Un día lluvioso (Ewan)

El sol estaba oculto tras una gruesa capa de nubes de color gris que hacían que pareciera más tarde de lo que en realidad era, era fin de semana y la mayoría de los estudiantes se habían ido a Hogsmeade, yo por mi parte había decidido desviarme un poco del camino, así que comencé a caminar sin más hasta llegar a lo que era un acantilado, me senté en la orilla de este viendo el paisaje, que era hermoso y al mismo tiempo aterrador, mi mente se encontraba lejos pensando en una variedad de cosas sin importancia, de pronto un trueno hiso que me sobresaltara y estuviera a punto de resbalar de donde estaba, mi corazón se aceleró y rápidamente me alejé del borde del acantilado, chocando contra un árbol que había cerca, me giré rápidamente todavía con el nerviosismo de haber estado a punto de caer, de pronto la lluvia comenzó a caer sobre mis hombros, lo que hiso que me relajara un poco y callera en la cuenta de que estaba solo y no había nada que me hiciera daño cerca, además de que sin darme cuenta había sacado la varita y apuntado al árbol… Siempre salir de Hogwarts me estresa. Me dije a mi mismo volviendo a sentarme esta vez un poco alejado del borde del acantilado por si algún otro trueno sonara y volviera a espantarme, sobre todo para no correr el riesgo de caer, había quedado todo lleno de agua de lluvia pero no me importaba en lo más mínimo, mi cabello estaba comenzado a mojarse mucho y había perdido completamente su forma, era otra cosa que me tenía sin importancia, sabía que pronto el pasto comenzaría a hacerse lodo y me mancharía un poco, cuando eso pasara me sentaría en el árbol que tenía detrás de mí.

Había aprovechado el día de excursión a Hogsmade para escaparme un poco, estaba harto ya del pueblecito mágico al que iba siempre y me apetecía irme a un sitio más...¿emocionante?, tras unos minutos de marcha llegué hasta un acantilado. Empezó a llover y me enfadé, no traía nada para cubrirme a excepción de la varita claro, con la cual, al ser mayor de edad, porfín podía conjurar hechizos cuando me diese la gana.

Iba a darme la vuelta cuando noté la presencia de otro chico, sentado en lo que dentro de pocos minutos sería barro en estado puro. Me acerqué a él.

-Tengo entendido que el barro hace muy bien para la piel, pero dudo que tú estés sentado ahí por eso- dije irónicamente, me extrañaba su postura.

Estaba perdiéndome en mis pensamientos cuando unos pasos llamaron mi atención, giré mi cabeza y me encontré con un chico que no había visto, pero por su edad podía ser un estudiante, no podía estar muy seguro no llevaba la túnica de la escuela y yo tampoco, pero era lógico era un fin de semana y nadie la traía encima, pero eso no significaba que tuviera que fiarme de él, aunque no podía negarlo estaba bien. Me dirigió unas palabras un tanto irónicas, en cualquier otro momento me abría molestado un poco, pero últimamente me encontraba en un estado muy extraño, además de que seguramente el sonido relajante de la lluvia hacía que mi carácter se relajara un poco y fuera menos serio de lo normal.

Pues estaba viendo el paisaje hasta que comenzó a llover – le dije relajado con una pequeña, casi nula sonrisa en la boca – la verdad es que no se qué hago todavía sentado, simplemente no tenía ánimos de levantarme cuando comenzó a llover.

Y ahora que lo pensaba no sabía por que seguía allí tirado en el pasto en un lugar lleno de tierra donde seguramente me mancharía de lodo, aunque por el momento todavía no pasaba, de todas formas me quedaría sentado pues si me levantaba posiblemente el chico creyera que era por él y no quería dar esa impresión de poder sobre mí.

Asentí sonriendo para mis adentros, que chico más listo, había empezado a llover, y se había quedado ahí, tan tranquilo. Bueno las razones por las que lo hubiese hecho me daban bastante igual, pero a mí no me apetecía seguir mojándome.

-Bueno pues... me alegro por tí- comenté sin saber que decir- si no te importa, me voy a sentar bajo ese árbol de ahí y protegerme de la lluvia- me dirigí hacia el árbol y de un salto me agarré de una de las ramas más bajas, apoyé los pies en el tronco y subí hasta sentarme en la rama del árbol. Caían menos gotas, pero eran más molestas, quizás luego encontraba un sitio que estuviese más protegido.

Escuché las palabras del chico y no pude evitar seguirle con la mirada, viendo como se trepaba al árbol con el que me había golpeado hacia unos momentos, parecía que le disgustaba un poco la lluvia algo que se me hacía un poco raro pero también interesante, conocía un hechizo que le podría servir si es que tanto le molestaban las gotas de agua cayéndole encima.

Podrías ocupar un Impervius para cubrirte de la lluvia – le dije al chico, mientras lo veía sentarse en el árbol – lo ocuparía contigo pero sería ilegal pues…

Mis palabras se viero interrumpidas por otro relámpago que de casualidad me volvió a asustar pues me había tomado por sorpresa y entonces brinqué un poco nuevamente, no tan exagerado como la anterior vez pero si muy notoriamente, lo que hiso que me sonrojara un poco por mi estúpida reacción, después me di cuenta de que ya se empezaba a hacer lodo en el lugar donde estaba y no tuve más remedio que pararme y caminar a donde estaba el árbol solo que sin subirme como el chico.

Ah, es verdad, maldita memoria selectiva, ¿por qué me acordaba de todas las criaturas mágicas del mundo y no era capaz de recordar un hechizo tan simple y útil como ese?, todavía no sabía cómo había conseguido aprobar Encantamientos.

Un rayo cayó cerca nuestro y el chico pegó un bote, yo solté un respingo más disimulado, ya que no me lo esperaba. El chico se levantó y se puso bajo el árbol como yo. Sonreí cuando lo ví, eso ya parecía más normal.

-Bienvenido al club de los que no deseamos mojarnos- le dije con una sonrisa, saqué mi varita, no toleraba más esos molestos goterones- Impervius- una capa protectora apareció y la extendí para que cubriese al chico.

-Gracias por recordarme lo del hechizo, soy nulo en Encantamientos.

Escuché las palabras del chico con el que estaba hablando y su sonrisa, parecía complacido de que quisiera no mojarme, algo que no llegaba a comprender, a mí me gustaba mucho el agua sobre todo cuando podía meterme a nadar y zambullirme en ella como algunas veces hacía con el lago de Hogwarts a falta de una piscina…

No es que no desee mojarme, lo que pasa es que me mancharé de lodo y no podré limpiarme hasta que llegué al castillo – le dije con tono tranquilo, mientras buscaba la manera de subirme al condenado árbol que parecía dispuesto a tirarme, también pude notar que a la hora de hacer el hechizo me había cubierto también con él, era un gesto muy amable – por cierto gracias por cubrirme con el hechizo, eres muy amable.

Después de eso miré con mala cara al árbol, y al juzgarlo pude ver que por mucho que lo intentara no podría subir por él pues tenía las manos mojadas y también un poco sucias, así que seguramente me resbalaría en el árbol y terminaría en el suelo o haciendo el ridículo frente al chico que no conocía.

Bueno, lo del lodo también era una buena explicaión, era mucho más difícil de quitar que el agua, y era más sucio. Solté un bufido ante la estupidez que había pensado, ¿era eso la capacidad máxima de mi cerebro?, pues vaya mierda.

El chico no conseguía subir al árbol y decidí ayudarlo tragándome mi sonrisa de satisfacción, no me parecía oportuna.

-No hay de qué, oye, ¿no quieres que te ayude a subir?- le pregunté interesado.

Escuché que el chico me ofrecía ayuda y yo me puse rojo, no era posible que no supiera disimular ni eso, me sentía un poco estúpido, claro que no es que fuera un chico que se la pasara subiendo a los arboles en su juventud, probablemente eso hubiera influido en que no supiera subir.

Sí, bueno ahora es cuando descubres que no he tenido una infancia normal subiendo arboles – le dije con un poco de ironía en mis palabras aunque sinceramente era la verdad – pero supongo que puedo aceptar tu ayuda.

Después de estas palabras le tendí la mano para que me ayudara a subir al mentado árbol que seguía teniendo aires de querer tirarme de él en cualquier momento, cuando estuviera arriba tenía la intención de agarrarme muy bien a sus ramas para no caerme, como estaba seguro que pasaría si volvía a sonar un trueno tan fuerte como el anterior.

Cogí la mano del chico y tiré de él hacia arriba, pesaba más de lo que tenía pensado en un primer momento, pero al final pude con él, otro de los pocos beneficios de ser un hombre lobo. En condiciones normales no sé habría podido con él, seguramente sí, pero con más esfuerzos.

-Cuidado, no te vayas a caer- le dije sonriendo mientras giraba en la rama. Me coloqué con la espalda en el tronco, mirándole- yo tampoco es que me haya dedicado a imitar a los monos, pero a algún árbol me he subido, ¿cómo ha sido tu infancia?- le pregunté.

Me había conseguido sentar y el chico era amble, no estaba seguro de que pensar de él, todavía no tenía un juicio formado, pero lo más seguro es que no lo formaría nunca, no estaba seguro de volver a verlo igual y ya estaba fuera de Hogwarts… Me preguntó sobre mi infancia, una pregunta que no me agradaba en lo más mínimo, bajé la mirada era hora de responder.

Pues, fue… Difícil para empezar porque mi madre murió cuando yo nací, y mi padre, el no es mago, pero mi abuela si una bruja en todos los sentidos – le dije dejando notar un poco de rencor al mencionar a mi abuela, ¿cómo podía resumir todo lo que había vivido con ella? Seguramente no podría y no sabía si ya podía abrirme de esa manera con aquel chico, por lo que simplemente me salté mis primero años de vida – a los 7 años comenzaron a darme clases de magia, un chico que era muy listo y me enseño varias cosas muy interesantes, cuando cumplí los 16 mi padre decidió que era hora de que conociera algo más que el pequeño pueblo en el que vivíamos así que me mandó a Hogwarts… y tu ¿Cómo la pasaste de pequeño?

Mis palabras habían sido súper resumías, en realidad no había dicho casi nada tenía muchas historias que contar pero como ya lo había pensado no sabía ni siquiera el nombre del chico que me acompañaba y claro que no iba a ponerme a contarle mis secretos y mi oscuro y lúgubre pasado.

Vaya, una infancia complicada, quién lo diria, no parecía el típico chico traumado estilo Harry Potter que busca venganza y salvar el mundo. Me preguntó él por mi infancia y decidí contarla sin detalle alguno, no me parecía justo mentirle después de que él me hubiese contado algo personal.

-Pues al principio bien, normal, a los 7 años muy mal, y luego ya fui mejorando- dije, vaya explicación, pero esperaba que no quisiera nada más concreto, porque no pensaba decírselo- quédate con que no he tenido una infancia muy normal tampoco y ya está- resumí.

Escuché las palabras del chico que me acompañaba y sinceramente pensé que no podría a ver sido más resumido en su historia, pues yo consideraba que la mía había sido un poco resumida lo suyo simplemente había sido como narrar que estaba vivo y punto, quizá tuviese algo que esconder, pero bueno cada vez que lo pensaba muchas personas tenían algo que esconder y era parte de su vida igual que de la mía, claro que no podía esperar sinceridad si yo no me había abierto, era todo tan complicado…

Me hubiera gustado tener una familia normal – le dije después de pensarlo varias veces – como muchos chicos en Hogwarts, claro no me puedo quejar mucho después de todo sigo vivo.

Valla charla que estábamos teniendo, era algo tenebrosa a mi forma de ver, recordar mi pasado era algo que hacía constantemente pero en soledad no me gustaba mostrarle esa parte de mi a los demás pues no quería que me vieran mal, o me tomaran por algo que no era.

Conclusión, el chico no había tenido una infancia normal, es más parecía que había sido un poco mala. La mía habría sido normal de no haber sido por el maldito hombre lobo ese, pero qué se le iba a hacer.

-La mía era normal, pero como tú bien dices, por lo menos sigo vivo- podría haber muerto fácilmente a manos de aquella bestia, pero me salvé de manera misteriosa. Bueno, si Harry Potter se podía salvar del propio señor Oscuro, ¿por qué yo no podía salvarme de un simple hombre lobo?, solté una pequeña risa el pensarlo.

-¿Y qué te trajo hasta el acantilado?- pregunté para cambiar de tema.

Escuchando las palabras del chico mezclado con las gotas de agua cayendo, haciendo un atmosfera un poco diferente, pero me agradaba. Las palabras del chico me dejaron un poco atontado sin saber exactamente cómo interpretarlas, su vida había sido normal hasta que pasó algo pero no quería decir que fue lo que pasó y yo no iba a obligarlo a decirme nada, además de que notaba que no quería hablar del tema por como cambió radicalmente de tema.

Pues no estoy seguro – le dije mientras miraba de nuevo el acantilado, tan hermoso – simplemente no quería estar en el pueblo al que todos van, ya me aburrí de ese lugar…

Después de decir eso no sabía de que más hablar la verdad es que nunca soy muy bueno para sacar temas de conversación, así que simplemente me quedé viendo el acantilado, el agua en el fondo, una idea loca atravesó mis pensamientos por un momento pero era demasiado loco como para mencionarlo.

Vaya, así que no era tan original como yo había pensado, el chico había tenido la misma idea que yo, que molesto, pero no podía culparlo por ello, era lo de más normal queres variar e innovar un poco.

-Te comprendo, después de ir cuatro años al mismo sitio, al final apetece variar e ir a sitios nuevos, es de lo más normal- contesté. Nos quedamos en silencio, a diferencia de muchas personas a las que conocía, no me importaba quedarme en silencio, vacío de todo, tranquilo y relajado, y parecía que para otro chico tampoco era un problema.