Las facetas no funcionan con alguien que conoces desde siempre. [Nelliel Mathews]

Arianne iba en dirección a las Mazmorras, no tenía nada mejor que hacer en ese momento, por lo que decidió ir a su Sala Común para aburrirse por lo menos en su "territorio". Bueno, ella tiene que ser sincera, debería estar en la clase de Cuidados de Criaturas Mágicas pero para la rubia chica de Slytherin esa materia es una pérdida de tiempo. Sí, no le encuentra el sentido a arriesgarse para ver a unos estúpidos animales sobrenaturales.

Mientras caminaba, se encontró con uno de esos compañeros que tenían la necesidad de... aumentar el ego de ella. No es que a Arianne le moleste, pero de verdad que sean tan poco originales... la aburre. Y cuando la serpiente está aburrida siempre un sangresucia sale perdiendo. Porque esa es la ley de la vida. La del más fuerte. No cualquiera puede sobrevivir, siempre es el depredador el afortunado. Y Arianne aún no tiene uno, o eso es lo que ella quiere creer y hace entender a todos.

Al chico, sólo le sonreía con coquetería, pensando en como salvarse de él. En un momento en donde se perdió en sus pensamientos, sólo fue conciente de lo que ocurría cuando la voz de su desesperante acompañante le indicó que algo no andaba bien.

―¡Hey, Mathews! ¿Es que acaso la sabelotodo se ha perdido? ―Arianne levanta su mirada sólo para encontrarse con Nelliel frente a ellos.

Mira por unos segundos a la chica y pasa su mirada al Slytherin que se había metido con la persona equivocada. Saca su varita rápidamente mientras tomaba el rostro del chico por las mejillas y lo giraba para hacer que la mire directamente a ella.

―¿Quién te crees que eres para molestar a una Mathews? ―le sisea, a unos centímetros de su rostro, colocando su varita en el cuello―. ¡A la hermana de Alexander y Tiffany! ―agrega inmediatamente varias octavas más alta―. Escúchame muuy bien, idiota. Vuelve a decirle algo y antes de que los otros dos puedan decir Hipogrifo tu estarás en la Enfermería vomitando babosas, ¿entendiste? ―Ve como el chico asiente rápidamente y ella lo suelta―. Y ahora piérdete, idiota, no te quiero ver más cerca mío.

Lo ve alejarse apresuradamente de ellas y la rubia posa su mirada en la Ravenclaw.

―Hola, Nell, hace mucho que no te veía ―dice, como si nada hubiese ocurrido recién, acercándose a la chica―. ¿Cómo has estado?

Bueno, bien, me había saltado una clase, pero no pasaba nada ¿no? Solo era una clase y había sido por una buena razón, me había perdido, estaba leyendo un libro nuevo sobre el cuidado de las chinchillas, pues estaba pensando en comprar una... tal vez y mi lectura me había llevado a... ¿donde estaba? Bueno, ya encontraría el camino, en cuanto a la clase, podía pedirle los apuntes a alguien, solo era una clase, tranquilidad absoluta, no era la primera que se saltaba... pero sí era una de las pocas.

Suspiré y guardé el libro en mi cartera, fue en ese momento cuando escuché una frase dirigida a mí.

- ¡Hey, Mathews! ¿Es que acaso la sabelotodo se ha perdido? - Sabelotodo... no era ese el atributo que me asignaría, me gustaba leer, me gustaba saber cosas y se me daba bien estudiar, además era mas lista que muchos que conocía, como por ejemplo ese que me estaba molestando.

Abrí la boca para contestar, pero al parecer alguien lo hizo por mí, observé como una conocida cabellera rubia, se acercaba al chico, sacaba su varita, tomaba el rostro del chico por las mejillas y lo giraba para hacer que la mire a ella. Entonces comenzó a hablarle de forma amenazadora y puso la varita en el cuello del chico.

Luego de varias amenazas, soltó al chico y le dejó ir, para girarse hacia mí, pero a mi no me daba miedo, pues de hecho era la mejor amiga de mi hermano y también era mi amiga. Le sonreí y la observé acercarse mientras me preguntaba como había estado.

- Bien, como siempre, entre libros ¿y tú, Aria? ¿Que es de tu vida? - le pregunté con esa curiosidad tan típica de mí.

Arianne le sonríe sinceramente a Nelliel. Tiene muy en claro que ella hubiese podido defenderse sola, pero el otro Slytherin habria vuelto ha molestarla apenas la viera. Es que esos idiotas no entienden con palabras, las amenazas son mucho más efectivas.

―Pues aburrida y tratando de convencer a mi padre de que me compre una mascota interesante, no un gato ―le dice, frunciendo el ceño. Recordando la conversación que tuvo con él hace unos días cuando la visitó en Hogsmeade―. ¿Desde cuando que un felino no más grande que un perro es más emocionante que un Abraxan, Nell?

No pudo evitar rodar los ojos como si no entendiera lo que su padre le estaba tratando de decir, aunque en realidad sabía que él no la cree lo suficientemente responsable de cuidar a un animal dependiente. Algo de que su soberbia es tan grande que no le permite preocuparse de otros, o algo por el estilo.

―Pero bueno, apesar de eso, nada del otro mundo. ―Se encoge de hombros―. Este colegio cada vez es más aburrido, ¿te has dado cuenta de eso?

En eso, vuelve a mirar en dirección en donde el chico que había molestado a Nelliiel se había perdido y un bufido se escapa de ella. Tan solo recordarlo se molestaba.

―Por cierto, si ese idiota vuelve a molestarte o cualquier otro decide hacerlo―dice, mientras la mira directamente a los ojos―. Sólo dime, de verdad que no tendré problemas en enviarle a la Enfermería, aunque ahora que lo pienso, la idea de las babosas ya no es tan interesante, algo interesante se me ocurrirá.

Comencé a reír, nunca me aburría con Arianne, aunque entendía la posición de su padre.

- Bueno, entiendo lo que dices, los gatos son bastante aburridos, aunque a mi me gustan bastante, pero desde luego no son comparables a un Abraxan, pero supongo que el Abraxan requiere de muchos cuidados, deberías intentar convencer a tu padre de que estás capacitada para cuidarlo, seguro que puedes hacerlo, Aria. Y sí, este colegio es cada vez mas aburrido, supongo que por eso no he tenido demasiadas oportunidades de regañar a mi hermano - lo cual me recordaba que hacía días que no veía a mi hermano - Por cierto ¿sabes algo de él? No habrá hecho alguna de las suyas ¿no? Hace días que no lo veo, será aburrido, pero también es grande - contesté refiriéndome al colegio.

Observé hacia donde miraba Arianne y al darme cuenta de que hablaba del chico que me había llamado sabelotodo, le sonreí de nuevo.

- Gracias, aunque sé cuidarme sola, pero me agrada saber que te preocupas por mí - le dije con sinceridad - y seguro que se te ocurre algo interesante, siempre se te ocurren cosas interesantes.

―No, si a mí también me gustan ―dice ella, porque es la verdad, siempre ha querido un gato amarillo tirado al anaranjado, ¿por qué? Porque le da la gana, así de simple―. Y de verdad que intenté convencerlo ―continua hablando, siguiendo el hilo de la idea de Nelliel―, pero dijo que los gatos son independientes y podría cuidarse solo si a mí se me olvida que existe; me cree demasiado narcisista como para cuidar de alguna criatura mágica, sin contar que sabe que no me gustan y que les tengo algo de miedo.

Luego de eso, piensa unos segundos con respecto al hermano de Nelliel, Alexander, y ahora que se detenía a recordar al que es su mejor amigo, se da cuenta que no lo ha visto desde hace… bastante.

― Pues no, la ultima vez que lo vi fue una noche de insomnio y de ahí ¡puf! Se olvidó de que tiene mejor amiga ―dice ella, con un leve movimiento de manos, seguido de un mohín infantil para alguien como Arianne, pero conoce a Nelliel desde que tiene memoria, y sabe que la chica no creería esas tantas facetas que tiene―. De seguro que está entre las piern… ―Se corta ahí y carraspea incómoda ante lo que iba a decir. Muchos saben de las aventuras de Alexander, pero ahí a decírselo a la hermana pequeña de él como si nada, es otra cosa―: esté saltándose las reglas, sabes cómo le gusta eso.

Cambió de tema, es más, agradeció el haberle dicho a la chica que cualquier broma de esos Slytherin, la buscara. Le sonríe y pasa su brazo por los hombros de la chica, ríe ligeramente y agrega:

―Lo sé, eres demasiado capaz ―comenta, haciéndola caminar un poco―, pero esos idiotas merecen un trato especial, uno que yo puedo darles. ―La sonrisa maliciosa que se formó en el rostro de la chica no tenía comparación, de verdad que esperaba utilizar uno de sus hechizos en ellos―. Te invito a comer algo, ¿qué quieres, Nell?

Me quede pensativa ante la respuesta de Arianne, bueno, sí que era algo narcisista, pero tanto como para olvidar un caballo con alas y mas grande que uno normal... supuse que algo así lo recordaría... o al menos cuando pasase junto a él.

- Bueno, tal vez cambie de opinión con el tiempo.

- De seguro que está entre las piern…- ese comentario rondó durante unos segundos por mi cerebro, dio un par de vueltas y se marchó.

- Bueno, seguro que es eso - dije olvidando el comentario - siempre hace lo mismo - contesté recordando las veces que había regañado a mi hermano - deberíamos ir las dos a buscarle y demandar la atención que merecemos.

Su ofrecimiento me pareció bien, puesto que tenía hambre.

- Realmente me apetece comer dulces, están tan ricos. Aria, ¿alguna vez has probado mis galletas? - pregunte con una sonrisa nerviosa

Ante tal idea de Nelliel, Arianne sonrió... por unos segundos, pero lo hizo y es lo que cuenta, ¿no? Por algo las palabras de la chica rondaron por su cabeza por tanto rato. Sin embargo, no pudo evitar unir lo que dijo la Ravenclaw, con lo que ella tenía pensado hablar cuando la chica le preguntó por Alexander. Y no puede evitar volver a sentirse incómoda y por ende, a carraspear. Evita la mirada de Nell cuando siente sus mejillas sonrojarse un poco, algo que ocurre en muy pocas ocasiones.

―Mejor... dejémoslo así ―dice ella, aún algo avergonzada por la línea que tomaron sus pensamientos. Sí, puede ser muy cercana al hermano de la chica que está al frente de ella en muchos sentidos, tal vez más de lo que debería una Amiga común y corriente, pero la idea que se concibió en su cabeza es demasiado... hasta para ella―. Aparecerá solo y nos pedirá perdón muy al estilo de él. ―Se encoge de hombros, quitándole importancia a eso―. Y luego querrémos que se vuelva a perder, ya te lo digo yo.

Cruza su brazo alrededor de los hombros de la chica y comienza a caminar con ella así. Sorprendiéndose por el hecho de que Nell cocinara.

―¿Cocinas? ―pregunta ella. Una pregunta estúpida y redundante pero en ella nada suena así. Nada―. No, querida, no he tenido el privilegio de comer algo hecho por ti. ―Piensa por unos segundos y pasa su nariz por el cabello de la chica―. ¿Es por eso que siempre hueles a galletas, Nell? ―le pregunta, divertida―. Por lo menos hueles bien, espero que cocines mejor, sabes que los dulces no son lo mío.