Núnca acostumbraba a acatar órdenes y más desde que supe que el dragón de Hagrid se había perdido, así que decidí salir a buscarlo y a dar un paseo por el bosque prohibido, en la noche, cuando todo el mundo está dormido.
Me dirigí hacia el bosque, cubierto por la capa que me hacía invisible y que me la regaló mi papá y me adentré al bosque.
Me quedé detrás de un árbol cuando oí un ruido extraño. Pero no dí atención, quizás eran los centaurios, pero tampoco podía dejar de pensar en los mortífagos. Ultimamente que atacaron el castillo llegaron desde el bosque.
Cuando me dí la vuelta choqué con un chico que estaba viendo por todas partes asustado. ¿Qué hacía allí? Me pregunté para mí mismo. Pero bueno...! Él no me podía ver ya que tenía la capa que me hacía invisible. Pero con el impacto la capa se me cayó a medias, pero de manera que se pueda ver quien era. Estaba jodido. Ya me habían visto. Pero primero que nada pedí perdón por el impacto. -¡Perdón! No sabía por donde meter la cabeza por la verguenza.