¿Por qué no me cuentas algo sobre ti? (Cedric)

Un viento helado sopló esa tarde, pronto sería la hora de la cena en el gran comedor, las clases acabaron rápido y me dirigía a entregar unos libros a la biblioteca. Los pasillos estaban casi desiertos, la mayoria de los alumnos estaban en sus salas comunes, dejando todas sus cosas para ir libremente a donde quisiesen. Yo encambio no tenía mucha prisa, taraeaba una canción conforma caminaba, pensando en que si debía regresar el libro de dragones esa misma tarde o esperaba al día siguiente. "El libro es bastante entretenido, y aún no lo termino", pensé, deteniendome en seco, "Mejor lo entrego más tarde...".

Me di la vuelta para encaminarme a la sala común de Ravenclow , cuando de pronto, sopló un viento heñlado, trayendo consigo unas nubes negras, estruendosos truenos y rresplandecientes relanpagos. En un abrir y cerrar de ojos, una lluvia se había soltado sobre el castillo, empapando a varios chicos que estaban en el jardin, entrando encarrerados para refugiarse del agua. Me reí ligeramente por como alhgunas chivcas de mi casa tropezaban unas con otras para cubirise.

"Si que no aguantan nada", dije para mis adentros, en eso, un estallido se oyó en el cielo, iluminandolo de cabo a rabo, cegandome los ojos, y provocandome un grito de susto. Se me cayeron los libros al suelo y mi corazón latió bastante rápido por aquel espanto inesperado... "yo quejandome de ellas y mirenme... gritando por un trueno, ¡Qué patético!". Me agaché a recoger mis libros pero una estampida de estudiantes paso sobre de ellos, pateandolos lejos. Resongué y reclamé pero nadie pareció ponerme atención. Muy molesta, busqué todos mis libros, que se habían esparcido por el pasillo casi empapado y lleno de barro.

Ese día, Cedric, se la había pasado en el campo de adiestramineto, ya que era una de las mejores notas en Cuidado de Criaturas Mágicas y la profesora le tenía como su mano derecha; todos los días la ayudaba a darle de comer al Hipogrifo y al Abraxan que habían adquirido hace sólo un par de años. También era su deber hacerlos recorrer un poco, para que no se quedasen todo el día en esa jaula de dos metros por dos metros. Luego de estar con ellos un par de horas, montarlos y hacer que recorrieran los cielos para así desempolvar sus tan hermosas alas, más nubes negras se iban agrupando. El chico decidió volver y dejarlos en sus respectivas jaulas, y a lo que el refiere, utilizó uno de sus hechizos preferidos.

-Portandum!.- y en un abrir y cerrar de ojos estaba dentro del castillo.

Se ve que al no estar muy concentrado no lo pudo realizar perfectamente, ya que su intención era llegar a la Sala Común de su propia casa, pero no era así. Al parecer estaba en los pasillos del castillo, y lo primero que vió fué a una chica juntando hojas y libros, el piso estaba bastante embarrado y mojado. Si, la lluvia ya estaba presente.

- Dejame ayudarte.- dice Cedric mientras levanta los libros que faltaba y termina parándose.

- A veces los chicos son unos atropellados.- le comenta con una sonrisa entregándole sus libros.

Tan furiosa estaba con los chicos que habían pateado mis cosas que por poco no me daba cuenta que alguien se había ofrecido a ayudarme, sonreí a duras penas cuando se agachó a apoyarme a juntar mis tareas y mis libros; me sacudí las manos antes de recibirle los libros y verle a los ojos. El chico traía uniforme de Gryffindor, a lo que yo complemente con un suspiro.

Acomodé mis libros, una vez ya juntos, y me levanté, sacudiendome la túnica llena de lodo. Me sentía algo apenada, el estar completamente llena de tierra por andar recogiendo todas mis cosas del suelo lleno de barro, no era la mejor forma de presentarse ante alguien, que, gracias al cielo, se ofreció a ayudfarme con todas mis cosas. "Se nota que éste no es mi día ideal".

-Gracias por ayudarme, aquí parece que una manada de centauros persigue a todo aquel que pasa por los pasillo -dije con una media sonrisa, acomodando un mechón de cabello que había caído frente a mi rostro-. Aunque no creo que los profesores vayan a creer que mi tarea fue atropellada por alumnos de barro ¿O sí?

Aunque no estaba de humor, no había nada mejor que hacer de mi parte que bromear con el estado en el que en ese momento me encontraba. Antes de continuar con mi agradecimiento, conté todos mis libros y pergaminos, y me di cuenta de que...

-¡AY NO! ¡Me falta mi cuaderno! -dije con angustia mientras pasaba mi mirada por todo el suelo del pasillo para tratar de localizarlo-, no puedo perder ese cuaderno...

Spoiler:

Aun teniendo mis libros en manos, me dispuse a buscar mi cuaderno. Ese cuaderno era más que especial para mí, era en donde toda mi vida (casi literal) estaba escrita. Todos mis recuerdos, mis aventuras, mis pesares, mis alegrías... era un objeto de sumo valor sentimental. No me arriesgaba a dejarlo en mi baúl en la sala común, puesto que me había ganado la enemistad de muchos compañeros de Ravenclow y temía que quisiesen dañarme por medio de aquel cuaderno.

Eran demasiadas cosas tiradas por todo el pasillo, papeles por allá, libros por aquel otro lado. Algunos libros quedaron intactos, otros se terminaron mojando y algunos pisoteados y con algo de barro encima. Al entregarle todo lo que había juntado la ví sucia, con el borde de su túnica mojado y embarrado, algunas gotas que caían por su rostro, en verdad aquel atropello se había pasado.

Cedric sonrió al escuchar los chistes de la chica, mientras terminaba de ordenar las hojas que estaban a medio caer sobre las manos de ella.

- Mmm.. lo veo díficil, cualquier cosa para ese juicio ya tienes un testigo.- comenta sonriendo, bromeando sobre lo que había dicho de que no le iban a creer.

El pobre chico casi no podía ocultar su risa, la miraba de pies a cabeza y se veía tan graciosa así de sucia, que lo máximo que pudo hacer fué sonreír abiertamente, sin emitir sonido. Pero inmediatamente, esa cara fué reemplazada por una de preocupación al escuchar como la muchacha reclamaba por su cuaderno. Por como lo hacía, Cedric rápidamente se dió cuenta que no era un cuaderno cualquiera, era algo de su intimidad.

¿Algún diario íntimo quizás? pensó el león, sabiendo que a muchas chicas se le daba por usar cosas como esa.

- Tranquila, tranquila, tiene que estar por aquí.- dice examinando con la mirada el suelo.

- No es aquel que...- dice Cedric al ver la mitad de un cuaderno asomado hacia los jardines de Hogwarts, apenas mojándose por las gotas que caían en ese lado desde el techo. Pensó directamente en ir a buscarlo, pero ¿Era mago no?.

- Wingardium Leviosa.- susurra inmediatamente después de haber sacado su varita y apuntar con ella a aquel libro.

Éste se eleva por los aires acercándose a la mano del mago, lo toma y se lo muestra.

- ¿Es este?.- pregunta curioso, esperando no haberse equivocado.

Me sentía muy angustiada y nerviosa al no encontrar mi cuaderno, pero en cuanto señaló ver algo cerca del jardín, di un respingo de felicidad. Extendía las manos para resivir mi cuaderno y abrazarlo con fuerza. Era como sentir que la parte que creía perdida de mi misma, había regresado. Estaba un poco mojada pero fácilmente la sequé con mi túnica (más mojada no podía estar), "Necesitaré un buen baño ddespués de esto", pensé... y efectivamente, estaba tan sucia que más parecía que yo venía saliendo de la lluvia. "¡Qué verguenza", dije mentalmente con una mueca en mi rostro, "Aunque... me alegro no ser como las otras chicas, de ser así, ya me habría puesto a llorar por el lodo en mi cara, arruinando el maquillaje (cosa que no traía)".

-Muchas gracias, de verdad... éste cuaderno no es tanto como un diario... pero aun así, muchas gracis, de verdad... ¿Eh...? -me di cuenta que no sabía el nombre de aquel muchacho.

Aunque si debía mencionarlo, me recordaba bastante a Alphonse, el mayor de mis hermanos trillizos. El rebelde, líder, valiente y protector. Sonreí al verle su rostro; era bastante lindo, no cabía duda.

Observé como varias chicas y chicos se me quedaban viedndo por lo sucia que estaba, mascullando a escondidas sobre mi aspecto, a lo cual respondí con un "¿Qué? Yo si disfruto de los dones de la naturaleza... superficiales".

Muchos más truenos se dejaban escuchar, pareciera como si el cielo se fuera a quebrar por el potente ruido que provocaba. Algunos chicos pasaban por el pasillo exaltados, mirando a la muchacha de reojo, algunos cotillaban en leves susurro y, entre esas palabras, algunas llegaban a Cedric por medio del viento. Sin duda criticaban y reían por la apariencia de la joven.

Negué con la cabeza mientras mordía mi labio al escuchar esos comentarios, la miré sonriendo y respondí.

- Cedric, Cedric Blair es mi nombre. No hay porque agradecer.- mi sonrisa no se borraba y a la vez estrechaba mi mano para saludarla.

- ¿Y tu nombre es...?.- completé mirándola a los ojos.

No podíamos seguir allí, llamabamos mucho la atención. Pensé en invitarla a mi cuarto para cambiarse, pero podría tomarlo a mal y ofenderse, claro recién la conocía; así que sólo me limite a aconsejarla.

- Será mejor que salgamos de aquí, ¿De qué casa eres?, así te acompaño para que te vistas.- bien, eso tampoco sonó tan bien, que torpe.

- Llamas mucho la atención aquí.- terminé diciendo trás una sonrisa, mostrando levemente mis dientes.

Me sentí muy apenada al oirlo decir que me acompañaría a cambiarme la ropa; sonrojé y materialicé una mueca en mi rostro. "¿Habrá algún día en dónde no me pasen vernguenzas?". Pronto recordé un pequeño truco que me había enseñado mi padrino Thatcher para ocasiones cómo éstas. Así que apresuradamente, tomé mis libros con un solo brazo y con la otra buscaba mi varita, la alcé en alto y con un murmullo alegre y unos golpecitos sobre mi ropa, logré hacer que quedara exactamente cómo antes: Limpia y bien arreglada. Reí ante mi acto, en serio que la mágia nos ayudaba a solucionar problemas tan cotidianos.

-Bien, creo que ya no será nesecario la caminata a la sala común de Ravenclow -dije sonriendo y extendiendo mi manos para tomar la de Cedric-. Por cierto, yo me llamo Elizabeth du Lune, bueno, la versión corta de mi nombre -reí-, aunque puedes decirme: Eli, Lizzie o Sally... o cómo quieras, mis amigos me dicen como ellos se les hace más sencillo.

La verdad era que la mayoría de mis amigos y compañeron me decían Eli, ya que el sobrenombre: Lizzie ya era muy sonado, pero los únicos que me decian Sally, eran mis hermanos, ya que ellos mismos me habían inventado aquel apodo, mientras buscaban una manera fácil y rápida de dirigirse a mí, sin gastar tanta saliba.

-Dime, ¿Ibas a algún lado en especial? -dije observando que sólo cargaba si varita.

Vió como la chica sacaba su varita y rápidamente él se dió cuenta de un hechizo que la podía ayudar, pero se lamentó no haberlo recordado antes. Le dió un poco de vergüenza el hecho de que le hubiera ofrecido acompañarla hasta su cuarto sin antes recordar algún hechizo, él era un muy buen mago. ¡No se le debía haber pasado por alto eso!. Luego de que la muchacha agitó su varita, su ropa quedó completamente limpia, como nueva podría decirse.

- Si, ya veo, no sé como no pude recordar ese hechizo.- dijo mientras se rascaba la nuca.

Eli, Lazzie, Sally, al parecer eran apodos que le daban a ella sus amigos o conocidos. Pero Cedric no quería lo habitual, porque él mismo no se creía alguien habitual.

- No suelo ser uno más, o por lo menos no me gusta serlo.- dice mientras llevaba una de sus manos hacia su mentón, pensando - Mm.. te llamaré... ehh.. ¡Luna!, si eso.- dice apenas sonriendo.

Obviamente ese apodo venía de su apellido 'de Lune', algo ingenioso pero en verdad le gustaba el nombre 'Luna', así que sólo aprovechó la ocasión.

- No, bueno sí, sólo iba a mi cuarto a pegarme una ducha, vengo de montar a un Abraxan y hoy no era su mejor día.- dice entre risas, era una criatura obstinada pero casi nunca tenía problemas con él, hoy estaba... algo alterado.

"Luna..." pensé, ¡Y vaya que era lindo el apodo! Sonreí y solté una risa de agradecimiento. Comencé a caminar nuevamennte por el pasillo enlodado, mientras Cedric me conntaba hacia a donde iba y la razón de tal. Me sorprendió mucho en hecho de que él pudiese montar a un Abraxan; casi di un grito ahogado de asombro por lo que me relataba. Lo cierto era que, a mí, me daba un poco de nerviosismo estar tan cerca de esas criaturas, no por que fuera una cobarde, sino, el no caerles bien a la primera, cómo, enciertas ocasiones, me ha tocado ver que algunos compañeros salían algo golpeados por las criaturas mágicas.

-¡Vaya!, se nota que te gustan esas criaturas, ¿Verdad? -pregunté, mirándolo unos segundos-. A mí también me llaman la atención las criaturas mágicas, pero más que nada, mi gran adoración son: Los dragones y los fenix. Mi padrino creé que el gusto y la buena compatibilidad con los dragones, de mi parte, es de familia.

No era sólo lo que decía Thatcher, es que era cierto lo que él decía acerca de mí. Talvez yo haya preferido usar el apellido de mi madre, Victoria du Lune, en lugar del de mi padre, Alexander Dragofidelus, pero, oficialmente, yo era una Dragofidelus de sangre (Fácil de comprobarlo por la marca de nacimiento en forma de dragón en mi hombro izquierdo, la cual casi siempre estaba oculta bajo la túnica, que sólamente la poseían aquellos hijos nacidos con sangre real de un Dragofidelus, por que según contaban historias de antaño, varios siglos atrás, una doncella había procreado a un hijo con un dragón llamado Bahamute, lo cual permitía al hijo ser considerado un semi-dragón y tener caracteristicas únicas de dragones y apartir de hay, la sangre de dragón se fue mezclando y sólo dejando pocas habilidades a los hijos siguientes; según me habían contado, él último en poseer la marca, había sido mi tatarabuelo Ulrick, y la explicación era que no todos podían ser Dragofidelus reales, por una u otra razón que aún no se han comprobado del todo, cosa que no le agradaba a mi hermano mayor, Raoul. Sin embargo, parecía ser que esas pocas habilidades, caracteristicas de dragones, se salt´´aron varias generaciones hasta llegar a mí, lo que explica el hecho de que pudiese entender a los dragones como si hablaran lengua humana.) y todo lo que ese hecho traía consigo era más que un orgullo para mi padre, que en paz descanse.

Cedric caminaba con su acompañante a su lado, recorrían los diferentes pasillos mientras conversaban, le comenzaba a caer bien la chica y, en él, era raro que eso en sólo una charla sucediece. Sonrió de lado al escuchar su comentario y asintió con la cabeza, las criaturas mágicas eran unas de las pocas cosas que le apasionaban.

-¿De familia?, ¿Y que tienen que ver tu familia con los dragones?.- preguntó algo sorprendido, ninguna familia típica podría tener tanta afinación con ese tipo de criaturas, sabiendo lo inestables y peligrosos que eran.

Me sorprendí un poco cuando Cedric preguntó acerca de la conexión familiar. Una de las pocas cosas que er capaz de explicar a los demás. Suspiré y entorné mis ojos para verle. "¿Por dónde empiezo?". Dudé y tardé en contertrle. Miraba la lluvia caer sobre el jardín verde y los chicos corriendo a cambiarse.

-¿Sabés? es algo complicado, aunque... -pensé un poco, "Puedo darle mi cuaderno, hay está toda la explicación, tal y como Thatcher me lo contó"

Busqué entre mis cosas el cuaderno, batallando para mantenerlas en is manos; ya molesta conmigo misma, saqué la varita y murmuré un hechizo, haciendo desaparecer todos los libros y pergaminos de la escuela, dejando flotando en el aire, mi cuaderno de pasta floreada. "Si mis cosas no aparecen en la habitación, ya valí"

-Bien, enrealidad es una historia bastante complicada, además de ser muy fantasiosa, demasiado incluso para este mundo -dije haciendo diferencia entre el mungo muggle y el mungo mágico-, mira... si te lo explíco con palabras, será bastante enredado -tomé el cuaderno y lo abrí en la página exacta-, aunque podrías leer esto, te puedo asegurar que es más detallado y espesífico.

Viendo mi caligrafía, sonrojé, había veces que las personas no entendían mi letra cursiva. y para rematar, cuando escribí esa explicación en mi cuaderno, dibujé incluso algunas escenas para hacerme una idea visual del relato.

-Perdona mi letra y mis dibujos, hace años que lo escribí y dibujé... -dije sonrojada.

Justo el relato comenzaba así: "(...) Después de esa horrible pelea con mi hermano mayor Rauol, por haberlo superado en la práctica de tiro al blanco en la casa de Thatcher (él apenas tenía 12 años cuando comenzó su entrenamiento y yo tenía 6años), me encerré en mi habitación , muy molesta y llorando. Pronto Thatcher entró para ver si estaba bien (me había lastimado el brazo derecho con la punta de la flecha).

Thatcher curaba nuevamente la herida mientras me consolaba. "¿Por qué Raoul está tan molesto conmigo?", pengunté con la voz quebrada; "Por que él no es cómo tú, Sally... el no es un Dragofidelus de sangre", dijo él con voz seria, aún estaba molesto con mi hermano. "¡No entiendo lo que dices... no entiendo!", reclamé confundida.

Tahtcher se paró y se sentó al borde de la ventana, suspirando y rascandose la nuca, mientras afuera, se podían escuchar los gritos de Christian, Christopher, Alphonse, Alphred y Ariel, peleando con Rauol. Thatcher refunfuñó algo que no pude entender; luego de varios minutos me contestó: "Tu madre me matará cuando se entere de que te conté la historia antes de tiempo, pero... ¿Nunca te has preguntado por que eres la única que tiene esa marca en forma de dragón en el hombro izquierdo?" "Sí, varias veces...".

Thatcher se sentó nuevamente a mi lado, abrazandome y mirando en un punnto donde su mirada se perdía completamente. "Mira... hace muchos siglos, se dice que, existió un dragón que era muy bueno dominando el hielo, se llamaba Bahamute; era tan poderoso y tan magnífico que había naciones en donde lo adoraban como un dios. Un día, se encontró con uan doncella humilde, fiel y valiente. Se... uhmmm... casó con ella y tuvieron un hijo (según la historia); peste hijo era un semi-dragón, lo que quiere decir quera mitad humano y mitad dragón, y tenía ambas caracteristicas fijas, también tenía poderes de dragón, cómo escupir fuego, volar y tener unas cuantas escamaz en su piel. Pasaron los años y este semi-dragón se casó con una chica y sus hijos penas si t´nían caracteristicas de dragón... al pasar los años, esas cualidades se perdieron pero no entodos los casos. descubrieron éstas familias que sus hijos tenían verdadera sangre de dragón debido a la marca en el brazo. La que tú tienes." "¿Y eso por qué? ¿Por qué no todos tienen la marca?", pegunté aun más fasinada. "Es aún no lo sabemos del todo bien, Sally, pero lo que sí sabemos es que los verdaderos descendientes o herederos de Bahamute, son distinguidos por la marca y además tiene una o dos cualidades. ¿Recuerdas hace meses en, cuando nos encontramos un dragón oculto en el bosque?" "Sí, ¿Cómo olvidarlo?, era adorable" "¿Recuerdas que eras la única que pudo entender sus gruñidos sin problema alguno y que fuista a la única que no atacó cuando nos acercamos?... pues, esa es una de las cualidades, además de que eres capaz de andar en la nieve sin problemas y tu vista es más aguda que la de cualquiera, por esa razón pudiste hacer 7 tiros perfectos con la flecha"

Estaba tanto fasinada cómo confundida, pero la histria de mi padrino no sonaba del todo real, pero era la única explicación lógica que me daban en ese momento, además de ser magos... ¿Había algo imposible para nuestro mundo?

"Dragofidelus, en latín, significa Dragón fiel... Sally, tú eres más que digna para ser una de ellos. Los dragones parecerán feroces y muy poderosos pero cuando se les dominan, pueden ser como los hipogrifos, aunque no todos... " (...)"

Suspiré...

-Talvez creas que no es cierto, (cómo muchos)... pero es cierto... -dudé en enseñarle mi marca dragón, talvez era demasiado. Contuve el impulsó y esperé su respuesta.

Cedric observó como su pregunta había sido en verdad importante, la vida de esta chica no era común y corriente, su historia era demasiado ansestral y mágica. Lo descubrió al leer ese cuaderno que Luna le había proporcionado, acarició levemente la tapa y lo abrió para comenzar a leerlo. Lo que ahí decía era algo fuera de lo normal, si había escuchado sobre gente mestiza, semi-gigantes por ejemplo, pero nunca sobre decendientes de dragones. En verdad era algo fuera del pensamiento de cualquiera, algo único y fantástico.

- Entonces, si, si esto dice la verdad - comenta algo sorprendido - ¿Llevas esa marca en tu cuerpo? - le dice señalando el dibujo que había en una de las hojas del cuaderno.

Mire al chico por unos momentos mientras pensaba profundamente lo que contestaría... "talvez me confié de más, ¿Es bueno confiar en un estraño?", de cualquier forma, hacerme esa pregunta ýa no impostaba, le había dado demasiada información. Suspiré avergonzada y asentí con la cabeza, quitandome la manda izquierda de mi túnica, dejando ver la marca de dragón chino, enroscado.

-La mayoría piensa que es un tatuaje, pero enserio que no lo es.

No creía que tratar de justificar las cosas obvias fuese necesario, podría pensar que estaba tratando de llamar la atención (cómo si estar caminando junto a él no fuese lo suficientemente llamativo).

-Lo siento, creo que te estoy quitando tu tiempo... -dije con un hilo de voz y las mejillas coloradas.

Se sorprendió mucho al ver ese tatuaje, cada día conocía aspectos y formas mas raras, más mágicas se podía decir, y esto parecía una locura, pero vamos, de eso se trataba el mundo mágico.

- Te creo - dice interrumpiéndola, para que deje de poner escusas o explicaciones sin motivo, le creía.

- Entonces, ¿No tendrías problema de ir a Hogsmeade conmigo no? - dice sonriendo, curzando sus brazos por detrás de su propia cintura, juntando sus manos allí - Ya que al menos por el frío no tendrías que preocuparte - comenta gracioso, recordando lo que ella le hizo leer sobre los de su clase.

Sonreí un poco ruborizada por su comentario, complementé mi aspecto con una risilla y volví a mirrlo, mientras pensaba en la respuesta que le daría "No me vendría mal ir a Hogsmeade, ahora que envié a Mushu de vuelta con Thatcher, no llamré demasiado la atención cóm la última vez cuando me encontré con Margareth". Suspiré cuando escuché lo de soportar el frió, sonreí y corregí auqela idea que mencionaba el león.

-Oficialmente soy humana, mi sangre es la que no es un 100% humana. Aunque los Dragones estén fielmente relacionados con todos los elementos de la naturaleza y los que no, justifica el hecho que pueda manipulaar bien los hechizos elementales, más no el soportar el frío -reí al final para no sentirme con la voz tan sería al hablar-. Pero si me gustaría acompañarte a Hogsmeade... -sentí como me gruñían las tripas de hambre-, aunque tal vez podríamos pasar a gran comedor a tomar algo, muero de hambre, jejeje.

En mis adentros, agradecía el no haber sacado el gran apetito de los dragones como cualidad especial.

Sonreía escuchando como ella se trataba de explicar, le tomó la mano apenas para que se callase.

- Jaja ya, era una broma - dice mientras con la otra mano se rascaba la nuca.

Ella sacó el tema de su necesidad por comer algo ahora, y Cedric no lo vió mal, luego de ese par de horas de ejercicio con el Abraxan algo de comida le vendría muy bien.

- Vale, te acompaño, yo ambién tengo hambre - sonríe de lado y le suelta la mano despacio, esperando a que ella camine así el la seguiría.

Sonreí cuando dijo que el sufría de hambre al igual que yo, al menos no me sentía tan apenada por mensionarle mi necesidad de alimento. Comencé a caminar en dirección al gran comedor, al igual que una gran cantidad de otros alumnos de Hogwarts. Todos al igual que Cedric y yo, teníamos hambre, después de un largo día de tareas, clases y profesores rondandote a todas horas.

-Oye, ahora que me doy cuenta, Cedric... no sé nada sobre ti, me he pasado todo este camino hablando de mi... jajaja que verguenza -sonrojé apenada.


off// ahora post en el gran comedor?? owo

Siguió sus pasos detrás de ella, para luego quedar a su lado. Respiraba profundo llenando sus pulmones de aire fresco, dando pasos junto a ella para no adelantarse ni tampoco lo contrario.

— Sí, me suelen decir que tengo buen oído y se escuchar — dice ríendo —, pero tranquila, ya te enterarás cosas sobre mí —

[Off: See jaja, abris? ^^]

off// oki, ya abro el otro tema xDD

on//
-De eso no me puedo quejar, al contrario... eres de las pocas personas que no cree que soy un fenómeno por éste asunto de la sangre de dragón. Ya te imaginarás´cómo son los demás alumnos conmigo... piensan que les escupiré fuego en cualquiermomento -reí animada-, aunque debo confesar que no sería mala idea.

Comencé a platicar ún más animada, contándole todo lo que haría si fuse un dragón o cuando mucho una semi-dragón. Simplemente era cómo platicarle a otro amigo sobre alguna travesura en el pasado, contar bromas con la familia... así de alegre y animado.

off//

https://hpotter-rol.forosactivos.net/t2418-por-que-no-me-cuentas-algo-sobre-ti-segunda-parte-cedric#51547