Estaba cansada de estar encerrada en el castillo, y el día lucía espectacular. Era como si cada vez que pasara frente a una ventana el sol me rogara a gritos que saliera.
Finalmente, opté por hacerle caso. Desvié el rumbo que había tomado hacia la biblioteca, y me dirigí a los jardines. El aire tibio sobre mi piel mizo que cerrara los ojos, complacida. Respiré hondo, como si jamás hubiera respirado aire de verdad, y luego los abrí.
Paseé la vista por los alrededores, y se posó en una pequeña Gryffindor que estaba sentada sola en uno de los bancos. Parecía aburrida, y yo estaba deseando distraerme un poco de la ajetreada vida de alumna, por lo que me acerqué a donde se encontraba.
- ¡Hola! - la saludé alegremente. - Me llamo Lara, ¿y tú?