El fresco de la noche (Pegasus)

La profesora McGonagall me había mandado a la enfermería porque me veía distinta, mucho. Al menos ya hablaba un poco y había dejado algo atrás mi pizarrita, total, no hablaba con nadie, seguía aislada en mis libros -fueran de lectura o de texto para estudiar o hacer ejercicios- dentro de la sala común, en un rincón escondido. Era ése el motivo por el cuál McGonagall quería que fuera a ver a la señora Pomfrey, mis compañeros de casa se habían preocupado por mí y le habían dicho a la profesora que sólo salía para ir a clase y para ir al baño. Por eso me habían obligado a ir a ver a la enfermera. Ésta me había ordenado coger más aire y comer. Mi palidez y mi flacidez me delataban en demasía y me hacían parecer una enferma muy frágil.

Como siempre había hecho, obedecí a la enfermera aunque no quisiese. Empecé a alimentarme bien, recuperando mi color y mis mofletes medio hinchaditos, ahora sólo faltaba salir al fresco. Había pasado todo el día estudiando y sólo tuve tiempo para salir cuando se había hecho de noche pero, tras suspirar, pensé que tenía muchas ganas de despejarme. Y allí también podía estar aislada, era de noche y nadie me vería, sobre todo si iba con mi uniforme sin la túnica de Hufflepuff, el amarillo llamaba mucho la atención.

Así, salí de la sala común y bajé al jardín para después pisar su hierba con los pies descalzos y cerrar los ojos al sentir tal frescura. Llegué a un lugar indeterminado y me senté, luego me recosté hacia atrás y me estiré sobre el suelo.

¿Que cosas podia hacer un vampiro en un castillo como ese? era la pregunta que pasaba mayormente por mi mente mientras caminaba por la oscuridad, necesitaba pensar cual seria el siguiente paso de mi plan, y habia revelado demasiado del mismo en el pasado.

No habia mas que silencio y tranquilidad, mas, en mi interior, parecia que una bomba estuviera preparandose para explotar, mis ojos se veian mas rojos de lo comun, como si se hubieran inyectado de sangre, y mi rostro mas blanco, como decaido.

Habian pasado varios dias y no habia encontrado tiempo para alimentarme, sentia como si toda la sangre restante estuviera subiendo a mi cabeza, anulando mi capacidad de pensar.

-Demonios.- dije en voz baja, no podria seguir avanzando si no me alimentaba, debia encontrar una presa y pronto..

Quizas ese dia mi suerte me acompañaba, porque pocos pasos mas adelante pude ver a una joven, puse mis cabellos y mi ropa de forma que mi rostro no pudiera verse, todavia no habia conseguido el uniforme de mi casa, asi que, confiaba, seguiria a salvo. Pero mi mente no podia pensar en otra cosa mas que la sangre, la dulce sangre.

-Buenas noches.- salude con amabilidad, aunque tenia mi brazo preparado para hacer aparecer mi varita en cualquier momento.

Me entretenía jugando con la hierbita del suelo -arrancarla me parecía muy cruel, era como hacer daño a un semejante, como si separaras un brazo del resto del cuerpo de una persona- mientras que a mi mente volvía de nuevo Andrew, ¿Pero por qué? ¿Por qué en aquel momento? ¿Por qué después de tanto tiempo volvía el sentimiento de manera tan intensa? Había más preguntas que quería resolver como por ejemplo, ¿Dejaría de rondarme todo eso la cabeza? ¿Mi sufrimiento y tristeza desaparecerían para volver a mis comienzos? Quizá debía seguir aislándome como hasta ahora porque todo mi dolor había comenzado cuando, a los catorce años, empecé a relacionarme con las personas. Eso dolía, y mucho. El amor y la posterior ruptura duelen, un amigo que sufre duele, los cambios sociales duelen, la muerte del ser amado hiere muchísimo.

¿Por qué no podía dejar de sufrir? ¿Por qué no podía hacerme un Obliviate y olvidarme de todo lo doloroso? La respuesta a la última pregunta la tenía en mente incluso desde antes de haber generado la cuestión. Utilizar un hechizo para borrar mi memoria era un acto cobarde que no podía cometer, para superar las cosas siempre hay que enfrentarse a ellas. Me sobresalté por la voz masculina que escuché cerca de mí, vaya... Al final sí me habían encontrado.

- Buenas noches.-susurré, hablaba pero en voz baja, intenté sonreír pero no pude. No podía ver bien su cara, estaba cubierta y la oscuridad de la noche le daba un aspecto sombrío.

Resultaba extraño, la joven parecia estar jugando con la hierba del suelo, resultaba una presa, quizas, demasiado facil.

¿Por que se encontraba sola en la oscuridad? era la pregunta que rondaba mi mente, la parte humana de mi ser se preguntaba si estaria sufriendo por algo, las personas no estaban solas porque si. Pero la sangre resulto mas fuerte que mi corazon, era, al fin y al cabo, solo otra presa mas.

-No es muy inteligente estar solo en la oscuridad.- dije en un tono que seguia siendo amable, movi una de mis manos con un gesto evidente, extendiendole mi mano para que se levantara.-Aun menos en el suelo, venga, acompañame en un pequeño paseo.

Mientras hablaba y extendia mi mano con la otra hacia aparecer la varita de su compartimiento secreto, ahora se encontraba en mi mano, lista para usarse.

Él parecía en calma, yo lo estaba. La noche estaba tranquila, todo traía un ambiente sosegado que, extrañamente, me hacía sentir mejor. Suspiré inconscientemente y sin motivo alguno y escuché lo que me había dicho. Parecía ser un chico agradable. Estar solo en la oscuridad tal vez no era inteligente pero ¿Quién me iba a decir que alguien me encontraría en medio de la noche? Miré la mano que me ofrecía y luego miré más arriba, intentando ver su rostro, sin éxito.

¿La cojo o no la cojo?-pensé. Es que ya me había fiado tantas veces de la gente a mi alrededor... No, estábamos en Hogwarts, era seguro ¿No? Bueno, más o menos... Nadie -salvo Voldemort- iba a tomarse las molestias de entrar en el colegio tan sólo para venir hasta mí y hacerme daño.

Finalmente decidí tomar su mano y asentí con la cabeza sin decir nada, lo volví a mirar ladeando la cabeza un poco en otro intento por distinguir su cara. Nada, que no se la veía, las gafas no hacían nada contra la oscuridad. Y hablando de las gafas, me las coloqué bien empujándolas por el puente de éstas.

- ¿A dónde vamos a pasear?-pregunté en un murmullo.

Ayude a la joven a levantarse, el contacto con su mano me hizo sentir el calor de la humanidad, y eso solo aumento aun mas mis deseos de sangre.

Esperaba poder mantenerme sin demostrar mi naturaleza hasta que fuera el momento correcto, en mi anterior hogar nunca podia disfrutar del placer de la caza y el engaño, siempre tenian victimas preparadas para mi.

-Donde tu quieras.- respondi.-Y si quieres, puedes contarme por el camino que hacias sola en la oscuridad.

Solo debia esperar el momento, debia soportar los deseos de sangre... a pesar del dolor y la necesidad.

Me ayudó a levantarme del suelo, él tenía la mano algo fría, no me extrañaba, hacía mucho frío fuera pero a mí no me importaba, podía verse en que no llevaba zapatos. Ni siquiera cuando nevaba me importaba ir descalza, podía recordar cómo Gael me había obligado a ponerme unas botas en el momento en que me llevó a Hogsmeade.

Me dio a elegir el lugar del paseo, pero yo simplemente empecé a andar sin decir nada, podíamos pasear a través de los enormes jardines de Hogwarts. Decidí no responder a su pregunta, es decir, a su proposición porque no era una pregunta exactamente. Pero tampoco quise dejar la conversación a medias... Bueno, conversación entre comillas.

- ¿No puedo verte el rostro?-pregunté desviando su pregunta a la mía.

No podía verlo, no, y él no quería que lo intentara. No pensaba contradecir su decisión si así lo quería, pero lo que dijo a continuación me dejó totalmente descolocada. Y no me refería al hechizo, porque eso me había dejado confusa pero lo siguiente... Aquella explicación lo decía todo. Pero me asusté, y mucho. Porque recordaba a dos vampiros, el anónimo y a Kyle. El primero me había hecho muchísimo daño y sólo recordarlo se me ponía el vello de punta, aunque acabó cambiando y nunca supe su nombre. El segundo era como mi hermano mayor que prometió protegerme siempre. ¿Pero entonces por qué nunca estaba si lo necesitaba?

Me tenía sujeta por una mano pero no podía usar la otra para defenderme de él con la varita, podía apuntar a donde no era y provocar un desastre. No quería que me hiciera daño, nunca me habían mordido pero... Sabía que dolería. Tiré con fuerza de mi mano apresada mientras jadeaba del esfuerzo.

- ¡No...! ¡Me va a doler!-chillé asustada.- ¡Kyle!-grité en busca de la ayuda de mi hermanito.

La joven habia gritado, era una de las posibilidades que habia albergado en mi mente, esperaba que no hubiera resistencia de su parte, pero sabia que no siempre la suerte corria de mi lado.

Ella dijo que iba a sentir dolor, ¿acaso se habia encontrado con un vampiro de rango bajo?, los verdaderos vampiros conociamos el arte de la absorcion de sangre.

Me acerque a su cuello completando el movimiento clavando delicadamente mis colmillos, ella no deberia sentir dolor, habia entrenado años para que eso no sucediera, simplemente llegaria directamente al placer posterior.

Mi mente comenzo a pensar con claridad al momento en que pude sentir como su sangre pasaba por mi ser, sabia que si queria que mi victima no recibiera daños debia tomar varios sorbos pequeños de sangre, de forma que ninguna parte de su cuerpo perdiera su productividad.

Repeti el proceso y total de cinco veces, hasta que finalmente ya me habia saciado de mi sed.

-No es normal que deba hacer esto asi.- dije despues de eso, todavia caian unas pequeñas gotas de sangre de mis labios.- Pero esto fue una necesidad. Creo haber hecho lo posible para que no fuera una situacion demasiado perturbadora.

No me escuchó, o al menos no pareció haberlo hecho, porque entonces me había ignorado. Sus colmillos penetraron en mi piel, no me dolió y eso me sorprendió, vale, tal vez había visto demasiadas películas. Aunque sucedió lo mismo que había leído en algunas novelas. Jadeé, lo que sentí podría decirse que era algo inigualable. Pero apartando esa sensación, también notaba cómo mi sangre se escapaba de mis venas por turnos, por decirlo de alguna manera. Me había agarrado con la mano libre a su ropa porque sentía que mis piernas flaqueaban, y no por estar débil sino por los nervios que me causaban aquella situación.

¿Perturbadora? Había sido perturbadora. Me solté de su ropa y me llevé una mano al cuello, sentí la zona algo húmeda, había algo de sangre, seguro. Seguía sin ver porque aquella venda aún cubría mis ojos. No me importó. Tomé mi varita y la puse contra su pecho, teniendo en cuenta la altura supuse que eso era.

- Expulso.-murmuré y luego me quité la venda. Me puse alerta por si acaso.

El hechizo me habia pegado de lleno y lanzado por los aires, utilize mi centro de equilibro de forma que mi cuerpo cayera de la mejor forma posible, se escuchaba por ahi que una persona en peligro puede desarrollar habilidades sorprendentes, no me interesaba ser aquel que probara esos dichos.

Mire a la joven a la distancia, sabia que todavia le era imposible verme y haberme lanzado lejos no la ayudaba en nada.

-Eso no era realmente necesario.- dije tranquilamente, estaba recuperando lentamente mi energia y pronto regresaria a mi potencial completo.

-No necesitaba nada mas de ti.- dije despues.-Pero tampoco me atreveria a dañarme mas de lo que ya lo he hecho.

Todavia tenia la varita en mi mano, y varios hechizos pensados segun como sucedieran las cosas.

Me guardé la venda en el bolsillo de la túnica para no dejarla tirada en el suelo y bajé un poco la varita, seguía sin poder ver su rostro, mi mente se debatió por dos opciones a escoger, porque tenía que hacer algo pero no sabía el qué. Podía usar un Lumus para ver su rostro y advertir a la gente que tuviese cuidado con él, pero por otra parte... No parecía malo... El único vampiro que me había atacado me había hecho mucho daño, éste no. Ni siquiera había dolido el mordisco. Me había mordido de forma delicada y sabía que lo había hecho a propósito, además seguía viva.

Miré mi mano, tenía un poco de sangre, era de un color bonito y, por un momento, me quedé ensimismada mirando aquel líquido rojo que me pertenecía. Después pasé de mirar mi mano a mirarlo a él.

- Lo siento...-me disculpé. Al menos ya sabía por qué no quería que lo viera.- ¿Pasearemos ahora?

-Quizas podramos pasear.- dije sonriendo desde donde me encontraba, sabia que existia mas de un hechizo que ella podria lanzar para verme, pero por supuesto, tenia los reflejos suficientes como para girarme y huir antes de que pudiera descubrirme.

-Puedes, o volver a ponerte la venda, o prometer que no le diras a nadie quien soy, o al menos que hice.- dije despues.- Y intentare confiar en tu palabra.

No me habia dado el tiempo suficiente siquiera para curarle sus heridas, y eso solo habia hecho que generara un daño minimo que no estaba en mis planes, no era mi estilo dejar marcas visibles en mis victimas.

- Yo...-murmuré. Vale, era una estupidez lo que iba a hacer pero mi mente iba más allá de la de los demás. Tras escuchar sus condiciones alcé mi varita rápidamente para colocarla de nuevo detrás de mi oreja y después me metí la mano en el bolsillo de forma más lenta que el anterior movimiento.- Yo te prometo no contarle a nadie qué hiciste ni quién eres.-dije mientras sacaba la venda de mi bolsillo. Me quité las gafas y las cerré, después las guardé en el bolsillo de mi túnica y lo miré, aunque apenas veía una sombra en la noche.- Pero así no te preocuparás de nada.-finalicé y me vendé los ojos de nuevo.

Bajé los brazos y dejé los ojos cerrados con la cabeza recta, como si mirase al frente, donde él se encontraba. Esperaba que mi cuello no siguiese sangrando porque si era así podría acabar desangrada. Entonces sonreí un poco.

- ¿Ahora sí podemos pasear?

Di unos pasos rapidos hacia la joven, quedando a corta distancia de la misma despues de escuchar sus palabras y ver como volvia a guardar su varita.

-Creo haber dicho que confiaria en tu palabra.- dije en un extraño acto de temerosidad mientras que de un movimiento en extremo rapido retiraba la venda de sus ojos y me mostraba ante ella.

Acerque una de mis manos a su cuello, donde se encontraba la herida, y se la aprete con delicadeza hasta que el sangrado finalizo.

-Mi nombre es Pegasus Olfrang.- le dije con una amable sonrisa mientras la miraba a los ojos.

Di un respingo cuando escuché su voz tan cerca, me había sobresaltado. La venda desapareció y me asusté un poco cuando llevó una mano a mi cuello, pero lo que hizo fue hacer que la herida que él mismo había provocado dejase de sangrar.

- Gracias...-susurré. Saqué de forma apresurada mis gafas y me las puse para verlo. Oh, era muy guapo... Me había dicho su nombre.- Yo me llamo Robin, Robin Sunset Waltz.-correspondí a su presentación. Luego me miré la mano, aún tenía la sangre que había tocado y que me había llevado sin querer de la herida del cuello. La extendí hacia arriba, hacia él, y lo miré.- Toma.-le ofrecí, total, yo no me la iba a beber y para limpiarla y desperdiciarla prefería dársela a él.

Miraba a la joven a los ojos, podia verla con facilidad ahora que ya no debia preocuparme por ser descubierto.

Escuche su nombre con interes, y lo guarde en mi mente, despues me ofrecio la sangre que tenia en su mano, en realidad ya habian pasado mis deseos de sangre, pero no veia sentido alguno en desperdiciar algo asi.

-Es dificil negarse a una proposicion asi.- dije sonriendo mientras hacia una caballerosa inclinacion, tomaba y besaba su mano, bebiendo asi los restos de sangre que quedaban en la misma.

Desde mi posicion mire a la joven fijamente.

-Entonces, ahora podremos comenzar a pasear, creo que es lo minimo que te debo.- le dije.-Aunque, tu deberas indicarme el camino, soy nuevo por aqui.

Él sonrió y tomó mi mano manchada para besarla, sentí un escalofrío pero no me moví ni lo aparté. Por el contrario, sonreí. Al menos parecía contento bebiendo. Después de terminar me miró fijamente, no me inmuté, ya no le tenía miedo.

- ¡Claro!-exclamé sin perder mi sonrisa. Enganché mi brazo en el suyo y le señalé en una dirección concreta.- Por allí está el lago negro, aunque ahora no habrá ningún contraste por ser de noche. Deberías verlo cuando... Eh... Olvidaba que no puedes salir de día, discúlpame.-tomé aire y lo solté.- ¿Quieres ver el campo de Quidditch?

Miraba a la joven por un segundo y despues pase mi mirada al lago, a pesar de lo que ella decia yo podia notar los contrastes generados por las luces de las estrellas.

-La noche te resultaria mas hermosa si pudieras verla a travez de mis ojos- dije en respuesta a sus palabras.- A cambio de no ver el sol, puedo ver la belleza de la noche en su maximo potencial, los reflejos de cada estrella y cada sombra en el paisaje.

Miraba el lago para despues regresar mi vista a la joven.

-Creo que todavia no he pasado por esa zona en particular.- respondi a su pregunta, esperando que me guiara hacia alli.

Vi cómo él miraba entonces el lago a lo lejos.

- Oh...-murmuré desviando mi mirada al lago también, lo escudriñé durante un momento efímero, luego comencé a pensar y miré a Pegasus, era un nombre bonito, y él era un chico muy guapo, aunque claro, se suponía que los vampiros eran perfectos, físicamente hablando.- Al menos puedo imaginármelo, se ve muy bonito en mi mente.-murmuré aún mirándolo a la cara, ahora que podía hacerlo, sabía por qué se había ocultado al principio de mi vista.

Luego me miró antes de hablar, respondiendo a mi cuestión. Me emocioné, el campo de Quidditch era uno de los lugares que más me gustaban del colegio, aunque todo el lugar era maravilloso, pero yo jugaba al Quidditch en el equipo de Hufflepuff, aquel era mi terreno.

- ¡Pues vamos!-exclamé emocionada y lo tomé del brazo para tirar de él echando a correr en dirección al lugar señalado.

Ella habia hablado y rapidamente habia tomado de mi brazo y habia tirado de mi en direccion al campo de Quidditch, imaginaba que en la noche resultaria un lugar tan bello como cualquier otro.

El quiddich jamas habia llamado mi atencion, ya teniamos un campeon en la escuela y no tenia sentido que hubiera mas. Ademas, me era imposible participar de ningun partido ya que todos sucedian durante el dia.

Distraia mi mente en esas cuestiones mientras recordaba mi pasado, habia estado años y años en un letargo, calculando mis planes. Y al final me habia revelado sin pensarlo demasiado.

-No hace falta ir tan rapido..- dije sonriendo.- Ya no soy tan joven.-

Caminabamos hasta estar casi en el campo. Podia ver los aros desde el exterior.

FdR:Seguimos en otro tema no?

Qué ganas tenía de enseñarle el campo de mi deporte mágico favorito, el campo de Hogwarts, la escuela más bonita que había visto o, al menos, más bonita que el colegio en el que estaba cuando aún no conocía la escuela de magia, aquel colegio muggle en el que me hacían zancadillas. Aunque ahora pensaba que era mejor eso que los Avada Kedavra. Pero no mejor que haber conocido a todos mis amigos y que era bruja, así podía proteger a mis papis de los llamados malos, los mortífagos. Ellos y su señor querían someter a los muggles y no sentían aprecio hacia sus hijos... Otra vez los malos pensamientos no, los aparté de mi mente mientras seguía corriendo sin dejar de tirar del chico-vampiro. Reí un poco ante lo que dijo pero luego dejé de correr y me quedé quieta.

- ¿Qué edad tienes?-pregunté mientras, mirando hacia la dirección en la que íbamos hasta que paré, veía que habíamos avanzado tanto que ya estábamos cerca del campo.

La joven seguia arrastrandome hasta el campo, todavia podia sentir el sabor de la sangre que hacia poco habia probado. Podia notar que mi cuerpo mantendria la temperatura al menos por un par de horas mas, para despues volver a mi estado original.

Ella se detuvo y me hizo una pregunta, no veia razones como para negarle una respuesta.

-Unos 130 años.- le dije sonriendo.- Aunque mi edad corporal no supera los 17 años.

La miraba con tranquilidad y una sonrisa amable, no preguntaria su edad por simple educacion, pero suponia que ella me la diria. Di otro paso hacia ella, quedando a la misma distancia del campo.

Ciento treinta años... Eso era mucho tiempo. Empecé a hacer cuentas que en realidad no venían a cuento, pero me parecía muy curioso todo eso. Si había sido transformado a los diecisiete años y tenía ciento treinta... No, así no era el razonamiento. Si tenía esa edad y estábamos en el año noventa y seis había nacido en mil... Mil ochocientos sesenta más o menos. Era interesante.

- Oh, yo tengo quince, he vivido menos que tú.-le dije y seguí andando hacia el campo, en pocos minutos estuvimos pisando el césped del campo.- ¿Cómo era el mundo en la época en la que naciste?-adoraba historia, la historia muggle, pero no era lo mismo estudiarla que el hecho de que te la contara alguien que la había vivido.