Bañándose... [Alexandra]

Era casi de noche. Los últimos rayos del sol se perdían en el horizonte mientras yo observaba las tranquilas aguas del lago. Hacía mucho tiempo Pansy me había retado a bañarme desnudo cuando este estuviera congelado, y había decidido que aquel sería el día de cumplir para no dejar mi orgullo por los suelos, porque los Malfoys no éramos unos cobardes. Bueno, no es que el lago estuviera precisamente congelado con aquella temperatura, pero podía solucionar eso enseguida con un encantamiento congelante. Saqué la varita y me agaché, apuntando directamente al transparente líquido.

- Glacius.

Y las aguas se transformaron en hielo. No todas, claro está, pero si las suficientes como para dar por válido el reto. Miré entonces a mi alrededor, asegurándome de que no hubiera nadie mirando y, haciendo oídos sordos a mi pudor, me fui despojando de mis prendas una a una. Primero dejé caer la corbata, luego la camisa, y finalmente los pantalones seguidos de mi ropa interior.

- Joder – gruñí. Sí, joder, la temperatura era aceptable, pero eso de andar desnudo en un sitio donde cualquiera me podía ver no me hacía ninguna gracia por muy desvergonzado que fuera.

Suspirando hice un agujero en la capa congelada y de un salto me metí, sintiendo repentinamente el aplastante frío clavándose en mi piel. Saqué la cabeza para respirar y soltar un par de improperios que hubieran escandalizado a cualquiera. Pansy no había especificado el tiempo que debía estar bañándome, así que en teoría ya me podía salir ¿No?

Ver el atardecer en el lago era algo mágico, sobre todo cuando el sol moría y daba paso a un imponente manto de estrellas regido por una espléndida Luna, generando místicos reflejos en las aguas. Solía ir bastante a menudo a ver aquel espectáculo, y aquella tarde no había sido menos. Después de hacer algunas tareas y repasar un par de libros me había encaminado a los jardines de Hogwarts, rumbo al lago, para poder presenciar aquel ritual que se repetía todas las noches. Paseé durante un rato por las orillas, disfrutando de la tranquilidad, del silencio… No había muchos alumnos por allí a aquellas horas, y eso lo agradecía. Pero por eso mismo me sorprendió bastante que de pronto el agua se tornara en hielo. ¿Cómo podía ser eso posible? Intrigada, decidí ir en busca del causante de esto; y como el origen de todo parecía provenir de una esquina apartada del resto, me encaminé hacia allí con pasos sigilosos pero apresurados.

Cual fue mi sorpresa al encontrarme a Draco Malfoy bañándose en un pequeño agujero creado en el hielo. Parpadeé un par de veces para asegurarme que no estaba soñando y tuve que concentrarme en que debía hablar para no quedarme pasmada cual estatua ante la impresión. Y eso que aún no había descubierto que bajo ese manto de agua el Slytherin se hallaba como su madre le trajo al mundo.

- ¡Draco! ¿Pero es que estás loco o qué? – le pregunté, alzando una ceja elegantemente.

No era común en el chico hacer locuras más propias de un Gryffindor que de alguien de nuestra casa. Él siempre se había caracterizado por su obsesión con el honor y su fijación con las apariencias.

Estaba reuniendo valor para salir, casi impulsándome ya con las manos en el hielo, cuando oí unos pasos acercándose que me hicieron volver a caer de lleno en las frías aguas. Hice una mueca ante la nueva impresión, mis músculos tensándose ante el cambio de temperatura, y alcé la vista para mirar de quién se trataba. Era Alexandra, y yo no sabía si alegrarme o maldecirme. Ella era una de mis mejores amigas, por no decir la que más. Después de encontrarnos por primera vez cuando ella me vendió mi varita habíamos ido conociéndonos y dándonos cuenta de que podíamos llevarnos mejor de lo que en un principio creímos. Ella era simpática y bromista, aunque algo tímida; yo era más sarcástico y no tenía problemas en decir lo que pensaba; sin embargo, en el fondo ambos congeniábamos perfectamente.

Bueno, podría haber sido peor, desde luego. Ella se reiría de mí y no me haría ninguna gracia, pero quizás… quizás pudiera poner aquella situación a mi favor. Sonreí de medio lado.

- ¿Yo loco? Nunca, eso es demasiado deshonroso para un Malfoy, Alex– dije con mi característico tono de superioridad – Sólo estaba cumpliendo un reto que me puso Pansy hace tiempo… Quería que me bañara desnudo en el lago, así que aquí me tienes – contesté, ampliando mi maliciosa sonrisa y mirándola directamente a los ojos con intensidad.

Observé ausente a Malfoy, recorriendo con mi mirada su húmedo y brillante pelo, ¿Sería tan suave como aparentaba? Porque a la vista daba la impresión de ser hilos de fina plata, tentadores para pasar los dedos entre ellos… Mis ojos vagaron ahora a sus intensos ojos grises, los cuales me miraban maliciosos, refulgiendo con mayor intensidad gracias a esa sonrisa que adornaba sus labios. En parte me recordaba a Sirius… quizás fuera porque por sus venas también corría la sangre Black, pero él tenía un aire mucho más oscuro que el mayor. Seguí mirando ahora su cuello, sus fuertes hombros… y subí la vista de nuevo cuando sus palabras calaron en mi perdida mente. ¡¿Desnudo?! Miré alternativamente de él al montón de ropa a mis pies sucesivas veces, como tratando de cerciorarme de que era cierto. Y eso parecía, porque entre el lío de prendas podía ver lo que parecían ser unos calzoncillos. Un fuerte sonrojo cubrió mis mejillas, pero no me dejé intimidar.

- Eres un orgulloso, Malfoy – le dije, esbozando una sonrisa que traté de que pareciera segura – Ahora por ese tonto reto debes estar muriéndote de frío. ¿No se te ocurrió rechazarlo? – cuestioné.

Pero interiormente me estaba concentrando en no bajar la mirada para tratar de entreveer algo entre las aguas, porque aquel día estaban malditamente cristalinas, malditamente tentadoras.