Floristería? [Arianne]

La noche ya había caído e incluso los prefectos se habían ido a dormir... ni un solo fantasma rondaba por el castillo, solamente una sombra se movía sigilosa por éste, tapado con su túnica de tintes azules, dejando la estela de una melena rubia, con movimientos felinos y rápidos.. hasta detenerse en el invernadero y colarse allí. Esta era la única noche en la cual una flor muy especial para él florecía y Edmond necesitaba verle... y se había propuesto esta noche en obtenerla...o al menos su escencia... le había costado muchísimo encontrar una varita para él en este lado del mundo, y una vez la hubo encontrado con Olivander y habiéndola comprado a un precio poco favorable. Todo esto para volver al castillo y encontrar su varita sobre su cama.... Definitivamente Sinclair se las pagaría, Edmond recordaba esa tarde la mayoría de sus días.. sin importar su compañía y lo que estuviera haciendo con ellas... por eso mismo había tratado también de ahogar esas ganas con otras acompañantes, pero no era lo mismo, aún sentía que lo suyo con Arianne estaba inconcluso.

Hacía unos días le había dejado un mensaje, pero al parecer lo había ignorado, pues no se había aparecido en el sitio en el cual Edmond la había citado, por lo cual había decidido... fijarse en otras cosas y tratar de que el tiempo borrara la huella se sus besos en su piel. Eso estaba haciendo allí esa noche... distrayéndose, caminando entre flores y plantas extrañas, esperando la madrugada para ver florecer aquella flor que él necesitaba.

Arianne necesitaba ir nuevamente a los invernaderos, pero a diferencia de la vez anterior prefirió que sea de noche. ¿Motivos? El no tener que encontrarse con alguien. Últimamente, había tenido bastante con tener que toparse con personas en todo momento.

Mientras caminaba recordó a cierto Ravenclaw con el que había jugado. Sabía que volvería a encontrarselo, sabía que si no era por mera casualidad era él quien buscaría la ocasión. Arianne sólo esperaba que fuera interesante.

Entra en el invernadero y se da cuenta inmediatamente que no está sola.

—¿Es que acaso no puedo estar sola nunca? —se pregunta en susurros.

Camina con la varita levantada, estaba rompiendo tantas normas que si su padre se llegase a enterar le daría un ataque, está segura de ello. Pero necesitaba ese ingrediente para su poción. Avanzaba con la sigilesa de una serpiente y al doblar por una esquina se topa de frente con cierto Ravenclaw. Sonríe divertida y agrega:

—Pero qué sorpresa. —Irónica como bien se caracteriza—. Si es Dantés. Buenas noches, querido.

Edmond siente los pasos de alguien y saca su nueva varita, apunta a la persona que aparece frente a él, pero es una sonrisa y unos ojos ya conocidos, escucha su comentario, y sonríe de costado, se acerca a ella y le roba un beso en los labios, corto y lo suficientemente rapido como para no darle tiempo siquiera de reaccionar, el muchacho tras hacer esto sigue paseando buscando la planta donde esa flor que él quería ver y guardar estaba, necesitaba esa flor...

- Buenas noches, guapa... que sorpresa encontrarte por acá

Dijo mostrando cierta indiferencia a pesar de su primer gesto, seguía explorando y tocando las plantas que no parecían venenosas y/o peligrosas... no quería terminar petrificado o muerto por culpa de alguno de esos extraños especímenes... quedar paralizado era lo que menos quería estando enfrente de Sinclair.

- Problemas para dormir?

Preguntó pasando y mirándole de costado, para seguir explorando entre las plantas

—Me parece que es el mismo insomnio que sufres tu, Edmond.

No era necesario mirarlo más para saber que estaba buscando algo. Ella no tenía problemas, siempre y cuando no se meta con las plantas que necesita, podría quedarse con todo el invernadero si quisiera.

A diferencia de su compañero, Arianne sabía donde se encontraba lo que buscaba, por algo ya había estado hay antes, y fue directa tras él.

—Sería interesante saber qué es lo que buscas, querido. ¿No querrás llevarte las queridas Mandrágoras de la profesora, no?

Edmond siguió entre las plantas casi sin oir el comentario de Arianne hasta llegar a la planta que estaba buscando, que para ser exactos, estaba justamente donde Arianne estaba parada mirando, era demasiada coincidencia ya, no?

- Emmm... esto... esto ando buscando

Dijo tratando de pasar, mirando por sobre el hombro de la muchacha la planta que aún no florecía, sería demasiada mala suerte que la chica también quisiera la misma planta, o mejor dicho la flor de dicha planta... sin embargo, si guardaba el secreto, quizá ella sacaría una rama de la planta y no la flor, que era lo que Ed necesitaba.

- Vas a sacar una rama o qué?

Preguntó algo nervioso pero tratando de simular tranquilidad.

Arianne se cruza de brazos y mira al chico, mofándose. Sólo necesita una rama, pero los nervios del Ravenclaw la incitaban a molestarlo.

—En realidad necesito la flor, querido —le responde con cautela, como si de verdad se sintiera amenzada—, ¿por qué la pregunta? ¿Es que acaso tú necesitas una rama?

Le divertía jugar con Edmond, sobre todo ahora que de verdad pareciera que necesita la flor. Hacerle sufrir no es una mala idea, la disfrutaría eso está claro.

- Flor?... nisiquiera sabía que estas cosas daban flores

Agregó tomando una rama y metiéndosela al bolsillo, para seguir caminando y tras un guiño de ojo, hacerse como que buscaba otra planta en especial, fingiendo el mismo despiste que al principio, mientras su vision se mantenia fija en la planta que Arianne vigilaba.

- Y... te costó mucho entrar en la SC de Raven para dejarme mi varita allí?

Preguntó mirándole, pues para rematar, luego de habérsela escondido, y de que él hubiera tenido que comprar una nueva, su varita había aparecido misteriosamente sobre la cama del muchacho

- O la llevaste allí solo parar recordar mi olor?

Agregó en tono sarcástico

Arianne saca una rama y al igual que su compañero la guarda. Necesitaba otra planta más pero no quería alejarse para darle a entender al chico que esperaba la flor de es planta. No sabía mucho de ella, pero tenía en claro que era extremadamente rara y que sólo salía unas veces en el año. Cosas de flores, a ella no le interesaban.

Suelta una pequeña carcajada al escucharle hablar.

—En realidad, sólo tuve que convencer a un compañero tuyo —le dice divertida—. No costó mucho, ustedes pueden ser muy inteligentes, pero vaya que caen fácil con un movimiento de caderas.

Se ríe nuevamente recordando al chico. Lindo, inteligente obvio, pero sin mucha personalidad o al menos no quiso mostrarla.

—Debería buscarlo, hizo un buen trabajo si ha dejado la varita donde debía. Hay que agradecer como se debe, ¿no?

- Es verdad... la mayoría de los ravens caen con un simple movimiento de caderas.. con otros.. debes encerrarte en el salon de menesteres

Agregó acercándose a ella e interponiéndose en su camino, posando sus manos en las caderas de la muchacha y caminando con decisión hacia ella, ejerciendo presion contra su cuerpo de tal manera que le encerró entre la mesa y su cuerpo, mirándole detenidamente y con ese mismo fuego en los ojos que invadía su mirada aquella noche.

- Ahora que lo recuerdo... aún no me agradeces por mi compañía de esa tarde

Siguió entonando cantarinamente, apegándose al rostro de la muchacha y haciendo algo que no acostumbraba mucho a hacer... tomar la iniciativa... no sabía si estaba cavando su propia tumba o si estaba haciendo lo correcto, pero lamentablemente, lo disfrutaba.

—Por lo que yo recuerdo, me seguiste a la Sala de los Menesteres porque habias caído en mí movimiento de caderas. —Le comenta ella mientras lo ve acercarse y apegarla a él.

"¿Tomando la iniciativa?", piensa divertida. "Bien, parece que no es tan aburrido" Arianne roza suavemente sus labios con los de él y le dice:

—Creo que te agradecí esa misma tarde el que me hayas acompañado, querido.

La situación era extraña, pero era obvio que el ego del chico había sido herido. Por lo que la chica sólo rueda los ojos. Para luego alejarle con la elegancia de ella.

—No te propases, querido.

- Veo que aún me tienes miedo.. como aquella tarde cuando escapaste

Dice sonriendo y mirando alrededor, ya sabía que fijar su mirada en el trasero de la chica no tendría efecto alguno.. quién sabe cuántos idiotas ya le habían mirado de manera tan lasciva y ella ya se habría acostumbrado. Edmond no tenía pensado eso... solo quería estar pendiente de la flor, y distraerle cuanto fuera necesario... si disfrutar vienera de por medio... sería mucho mejor

- Debe ser difícil fingir seguridad, siendo que eres una serpiente pequeña y asustadiza

Agregó tratando de provocarle, mientras volvía a mirar hoja por hoja cada una de las plantas que allí yacían, caminando una y otra vez, sin mirar a Arianne y sin pensar mayormente en nada.

- Por cierto... es una buena marca esa de tu cuello... debe haberla hecho todo un profesional

Dijo como último comentario para lastimar su orgullo.

—¿Un profesional? Para nada, si así fuera durante el día se notaría a pesar del maquillaje que use —le dice ella divertida, aunque no pudo negar que le molestó el hecho de que le recordará de tal marca.

Arianne camina hacia la otra planta que necesitaba, aunque en esta ocasión es algo de raiz. Por lo que sonríe de medio lado y dice:

—Yo tengo de asustadiza lo que el Señor Tenebroso de caricativo, querido.

No tenía intención de empezar una discusión sin sentido. Bastante tenía de ella como para meter al saco al Ravenclaw. Lo mira sólo para sonreirle de medio lado.

—¿Qué haremos con la flor, Edmond? Por que sé que la quieres.

Ella le había descubierto... cómo lograba meterse en su mente así de fácil?.. oclumancia?.. no creo.. ella lograba leer incluso sus deseos más profundos... bueno.. era obvio que los leyera, pues el objeto de su deseo era ella, ella y nadie más ... Edmod tragó saliva y le quedó mirando, se sentó sobre la mesa y rió divertido, no podrían batirse a duelo, pues el revuelo de este haría que todos despertaran y serían expulsados, ella no ganaría por fuerza bruta ni por velocidad... al parecer... todo jugaba a favor de Ed.

- Gánatela

Inquirió el joven con un tono lascivo, ese tono que evocaba todo lo sucedido en la sala de menesteres, que llamaba esos recuerdos placenteros a su mente y al menos a él, le hacía recordar el sabor y el aroma de su piel, ingredientes necesarios para la poción de una noche perfecta y maravillosa.

- Digo.. quizá conozcas alguna forma de hacerme cedértela

Arianne se ríe divertida y se acerca a la planta para acariciar una de sus hojas tranquilamente.

—¿Disculpa? —Ella pregunta aún como si no pudiera creer lo que escuchaba—. Me parece que eres tu quien la necesita con más... urgencia.

Lo mira nuevamente, sentado en la mesa, y agrega con voz susurrante.

—¿Por qué tendré que ganarmela yo? —Toma la planta en sus manos y la observa atentamente—. Tu viniste a por ella, querido.

- Entonces no intentes detenerme cuando la tome... pues es mía

Agregó mirándole con recelo, desesperado?... nunca... Gwen y otras chicas cumplían muy bien con su trabajo como para que Edmond estuviera desesperado por tener algo con alguien... es solo que le gustaba... jugar con Arianne... era entretenido... pues ella era más orgullosa y no se doblegaba tan fácil... lo disfrutaba, pero nada le hacía indispensable... la hora se había cumplido, y la flor comenzó a salir de su capullo, brillando en un hermoso color celeste.

Definitivamente la flor era necesaria para el chico, por motivos que nadie podía saber... para nadie estaba permitido saber qué era lo que él haría con la flor... y sería capaz de todo por obtenerla, sin importar tener que meterse nuevamente en uno de esos jueguitos que Arianne disfrutaba tanto


- No hagas ninguna tontería

Dijo con tono seguro y casi hostil, mostraba una faceta que nunca antes había dejado salir... si la Slytherin tenía buenos contactos... debía haber escuchado esa historia falsa de que había asesinado a una persona y por eso me habían expulsado, quizá podría sacarle buen provecho a esa mala fama

—Vaya, el chico tiene garras —dice al fin cuando ve la flor aparecer. Es bastante hermosa, y antes de cualquier movimiento por parte del chico saca su varita para apuntar hacia ella—. Sería una lástima que algo le ocurra, ¿no? —pregunta mirando al chico, mientras estira el brazo donde está la flor lo más lejos de Edmond.

Le sonríe, maliciosa, y piensa un poco. ¿Qué hacer para divertirse con el chico? Bueno, varias ideas rondan por su cabeza pero hubo una que le hizo verdadera gracia.

—¿La quieres? —pregunta socarronamente, imitándolo—. Pues gánatela, querido

La muchacha tenía razón... como buena serpiente le había ganado una vez más... no podía lanzar un hechizo paralizador siquiera, pues el estruendo sería demasiado con la varita nueva, la cual aún no lograba controlar bien, se acercó a ella lentamente, dejando su varita sobre la mesa, mirándole y deteniendose a cada amenaza

- Que... qué quieres de mi?

Dijo mirando la flor, si no lograba guardarla, tendría que esperar hasta el otro año, y era una larguísima espera, además, la necesitaba urgente, qué querría la víbora de él ahora?... le excitaría una vez más para terminar dejando el juego a medias?... o quizá quería esconderle la varita nuevamente...

- Anda... dime, qué quieres

Aún mantenía un tono altivo y agresivo en sus palabras.

Si Arianne pudiera dar saltos, los haría. Le gustaba sentirse así de poderosa, sobre todo con alguien mucho más grande que ella, como es Edmond. Su sonrisa aumenta y lo mira desafiante.

—No uses ese tono estando en tu lugar, querido. Que me es muy facil usar un... —hace que piensa y comienza a decir nombres erroneos de hechizos—: Lacarnum ¿qué sigue?

Se encoge de hombros, sabiendo que el chico había entendido lo que había querido decir.

—¿Qué puede ofrecer un Ravenclaw? No lo sé, no lo sé. ¿Qué tienes?

- No tengo nada

Dije volteándose los bolsillos, Edmond era capaz de darlo todo por esa flor, verdaderamente era importante para él... y la víbora no hacía más que jugar con esa necesidad del muchacho

- En mi cuarto tengo unos galeones... pero... de qué le servirán a una niña mimada como tu

Agregué algo resentido al tiempo que le miraba como a un enemigo, sin sentimiento más que un mero odio y resentimiento.

—De nada me servirían —dice ella rodando los ojos—. Si quisiera dinero llamo a mi papi.

El tono sarcástico de su voz era patente. ¿Ofreciendole dinero? Y ella que pensó que era inteligente. Bueno, de ves en cuando se puede equivocar, ¿no? Al fin y al cabo, sólo es una chiquilla de dieciséis años.

—Vamos, chico, creo que tienes cerebro para pensar, por algo están en la casa de la erudición. Sé que hay algo que puedas darme a cambio de tu tan apreciada flor.

Edmond asintió a su pregunta repetida ya, y sin pensarlo se deshizo de la túnica y se quitó la camisa, quedando con el dorso completamente desnudo, mirándole, no con la falsa mirada desafiante de antes, ni con una mirada de resignación, pero si con una mezcla de entrega y verguenza.

- No sé qué más podría darte

Agregó, sabía que para la muchacha, eso no era algo con algun valor, pues ya lo había tenido por así decirlo a medias... sin embargo era lo único que el chico traía consigo a parte de su varita, la serpiente lo había vuelto a envolver y una vez más Edmond estaba en el juego de ella, pero esta vez estaba dispuesto a hacer lo que esta le solicitara.

La chica no podía creer lo que veía y escuchaba. ¿Se estaba entregando a ella por una flor? Pequeñas risas comenzaron a escapar de ella y sin poder evitarlo le entrega la flor al chico.

—No puedo creer lo que ibas a hacer. —La carcajada no pudo evitar salir—. Bien, creo que esto es mucho hasta para mi.

Hace bastante que no se divertía tanto, la chica lo mira de arriba a abajo desdeñosamente.

—Toma la flor, chico, y vístete. Salva un poco de tu dignidad.

Edmond tomó la flor sin dudarlo, le miró con desprecio, con fulgor en la mirada, para luego ladear su rostro y abrochar su camisa, para prepararse a salir del sitio, ella no sabía cuan importnate era la flor para él, era capaz de hacer cualquier cosa por ella, bueno, quizá le había quedado claro, El chico no tardó en voltear y mirarle de alto a bajo hizo un gesto amargo y luego se marchó del lugar, resentido y al mismo tiempo enojado, a la serpiente le gustaba jugar con la comida, pero no comérsela, lamentablemente, demostraba no ser más que pura boca, Edmond paró en la puerta y volvió a mirarle, rió ante sus pensamientos y clavó sus ojos una vez más en los luceros de ella, que ya no tenían el mismo brillo que alguna vez le había visto... estaba perdiendo su tiempo, eso estaba claro, entornó sus ojos y luego, con la flor en su mano, se marchó del lugar para hacer lo que con la flor debía hacer, necesitaba hacerlo esta noche, pues el maravilloso ejemplar moriría al amanecer.