Amistades casuales [Gael Taladius]

Caminaba perdida en mis pensamientos por el bosque. Con la mochila bien colocada sobre los hombros y la capucha sobre la cabeza, pues amenazaba con llover. Aún no había caído ni una sola gota cuando vi una cueva a unos pocos metros y decidí entrar aunque solo fuese por pasar el rato. Cuando ya me hallaba en su interior decidí hacer la típica tontería que se me ocurre en estos momentos.
- ¡¡¡¡¡¡¡Holaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!- me reí por lo bajo con mi propia ocurrencia. En estos casos mi lado infantil salía a la luz con bastante facilidad, pero no solía haber nadie nunca para verlo...

Era un día tranquilo el sol apenas había salido unos minutos para luego ocultarse sobre un manto de nubes blancas que simplemente entorpecían el trabajo del sol, era un fin de semana, un domingo y no tenía nada que hacer en el castillo, así que había decidido visitar a mi pequeña Ignisis, al salir de los terrenos de Hogwarts me había dirigido por medio de la aparición a unas cuevas cercanas, donde Ignisis me esperaría hasta que llegara, había pasado poco tiempo con ella la acababa de comprar y todavía era un poco salvaje pero de alguna forma sabía que yo era como su amigo y así la trataba a ella, no como mascota si no como amiga. Caminé dentro de la cueva humeda y oscura con la varita en mano y un Lumos saliendo de esta para no perder la vista, hasta que a lo lejos pude distinguir un poco de luz producida por fuego, al acercarme para distinguir a una gran ave de color rojo y azul en las plumas, con ligeras llamas bailando alrededor, el Fénix se me quedó viendo unos momentos para después volar hasta mis hombros.

Hola Ignisis, ¿Cómo estás? – le pregunté mientras sacaba de mi bolsillo una galleta con chispas de chocolates, antes de que pudiera decir otra palabra se escuchó una voz de una chica diciendo hola, no lograba reconocer la voz, nunca antes la había odio – ¿Puedes ir a ver quién es, Ignisis?

Terminando de decir esto el Fénix levantó al vuelo, dejando un ligero rastro de fuego a su paso mientras se dirigía a la entrada para poder ver a una chica que entraba a las cuevas, era joven y no parecía peligrosa, después de dar unas pequeñas vueltas por encima de ella Ignisis volvió a mi hombro, y con un liego sonido me dio a entender que no era nadie que pareciera peligroso. Por lo que comencé a caminar nuevamente hacía la entrada con la luz de Ignisis alumbrando mi camino.

Mientras reía, vi de pronto acercarse hacia mí algo desde el fondo de la cueva. A los pocos segundos, un llameante fénix daba vueltas sobre mi cabeza. Yo nunca había visto uno tan de cerca, por lo que me asusté y caí al suelo, lastimándome la espalda. El fénix voló entonces de nuevo al interior de la cueva, y bajo su luz pude distinguir que se posaba en el hombro de un chico que aparentaba pocos más años que yo.
- ¿Quién eres?- pregunté a aquel chico entre sorprendida y asustada.

Caminaba despacio con Ignisis sobre mi hombro, el fuego del ave iluminaba mi camino pero no llegaba a tocar ni mi cabeza ni mi hombro por lo que no podía quemarme, al ver que la chica se había caído apresuré mi paso, suponía que la había asustado, posiblemente no esperaría encontrarse a nadie en la cueva y para qué negarlo yo tampoco había pensado en esa posibilidad, se había caído, y al mismo tiempo me preguntaba quién era..

Tranquila, no voy a hacerte nada – le dije con tono tranquilo mientas le tendía la mano para ayudarla a levantar, mientras tanto Ignisis había levantado el vuelo y se había posado en una roca cercana, inspeccionando a la chica con la que ahora me encontraba hablando – soy Gael, mucho gusto.

Seguido de esto esperaba que ella me dijera su nombre como era constumbre en una presentación, no parecía mala persona a simple vista, además de que era un poco pequeña, me preguntaba que hacía tan lejos de Hogwarts sola…

Finalmente el chico se acercó hasta mi y me ayudó a levantarme. Se presentó, pero me había hecho daño y ahora me había enfadado un poco.
- ¿Qué haces con ese pajarraco?¡Tendrías que tener más cuidado con un bicho como ese!¿No eres ya bastante mayorcito para saber controlar a tus mascotas?- estaba que echaba humo, y aunque no estaba gritando muy alto, había una chispa de furia en mi voz.

La voz de la chica aunque no fuera muy fuerte resonó por las paredes de la oscura cueva, haciendo que esta se intensificara, estaba enojada por haberse caído pero no era mi culpa que se hubiera asustado tanto, pero cuando mencionó a Ignisis, esta se enojó también un poco dejando salir un pequeño sonido agresivo de su pico.

Para empezar no es mi mascota, es mi amiga – le dije tranquilo pero con un tono serio, no quería que se enfadara aún más pero tampoco que pensara que podría conmigo – y para que lo tengas claro, es un fénix, intenta decirles que hacer y saldrás muy mal parada…

No sabía muy bien que pensar de esa chica, posiblemente tendría una pelea con ella, aunque una parte de mi esperaba que no fuera así mi cerebro me decía que iba a ser una chica cabezota… Simplemente esperaba que no fuera así.

Mientras el chico hablaba, en mi cabeza se agolpaban las imágenes de la última pelea que había tenido. No quería que esto acabase del mismo modo. Respiré lentamente y conté hasta diez mentalmente hasta que me calmé.
- Cierto. Perdóname. Me he dejado llevar por un instinto estúpido. Soy Angelina Riddle, pero si quieres puedes llamarme Angie.- Al fin, completamente tranquila y de nuevo dueña de mis acciones, le tendí la mano como saludo y le sonreí.- Siento haberte hablado de ese modo. No quiero que te hagas una idea equivocada de mi. Lo cierto es que me parecen unas aves fascinantes, pero nunca he tenido el gusto de ver una tan de cerca.- Esto último iba más dirigido al fénix que al chico, pues había notado su enfado.