por y para la búsqueda del poder. ¿Sería aquel chico así? No lo sabía... sólo lo conocía de un día en el cual... me había parecido un joven tan normal como cualquier otro, un joven con toda la vida por delante... una vida que ahora descubría oscurecida.

Él estrechó mi mano sin prisas, con la suavidad que requería un acto amable y no forzado.

Me volví a sentar cómodamente en el sillón cuando terminó la presentación. Andrew me miraba en silencio y yo le respeté, pues intuía que aún me analizaba con leve desconcierto. No aparté la vista, pues no era algo que me caracterizase, eso hubiera demostrado inseguridad, y no era así como me sentía en aquel momento. Estaba bastante tranquila.

- Bueno, verdaderamente, creo que aún hay gente despierta - respondí, esbozando una sonrisa simpática - Seguramente el resto estén sólo descansando pero yo... acabo de llegar - expliqué - He estado algún tiempo fuera. De todos modos, no acostumbro a dormir mucho.

- ¿Cuál es tu razón para estar aquí? - le pregunté - Me refiero... levantado.

Aquella cuestión podría haberse interpretado de muchas maneras, por ello había especificado.

Mientras escuchaba al chico hablar, me recosté despreocupadamente en el sillón, estirando las piernas en una postura que indicaba que me sentía relajada y no tensa en su compañía. Y era cierto. A pesar de hallarme en presencia de un mortífago cuyo nivel de maldad desconocía, Andrew no me transmitía ninguna sensación que me instase a mantenerme a la defensiva. ¿Sería porque lo había conocido antes de descubrir a quien servía? ¿O sería sencillamente porque su edad y apariencia me inspiraban cierta seguridad? No lo tenía muy claro, así como no estaba segura de que hiciera bien en confiar.

Reí un poco por su comentario. Vampira... no tenía buenos recuerdos de aquellos seres. Serenity, Matthew... ambos habían resultado ser asesinos a sangre fría, particularmente el segundo... Sin embargo, Anthony y Allie eran aquellos que rompían la regla, amigables y simpáticos...
En el mundo había tanta diversidad como estrellas en el cielo. Infinitas.

- Si, soy joven aún - respondí - Y no te equivocarías al jurar, porque sigo estudiando en Hogwarts, estoy en mi último año. Aunque tú tampoco pareces muy mayor...

Andrew desvió entonces la vista hacia un elegante reloj que marcaba incesantemente las horas. Aquellos aparatos podían llegar a ponerme nerviosa en su constante tic-tac que señalaba cada segundo transcurrido. Amaba el silencio, y ellos lo rompían.

- Es cierto, el Lord conoce muchas e interesantes cosas, por algo es quien es... - comenté - Debe de tener una especial confianza contigo si te enseña particularmente...

No fue una pregunta, era una afimación. Sabía que Voldemort no enseñaría sus artes a cualquiera. Esto me hizo mirar con mudo interés a Andrew, pero sólo era eso, interés. Podía contarme o no hacerlo, no iba a insistirle. Tampoco iba a coger ningún enfado envidioso como podría haberse esperado de cualquier otro mortífago demente.

Sonreí cuando vi que me ofrecía un caramelo y lo acepté. No era muy dada a las cosas dulces, pero creí que en aquel momento no me vendría mal.

- Gracias - le agradecí amablemente, desenvolviéndolo y llevándomelo a la boca como él había hecho unos segundos antes. Efectivamente, estaba bueno - Tampoco pensaba que fueras a envenenarme tan directamente, no he hecho nada aún para ganarme tu odio, ¿no? - pregunté, siguiéndole la broma.



[OFF= Ahora estaré ausente XDD, me pasaré cada rato para responder ^^]

[OFF: Ok, igual debo salir un poco xP y se me acaban de quemar las neuronas e.e así que perdona el post]

ON:

Lo sabía, ella era tan joven como yo, aunque aclaró estar en su ultimo curso, lo cuál me indicó con claridad que ella era mayor a mí, un leve escalofrío me recorrió, a pesar de ser aun alumna, no sabía que tan sanguinaría podía llegar a ser, pues yo aparentaba una actitud serena e incluso infantil, pero mi manera de proceder era diferente, sin llegar a utilizar maldiciones imperdonables, prefería derramar la sangre de mis oponentes, si yo podía llegar a ser así, no deseaba ni imaginarme lo que Alexandra podía llegar a hacer.

Despues, habló y afirmó que el Lord era demasiado poderoso e igualmente conocedor, pero sus ultimas palabras me hicieron parpadear un par de veces rapidamente, era la tercera vez que escuchaba eso, por parte de Aldo e incluso del mismisimo Lord, pero ya tenía en claro que yo era un arma en potencia.

-Supongo que si, aunque yo solo me considero un arma que sirve para destruir.-Dije rascandome la nuca y desviando la mirada, que me repitieran esas palabras me hacía sentir inseguro.-Supongo que desea que mí existencia sea extensa... ¿O para qué más serviría un Horrocrux?-Pregunté con un tono de voz más bajo, temía que Alexandra fuera obsesionada y paranoica como Bellatrix.

Tocando el tema del dulce de nuevo, reí un poco y saqué la lengua de manera un poco infantil, era obvio que yo no envenenaría a nadie, pues odio jamás había experimentado hacía ninguna persona, menos una persona tan amigable como lo estaba siendo Alexandra.

-Nadie se ha ganado nunca mi odio, y dudo que alguien se lo gane, soy alguien incapaz de sentir rencor, así que despreocupate.-Die sonriendo con sinceridad.

Observé con atención las diferentes expresiones que cruzaron el rostro de Andrew ante mis palabras. Cuando había dicho que efectivamente estudiaba en Hogwarts había visto una sombra de inquietud mezclada con algo de... ¿temor? No estaba segura, pero lo que sí tenía claro, es que él no confiaba en la apariencia que ahora yo estaba mostrando. Sospechaba que Andrew creía que sólo era una mortífaga más, igual de malvada y sádica que el resto pero... se equivocaba.

No podía culparle, de todos modos, lo normal en aquella guarida era encontrarse locos servidores del Lord, tan locos, que llegaban hasta ser inútiles. ¿Cómo sería él? ¿Sería de los asesinos de falsa sonrisa? ¿O habría sido alguien obligado a unirse a aquel grupo en contra de su voluntad? No lo sabía... y probablemente nunca lo supiera.

También adiviné en su rostro cierta sorpresa cuando me oyó hablar del Lord, e intuí entonces que no era la primera vez que se lo decían. Su expresión me lo confirmaba.

Al escuchar lo del horrocrux un millón de cavilaciones brotaron en mi mente, ¿habría hecho él uno? Eso era lo que daba a entender... ¿Y por qué lo habría hecho, de ser así? Sin embargo, oírle hablar de esa manera de sí mismo me distrajo de cualquier anterior pensamiento, llevándome a levantarme del sillón. Inconscientemente me arrodillé a su lado, en el sitio hacia el cual él había desviado la vista para que así volviera a mirarme.

- Ey... - le llamé, sonriéndole tristemente - No digas eso de tí, Andrew. No te conozco pero... no eres un arma, eso es algo frío y sin vida... en cambio tú... tú eres humano. No eres un objeto al cual utilizar, eres un ser con vida y opciones para decidir, para pensar, y para hacer lo que tú creas. Tienes emociones y sentimientos... - en aquel momento estuve a punto de coger una de sus manos para darle apoyo, pero me contuve porque aún éramos unos desconocidos y probablemente le incomodaría - Eres dueño de tu propia existencia... aunque ahora ese puesto te haya sido algo arrebatado...

Si, estar bajo el mandato de Voldemort nos limitaba nuestras opciones de libertad, pero aún así... aún así, éramos nosotros quienes teníamos la última palabra, los que podíamos cambiar de así quererlo... Verdaderamente, el poder de Voldemort éramos en gran parte sus mortífagos, porque... ¿Qué haría un hombre sólo frente a una multitud? Poco, muy poco...

Miré a Andrew unos segundos más a los ojos antes de cambiar mi sonrisa triste a una levemente avergonzada.

- Lo siento, a veces me dejo llevar por mis pensamientos filosóficos... - me excusé en broma, volviendo a sentarme en el sillón, aunque esta vez algo más cerca de él para no hacer la conversación tan fría.

Reí entonces ante su infantil gesto.

- Vale, es bueno saberlo - respondí más alegremente.



[OFF= Siento haber tardado D: Y no digas tonterías XDD tu post estaba muy bien ^^ Disculpa tú el mío por enrrollarme con mis filosofías jajajaja me pasé .___. LOL!]

[OFF: A mi me encantan tus filosofias :3 yo me enrrollare una xD, eres genial! y descuida, acabo de llegar jajaja]

ON:

Cuando la ví arrodillada hacía donde mi vista apuntaba, me quedé por unos momentos petrificado, en una expresión de asombro, confusión y tal vez miedo, hacía tanto tiempo que no sentía de verdad que me olvidaba de mi mismo y de quien era, pues varios de los hechizos que el Lord me enseñaban, tenían un costo, como eliminar emociones reales o simplemente eliminar recuerdos.

No respondí por algunos instantes, y mi mirada parecía extrañamente perdida, como si mi mente no estuviera ahí, pero fue el sonido del fuego, lo que consiguió "despertarme" de mis pensamientos, para poder contestar, a pesar de lo que iba a decir, sonreía y no desviaba mi mirada.

-Hay un hechizo que aprendí hace poco tiempo... Se llama Legis Legeremens... Es un curioso hechizo que en principio, roba al usuario sus recuerdos felices y poco a poco sus sentimientos verdaderos... Al principio se siente un poco mal, pero despues pasa a ser algo de que reirse, si algo he aprendido, es que no se debe vivir en el pasado.-Dije con calma, de manera casi filosofica, mire hacía el techo por algunos momentos y baje la mirada a los ojos de Alexandra de nuevo.

-Y además, alguien con el alma rasgada, ya no puede ser una persona ordinaria, así que me considero a mi mismo como un arma o un sirviente, a disposición de quien este dispuesto a "mejorarme".-Dije.-... Además, como mortífago es incluso una obligación servir, sino, ¿Para qué se esta aquí?... Bien, creo que ya fue demsiada idiotez de mí por un tiempo.-Agregué, riendo como si de una broma se tratara, restandole la importancia que probablemente debía tener.

-¿Quieres algún té, café o algo para beber?... Seguro debes estar cansada de tanto trabajo e investigación, no te vendra mal relajarte.-Afirmé con cortesia, saliendome del tema original, sabía que solo acabaría molestandola o algo parecido, y no deseaba hacer eso con aquella dulce compañia.

(OFF= Siento haber tardado tanto TT____TT me tuve que ausentar un par de días .__.)



Andrew se había quedado aparentemente conmocionado durante unos segundos al oír mis palabras. Luego escuché atentamente lo que decía, empezando a barajar ideas y deducciones sobre él, aunque todavía muy lejos de averiguar la gravedad del asunto. ¿Qué habría pasado verdaderamente aquel chico para estar así? ¿Qué le habrían hecho? ¿Qué habría sufrido? No lo sabía... pero estaba segura de que cualquier cosa que Voldemort le enseñase no le iba a hacer ningún bien.

- ¿Para qué querer usar un hechizo que te causa tanto mal propio? - pregunté sin entender, pues se oía algo verdaderamente masoca - No es muy... lógico. El ser humano necesita sentir, es lo que le hace diferente al resto de animales. Las emociones... deberías volver a tenerlas, Andrew... - susurré, pensando si podría, de alguna manera, ayudarle...

- Y es cierto que no hay que vivir en el pasado - añadí - Pero a veces... eso es lo único que tenemos...

Desvié entonces la mirada hacia el suelo, a pesar de que sabía que él me estaba observando, y es que... ¿Qué sería de mí si olvidara mis recuerdos? Toda mi vida giraba en torno a estos, y sin ellos... ya nada tendría sentido, no tenía nada en el presente por lo que me mereciera la pena luchar...

Suspiré y devolví la vista al chico.

- Se puede estar aquí por obligación, o por querer conseguir algo... no todos lo hacen para servir ciegamente... - respondí, mordiéndome el labio inferior con inseguridad antes de negar con la cabeza - Y no, no son idioteces, estas conversaciones demuestran quienes somos en realidad...

Aquella frase me dejó pensativa: ¿Quién era yo..? ¿Quién era Andrew? Mi existencia estaba centrada en el único objetivo de rescatar a mis padres, lo que me llevaba a engañar a demasiadas personas, y a hacer daño a otras tantas... pero... ¿Tendría él su propio objetivo? ¿O su interés era sólo servir como un arma? Aquello sonaba tan triste...

Luego respiré profundamente y asentí.

- Sí, un café no me vendría mal... - contesté, esbozando una ligera sonrisa para calmar el ambiente - Y tranquilo, el cansancio ya es una costumbre con la que he aprendido a lidiar.

[OFF: Descuida! xP jajaja se entiende]

-Dicho hechizo afecta al mago que no controla la técnica... Pero al conseguirla dominar, consigue los mismos efectos que un Dementor, de arrancar los recuerdos a las personas... Y si se aplica dos veces el hechizo en la misma persona en poco tiempo, esta muere... No es gran cosa aun lo que puedo hacer, pero con el tiempo mejorare... Creo... Además, yo ya dije, arma soy y arma sere... Por alguna lunatica razón no deseo la felicidad, ni la tristeza, ni la ira, ni el miedo, o alguna emoción, que son causadas por nuestra imaginación o situación.-Dije sonriendo, pero sin un matiz en mi voz, ni alegre, ni triste, ni enojado, ni nervioso, solo lo dije.

Estaba aterrado por dentro, aunque no lo expresara, no lograba entener o razonar el porque de que Alexandra era tan buena persona conmigo, ella no me conocía, ni yo a ella, y al verme caido, me ha tendido una mano, esa actitud no era de un mortífago, ¿acaso era un truco?, ¿una broma o trampa?, no encontraba ninguna razón, y al no tener respuesta de aquello, sentía miedo, había olvidado ya hace mucho tiempo la palabra "Humanidad".

Yo no deseaba vivir aferrado al pasado, o de ser así, sufriría siempre la muerte de mi madre, y el reciente asesinato de mi padre, solo me quedaba cerrar los ojos y no volver a ver ninguna luz, yo no tenía ninguna razón para "brillar", yo ya me había extinguido tiempo atras y ahora solo era un "algo" vacio.

-Yo no estoy aquí por obligación... Ni por buscar algo... Ni por nadie... Estoy aquí porque al menos sirvo para algo.-Dije con una sonrisa vacía.

Me puse de pie y salí de la sala de descanso por algunos instantes, para despues volver, con una taza mediana, con café caliente, delicioso para aquella noche fría, y para mí, solo un vaso con agua cristalina, la cual bebí casi al instante, despues de entregar la taza a Alex, por raro que pareciera, siempre estaba dispuesto a cumplir caprichos de las personas yo mismo, sin esperar recompensa a cambio.

-Espero te guste el café... No es el mejor del mundo, pero es algo de menos...-Dije sonriendo.

-Oye... Solo por curiosidad, pues saber... ¿Tu por qué te uniste a las filas de los mortífagos?...-Pregunte con suma curiosidad, pero tambien se notaba un timbre de timidez o miedo en mi voz.

Dejé que Andrew saliera sin comentar nada, aceptando después la taza que me entregaba con una meditativa sonrisa plasmada en el rostro. La dejé sobre una mesita y observé al chico durante unos instantes antes de levantarme y volver a situarme a su lado, aunque esta vez me agaché en vez de arrodillarme, pues de esta manera nuestros ojos quedaban casi a la misma altura.

- Me niego a creer que eres sólo un arma, Andrew, porque estoy segura de que algo, lo que sea, tienes que sentir... - le dije en un tono de voz suave y calmado que invitaba a ser escuchado y creído - los sentimientos se forman aquí - expliqué, tocando con un dedo su frente, casi con infantil diversión - pero muchos de ellos se sienten y se perciben aquí - añadí, posando ahora la mano en su pecho, donde se hallaría su corazón, dejando que transcurrieran unos segundos para que el chico sintiera mi presencia, mis propias emociones y, quizás, la confianza que le intentaba transmitir.

- Siento tus latidos, unos latidos que te hacen humano y que sé que alguna vez te dolerán, porque aún no has perdido la capacidad de sentir, estoy segura...

Miré entonces el fuego antes de dirigir nuevamente mi vista a los ojos de Andrew, sonriendo.

- Algún día una llama de emociones volverá a prender en tí - murmuré - Los fénix resurgen de sus cenizas, confío en que tú también podrás hacerlo...

Tras decir aquello retrocedí sobre mis pasos y me senté en el sillón, cogiendo la taza de café y llevándomela a mis labios. Bebí brevemente. Estaba amargo, pero tenía una pizca de dulzor justo como a mi me gustaba.

- Si, muchas gracias - le agradecí amablemente.

Al oír su pregunta dejé que transcurriera el tiempo suficiente para poder ordenar las palabras en una respuesta sincera. Probé una vez más mi bebida antes de colocar la taza sobre mis rodillas, pensativa.

- Por mis padres - respondí finalmente, mi mirada oscurecida por la tristeza posada en el café - Pensé que uniéndome al Lord podría rescatarlos más fácilmente pero... me equivoqué...

¿O sería que no tenía nada salvar?
Aquella pregunta golpeaba mi mente en los momentos más inciertos, y por alguna extraña razón...
Sabía que era totalmente cierta...

No me di cuenta de que Andrew se había levantado hasta que sentí su mano sobre mi hombro, lo que me llevó a alzar la mirada del café para dirigirla a sus ojos. Aquella situación me parecía hilarante, pues aunque la desconfianza entre ambos era casi palpable, estábamos hablando prácticamente como perfectos compañeros. Yo había tratado de convencerle para que se valorara y dejara de considerarse un mero sirviente. Él ahora pretendía apoyarme, pero... el pesimismo me llevaba acompañando desde hacía ya años.

- Elegí este camino porque me pareció el más rápido - contesté en un susurro - Y la rapidez es esencial cuando mi misión es rescatarlos de Azkaban... Allí cada segundo transcurrido es una tortura...

Me acordé entonces de Sirius, de cuando lo había sacado de allí, su aspecto deplorable, su mirada nublada por años de oscuridad y cansancio... ¿Cómo estarían mis padres? ¿Serían dementes como los que en esas celdas había visto? ¿Se habrían consumido sus cuerpos hasta ser simples sombras de un pasado mejor? ¿Seguirían... vivos?

No...
No lo estaban...

Cerré los ojos unos instantes y me mordí el labio inferior, pues unas repentinas ganas de llorar me habían asaltado. Me negué a dejar siquiera que mi mirada se humedeciera, sacudiendo brevemente la cabeza antes de respirar profundamente.

- Lo lograré - dije con firmeza - Y cuando lo haga, seré nuevamente libre...

Miré entonces a Andrew y sonreí con seguridad, una seguridad que sólo me engañaba a mí misma, una seguridad que mentía a mis propios y olvidados recuedos... una seguridad que era una máscara firme y aparentemente sincera.

A su vez me di cuenta de que los ojos de aquel chico estaban igual de vacíos que los que ojos de los presos de Azkaban, ojos que habían visto y padecido sufrimientos, volviéndose oscuros pozos infranqueables.

- Ambos seremos libres alguna vez... - murmuré, casi para mí misma - Aunque actualmente lo único que me hace sentirme fuera de cualquier metafórica jaula son estos momentos en la noche - comenté, sonriendo - Me encanta observar la Luna, ¿A ti no? Es tan misteriosa...

Mientras hablaba había tratado de encontrar aquel astro asomándose por alguna ventana, pero estas únicamente mostraban el oscuro cielo, casi como su hubieran dejado caer sobre ellas un negro y tenebroso telón.

[Ah TT____TT Lo siento de nuevo... La Historia consume mi tiempo... Tienes razones para querer matarme u__u]



Volví a mirar a Andrew con cierta preocupación pintada en mis ojos cuando habló de Azkaban. ¿Conseguirlo? Si... probablemente lo conseguiría. Ya había sacado a Sirius, ¿por qué no iba a poder también con mis padres?
Porque ellos ya no estaban...
No había nada que rescatar...

Aparté esos pensamientos nuevamente de mi mente.

- ¿Has estado allí? - pregunté con una mezcla de tristeza y sorpresa - ¿Cómo? O bueno... quizás sea más adecuado preguntar “¿Por qué?” y que tú ya decidas si quieres contarme...

No estaba segura de si se sentiría cómodo hablando de ese tema. Quizás sólo hubiera ido a la prisión por la misma razón que yo, para rescatar a alguien... Sin embargo, algo me decía en su oscurecida mirada y expresión que no era así.

Luego habló de lo que él prefería y sonreí levemente.

- Bueno, el amanecer me transmite más esperanza, el ánimo de un nuevo día, de nuevas oportunidades... - comenté - Sin embargo, de tener que elegir entre ambos, prefiero el atardecer. Supongo que eso es debido a que a este le sigue la noche pero... las puestas de sol son hermosas, ver como muere el sol lentamente, dándole paso a la luna... es genial. Suelo verlas amenudo...

Al decir aquello mi mirada se perdió en un punto indefinido durante unos instantes, ausente. Después, respiré profundamente, con cansada resignación: siempre había visto los ocasos en soledad.

- Los días son casi como el bien y el mal - susurré tras haber meditado unos segundos - La batalla entre la noche y el día siempre será continua, ninguno de los dos vencerá nunca... El sol siempre aparece por muy larga que sea la oscuridad... pero finalmente acaba rindiéndose ante la llegada de la luna...

Reí entonces y dirigí nuevamente mi vista hacia Andrew.

- Ya volví a dejarme llevar por mis filosofías - bromeé - Aunque esta vez sólo fue una metáfora un poco pesimista...

Y, al observar que suspiraba, añadí.

- ¿Sucede algo?