Un intruso como compañía [Ewan]

La sala común de Gryffindor era más confortable que la nuestra, pero la de Slytherin era más elegante. De todos modos, prefería la decoración de mi casa, no me gustaba el color rojo que tanto abundaba, aunque eso de estar en una torre debía de ser mucho mejor que estar cerca de las mazmorras.

-Como un agente infiltrado, ya estoy recopilando información para mis compañeros Slytherin- sonreí, no era cierto, ya que me parecía muy descortés hacerlo- gracias por el chocolate. Me parece que la próxima vez no te puedo invitar a mi sala común, seguramente nos destrozarían- dije sonriendo.

Cambió el color de su pelo mediante un hechizo, lo cual me hizo sonreir. A pesar de que el color rojo le quedaba mucho mejor, el nergo tampoco le sentaba mal.

-Creo que es mejor prevenir que curar, así que mejor no lo intentemos, quizás un día de salida podrías venir, pero para eso mejor quedamos en Hogsmade, creo que es más interesante- le dije sonriendo.

-Bueno Cassandra, ¿qué tal si me cuentas un poco de tí?- le sugerí.

Me contó su vida y yo sonreí, parecía mucho más interesante que la mía, pero la prefería de todos modos, exceptuando la parte del hombre lobo, habría preferido que esa nunca ocurriera, todo sería más fácil.

-Me da igual la gente de mi casa, la mayoría no merece ni pertenecer a ella. Entonces... si no tienes amigos, me ofrezco a convertirme en tu amigo íntimo, espero que a los de tu casa no les moleste, ya sabes, soy de Slytherin, el enemigo...- dije riendo en un volumen de voz moderado.

Sonreí, en el tema de las amistades, la chica se me parecía bastante, que casualidad. Nunca había tenido un amigo en quien confiara plenamente, tampoco era cosa de ponerse a buscar ahora.

-Entonces estamos en las mismas condiciones, yo tampoco tengo un amigo muy cercano- le aseguré con una sonrisa- entonces pregunta sin miedo, prometo contestar con sinceridad- le dije guiñando el ojo.

Reí sin poder evitarlo, eso era pedir demasiado para mí, pero intentaría ser lo más franco posible y esperaba que la chica no se aburriera.

-Pues..., nací hace 17 años, soy hijo único, vivo en el norte de Inglaterra cerca de Escocia, me gustan las criaturas mágicas y las transformaciones, quiero dedicarme a algo relacionado con esos temas, pero realmente no tengo ni idea de qué quiero hacer exactamente, me gusta leer y hacer deporte, considero que el tema de la sangre es un tema menor y me enfada que todo el mundo crea que por ser Slytherin mi vida tiene que girar en torno a eso- le conté, ese era yo esencialmente, no sabía qué más contarle.

Ser un animago, era una opción que no me había planteado nunca, pero no me atraía demasiado, ya me transformaba una vez al més y con eso tenía más que suficiente.

-No creo que hayan muchos en Hogwarts, siempre se lo puedes pedir a McGonagall, ya sabes, la jefa de vuestra casa, profesora de Transformaciones. Sus cambios a gato son célebres, no creo que haya nadie en este colegio que no la haya visto transformarse- preguntó si jugaba a Quidditch.

-Me gusta jugar, pero no estoy en el equipo, sería demasiada presión, además, no soy tan bueno ¿y tú?- le pregunté.

Reí, todo lo que ella nombraba, yo ya lo tenía para mi desgracia, y no estaba satisfecho con ello. Si no lo tuviera, quizás me gustaría serlo, pero yo ya me transformaba, tenía más desarrollados los sentidos que los demás y si alguien me viese convertido, dudaba que me reconociera.

-Seguro que está muy bien eso de poder controlar tus transformaciones- "a mí me encantaría", pensé- y seguramente podrías hacerlo más adelante, pero coincido contigo en eso de que todavía eres pequeña. No conozco a nadie que a los 16 años sea un animago.