Entré en Ollivander's. Para mi sorpresa, estaba completamente vacío. Me acerqué al mostrador y llamé con una pequeña campanita que había posada sobre él.
Entonces apareció alguien...
- Perdone...necesitaba una varita...
No me contestó. Me miró fijamente y entoncés entró en el almacén.
Me quedé allí, callada. Entonces el hombre salió.
- Creo que es ésta...-dijo ofreciendomela.
La probé. Y la reacción fue extraordinaria.
- ¡Lo sabía! Pluma de fenix, 27 cm y de cerezo. Encaja contigo.
- Vaya...gracias. ¿Cuánto le debo?
- 75, mi niña.
Le pagué el dinero y salí. Alegre. Tremendamente alegre.