Ariel había ido con su madre a hacer las compras para Hogwarts, y tocaba ir a por la varita.
Ambas entraron en Ollivanders y su madre pidió una varita para ella, el dependiente la miró a traves de sus pobladas cejas, la muchacha enrojeció y miró hacía otro lado ante la atenta mirada de aquel hombre extraño.
El dependiente salió de detrás del mostrador cogiendo el metro.
- Alza los brazos, por favor - le dijo.
Ella hizo caso a lo que le decían y alzo sus brazos, el hombrecillo le midió el largo de los brazos.
- ¿Con que mano escribes? - preguntó.
- Soy Zurda - contestó Ariel.
El hombrecillo volvió detrás del mostrador y se perdió entre las cajas de varitas que llenaban los estantes hasta el alto techo.
Volvió apenas tres minutos despues con una cajita, la abrió y sacó una varita.
- Aqui tienes, madera de cerezo con núcleo de corazón de dragón, 23 centímetros de largo, agradablemente flexible.
La chica cogió la varita y tuvo una cálida sensación que recorrió su brazo.
El dependiente la miró y sonrió.
- Perfecto, esta es la que te corresponde.