La noche había llegado y nos fuimos todos a nuestros dormitorios para descansar, como cada día y, como cada día, yo no podía dormir.
Esperé un rato a que mis compañeras de habitación se durmieran para levantarme. Saqué de mi baúl el dibujo de mi madre y el diario. Esa noche me apetecía escribir; aunque fuese cualquier cursilería no me importaba, nadie iba a leerlo. Me senté en la mesa y me iluminé con mi varita para no molestar a mis compañeras.
Comencé a escribir, dejándome llevar por mi imaginación mientras le echaba un vistazo al dibujo de mi madre de vez en cuando para inspirarme. Me gustaba ese dibujo; era de cuando mi madre estudió en Hogwarts, aunque no sabía quién lo había dibujado, lo que me intrigaba.