Cae la noche (Tanya)

Parado frente al profundo mar observaba como, con cierta facilidad, se curvaba. Ese azul intenso casi congelado a causa de la época del año te invitaba a alejarte o, por el contrario conseguía dejarte completamente enganchado a él. La orilla estaba repleta de pequeñas piedras redondas a causa de la erosión ocasionada por el viento y, en ciertos momentos el oleaje. La música rock resonaba en mis cascos mientras veía como poco a poco la noche caía haciendo de ese momento algo mágica. El sol comenzaba a ponerse haciendo que los rayos anaranjado atravesaran el horizonte. Me agaché para coger una piedra al son de Sum 41 mientras mi pie tamborileaba las demás. La miré y tras intentar lanzarla se hundió al primer salto, suspiré.

-I don’t want this moment…- canturreé mientras volvía a acuclillarme para recoger otra piedra y lanzarla, pero de nuevo lo mismo. Puse los ojos en blanco.

Me apetecía hacer un dibujo de la puesta del sol en sobre el lago. Aunque parezca que es igual hacerlo en un lugar que en otro: no es así, quería concentrar la belleza del lago, de los árboles, de la puesta del sol. Y tenía el lugar perfecto. Y la verdad, no me apetecía hablar con nadie, estaba teniendo uno de esos días donde la soledad es gloriosa. Estaba repasando mentalmente que había llevado todo cuando escuchó a alguien tararear. Perfecto, cuando no quiero encontrarme con alguien lo hago... Y cuando sí quiero ese alguien no aparece, me quejé mentalmente. Decidí ignorarlo y me senté en mi lugar que, por suerte o por desgracia (más bien por desgracia), estaba relativamente cerca del chico.

La música seguía retumbando con cierta violencia sobre mis oídos de manera que no oyese nada más que mis estúpidos pensamientos.
De repente una voz, algo que conocía demasiado bien: "Algún día de estos te quedarás sordo" me acusó el recuerdo del dulce sonido que emanaba la voz de la que hace un par de años creía era mi madre biológica. Sonreí de lado para mi mismo con cierta ironía. Me agaché de nuevo y cogí una piedra, me dispuse a lanzarla cuando se fue hacia atrás y casi por inercia me giré hacia el otro extremo. Ahora el sol delineaba las montañas y todo lo que estaba a su abasto.

Apenas estaba empezando cuando el chico, sin nombre de momento, se movió y me fastidió la imagen. ¡Joder! ¡Para algo que me gusta va este y se lo carga! Bien, simplemente genial.
-Disculpa, estoy tratando de dibujar el paisaje ¿te importaría quedarte donde estabas o no ponerte justo aquí?-. Le dije, después de acercarme y tocarle en el hombro, con mi mejor voz amable.

Sentí unos golpes tras mi espalda, "¿Quién coño es ahora?" pensé mientras que con cierta tranquilidad fingida tiraba del cable blanco que daba directamente a los auriculares. Me giré dispuesto a pregunta algo cuando me percaté de que era una chica y, pocos metros más allá tenía una hoja de dibujo.

-¿Perdona?- repetí sonriendo, pues la verdad no la había escuchado.

-Te he dicho que estoy intentando dibujar la puesta de sol. Y también que apartes o te quedes donde estabas, porque justo aquí estás en la mitad del paisaje.- Volví a decir. El chico me pareció muy, muy guapo. Pero si era tonto perdía bastante a decir verdad, ya había superado le época en la que con que estuvieran buenos se me derretía el cerebro.-A menos, claro está que quieras que te dibuje-. Dije, ligeramente sarcástica.

-Mujer tenía que ser.- carraspeé con la mano frente la boca. Debía admitir que la chica era guapa, pero la belleza no lo era todo. -Si te molesto, te vas por dónde has venido- dije con tranquilidad volviéndome hacia la puesta de sol, sabía que si no era así, me acabaría aburriendo. -Además, más te gustaría dibujarme.- dije con chulería.

-¿Mujer? Tío ¿tú eres tonto o no tienes cerebro?-. Pregunté ¿cómo era posible que dijera eso? -No me voy a ir, querido.-Le dije sonriente, había venido a relajarme y quería dibujar la maldita puesta de sol. Y lo iba a hacer.- Si querías que te hiciera un retrato solo tenías que pedirlo-. Comenté, con una voz "dulce".

Alcé la vista al cielo durante unos segundos mientras esa improvisada acompañante seguía quejándose por el comentario , algo machista, que había recibido por mi parte.
-Si no te vas a ir, no te quejes o pintas otra cosa una de dos.- dijo volviendo mis ojos verdes impactando directamente sobre los suyos.

-Argh, ¿sabes qué? Que yo no me voy a ir. Así que o te mueves o te muevo. Tú decides- Respondí, el imbécil me estaba empezando a tocar cosas que yo ni siquiera tenía. Sí, estaba bueno pero también era tonto perdido. Y la verdad, no tenía muy claro que predominaba.
-Seguro que eres Slytherin-. Acusé, fulminándole con la mirada.

Reí ante lo que al parecer era una amenaza por parte de aquella endeble joven, el sonido sarcástico abrumó el espacio durante unos segundos.
-¿Tú?.- la señalé. -¿Moverme a mí?- me señalé. -Sigue soñando, pequeña.- dije guiñándole el ojo con ironía mientras metía una mano en el bolsillo derecho. -Sangre limpia, por supuesto.- apunté ante su afirmación.

En ese momento sólo podía pensar una cosa: imbécil, bueno, en realidad también estaba pensando si una patada en la entrepierna me haría feliz. Cerré los ojos y conté hasta diez, supuestamente eso debería relajarme... Pero no lo hizo.

-¿Yo?-. Pregunté, imitandolo.-¿A ti? No lo dudes, aunque no tuviera una linda, linda varita la ira es un aumentador de fuerza natural.- Sonreí, un poquitín neurótica.

-Lo imaginaba, tengo una amiga Slytherin que es curiosamente parecida a ti-. Dije sinceramente.

Alcé una ceja cuando me imitó pero no eliminé la sonrisa del rostro.

-La claro, claro, claro...- la miré. -Lo qué tu digas.- dije dándole la razón como a los locos mientras sentía como poco a poco la luz procedente del sol se iba evaporando bajo el mar dejando tansolo a la vista pequeños retales de lo que antes era. -¿Como yo?, ¿Y cómo se trata que soy?-

Dios, entendí su sonrisa de darle la razón a los locos, me estaba comportando de manera extraña, incluso en mí. Me masajeé el puente de la nariz y traté de relajarme, aunque solo fuera por unos instantes.

-Arrogante, engreído, molesto...- Contesté encogiéndome de hombros -Supongo que habrá alguien que te quiera pero me parecería increíble.-

Cambié la postura cambiando el peso del pie izquierdo al derecho y las manos ahora cruzados sobre el pecho mientras escuchaba todos los adjetivos despreciativos que emanaban de su boca.

-Gracias por el cumplido.- dije con la serenidad que me atribuía. -¿Y qué pasa si eres tú la que te enamores de mí?- reí ante la idea.

-De nada-. Respondí encogiendome de hombros. -¿Yo? ¿De ti? Lo veo tan improbable... Pero ya sabes, siempre podrías ser tú el que se enamorase. Yo soy una chica totalmente adorable.- Puse mi mejor cara de niña buena, pestañeando a toda velocidad. -Bueno, a lo que iba, ¿vas a hacer tu buena acción anual y te...?- Me interrumpí mirando a mi alrededor... ¡Joder! ¿Por qué estas cosas me pasaban siempre a mí?- Da igual, ya no voy a poder dibujar mi puesta de sol. Muchas gracias.-

-Seguro que cuando duermes eres adorable, por el simple hecho de que no puedes hablar.- le guiñé un ojo. -Aún así querida, milagritos a Lourdes.- finalicé y luego reí al escuchar su queja. Supuse que la puesta de sol habría acabado y ahora sólo albergaba la oscuridad de la noche. Me puse un casco de nuevo y desde dentro del pantalón volví a presionar el play para más tarde sacar una cajetilla de tabaco.

-Pues tú no debes ser adorable nunca-. Respondí, soy una chica adorable ¡siempre me lo decían! -Comprate un corazón, te hace falta y creo que ahora están de rebajas.-. Le dije, conteniendome de sacarle la lengua. El chico se colocó un casco. -¿Cómo es posible que seas Slytherin y no odies la tecnología muggle? ¿Te das cuenta de lo imposible que es?- Pregunté, curiosa.

-Cómpramelo tú, eres la que quiere que tenga uno.- me encogí de hombros mientras una canción cualquiera sonaba bajo el auricular haciendo que esta retumbara en las paredes de mis oídos. Escuché su comentario pese a eso y suspiré.
-Es imposible que te calles?- dije alzando una ceja. -Y la explicación es básica, he vivido toda mi vida entre Muggles.-

-Bueno, si lo utilizas... Sí, supongo que podría malgastar mi dinero en ti.- Dije, fingiendo pensarlo. El chico suspiró y me miró un poco mal, supuse que me lo merecía por cotilla.

-Sí, la verdad es que sí. Es imposible.-. Le dije, intentando sacarlo de sus casillas.

-Qué curioso... Entonces, si te molesta te fastidias, ¿por qué utilizas el término sangre-limpia? Tú deberías defender a los muggles ¿no?-. Pregunté.

"Mijaíl, cuenta hasta cinco" me dijo mi mente intentando que me calmara pues al fin y al cabo hablar sobre mi pasado me irritaba bastante sin razón alguna.
-Eres una cotilla.- dije negando retóricamente con la cabeza ante sus palabras. Pasé la mano izquierda tras mi nuca y suspiré de nuevo.
-Mis padre eran magos, pero por miedo al señor oscuro decidieron abandonar el mundo mágico, se fueron a Rusia y allí me tuvieron pero una mafia me vendió justo después de nacer a una familia de Muggles.- expliqué todo de una vez, mi historia parecía salida de una mala película.

-Lo sé, gracias.-Respondí, sonriente. Estaba consiguiendo que el chico se enfadase y, ahora ya que no pude hacer mi dibu, eso era muy divertido.

-Ehm... Qué vida más díficil,-Comenté, sin decir lo que realmente me apetecía: tu vida es un culebrón. -Yo también soy rusa. Pero sin historia dramática, mi padre decidió venir a Inglaterra para desarrollar su empresa.- Le dije, encogiendome de hombros. -¿Y tu nombre?

Odiaba la mala manía que la gente tenía de explicar hechos de los cuales yo no había preguntado, por lo tanto, no me interesaba. Ignoré sus palabras y la tentación de aplaudirle de manera irónica cuando dijo que era rusa eran muy latientes, aún así me abstuve.

-No te he preguntado.- carraspeé poniendo el puño frente la boca como si tosiera. -Me llamo Mijaíl, ¿Tú?- la señalé con la barbilla.

Pude ver como al chico le molestaba un montón que diese información sin que me preguntase. Eso me hizo sonreír alegremente. -Lo sé, por eso te conté mi vida... Pero si sigues sin preguntar nada te puedo contar más cosas.- Le dije alegremente. Esto mejoraba por momentos.

-Soy Tanya.- Le dije, después de enarcar una ceja porque me había señalado como a un perrito.

-Haz lo que te salga de las narices.- me encogí de hombros. -Diga lo que diga lo vas a hacer.- comenté sin demasiado énfasis pues tampoco me importaba demasiado y lo único que buscaba era sacar de quicio a alguien.

-¿Te molesta que te señale?- dije volviéndolo a hacer con cierta malicia. -¿De qué casa eres?, seguro que una penosa Gryffindor.- dije sin dejarle responder casi mientras sacaba el paquete de tabaco y un cigarro.