Pensé que estaría tranquila [Cedric Blair]

Me había colado en aquella sala abandonada sin que nadie me hubiese visto.Necesitaba estar sola durante un rato y a aquellas salas no solía ir mucha gente. Coloqué un par de mesas juntas con un movimiento de varita para poder sentarme y así lo hice, cruzando las piernas, hundiéndome en la oscuridad de la habitación. Y bueno, no me pude resistir mucho más y saqué una de aquellas mierdas que había creado los muggles, cigarrilos. Quizás, sería lo único bueno que lograrían en su asquerosa vida.
Le di una honda calada y justo en ese momento se abrió la puerta de la habitación. Levanté la varita con la mano que tenía libre y apunté hacia allí.
-¿Quién narices se atreve a molestarme? -dije con tono enfadado y deseé que no fuese un profesor-. ¿Hola? -pregunté de nuevo.

Era uno de esos días donde, la clase que tocaba, a Cedric le daba igual, era algo demasiado sencillo pero sobre todo, aburrido. Como siempre que algo no le atraía, lo esquivaba, siempre recayendo en su viejo y amado vicio, la nicotina. Los pasadizos, a esta hora, eran por lo general deshabitados, ya que la mayoría de los alumnos estaban en clases y por lo tanto también los profesores. Mientras sacaba la cajetilla de cigarrillos, y se llevaba uno a la boca, el fantástico aroma a uno encendido lo atrajo, era obvio que alguien estaba fumando, y muy cerca.

Siguió revisando aquel pasadizo, siguiendo a su olfato, dejándolo frente a una puerta. La abrió sin más, todavía con su cigarro en boca y escucha como alguien se molesta.

- Sí, exactamente mi nariz fué la atrevida - comentó entrando y viendo a la chica sentada - ¿No deberías estar en clase, o algo así? -

Le doy otra calada al cigarro antes de contestar y miro al intruso durante un segundo. Vaya, parecía que tenía el mismo vicio que yo.
-Se supone, aunque tú también deberías estar en allí, ¿no? -deje escapar el humo de mi boca, con una suave sonrisa-. Geneviève de Lioncourt -me presenté, tendiéndole una mano con suavidad como si fuese de la monarquía y aunque estuviese parado todavía junto a la puerta. Le sonreí un segundo, dejando caer mi pelo sobre los hombros para luego echarlo hacia atrás con suavidad, casi con cariño.

El chico entraba sin permiso al salón ya no tan abandonado, mientras buscaba el ecendedor en su bolsillo, pero nada, lo había olvidado, otra vez. Qué más daba, era un mago. Al estar ya al lado de la mesa donde su acompañante, Geneviève por lo que había escuchado, estaba sentada y ofreciéndole su mano. Cedric sacó si varita y con un ligero agite de ésta, encendió su cigarrillo, fumando una gran calada en la cual mantuvo toda su nicotina dentro de los pulmones, aguantando la respiración.

-Cedric, Cedric Blair - dijo mientras tomaba la mano de la chica luego de guardar su varita, y se dispuso a llevarla a su boca, para besarla de reconocimiento - siempre es bueno conocer gente con la misma pasión, Geneviève - el trataba su hábito de fumar como una pasión, no una adicción, y eso era raro.

Al separar sus labios de la mano de la chica, aprovechó para soreír y largar el humo sobre la piel de ésta.

-Encantada -le respondí sin dejar de sonreír mientras que posaba mi mano sobre mi rodilla. Lo observé durante dos segundos, mirándolo fijamente, retándole con la mirada a desviarla los ojos de los míos pero no se dejó ganas por mis ojos azules-. Los cigarrillos deben de ser la única cosa de provecho que han inventado los muggles, en realidad, dudo que lo hayan hecho ellos y no un mago -dije riendo, tomé una última calada de lo poco que quedaba de cigarrillo y lo apagué contra la mesa en la que estaba sentada.

Moví las manos nerviosamente sobre mis piernas, cuando no tenía algo en las manos siempre buscaba algo con qué tenerlas entretenidas. No sé por qué pero cuando vi que todavía le quedaba medio cigarro a Cedric me dieron ganas de cogérselo, quizás por lo indecente que sonara que fuese suyo y a la vez tan tentador. Levanté una mano de mi rodilla pero me quedé quieta durante un segundo.

-Tonterías mías -le dije con una sonrisa dulce, desviando por un segundo la mirada por su torso, sin quererlo casi.

Cedric apoya las manos en ambos lados de la mesa, rodeando a la chica, para hablar más, 'cómodo'. Escucha su comentario sobre los muggles, "Qué raro, como si nunca hubieses escuchado algo así", pensó. Se dispuso a seguirle el juego, como ya era de saber, el chico no tenía ese odio contra los muggles.

-Jajaja, pues, entonces disfrútalo más - dijo entregándole su propio cigarrillo, recién sacado de su boca, para que le dé una pitada -vamos, sé que quieres - sonrió divertido.

Miró por un momento el techo, luego relojeó la cara de la joven, y luego su cuerpo, de pies a cabeza; no, no se le hacía conocida.

-¿Eres nueva?, porque nunca te he visto, creo -

Debería de sentirme incómoda al tenerlo tan cerca de mí, rodeándome de aquella manera pero contra todo pronóstico sonreí y acerqué mis labios al cigarro que me tendía, acariciando sus dedos sin querer cuando le di una calada a su cigarro. Sonreí y me eché un poco para atrás, guardando un poco las distancias entre ambos, aunque fuesen unos meros centímetros.

-Sí, la verdad es que no llevo mucho por aquí a parte, suelo estar en aulas como estas la mayor parte del tiempo... divirtiéndome, o por lo menos intentándolo -dije riendo y solté el humo que tenía en mi interior, llevando la cabeza hacia atrás, dejando escurrirse mi pelo por la espalda y dejando la piel de mi cuello un tanto expuesta hacia él, casi sin darme cuenta-. Aunque nunca había aparecido nadie por aquí para acompañarme. Y... ¡oh vaya, no me he presentado! -dije haciéndome la tonta y le di dos suaves besos en cada mejilla, soltando una carcajada cuando su barba me hizo cosquillas-. Me suelen llamar Viè, por eso de que mi nombre es demasiado largo pero a mí me parece precioso entero.

Sintió el roze de sus labios con sus propios dedos, cuando ella fumó de su cigarrillo, y simplemente sonrió. Escuchó sus palabras y no pudo evitar reírse, arqueando una de sus cejas y negando con su cabeza divertido.

-¿A esto le llamas diversión? - se acerca aún más y completa, algo cerca -En verdad que alguien te debería enseñar a divertirse en serio - termina dándole énfasis a la última palabra.

Lleva su propio cigarrillo de vuelta a su boca mientras aprecia el largo cuello de la joven, pensando, en quién sabe qué. Él también se ríe al sentir ambos besos de la chica seguido de su risa.

-¡Hey!, ¿De dónde vienes? ¿Francia o algo así? - pregunta interesado, nadie de aquí saludaba de esa manera - Viè, ya, lo tengo, pero no te diré así - se ríe y alcanza una silla desde detrás suyo, dándole la vuelta para sentarse, cruzándose de brazos - Dame tiempo, se me ocurrirá una buena manera para llamarte -

-En verdad soy del norte, norte. Helsinki, para ser más concretos pero esa forma de presentarse la copié de mi abuela, que era italiana -le comenté sin perder la sonrisa-. ¿Llamarme de otra forma? No sé si te dejaría... Acepto lo de Viè porque me gusta pero otra cosa... no sé, no sé -reí con suavidad y me le bajé de la mesa con un saltito, poniéndome justo en frente a la silla de Cedric.

Le dediqué una sonrisa traviesa mientras que lo examinaba con mi mirada, intentando ponerlo nervioso, sacar cualquier reacción inconsciente de él, esas eran las mejores.

-Divertirme, en serio... -repetí las palabras de su primer comentario-. Hay gente que se divierte volando en la escoba, otros leyendo, haciendo travesuras... -fui dejando caer el tono de voz hasta hacerlo un murmullo- y hay otros que... son diferentes -sonreí de nuevo y pasé la uña de mi dedo índice con suavidad por la línea de su mentón, con un suave arañazo que era devuelto por su barba.

Y antes de que pudiese reaccionar me reí por lo bajo y me senté de nuevo en la mesa, dirigiéndole una sonrisa traviesa.

Escuchaba cada una de sus palabras asintiendo, prestando atención de dónde venía, sabía que no era de aquí. Sonrió cuando se quejó del mote futuro que le podría poner, y luego de rascarse la nuca, le contestó.

-Te gustará, yo nunca fallo, cariño - le guiñó el ojo divertido, acomodándose mejor en la silla.

La actitud que tuvo luego a Cedric le pareció muuuy familiar, era obvio que era de las suyas, le divertía jugar con eso. Alzó las cejas, sabiendo que si ella quería lograr que él se ponda nervioso, saldría de esa situación frustradamente.

-Lo diferente me gusta - dijo casi interrumpiéndola, mientras sentía su dedo en el mentón -En realidad, es lo que siempre busco, lo cotidiano y rutinario me aburre, Viè - dijo apoyando ambas manos en sus propias rodillas, acercando su cara a ella, a la altura de sus piernas -Pero no te veo divertida, al menos, no serias capaz de seguirme -

Sonrió divertido, calando algo de nicotina allí, para largarla en las piernas de la joven.

Madre mía. Ese es el comentario que se me pasa por la cabeza después de sus palabras y tras sentir su aliento escurriéndose por mis piernas. Le miré con una ceja alzada, en respuesta a lo último que había dicho.

-¿Y por qué no sería capaz de seguirte? -le pregunto mientras que bajo de la mesa otra vez, poniendo una mano sobre su hombro.

Camino dos pasos y me pongo tras él, sin apartar mi mano de allí pero sin que pudiese verme la cara. Acerco mis labios a su oreja, por detrás, dejando escapar primero suavemente un leve suspiro y hablando seguidamente.

-Dices que te gusta lo diferente. Estoy casi segura de que resultaría nuevo que te dejara ahora aquí, solo -susurré y le di un pequeño mordisco al lóbulo de su oreja-. No creo que estés acostumbrado a que te den calabazas pero... conmigo vas a tener que trabajar un poco más, mucho más -reí suavemente todavía cerca de su oído e hice un poco más de fuerza en su hombro, con una caricia y le di otro mordisquito a su oreja, con suavidad.

Cedric en su típica posición, ahora de brazos cruzados y sentado cómodamente en aquella silla, siente la mano de su compañera sobre su hombro, sonríe por su pregunta y sin más le contesta, mirándola.

-Muy pocas pueden seguir mi ritmo, ¿tú crees poder? .- pregunta.

Sigue mirándola fijo, y cuando ella se decide por girar detrás de él, nisiquiera le sigue la mirada, se queda viendo al frente inclinando una de sus comisuras, sonriendo de lado. Siente un susurro, un soplido en su oído.

Sonríe por lo que le dice y termina riéndose -Ya, no creo que quieras irte Viè- sigue escuchando lo que tenía para decirle mientras recibe el mordisco que ella le da a su oreja, alzando una ceja -¿Trabajar?, joder, eso sí es aburrido, que pena - dijo, negando con la cabeza.

Sintió como la chica seguía con su 'táctica' de seducción, acariciando su hombro y sin parar de jugar con su oreja y lóbulo.

-Vamos, que sino terminarás por darme la razón, que no me puedes seguir, y no creo que eso te agrade - acota Cedric, mientras se inclina un poco a la mano con la que ella sostenía el hombro de él, para besar uno de sus dedos y morderlo levemente.

No, la verdad tampoco pensaba que quisiera irme. Sonreí levemente, todavía tras él al escuchar el diminutivo que me gustaba de mi nombre pero terminé por fruncir levemente el ceño con su último comentario, justo antes de sentir sus labios sobre mi mano.

-Entonces no te gusta trabajar -seguí susurrando tras él.

Coloqué la otra mano en su hombre también libre y lo abracé lentamente por detrás, deslizando mis manos con un poco de fuerza por su pecho, hasta que mi pecho quedó pegado a su espalda y mi cabeza cerca de su oído. Mi pelo caía a su alrededor, seguramente haciéndole cosquillas pero no lo aparté, sino que seguí bajando con mis manos justo hasta dejarlas a la altura de su abdomen.

-Es una pena que no te guste trabajar... No sé, apuesto que eres un campeón con estos oficios, bueno, pero no tanto como yo -reí suavemente, con un susurro sobre su oreja, un tanto arrogante-. Y contestando a tu primera pregunta... Creo que debería ser al revés, ¿aguantarás tú, antes de nada, lo que me queda por seducirte?

Sonreí escondida entre su cuello y deje un reguero de suaves besos desde su oreja hasta su mentón. Jugué con mis manos durante un segundo, haciendo que bajaran un poco más pero devolviéndolas a su posición, intentando hacer que se le acelerara un poco el corazón.

Seguía con la mirada el recorrido de su mano, que bajaba desde su pecho, mientras la chica lo abrazaba, seductora. Cedric sonrió al instante, bien, al menos había confirmado que la chica sabía en grandes rasgos como jugar, pero ella no tenía ni idea de la altura en la que jugaba el ex-león.

Sintió besos, por su cuello, oreja y mentón, un camino que "la nueva" estaba marcando. Había sobrevivido a muchos tipos de seducciones y si ella quería jugar a que podía hacerlo actuar, ¡Já!, que lo intentara.

Mordió su labio divertido y se giró para verla, cuando la chica bajaba su mano más aún, entrando en un terreno peligroso.

-Si apuestas eso te afirmo que ganarías - dijo inclinando el cuello para facilitarle el trabajo -Y sí, aguantaré, tengo un muy buen auto-control - comentó casi ríendo, llevando ahora los dedos de su mano hacia los labios de ella, para rozarlos y delinearlos, suave y lentamente, mientras le explicaba -Vamos, te daré una ayuda; si te rindes puede que te de una muestra de porque no me seguirías - terminó por decir, para luego girar los ojos -Pero, si insistes en seguir... -

El chico sabía que, sí seguía provocándola, quizá ella terminaría por jugar su mismo juego, o era eso o se iría por la puerta de atrás, con su ego herido, de cualquier forma ganaba.

-¿Rendirme? -solté una carcajada sarcástica, sin poder reprimirla-. ¿Te rendirías tú cuando sabes que vas a ganar? -dije poniendo mucho más énfasis en las últimas palabras.

Di la vuelta y me coloqué frente a él, agachándome un poco para que mi cabeza quedara a la altura de la suya. Me acerqué a su oreja lentamente, como un gato y le hablé con un susurro.

-Detrás de toda esa arrogancia sé que estás loco por mí, por lo menos durante un buen tiempo. Puedo ser mala y dejarte a las puertas del éxtasis -susurré mientras que me acercaba más a él, sentándome sobre sus piernas. Me separé un poco para mirarlo a los ojos, sonriéndole con una pizca de picardía y travesura-. Puedo portarme mal y hacer cosas como estas -seguí susurrando mientras que acercaba mis labios a los suyos, rozándolos al hablar- o algo así, también -perfilé mi labio inferior con mi lengua y acaricié el suyo con el mismo, lentamente, mientras que se lo esperarse, seguramente; me apreté un poco más contra su cuerpo. Seguidamente metí las manos por debajo de su camisa y arañé su pecho con suavidad, en un intento de arrancarle un escalofrío-. Y, de momento, ya te voy ganando, cariño -dije riendo con suavidad.