Estaba anocheciendo y me encontraba en mi habitación pensando, como de costumbre, dándole mil vueltas a todos los pensamientos que rondaban mi cabeza así que pensé que seria buena idea salir a cabalgar un rato ya que era la única forma que conocía de olvidarme de todo pensamiento y disfrutar.
Salí corriendo en busca de mi caballo Comanche, lo ensille y me propuse ir a explorar a algún lugar en el que nunca había estado.
Me sentía feliz al estar cabalgando, la brisa acariciaba mi suave y delicado pelo y podía sentir como Comanche disfrutaba también dando ese paseo a mi lado. Nos detuvimos al instante al ver una preciosa cascada, nos hipnotizo el penetrante y hermoso sonido del agua cayendo. Se respiraba tranquilidad pero, de pronto los dos nos sobresaltamos al escuchar unos ligeros pasos acercándose a nosotros...