Paseo (Sauron Black)

No me hizo falta mirar al cielo para ver que el sol acababa de despertarse y estaba levantándose para brindarnos con sus rayos un día precioso. Pero no me dio mucho tiempo a deleitarme con su belleza porque Sauron me tomó con fuerza de la mano –me sorprendía- y se desapareció llevándome a mí y a mis amigos consigo. Nunca había experimentado aquello que yo recordase, la aparición. Era algo que sólo se podía hacer pasando un examen y obteniendo la licencia para ello. Comencé a sentir un revuelto en el estómago y unas arcadas tremendas. Cerré los ojos para intentar sentirme mejor y, entonces, mis pies tocaron el suelo otra vez.

Me tambaleé y entrecerré los ojos, mareada. Mi estómago clamaba por expulsar todo lo que tenía dentro, que tampoco era mucho pero pondría el suelo perdido. Me contuve para no vomitar, consiguiéndolo, pero caí al suelo de culo con las rodillas flexionadas, aturdida. Me di cuenta de que todo estaba muy oscuro, ni una ventana abierta dejaba entrar el sol. Todo en penumbra.

- No veo nada...-susurré con voz cansada.- No me ha sentado bien el viaje...

Él esperó con paciencia a que yo me recuperara. Necesitaba agua pero no quería pedirle un vaso por lo que intenté recomponerme sin nada. Cuando Sauron encendió la luz, me levanté del suelo con lentitud para no vomitar y me apoyé en el sofá -donde el escarbato y Luc jugaban alegremente. Esperaba que Sauron no se enfadara. Realmente no sabía qué hacía viviendo en las cercanías de Hogwarts -de lo contrario no podríamos habernos desaparecido, al menos ese escudo funcionaba- ni me preguntaba por qué había salido del bosque prohibido. Simplemente me había salvado de unos dementores sedientos de recuerdos felices y eso me era suficiente para confiar ciegamente en él.

Después de frotarme un rato el estómago y respirar profundamente con lentitud para no marearme o vomitar jugos gástricos, logré recomponerme por completo, por lo que ante su pregunta cogí mi varita y me puse en guardia. Asentí con la cabeza, adquiriendo una expresión seria en el rostro, de concentración.

- Estoy lista para empezar.

Él se quedó callado durante un momento y yo esperé, con la misma paciencia con la que lo había hecho él. Después comenzó a hablar, explicándome cosas que, aunque él no se lo propusiera y yo lo supiera, me hirieron bastante. Me había descrito perfectamente, yo sabía muchos hechizos, muchísima teoría, era una rata de biblioteca, pero a la hora de enfrentarme a alguien en un duelo, no sabía hacerlo bien. Por eso me habían hecho daño tantas veces, por eso era tan débil. Necesitaba aprender a duelar, a tener fuerza en una batalla, a atacar si era menester. No podía seguir pensando en limitarme a defender, en pensar con debilidad. Respiré hondo cuando acabó lo que tenía que decir y volví a asentir con la cabeza. Me moví un poco y luego hice una floritura con la varita.

- Desmaius.-dije, pensé en ese momento que me caería bronca por la forma en que había pronunciado el hechizo, todo el mundo exclamaba, gritaba lo que conjuraba. Todos menos yo, al parecer.

El Desmaius, como yo supuse, no le afectó. Sauron había parado el hechizo como si no fuese nada, con un simple movimiento de la varita, y negó con la cabeza. Después se acercó a mí mientras hablaba, diciéndome que no quería ser duro conmigo, sabía que lo había hecho mal y que él acabaría perdiendo la paciencia conmigo tarde o temprano. Me tomó de la mano que no portaba la varita. Pero sus palabras no me gustaban, no podía odiar a nadie, no estaba en mi naturaleza.

Sauron retrocedió y se dio la vuelta para lanzar un Bombarda contra las paredes de la estancia, pero éstas no se inmutaron, había hecho algún encantamiento protector para la casa. Después se giró hacia mí y yo me quedé parada un rato. Luego puse una pierna delante y otra atrás. Cogí con decisión la varita. Hice un círculo hacia atrás con fuerza hasta llegar a poner el brazo extendido hacia delante.

- ¡Expulso!

Una sonrisa de alegría se dibujó en mi rostro cuando vi que el hechizo que había afectado había dado en el blanco. Realmente no me alegraba de hacerle daño sino de haber conseguido acertarle en sí. No me gustaba hacer daño a los demás, pero tenía que aprender que en un duelo debía olvidar eso y luchar por mi integridad, haciendo lo máximo posible por acabar bien la pelea, manteniéndome fría lo máximo posible.

Sauron se apoyó en la pared con ambos brazos para no hacerse daño, después me dijo algo sin levantarse del suelo, había caído del rebote. Me guiñó un ojo y mi mente se quedó pensativa, en aquello que había dicho: “Es muy difícil que algún hechizo me haga daño”. ¿Por qué? Tal vez se refería a que era muy complicado darle con un hechizo. Tal vez fue por eso por lo que su siguiente hechizo me impactó. Supe que era un Rictusempra por razones obvias, comencé a reírme descontroladamente y sin ningún motivo. Reírse de aquella forma no era muy agradable. Me apunté con la varita.

- Finite Incantatem.-conjuré y pude dejar de reírme. Respiré hondo y apunté a Sauron de nuevo.- Levicorpus.-dije haciendo una floritura como si dibujase una línea recta hacia arriba.

Lo estaba pasando bien aprendiendo a defenderme con Sauron. No sabía si se estaba dejando –es decir, si estaba dejando que los hechizos le dieran o de verdad yo estaba desarrollando una habilidad- pero parecía estar aprendiendo bien. Era extraño que me estuviese enseñando un chico de pocos años más que yo y no un profesor, aunque ese chico tan joven me había salvado de cinco dementores. Me daba la sensación de que se le iba mucho la mente a otro lado, aunque tal vez sólo examinaba mis hechizos como el profesor en el que se había convertido en ese momento, determinando si eran buenos o no. Quedó colgado del techo y me dirigió unas palabras, me llevé una punzada en el pecho por la decepción, sobre todo cuando me quedé sin varita. Ahora podría haber estado muerta en otra situación más peligrosa.

No te desanimes nunca, cariño.-escuché la voz de mamá en mi cabeza, gracias a ese recuerdo nunca me había dado por vencida en todo lo que me había propuesto hasta ahora, sólo me quedaba como meta ser buena duelista o, al menos, ser alguien que no corriera peligro en todo momento por no estar atenta y no hacer todo lo posible y darlo todo por salvar la vida. Asentí a eso y a lo que dijo Sauron. Corrí a donde estaba mi varita y la recogí del suelo. Usaría ahora dos hechizos juntos. Apunté con ella a Sauron.

- ¡Inmobilus!-exclamé y, rápidamente, apunté al suelo bajo sus pies.- Deprimo.-terminé y un agujero se formó bajo mi profesor.