Nueva Varita

Necesitaba una nueva varita. La anterior, a la cual le había cogido un gran aprecio, se había roto en el ajetreo del metro muggle. Odiaba el transporte público. Y más si era muggle, nunca lograba entenderlos del todo. Entré en Ollivanders con aire decidido, esperaba encontrar mi varita definitiva. Tras un breve recorrido ocular de la estancia-la cual, dicho sea de paso, no había cambiado nada desde mi última visita- dije:

 -¡Hola!. ¿Hay alguien ahí?

Me estaba durmiendo encima de la mesa sobre la que trabajaba cuando oí que alguien había entrado a la tienda. Casi pegué en bote en el asiento, pero no lo hice, sólo se me aceleraron las pulsaciones del sobresalto.
Me desperecé un poquito y me levanté, encaminándome a la parte principal de la tienda.

- ¡Hola! - saludé alegremente, pasándome una mano por el pelo para recolocarlo después de casi dormirme - ¿En qué puedo ayudarte?

Observé al joven con una sonrisa, no se veía mayor, pero tampoco de mi edad.

Me sobresalté por la rápida respuesta de la dependienta. Era joven, una atractiva chica de rasgos delicados. Sin duda, debía estar estudiando en alguna escuela mágica, algo de lo que me informaría más adelante. Sin más dilación, me acerqué al mostrador:
-¡Hola!. Verás, estoy buscando una varita. Había pensado en la número doce-dije señalando hacia el escaparate-¿Qué opinas?. Por cierto, soy zurdo.

Miré la varita que señalaba y reí un poco.

- Bueno, en mi opinión es una varita muy elegante, aunque es un aburrimiento fabricarla - comenté en broma, sonriendo - Porque no sólo hay que pulir la madera si no que, además, hay que hechizarla para que se transforme parcialmente en cristal. Es bastante pesado, y si no tienes habilidad con las Transformaciones, imposible.

Abrí uno de los cajones del mostrador mientras hablaba y saqué un par de estuches.

- Justo ayer terminé dos - le dije - La primera está hecha en madera de sauce y núcleo de corazón de dragón. Mide 31 centímetros.

Señalé una de las varitas.

- Y la segunda mide 32 centímetros y está hecha en madera de acebo y núcleo de pluma de fénix.

- Pruébalas a ver qué tal - le animé amablemente - creo que te manejarás bien con ellas incluso siendo zurdo.

Sonreí ante la espontaneidad de la dependienta.

 -Así que eres buena en Transformaciones eh...-exclamé mientras probaba la varita con núcleo de fibra de corazón de dragón-¿Estudias en Hogwarts?- pregunté mientras unas espontáneas fibras salían de mi varita hacia la chica- Disculpa, aún no la controlo bien.

Acto seguido, probé la varita de núcleo de pluma de fénix. Al cogerla, un haz de luz iluminó la estancia.

 -¿Qué opinas?-dije a la dependienta.

Me aparté un poco ante la primera prueba de su varita.

- No, no te preocupes, suele pasar - le tranquilicé. Luego, me encogí de hombros - Y si, estudio en Hogwarts, estoy en mi último año. Pero no diría que soy buena en Transformaciones, simplemente... tengo algo de práctica ¿Por qué lo dices?

Sonreí entonces al ver cómo reaccionaba su magia ante la segunda varita.

- Esa es la tuya - contesté, yendo a mirar los precios - A ver... cuesta 170 galeones.