Hay tejones con muy mala orientación [Arianne Sinclair]

Arianne caminaba por las mazmorras, tratando de buscar algo de diversión, últimamente se aburría más seguido que de costumbre. Andar por ese laberinto siempre la coloca de buen humor, le agradaba la idea de encontrarse con personas perdidas y llevarlas al límite de la desesperación al verse ellas sin salida.

A lo lejos ve una figura que se le hacía familiar, sonríe al ver que podría molestar a alguien para terminar de relajarse. Se fija por donde está esa chica, ensancha su sonrisa y dobla por la siguiente esquina. La figura se veía perdida, era obvio que no se movería por lo que caminando con más rapidez de lo normal, logra aparecer por la espalda de la chica.

Un olor a naranja bastante familiar llegó a sus fosas nasales y piensa que los tejones se están reproduciendo con rapidez. Había más desde hace algún tiempo hasta esta parte. Y esa chica era una Hufflepuff por donde se le mirase, Ariel Eriksen.

—Bu, tejona —dice ella en el oído de su acompañante, sonriéndo maliciosa.

El sarcasmo en la voz de la chica le hizo gracia a la Slytherin. Hubiese reído si no fuera porque no es el lugar correcto, ni el momento para hacerlo. Vamos, la Hufflepuff se ve seria, no quiere sacarla de casillas... aún.

—Sí, por lo menos para mi lo es, ¿cómo es que bajaste a las mazmorras, querida? —le dice con tono falsamente preocupado, mientras camina alrededor de la chica—. Sabiendo que hay serpientes menos peligrosas que yo pero más... ¿cómo decirlo? —medita unos segundos—: Lascivas —termina por susurrar nuevamente en el oído de su acompañante.

Mira a la chica divertida, algo extraño debió de haberle ocurrido para que una Hufflepuff terminara hacia ese lugar.

Arianne ríe por las palabras de la chica. Ella no es de las personas que necesiten secuaces para andar por las mazmorras, en sí a veces prefiere la soledad para poder pensar con tranquilidad, pero eso es algo que Ariel Eriksen no sabe y no tendría porqué saber.

—En realidad no me preocupa, sólo era un comentario para saber que tanto te preocupa jugar con los Slytherin —dice ella encogiéndose de hombros—. Tal vez pueda ir a avisarles que por el lado norte de las mazmorras una tejona está perdida.

Camina un poco para poder apoyar su espalda en la pared y mirar a la chica con superioridad. Se notaba en el tono de la Hufflepuff, que se estaba molestando y no ay nada más divertido que hacer enojar a una tejona.

—Nadie es capaz de aburrirse de mí —comenta, para mirarla maliciosa de inmediato—. Mandé a algunas a buscar tejones, hay un chico en particular con el qe sabrán divertirse. —Habla suavemente, dándole a entender perfectamente cual es ese chico.

La reacción de la chica fue interesante, la sorprendió, sí y demasíado pero era algo que ella hubiese hecho si habrían hablado así de... "Para ahí, Arianne, no te desviés del tema" Termina regañandose al ver que volvía a pensar en quién no debía. Escucha las palabras de Ariel y sonríe con suficiencia, aún cuando ella la tenía tomada del cuello de la camisa. La ve alejarse y Arianne sólo deja escapar una risa algo malévola.

—Pero si huele a celos, tejona —comienza a decir arrastrando las palabras—, ¿no es que tu y Seth son sólo amigos? Ambos lo han dicho bastante.

A pesar de sentirse con cierta ventaja, la rubia serpiente prepara su varita por si las dudas, no dejaría que la tejoncita vuelva a acercarse de tal manera a ella. Espacio vital.

—¿Y quién te dice que Seth no me interesa? Es un chico guapo y es sangre pura, no sería malo jugar con él —Se queda callada por unos segundos, observando todo con total atención—. Por lo que tienes que estar tranquila, nadie está visitando a tu amiguito, no soy de esas, prefiero hacer el trabajo yo misma.

Toda la situación la divertía, la sofocada respuesta de la chica al típico: somos amigos, el golpe a la pared, todo, hasta el comentario de romperle la cara. Pero cuando la tejona tocó el tema de la pureza de la sangre, Arianne cambió su actitud a una frialdad que pocas veces usa. Algo que le molesta por sobre todas las cosas es que se metan con sus ideales, con la pureza de la sangre que corre por sus venas. Puede aceptar todo y de todo se burlará, pero ese tema en principal, siempre será su talón de Aquiles. Por lo menos ya sabe que la Hufflepuff sabe jugar.

—Libertad —repite ella, como una palabra añorada, pero con ese tono burlesco que mataba todo sueño de desearla—. Repetiré las palabras de una amiga, querida Ariel, la libertad siempre es anhelada por quien no la tiene, mientras que muchos que la poseen desean vivir como alguien que no, experimentar ser alguien... superior. —Lo último es un agregado de ella, pero la tejona no tiene porque saberlo—. El que tiene el camino concertado es porque eligió ese, niña, no sé porqué pero tengo la extraña sensación que el resto de las personas creen que nuestros padres nos maltratan o nos obligan a hacer las cosas.

Rueda los ojos ante aquella idea, muchas veces se lo han comentado y ella sólo ha sabido burlarse de aquellos. Mira a la chica con sus ojos como el hielo, da un par de pasos hacia ella y le dice al oído, susurrante, de una forma electrizantemente aterradora.

—Las marionetas no somos aquellos que sabemos nuestro lugar, no, yo no soy una, yo sé que es lo que quiero y es lo que conseguiré, luchando contra viento y marea si es necesario, a mi manera, claro —dice, hablando implícitamente de encontrar a su madre—. Pero permíteme decirte, querida, que las verdaderas marionetas son los que se creen libres, que creen que pueden volar y llegar lejos, mientras que los de abajo, los supuestos muñecos mueven los hilos para que actuen como lo hacen.

Retrocede hasta la pared nuevamente, afirmándose y cruzándose de brazos. Le sonríe de lado, al darse cuenta que había actuado de una manera un tanto... impulsiva. Una forma bastante distinta a la de la Hufflepuff, Arianne primero vería su integridad física antes de amenazar a alguien con su puño, además, esa es una manera muy muggle de arreglar las cosas, y ella no se rebajaría a pelearse con alguien.

Ríe, es lo primero y único que logra hacer la rubia chica cuando su compañera dejó de hablar. Ríe a tal nivel que siente como su respiración se entrecorta, como su estómago comienza a doler. ¡Por Merlín! Nunca había encontrado algo serio tan divertido. Asi que la tejoncita se pregunta si a la chica le gusta que la odien. Nuevamente, la risa se escapa de ella, aunque pudo ver entre tanto los movimientos de la Hufflepuff, no le dio mayor importancia a ese hecho, en sí le da lo mismo lo que ocurra con Eriksen.

Cuando siente que el ataque de risa pasa, la rubia comienza a buscar aire que recompense aquel perdido. Niega lentamente para luego mirar a la otra chica con lágrimas en sus verdes ojos.

—Lamento decirte, querida, que el mundo no me odia —dice ella con total tranquilidad y sinceridad—, en realidad, creo que son los menos, no tengo tantos enemigos como crees.

Arianne la ve alejarse, doblar por la esquina y apenas la pierde de vista, sonríe divertida. Entonces la Hufflepuff tiene más garras de lo que demuestra, lástima que a ella los tejones no le den miedo. Tiene cosas más importantes de la que preocuparse como para pensar en que una chica siente lástima por su forma de ser.

Comienza a caminar por el camino que había aparecido. "¿Ilusa?", piensa con una sonrisa, cuando ella sea ilusa y cobarde, la Hufflepuff se convertirá en una serpiente. Cual de los dos es más imposible. Dobla por la primera esquina de camino a su sala común, se había divertido converdando con la Hufflepuff, hasta había pensado en seguir jugando con ella por un tiempo, pero ahora tiene cosas mucho más importante por hacer.

—Ilusa tu, querida —susurra con una sonrisita maliciosa, cuando cruzaba la puerta del nido de víboras—. Ilusa tu por querer meterte conmigo. Será divertido ver como la serpiente se come a la tejona, muy divertido.