Estudiando [Arianne]

El tiempo pasaba rápido. Abigail era más consciente de eso que nunca. Ya las vacaciones de invierno habían terminado hace rato, y ése había sido su límite. "Cuando vuelva de vacaciones de invierno, comienzo a estudiar", habían sido sus palabras textuales. Y ahora las maldecía.

Hacía como dos largas vidas que estaba sentada allí, en la Sala Común, intentando no correr a buscar soga y colgarse de la Torre de Astronomía. Dos largas vidas y una hora atrás, había pasado por la Biblioteca, y había sacado libros. Muchos libros, de todas las asignaturas imaginadas: Pociones, Encantamientos, Transformaciones, DCAO, Aritmancia, Adivinación, Cuidado de Criaturas Mágicas... En fin, de todo. Aunque hubiera materias que no cursara, por las dudas, había sacado un libro, por si era necesario.

En ese momento, lidiaba con Defensa Contra las Artes Oscuras. No entendía un demonio. Y no porque el profesor explicara mal, sino porque ella no prestaba atención en clases.

Bufó por millonésima vez, y cambió de página, esperanzada por encontrar en algún momento algo que entendiera.

Arianne estaba entrando a la Sala Común después de un largo día de vagancia. Sí, debería estudiar más seguido pero de sólo pensarlo se aburría. Su padre ya le había comentado aquello, "Aria debes estudiar más o tendremos una larga conversación", lo que en idioma de cualquier adolescente en lugar de la chica significa: "Estudia o perderás todo privilegio". Pero aún así, seguía prefiriéndo en molestar a aquellos sangre sucias que tienen la mala suerte de toparse con ella.

Al observar el lugar y antes de pensar en ir directo a su habitación para... no sé... discutir sobre la inmortalidad del fénix consigo misma, vio a Abi con un montón de libros. Decir que eso no le llamó la atención, sería una gran mentira, por lo que solo se acercó a ella y se sentó a su lado sin pedir permiso.

―¿Qué haces, mujer? ―le pregunta como si estuviera haciendo algo horrible―. ¿No sabes que estudiar es nocivo para la salud?

"Bien, entonces los no sé qué diablos estudian a los demonios. ¿O era a los pixies?" Abi sufría de esos pensamientos con regularidad, por lo que iba anotando ciertos términos en un pergamino a su lado... lleno de relatos. Allí se podía leer claramente, con la irregular letra de la muchacha, "los goblins se acercaron a los humanos, cautelomagizoologíasamente".

La serpiente estaba tan concentrada en sus pensamientos que no sintió llegar a Aria. Lo que hizo que se sobresaltara un poco al oírla.

―Merlín, sí ―respondió a la pregunta de su amiga, con voz segura―. Estos libros pretenden asesinarme ―los señaló acusadoramente con el dedo índice y voz de niña pequeña―. ¿Qué hacías por aquí? ―preguntó, luego, recuperando su voz.

Arianne ríe ante la actitud infantil de la chica y se fija en los 'malditos' libros que atormetan a Abi. Todos ellos tratan sobre las clases que tenían y ¡Por Merlín! Eso se llama masoquismo por donde se le mire.

―Pueeeees ―comienza a decir, aún viendo todas las materias que deben cursar―: estuve de vaga todo el día y pensé... 'creo que debo buscar algo productivo qué hacer' y heme aquí, meditando si debo hacer mi buena acción del día y ayudarte con aquellos asesinos.

Mira a su amiga y le sonríe, divertida. Sabe que Abigail no es una Sytherin común, por lo que aún no sabe como actuaría ante un acto tan de samaritana como el que Arianne está tratando de hacer.

Al oír las palabras de su amiga, Abigail sonrió ampliamente.

―Juro que si me ayudaras, te adoraría de por vida, fundaría una religión que te idolatrara como diosa máxima y te haría un templo de oro sólido ―ok, quizás la chica había exagerado ligeramente, pero es que parecía que los libros se lo hacían a propósito. Y ella, que no leía ni la revista Corazón de Bruja...

Rogó por que Arianne no lo tomara muy al pie de la letra. Aunque, desesperada como estaba, sería más que capaz de hacerlo.

La chica mira maliciosa a la otra Slytherin, mientras toma el libro que tenía en las manos y que al parecer torturaba a Abi.

―Me basta con que me idolatres ―comenta, encogiéndose de hombros―. Puedes guardarte la religión y el templo de oro sólido. ―Esperó unos segundos, en los cuales meditó y agregó―. Aunque un monumento no me vendría mal, querida. Aún no convenzo a mi padre que hacer uno sería lo correcto.

Su voz sonaba divertida, más no arrogante y eso que ella en alguna otra situación habría aprovechado para mostrar su superioridad, esa de la que tanto se vanagloria. Sigue hojeando el libro y una mueca de desagrado mostró su rostro. Cuidado de criaturas mágicas era la clase que Abi había decidido estudiar y... joder, Aria desprecia esa asignatura con todas sus fuerzas, aunque aún así no se compara con Encantamientos.

―Vaya, Abi, ¿no pudiste encontrar algo menos interesante en la Biblioteca? ―le pregunta mientras dejaba al lado el libro y tomaba una de pociones, que de hecho es en lo que mejor se manejaba―. No sé, ¿alguna biografía del "Niño que no alcanzó a morir"?

Abigail no pudo evitar soltar una carcajada. Claro que si pudiera, le haría un monumento. O diez.

―Bien, oh, bella señora ―comenzó a idolatrarla―. Tus cabellos rubios brillan como sol de mediodía. Tus ojos verdes son como dos esmeraldas refulgentes en un campo nevado, que es tu piel ―su cursilería la sorprendía. Y no gratamente―. PUAJ, ¿yo dije eso? ―preguntó en un susurro, cargado de asco.

―Y eso que busqué los que tenían títulos más bonitos ―respondió la castaña―. Mi lady ―añadió, con una sonrisa. Miró como Arianne cambiaba de libro a Pociones―. Aquí ―señaló el libro―, se encuentra uno de mis principales problemas ―comentó, mirándolo con cierta insidia.

La cara de contrariedad que se iba formando en el rostro de Arianne mientras la otra chica iba describiéndola de aquella forma, no tenía precio. Era tal el nivel, que inevitablemente tuvo que levantar su cabeza y mirar directamente a la chica.

―Sí ―dice al fin, saliendo de su sorpresa―, tu dijiste eso. ―Y por fín se largó a reir casi a carcajada limpia, pusa su mano en su rostro para evitar llamar la atención de los demás compañeros―. ¡Por Merlín! No te lo tomes tan en serio, mujer, que saldré corriendo.

Ve como Abi apunta al libro de pociones y sonríe.

―Vaya, señorita, pero qué suerte tiene ―susurra burlona―, justo me manejo especialmente bien en esta asignatura. Creo que te salvarás este año, querida.

―Merlín, soy el patetismo con pies ―dictaminó Abi, aún medio asqueada―. No me creía capaz de decir tantas cursiladas juntas sin que me estallaran los globos oculares, o algo similar ―fingió confiarle en secreto.

Con un susurro burlón, Aria le contó a Abigail que manejaba especialmente bien la asignatura de Pociones y el rostro contraído por el asco de la serpiente más joven, pasó a una sonrisa reluciente.

―Te adoro, te adoro, te adoro ―susurró la castaña―. Sin tí, estoy perdida ―añadió, en tono dramático―. Es como leer en chino ―se quejó, finalmente.

―Bah, no te preocupes... no saldrá de entre nosotras, te lo prometo ―le dice, moviendo su mano en un gesto que le quitaba importancia al hecho. Seguía hojeando el libro con tranquilidad, algo interesante debe haber por allí, algo que pueda servirle más adelante, pero la voz de la chica la devuelve a la realidad.

Arianne no puede evitar reir nuevamente al escuchar a Abi, tan dramática. Le cae bien, no lo negará, es bastante sencillo estar con ella, no hay necesidad de mostrar una faceta fría porque la otra Slytherin sabe mantener a la rubia interesada.

―No te me declares tanto que me lo tomaré en serio ―dice en modo de broma, mirándo a la chica de reojo, se pregunta, ¿sabrá de la condición sexual de Arianne? Pero es la misma chica la que se encoge de hombros y sigue con la conversación―. Y no es leer en chino, sólo es saber seguir instrucciones ―le comenta mostrándole el libro―. Aunque cueste, querida, hay que seguir las reglas de ves en cuando.

La chica ríe un poco antes de volver a posar su mirada en el libro, buscando una poción que pueda ser facil de realizar, así por lo menos puede hacerse una idea del nivel de Abi en esa materia.

Abi sonrió, a la vez que agradecía a la rubia por guardar el secreto.

A Abi, la Slytherin le caía muy bien. Era casi un ejemplo a seguir en varios aspectos. Era fría con la gente que no le interesaba, y cálida con otros, como con ella, una cualidad que admiraba de sobremanera.

―Vale ―dijo la castaña, agachando la cabeza con una sonrisa―. Pero es que es difícil seguir las reglas... Y aburrido ―añadió, con una mueca―. Sobre todo, aburrido ―aclaró.

Rio con la chica mayor, y vio como pasaba las páginas del grueso libro de Pociones, buscando algo.

(OFF: peeeeeeeeeeeeerdón por la demora, pero tenía una amiga que estaba casi deprimida, y tuve que estar con ella los dos días u.u)

OFF:

―Sí, no te puedo negar que en muchas ocasiones es aburrido ―comenta y mira a la chica por unos segundos―, bastante aburrido.

Porque para Arianne seguir reglas no es un problema pero todo se vuelve tedosioso bastante rápido para su gusto. Mantiene una sonrisa en su rostro por unos segundos, los suficientes como para volver a concentrarse en el libro.

―¿Qué es lo que están pasando en pociones? ―pregunta al darse cuenta que ese dato no lo tenía muy en claro. Hace varios días que no se pasa por esa clase y ahora que lo piensa tendrá que hacerlo antes de que su padre se le ocurra preguntarle como va en clases―. Podríamos practicar una de las que ya enseñaron, ¿te parece?.

Abi dudó. Las últimas clases de Pociones las venía saltando todas. Y no, no las evitaba, solo... le entraba la necesidad de hacer algo más productivo justo en el momento en que veía que tocaba Pociones.

―Siendo sincera, no tengo idea ―dijo―. Ando de vaga en clases, y si voy no presto atención ―sonrió ampliamente, intentando justificarse. ¿Se sentía orgullosa de faltar a clases? No, claro, pero tampoco es que la vagacidad (?????) la mataría. Lo que sí la mataría, sería su madre, pensó. Pero luego le quitó importancia al pensamiento.

―Me parece ―asintió a la sugerencia de la rubia. Entre eso, e intentar una nueva, prefería eso.

―Pues somos dos ―dice la rubia Slytherin con respecto a lo vaga que ha estado este último tiempo, pero es que de verdad, a veces las clases son tan aburridas que por más que intenta poner atención (o entrar a ellas) le es imposible―. Tendremos que hacer algo con respecto a eso ―dice, riéndose―. ¿Qué poción practicaremos si no sabemos en qué vamos?

Arianne mira a la chica por unos segundos y comienza a pensar, ¡vamos! ¿Qué tan difícil puede ser recordar algo tan simple como eso? Vuelve a hojear el libro y encuentra una que había estado de moda hace un tiempo.

―¿Qué te parece Amortentia? ―pregunta, aún sin saber si la habían enseñado―. Por lo que se ve es de fácil elaboración.

Abi sonrió ligeramente. Aria tenía razón, había que hacer algo. Que ella quisiera, era otro cantar, pero si no, su madre la mataría. Y a Abi le gustaba vivir, sí señores.

―Prometo retomar las clases... algún día ―dijo la castaña, a sabiendas que ese día no sería pronto.

―Vale, que sea Amortentia ―repuso la menor, ante la sugerencia de la rubia―. ¿Es la del amor, no? ―preguntó.

―Algún día ―repite ella entre pequeñas risas, entendiendo completamente a la chica. las clases son demasiado aburridas―. ¿Será el mismo día que yo vuelva, no? Espero de verdad que no se preocupen de la asistencia que sino... creo que tendré graves problemas con mi padre.

Al escuchar la respuesta de Abigail, Arianne asiente levemente.

―Sí, aunque más que amor es una poción que provoca obsesión ―se encoge de hombros―. Lo que no entiendo es como hay personas que puedan utilizar este tipo de pociones para atraer a la persona que le gusta. Es simplemente patético. Bien, ¿tienes tu caldero y esas cosas, Abi?

OFF:

―Posiblemente ―dijo Abi, con una sonrisa―. Los míos serán con mi madre ―añadió―. Amenazó con enviarme a un colegio de monjas la última vez ―no, Abi no era religiosa. Que quisiera creer que creía, era una cosa, pero ¿un colegio de magia de monjas? No creía eso.

―Pienso igual ―murmuró, al oír las palabras de la rubia―. Si te gusta alguien, es patético que lo envenenes, porque es prácticamente lo que haces con una poción ―buscó un poco, revolviendo algunos libros sobre la mesa que ocupaba, hasta encontrar el caldero y algunos ingredientes que tenía en su baúl. Se los mostró a su amiga―. ¿Está bien esto?

off: ¡Felicitaciooones!^^ hay que celebrarlo eso!

Arianne se muerde el labio cuando escucha hablar a Abigail, tuvo ganas de reírse por lo del colegio de monjas, sabía lo que eran gracias a uno de sus mejores amigos, sino habría tenido que preguntarle a la chica de qué hablaba.

―¿Existirán mágicas? ―se pregunta, en voz alta y curiosa―. Sería algo realmente irónico, ¿no? ―Una sonrisa se formó en los labios de la rubia chica cuando trató de imaginárselo. Sí, irónico, tanto como el significado de su nombre y su personalidad―. No lo creo, son dos puntos no muy concordantes.

Asiente por lo siguiente que había dicho su amiga. Son cosas que no comprende y que ni trata tampoco. Las chicas cuando se obsesionan con alguien son capaces de todo para que esa persona se fije en ellas. Y para Arianne eso es un acto de poco amor propio.

―Sí ―coincide―, si te gusta alguien conquístalo, como mínimo, por tus propios ‘atributos’. Además, demuestran una estupidez mayor de la que tienen y sin contar que nos denigran a todas. ―Porque ese es otro punto muy importante para la de ojos verdes. Muchos creen que todas las chicas son capaces de llegar a algo así y ella jamás lo haría―. Yo nunca me rebajaría a eso, una poción de amor, por muy perfecta que me salga, no me ayudaría… ―Se detiene unos segundos y agrega―: Para eso está el Veritaserum, querida.

Ríe por su chiste privado, a la vez que toma el caldero y las pocas cosas que Abigail le pasaba. Las revisó por un momento y le sumó unos ingredientes que tenía en su bolso.

―Con esto es más que suficiente, Abi, crearemos un poco de este brebaje y nos divertiremos un rato jugando con ella ―termina de hablar y una malévola sonrisa se formó en su rostro. ¿Había pensado en estudiar? Bueno, hay mejores cosas que hacer… y con las que también puede aprender.

―Pienso lo mismo ―murmuró la castaña, al oír a su amiga. Monjas y magia, por más que empezaran con la misma letra, eran tan distintas como ella y un Hufflepuff. Y eso es decir mucho.

Asintió a lo que Aria había dicho. ¿Es que no tenían amor propio? se preguntó.

―Yo tampoco lo haría ―añadió―, más por orgullo que por temor a que me salga mal ―comentó, con una risita.

Arianne tomó su caldero y los ingredientes, agregó unos más e hizo un comentario que hizo que una sonrisita malvada se formara en los labios de la serpiente más chica. No tenía idea en qué pensaba la rubia, pero eso de divertirse le atraía. Mucho.

―¿En qué pensabas? ―inquirió, sin dejar de sonreír. Era claro que su amiga sabía ponerle diversión a las pociones.

―Bueno, bueno, podemos ver cuales son los efectos de esta poción en algunos de nuestros compañeros. ―No pudo evitar un Déjà vu al decir eso, pero trató de que la idea no se expandiera más de lo necesario―. Y sería mejor aún que ese compañero tenga una novia. Es solo ver las reacciones humanas, el como actúan los jóvenes dentro de un contexto adecuado, creo que los muggles lo llaman sociología o algo así.

Arianne se levanta y deja las cosas en uno de las mesas de la Sala Común, y se da vuelta para mirar a Abi.

―¿Te unes? ―le pregunta―. Es sólo un pequeño experimento, no pasará a mayores. Si eso te preocupa te doy mi palabra que nada malo nos pasará a nosotras.

Abi ni lo pensó. Solo asintió enérgicamente. La idea de Arianne le había gustado. Mucho. Y que no tuviera riesgos luego solo lo hacía mejor.

―Sólo dos preguntas más ―comentó―. ¿Cuándo comenzamos y qué es necesario?

¿Que Abi tenía rostro de niña buena? Bueno, tal vez. Pero nunca juzgues a un libro por su portada (y si la castaña tenía rostro de nunca he roto un plato, ni hablemos de la rubia, quien había dado la idea).

La serpiente más chica se paró, sonriente. Siempre, siempre era buena idea molestar a alguien. Y si podía justificarse con eso del aprendizaje, pues bienvenido sea.

―Ahora necesitamos mucha paciencia para hacer esta cosa ―le dice con un pequeño gesto de inconformidad, uno que desapareció casi al instante―. Pero si sabemos sacar bien la poción no debería ser mucho tiempo.

Ve a los de su alrededor y ahuyenta a aquellos que están mirando en dirección de ellas. Odia eso, ¿acaso no tienen vida? ¿No tienen nada mejor que hacer?

―Ya, estos idiotas necesitan comprarse una vida ―comenta, observando a Abi nuevamente―. No deben ser muy caras. ―Deja las cosas que ocuparán en la mesa y las prepara para cuando las necesiten―. Comenzamos cuando tu quieras, ellos no nos molestarán... por el momento.

Y una pequeña sonrisa malévola se volvió a asomar por su rostro.

―¿Paciencia? ―pregunta Abi, demostrando su inconformidad―. ¿Qué es eso, una comida?

No. Abi no espera. No le gusta. Otro motivo más para aborrecer las Pociones.

―Vale, tú mandas en esto ―añade, luego. Aria manda, Abi responde. La castaña no acostumbra ese lugar, pero no se queja si eso hace que las Pociones sean entretenidas.

Ve que Aria mira a su alrededor y la imita. Varias personas las miran, interrogantes. Abi saca su mejor mirada fulminante, esa que es capaz de descongelar los polos y los mira. Todos se dispersan.

―Oí que había un servicio de envío de vidas por lechuza ―comenta, pensativamente―. Creo que haríamos un bien a la humanidad colgando el anuncio en la cartelera de las casas ―añade, subiendo la voz solo un poco, pero lo necesario para que todos la oyeran. Suelta una risita.

―¿Qué tal ya? ―sugiere―. Me agradó tu idea, pero no quiero esperar.

―Hablando de tu idea, ¿a quién fastidiaremos? ―pregunta, curiosa.

(off: perdón por la tardanza culpa de natación que me hace ir los sábados, de mi fiesta de 15 que me ocupa las tardes y del colegio que se apropió de mis mañanas -.-)