En busca de mi varita

No puedo negarlo, soy descuidada.
Entré al negocio de Ollivander's para comprar una nueva varita, porque la que había adquirido en mi primer año de colegio había caído en las fauces del nuevo perro de la familia, quien había dejado de ella tan sólo astillas.
- ¿Hola? - pregunté en mi tono normal de voz - ¿Hay alguien que pueda atenderme?
Di un par de pasos hacia el mostrador, dispuesta a esperar a alguien que acudiera a mi llamado.

- ¡Hola! - saludé con una gran sonrisa. - Necesito reponer mi antigua varita. - respondí a su pregunta. - Lo que sucede es que la mía sufrió un pequeño accidente... - agregué divertida.

No pude evitar notar que parecía cansada. Trabajar recordando distintos tipos de varitas y rebuscando entre montones de cajones debía ser algo agotador.

Lancé una risilla ante la teatral frase. Luego volteé la cabeza sobre mi hombro para repasar las varitas que había observado antes de entrar al local.

- Hum. La cinco. - dije, volviéndome hacia la muchacha que me atendía. - Sí, la número cinco es la que quiero. - afirmé, sonriendo.

Esperé unos minutos mientras se marchaba a la trastienda a buscar la varita. Mientras tanto, observé distraídamente el techo y los altos estantes polvorientos.
Ella regresó enseguida con dos cajas pequeñas y alargadas, y me pidió que las probara.

Tomé primero la de madera de parra y la agité en el aire. No sucedió nada.

- No, ésta no. - murmuré, dejándola en su cajita y tomando la siguiente.

Sentí un agradable calorcillo en los dedos, y la agité, haciendo aparecer un ramo de flores. Sonreí encantada.

- Definitivamente es ésta. - exclamé emocionada, entregándole con cuidado la varita a la chica que me atendía.

- Muchas gracias. - le dije mientras tomaba la caja que me entregaba. Luego saqué del bolsillo de mis pantalones un pequeño monedero (ampliado con magia) los 75 galeones que costaba la varita y se los entregué.
Observé el ramo de alegres flores que había hecho aparecer y luego el tétrico lugar. Se lo entregué también.

- Para alegrar un poco el ambiente. - expliqué, al ver su cara de incomprensión.

Colocó las flores en un jarrón y luego se presentó.

- Sí, estudio en Hogwarts. Me llamo Lara Sciú.- respondí a su saludo. - ¿También tú estudias allí? - pregunté de curiosa. Me agradaba la idea de cruzarla en algún pasillo cuando estuviera allí.

- Pues, ¡qué bien! - exclamé con sinceridad. - Entonces nos encontraremos por allí, Alexandra.

Me alejé del mostrador, caminando sin prisa hacia la puerta, la abrí y saludé.

- ¡Adiós! ¡Muchas gracias! - Y salí con rumbo a la siguiente tienda.