Las serpientes también se muerden entre ellas. [Joseph Gray]

Arrogante. Esa es la mejor palabra para definir a Arianne, aunque hay muchas otras que le siguen de cerca. Vanidosa, rencorosa, envidiosa. Y la lista sigue, tal vez eternamente. Tiene un constante mal humor que siempre resalta cuando alguien quiere hacerle cara. Aunque lo que de verdad le molesta, es el poco veneno que desprende la casa de Slytherin desde hace un tiempo.

Sentada en la Sala Común, mirando a su alrededor, la chica bufa al ver la desgracia en la que está cayendo su casa. Su hogar, su nido. El único lugar donde se siente realmente cómoda en ese castillo. Cruzada de piernas y con un libro en su regazo, la arrogante serpiente descansa de un largo día. Como nunca había decidido entrar a clases, puede haber influencia de cierta carta que tenía en alguna parte de su libro, en donde su padre le exige que sea responsable. Como todo Sinclair.

Escucha la puerta abrirse y como es un día de extrañezas, pasó su mirada al chico que estaba entrando al nido. Trata de recordarle, pero su capacidad de reconocer rostros es mínima, por lo que curiosa lo siguió con la mirada, hasta que ambas se toparon. Una chica normal la hubiese corrido, algo cohibida y avergonzada. Pero es Arianne y ella siempre acepta los retos. Sonríe socarronamente y vuelve su mirada a su libro.

Habia terminado de desempacar sus cosas, luego de haber perdido la mitad del día buscando la sala común de Slytherin y luego de su primer encuentro fallido con un ser humano por los vestibulos de Hogwarts. Le dolían un poco los hombros por estar cargando tanto peso durante un buen rato, pero era un dolor soportable que podia facilmente disimular. Le parecia ridicula la idea de usar magia para llevar sus cosas, por lo que desde que llegó, nunca lo hizo.

Apenas entró a la sala común, sintió que alguien lo observaba a través de aquel cuarto. Era una mirada de ojos verde claros, penetrantes, que recorrian cada milimetro de su cara, como si lo hubiese confundido con alguien a quien aquella muchacha conocía.

La chica apartó su mirada al libro, Joseph espió brevemente el libro para saber que era lo que con tanto interés leía, pero estaba muy lejos para descifrar una palabra. Se acercó a la chimenea que se encontraba a unos pocos metros de ella, solo para leer con un poco más de claridad, cuidando que la chica no se diese cuenta.

Leer era una forma que tenía la chica para relajarse. Le gustaba y la desconectaba de la realidad por lo menos unas horas, sobre todo si es algo que le gusta. Aunque en este caso estaba leyendo sobre las Leyes y Regulaciones mágicas, un tema que no había llamado su atención con anterioridad.

Voltea la hoja y se encuentra con la regulación del Veritaserum. Arianne sonríe irónica, ella ha usado esa poción, hecha por ella misma y ha salido perfecta, por lo que sólo atina a pensar que al parecer en el Ministerio van a tener que desconfiar de los estudiantes, ya que por propia experiencia sabe que no es la única que anda con Suero de la Verdad entre sus pertenencias.

Levanta su vista, sentía que la observaban. Busca por el lugar y se encuentra nuevamente con la mirada de ese chico. Ya sabe que no lo conoce, por lo menos no recuerda haberlo visto con anterioridad. Arquea una ceja, interrogándolo con su mirar, pero se ayuda un poco hablándole.

—¿Ocurre algo, querido? —pregunta con su voz suave, tranquila, sin mostrar aún el veneno que puede llegar a destilar.

Se desconcertó ante la tenue voz de la muchacha al saber que lo habían sorprendido, era suave y dulce, sin embargo no dejaba de notar la forma altanera en que lo observaba.

Este lugar está lleno de críos pensaba mientras recorría su rostro, observando su delicada, cuidada y blanca piel, dandole la apariencia de pertenecer a un estrato social bastante alto.

-No es de tu incumbencia, muñeca de porcelana- le respondió con un poco de molestia.

Arianne sonríe ante la mirada del chico, pero rueda los ojos al escuchar la molesta respuesta de él. "Muy Slytherin al parecer" es lo primero que piensa, por lo que de inmediato se preguntó si sería como los otros o sería digno de la casa de Salazar, los cuales ya se estaban extinguiendo.

—Tienes toda la razón —dice ella sonriendo de lado—, sólo estaba practicando con mis buenos modales. No hay algo que me pueda interesar de ti —finaliza de decir encogiéndose de hombros, mirando su libro y cambiando de página.

Seguía con esa suavidad en su voz, aunque le gustaba hablar filosamente, el chico aún no se lo merecía. "Aún", reitera ella, sabiendo que por lo menos algo el nuevo Slytherin le responderá.

Algo que Joseph no puede evitar es analizar las reacciones de las personas que apenas conoce, es como si le divirtiera el hecho de sacarlas del quicio y comprobar si son el tipo de personas que aparentan ser en realidad. Detesta profundamente el cinísmo que se esconde detrás de cada palabra amable hacia un desconocido. No apartó su mirada de aquellos ojos verdes que a momentos les parecía tan similares a los de su madre.

Se acercó lentamente hacia ella, se agacho hasta que su cara quedó al nivel de la suya y con un solo dedo inclinó su libro para descubrir su cara.

-No necesito su condescendencia, Lady. Puede reservarsela para otra persona más ingenua.- contestó con severa frialdad.

-Para ser una dama bastante elegante, carece de ciertos modales-

La dulzura de Arianne fue reemplazada por una mueca arrogante que la mostraba tal cual es. Sí, porque tampoco hubiese estado mucho tiempo más actuando ser alguien que está lejos de ser.

—Por lo menos tu no eres uno de ellos —dice mirándolo directamente a los ojos, hablando fríamente, aunque se seguia notando cierta suavidad en su voz. Algo que a ella siempre le ha desagradado, según su padre, es el mismo tono del de su progenitora.

Observa los verdes ojos del chico, que se mostraban fríos, reacios y piens por un momento que tal vez los suyos se vean igual. Si ya no actua como la dulce serpiente, el brillo de sus ojos ya no debe ser el mismo.

—Así que según el caballero carezco de ciertos modales. —Sonríe maliciosamente, algo que se le da bastante bien y agrega—: Y se puede saber ¿cuáles son?

Sí, quería saber cuanto veneno tiene el chico, si al final no cualquiera sabe usarlo contra los de su misma especie.

La conversación adquiria cada vez un tono más interesante, cualquier persona habría perdido la paciencia incluso con el despectivo saludo de bienvenida, pero ella no parecia nisiquiera intimidada, tenía la sensación de que podia cambiar el rumbo de la conversación. Pero él sentía que aun podia mantener el control de ésta y decidió seguir adelante, al menos un poco más hasta sentirse satisfecho.

-¿Caballero yo?, ni siquiera me estoy esforzando en serlo, Mon Chéri...- sonreía sarcasticamente -... pero hasta un vagabundo sabe ...- antes de terminar esta última frase, tomó su libro suavemente y lo dejó en su regazo -...que es de mala educación conversar sin mirar a quien le habla-

Ve como su libro es cerrado e inmediatamente levanta su mirada a la verde del chico mirándolo desafiante. ¡Qué error! Ella que siempre se molesta que no le miren a los ojos cuando conversa a cometido tal acto. Bueno, a parte de mostrar poca educación, da a entender que no es de confianza. La misma Arianne se catalogaría como una chica en la que no hay que confiar.

—¿Educación o entretenimiento? —comienza a decir la chica como si estuviera sopesando una situación. Aunque en realidad había decidido jugar un rato con su compañero de casa—. Al menos que demuestres que puedes mantener mi interés en tí, tal vez pueda ser un poco más educada..

Le devolvió la desafiante mirada, sin dejar de sonreir levemente. Parecía cuidar cada palabra antes de pronunciarla, sus frases eran ingeniosas. Notó que en ningún momento tuvo la intencion de acercar su mano a su varita para defenderse. Puede que no la esté trayendo consigo, o no siente la necesidad de hacerlo ...

-Si eres tan interesante como el libro que estás leyendo, creo que lo pensaría dos veces antes de hacerlo- le bromeó.
Al parecer nadie estaba atento a su conversación, las personas que quedaban en la sala se veian ocupadas en sus propios asuntos.

-Además, si no te resultase del todo interesante, habrias terminado esta conversación hace varios minutos atrás, ¿no es así, pequeña serpiente?-

Arianne arquea una ceja y se permite mostrar una sonrisa de suficiencia. Vaya, el chico sabe como defenderse con la mismasutileza que ella ataca, un detalle perdido en muchos de los de su casa. No en todos, que siguen habiéndo serpientes de nivel.

—Eres astuto, chico, y sí, habría terminado la conversación casi de inmediato. Pero no creas que es lo suficiente como para que mantenga el interés en ti.

Sabe que dar alimento al ego de una serpiente es peligroso, con ella ocurre muy amenudo y los otros terminan humillados. Y si el chico es como Arianne cree, terminarían discutiend, llamando la atención de los otros, creando nuevos chismes.

Dejando su libro de lado, la serpiente le sonríe de manera maliciosa. Estira su mano con la elegancia que la caracteriza y dice mirándolo a los ojos, mostrándole de cierta forma que tenía razón en el error que había cometido.

—Arianne Sinclair —se presenta, utilizando nuevamente su voz suave—, es un placer que me conozcas, querido.

No importaba de cuantas formas la atacase, en todo momento le respondía de forma tan serena y pacífica que parecía no importarle en lo absoluto. Respondía con gracia, y habia algo de siniestro en su forma de actuar. Pero él bien sabe que la paciencia no dura por siempre, mucho menos con un completo desconocido.

Por unos momentos el apellido Sinclair le dio vueltas en su mente, le sonaba peculiarmente familiar, pero finalmente llegó a la conclusión de que pudo haberlo confundido con otro apellido parecido. Prefirió no preguntar.

-Puedes reservarte las etiquetas querida, sabes que no tengo la intención de saber tu nombre. Tampoco veo la necesidad de que sepas el mio, temo que en algun momento lo descubriras- no sabía que idea lo irritaba más: que lo llamase "querido", o serle sincero, decirle su nombre y que lo pronuncie con esa tenue, suave, pero cinica voz.

-Debo decir que tú tampoco ha sido capaz de atraer mi atención, lady. Solo me bastaron estos pocos minutos para darme cuenta que eres igual al resto de las chicas en este lugar- la miró fijo, esperando respuesta de su parte. Si era quien Joseph creia que era, ese comentario le haría hervir la sangre, a ningun "aristocrata" le agrada la idea de ser igual al resto.

Primero le niega el saludo y decirle su nombre, para después tratarla como una chica más. Arianne estuvo tentada a reaccionar como debería, arrogante, con superioridd, colocando al chico en el nivel que corresponde, uno muy por debajo al de ella. Pero la chica es lógica y sabe que eso es lo que el Slytherin quiere, por alguna extraña razón quiere verla en su faceta más venenosa. Si sigue así, talvez lo consiga.

Tragandose el veneno que había acumulado para el chico, sonre de medio lado, con algo de frialdad, de la misma forma que sonó su voz.

—Veo que no soy la única con falta de educación —comenta como si realmente le importara aquél hecho—. Y aunque es verdad que descubriré tu nombre con sólo un chasquido de mis dedos, prefiero que me evites tal trabajo, querido.

Lo observa atentamente, evaluándole, tratando de por lo menos saber si lo reconocía de algún lado. Pero nada.

—Asi que soy una chica como cualquier otra. —Trata de sonar casual pero le fileza de su voz había aumentado por más que no lo quisiera— Y según tú, ¿cómo somos las chicas de este lugar?