En busca del entretenimiento perdido [Arianne Sinclair]

Estaba en la biblioteca, aburrida como siempre, mirando sin ver las hojas del libro de pociones. Pensaba en lo mucho que me gustaría encontrar a algún conocido por la biblioteca y así tener una excusa para distraerme. De todas formas no lograba concentrarme tanto como para estudiar, así que saqué el cuaderno de dibujo para probar con la inspiración.
Miré por la ventana que tenía al lado y vi a una pareja de alumnos que paseaban abrazados por la orilla del lago. Me pareció un bonito tema para un dibujo, así que comencé a hacer los primeros trazos...

Arianne entró a la biblioteca por un estúpido libro de Pociones. No es que no le guste esa clase, es más, le encanta, pero lo que menos le agrada es tener que recurrir a ese lugar cuando ella tiene los medios para tener us propios libros. "Eso es lo que ocurre cuando tu padre cree que las pociones son una pérdida de tiempo" se dice así misma, mientras iba directo a la sección correspondiente.

Cuando llega, observa el lugar por uno segundos antes de darse cuenta que una chica que hace poco había llegado al colegio estaba sentada, sola, y al parecer ¿dibujando? Curiosa como es ella, se acerca a su compañera de casa, sin que ella se de cuenta y observa por sobre el hombro de la chica los trazos que estaba comenzando por hacer.

―¿Qué estás dibujando, Ang? ―le pregunta en su oído, en un suave susurro, divirtiéndose.

Había conversado poco con la chica, pero le caía bien. Así, sin más. No necesitó de un motivo para tener aprecio por la nueva Slytherin.

OFF:

Mientras yo estaba perdida en mi dibujo, una voz me susurró al oído y me sobresalté un poco. Giré la cabeza con un poco de fastidio, pero sonreí inmediatamente al ver a mi compañera de casa.
- ¡Ari!- dije en voz baja para no recibir un escarmiento por parte de la señora Pince- Pretendía retratar a esa parejita de ahí abajo... pero a mi estilo...- sonreí malévolamente a mi nueva amiga. Era una de las pocas Slytherins con las que me llevaba bien.

Siguió el camino que Angelina le indicaba con su mirada e inmediatamente una mueca de desagrado se formó en su rostro. Enamorados, y no unos cualquiera, unos enamorados Gryffindor's.

―¡Qué asco! ―dice en un susurro, sentándose al lado de su amiga―. Son tan empalagosos que me llega a molestar en la boca ―agrega, viendo como el dibujo avanzaba tras los trazos de Ang. Lanzó un pequeño bostezo y se apoyó en la mesa mientras conversaba desde ahí con la morena―. Espero que tu dibujo sea digno de colocar en la Sala Común ―comenta con los ojos cerrados―: o mejor aún, en todo el castillo, para que los demás podamos reirnos un rato. ―Su voz sonó algo maliciosa, quería divertirse un rato y los leones siempre son sus presas favoritas.

Reí ante el comentario de Arianne. Tan fría y cortante como siempre, pero con ese deje mordaz que tanto me gustaba. Me esmeré en el dibujo. Pensaba en algo... ¿caricatura? nah... ¿mofa, burla? siempre. Los ojos se me iluminaron ante la idea y comencé en serio el dibujo, Siempre sin dejar de lado a mi querida amiga.
- Descuida, digno es poco...- y reí maliciosamente. Cierto es que yo lo hacía más por envidia hacia la pareja que por verdadero odio, pero era buena mentirosa y Arianne no tenía por qué saber ese ligero matiz.- ¿Qué me cuentas?- quería conversación, me gustaba tener distracción mientras hacía aquel tipo de dibujos...

Arianne no se movía de su lugar, descansaba de todo ahora que se encontraba por fin con alguien de su agrado, con alguien que por lo menos puede actuar tal cual como es, sin tener que mostrar los colmillos cada cinco segundos.

―Pues no lo sé ―le responde tranquilamente, pensando en qué podría contarle a la chica―. Fui a una cafetería muggle hace unos días ―comienza a hablar― y con una amiga terminamos engatuzando al mesero para no pagar.

Se estira y mira Ang dibujar, era relajante, demasíado, por lo que ya se espera que aparezca un león y les arruine el momento.

―Fue interesante ―agrega―, aunque los muggles no me van.

Siempre me molestaba oír hablar así de los muggles... menos cuando lo hacía Arianne. Con ella me volvía otra persona, la Slytherin que todos esperaban que fuese. No pude evitar reír ante sus comentarios y terminé por centrarme de nuevo en el dibujo. Decidí sacarle un buen tema de conversación.
- Cuéntame algo de tu vida... No sé... creo que ya sabes lo que mis cotillas orejitas quieren escuchar...- dejé el comentario en el aire, esperando que Arianne captase la indirecta.

La rubia mira a la otra chica por unos segundos, mientras arquea una de sus cejas. Claro que había entendido la indirecta, pero ¿qué decirle? "¿Bueno, Ang, no hay mucho que contar, juego y juego pero no paso de eso?" Espera, esa es la verdad y hasta ese momento nunca le había molestado. Entonces, ¿por qué piensa que decirle?

No dejó pasar los segundos, la respuesta es tan obvia como la pregunta de Angelina, por lo que sólo se limitó a mirar a su más reciente amiga y decir:

―Bueno, en realidad hasta el momento estoy más sola que un dedo ―le dice, mirando el pulgar de su mano derecha, mientras estira el brazo y ladea levemente su cabeza―, pero es porque... no me apetece algo más "serio".

Eso no va con ella, sería como pedirle que acepte a los sangre sucias como sus iguales. No, demasiado extraño. Vuelve a mirar el dibujo de la chica y sonríe maliciosa.

―Pero si quieres nombres ―comienza a decir―, ¿qué gano yo a cambio? ―Mal, al parecer se está juntando mucho con Theodore, que por cierto hace días que no ve.

Parecía recelar de mi pregunta. En el poco tiempo que había pasado con Arianne, pude darme más que cuenta de que no dice la verdad... casi nunca. Lo de que no quería cosas más serias me lo creía, pero por supuesto, era una verdad a medias. Quería algo a cambio (cómo no) por lo que con una pícara sonrisa me dispuse a demostrarle que yo no me quedaba atrás en aquel juego.
- ¿Qué es lo que pretendes ganar?- satisfecha con mi contestación, me centré en el papel de nuevo.

Arianne se ríe al escuchar a la chica. "Una respuesta astuta", piensa divertida y se levanta de su asiento con un aire arrogante, para acercarse a la chica un poco más. Mira a su alrededor y al percatarse que nadie las veía, se inclina para hablar con total libertad en el oído de la chica.

―¿Qué puedes ofrecerme tu, Ang? ―le susurra, aún con ese tono jocoso con el que se caracteriza tanto―. ¿Tienes alguna idea de lo que pueda querer, querida?

Observé cómo Arianne se me acercaba y escuché atenta las palabras que me decía. Estaba al tanto de los jueguecitos de la serpiente, por lo uqe no me dejé enredar tan fácilmente como posiblemente ella esperaba.
- ¿Que qué te puedo ofrecer?- sonreí maliciosa- Yo creo que la pregunta correcta es ¿Qué no puedo yo ofrecer?- Quería que se diese cuenta de que yo también sabía jugar a ese juego, por lo que no le sería tan fácil engatusarme como a cualquier estudiantillo de tres al cuarto.

La rubia ríe entre dientes, aún sin moverse de ese lugar, estaba demasiado divertida por la situación. Se esperaba una respuesta igual de ambigua que su pregunta y como pocas veces ocurre, no se equivocó. Las palabras de Angelina llegaron como música a sus aristocráticos oídos y sólo pudo responder:

―Pues no sé hasta que punto puedes llegar a ofrecer ―susurra, mirando nuevamente por el pasillo en donde se encontraban―. Vamos, linda, esto es sencillo, ¿qué me propones? Simple.

Arianne se devuelve a su asiento y la mira fijamente. Esto era divertido, la extraña tensión que se estaba formando le agradaba bastante.

De nuevo, no obtuve una respuesta por parte de Arianne, si no que la serpiente continuó con el juego, como ya me esperaba. Me tomé unos segundos para pensar mi siguiente jugada, no podía tardar mucho o se daría cuenta de que dudaba.
-Eres tú quien me va a ofrecer la información, por lo que creo que lo más correcto sería que fueses tú quien marcase el precio de lo que me vas a dar.- Sonreí maliciosamente. La tensión entre las dos era palpable. Aquel tira y afloja nos mantenía entretenidas y por mi parte, podríamos pasarnos así horas sin que ninguna de las dos llegase a ceder realmente. Podía ser el juego infinito del que las dos disfrutábamos por igual.

Arianne vuelve a sentarse en el lugar donde estaba hace unos minutos y ríe con las palabras de Angelina. Se cruza lentamente de piernas y se inclina hacia la chica, para poder hablar sin que los otros puedan escucharla.

―Pues tienes razón ―concede, mirando a su alrededor y ahuyentando con su mirada a unos curiosos que se habían detenido justo en aquel lugar. Claro, y ella es una tejona ingenua―. Pero ahora me pregunto ―sigue hablando cuando ya es seguro que nadie más pulula por ahí―, si tu sabes qué es lo que quiero a cambio.

La sonrisa de la chica se ensancha al hablar, mirando a su amiga y obligándola a darle una respuesta. Sí que se disfrutará aquello.

OFF:

Cómo no, el juego continúa, pero parece que se acerca peligrosamente a su fin. Sonrío con ella cuando termina de hablar. Me recuesto un poco en mi silla y cierro el cuaderno. Definitivamente, ya no es hora de dibujos.
- Podría decir cosas a ciegas eternamente, pero prefiero que me sorprendas una vez más, querida. Por favor -hice un ademán para remarcar teatralmente mis palabras- ilumíname con tu pedido.- Mantuve mi sonrisa sin dudar y fijé mi mirada en la suya, intentando ver a través de sus ojos.

Una risa se escapa de la chica cuando su amiga terminó de hablar. Sabe que ninguna querría terminar con el juego, pero también tiene muy en claro que alguien tiene que ceder en algún momento... ahora la pregunta es... ¿Arianne querrá ser aquella persona? Una vez ya lo hizo y aún no puede librarse de ello.

―Pues en ese caso, querida ―Se acerca con la chica, inclinándose hacia ella nuevamente―, quiero un... dibujo de esos que haces.

Arianne le devuelve la mirada y arquea una de sus cejas, divertida. Quería reir pero no lo hizo para mantener esa tensión hasta el final.

―Al menos que quieras cambiar y me ofrezcas algo mejor, Angie.

Por un momento sonreí con suficiencia al pensar que había conseguido que Arianne cediese, pero esa euforia se desvaneció tan rápido como dijo sus próximas palabras. Así que no me lo iba a poner fácil... Pues tendría que currárselo...
Con una nueva sonrisa, abrió de nuevo el cuaderno y continuó con su trabajo como restándole importancia a su amiga.
- Me decepcionas, Arianne. Si tan poco valoras lo que me puedas decir como para que su precio sea tan bajo como un mísero dibujo, no sé si realmente me interesa seguir pujando... es más, no creo que sea una información tan trascendente si ese es su precio... Así que dime, ¿Me merece la pena?¿O es que te has vuelto una santa de repente?

Finalmente, Arianne ríe como quería, dejando que ese sonido se expandiera por la Biblioteca, sin importarle si a alguien le molesta. Posa una de sus manos en su rostro, cubriendo su boca para no perder la elegancia y cuando siente que ya puede estar más tranquila, vuelve a mirar a Angelina.

―Jugar con mi ego siempre es una buena opción ―comenta ella, viendo como la chica volvía a dibujar. Una mueca de desagrado se mostró en el rostro de Arianne; a ella le gusta tener la atención de los otros, que la morena se haya puesto a dibujar hirió levemente su ego―. Angelina ―la llama y posa su mano en el cuaderno, impidiendo que pueda seguir dibujando―, ¿crees que yo soy una santa? ―Se levanta y vuelve a acercarse a la otra chica―. Me extraña que puedas pensar eso, querida, pero hoy no ando muy imaginativa ―Sonríe inocentemente y se agacha un poco para ver a la chica los ojos―, pero si me das ideas, puedo elegir la que más me agrade.

Satisfecha con la reacción conseguida, aparto por un momento los ojos del cuaderno para concederle mi atención a la chica.
- Conque andas poco imaginativa... bueno, eso me asegura que tu imaginación también fallará si intentas colarme alguna mentirijilla -miraba a Arianne a los ojos, sin perderme ni el más mínimo parpadeo a destiempo que ella pudiese hacer.- Pero mantengo que mi abanico de posibilidades es... infinito. Piensa un poco con esa cabecita rubia tan bonita, ya verás cómo se te ocurre algo.- Me recosté en mi asiento, sintiéndome con el control de la situación y sonriendo radiantemente sin cesar.

Arianne ríe entre dientes, sabía perfectamente que Angelina no cedería y eso le agradaba. Le hace pensar, tener que actuar de otra forma para poder conseguir lo que quiere. Vamos, la situación si que la divertía, si hubiese sido cualquier otra persona ese juego ya hubiese terminado.

―Asi que un abanico, ¿eh? ―susurra divertida apesar de que está perdiendo algo el control de la situación―. Bueno, querida, sé perfectamente que en ese abanico hay algo realmente interesante por hacer. Lástima que no quieras ayudar a mi linda cabecita rubia con tus morenas ideas. ―Arianne hace un tierno puchero con sus labios antes de acercarse al oído de la chica y murmurar ahí, con una maliciosa sonrisa―. Aunque hay una idea que ronda de hace un rato. ―Roza su nariz en el lóbulo del oído de Angelina y baja un poco hasta llegar a su cuello y seguir por el hueso de la mandíbula―. ¿Se te ocurre qué puede ser, querida?

Un imperceptible escalofrío me recorrió la columna vertebral. No quería perder aquel precioso control que acababa de conseguir, por lo que intentando mantener las ideas en su sitio, hablé de nuevo en un susurro, con la voz más melosa y dulce que pude:
- Se me ocurre, pero creo que tendrás que refrescarme la memoria con el calor que hace aquí dentro... -sonreí de nuevo. Parecía que las fuerzas estaban igualadas, pero ninguna de las dos estaba aún al máximo rendimiento. Era divertido. Además este es un juego que solo lo era cuando mi contrincante era Arianne, pues los demás cedían demasiado rápido.
Preparé mi mente para su próximo ataque, intentando olvidar el contacto de la piel de la chica en mi mejilla y evitando pensar el el delicioso olor del caro perfume que llevaba ella.

La sonrisa de Arianne se ensanchó al escuchar las palabras de Angelina, pero no se detuvo. Siguió con su camino, rozando su nariz por la mejilla de la chica hasta llegar al mentón en donde sube un poco y pasa a llevar el labio inferior de su amiga. Tuvo ganas de reir en un momento, pero se controló cuando inhaló profundamente y terminó por morderse sus propios labios.

―Dicen que siempre hay que ayudar pero... ―deja la frase en el aire para poder devolverse, haciendo el mismo camino que hace unos segundos―: yo no soy de esas. Además ―continua hablando, logrando un leve toque de sus labios en la mejilla de Ang―, sé perfectamente que el calor no te está siendo un impedimento, cariño.

Como esperaba, Aria continuó por el mismo camino. Tuve que cerrar con fuerza los puños y morderme el labio inferior para poder seguir pensando con claridad. Escuché sus palabras mientras pensaba en mi siguiente movimiento.
- Es cierto, ya sabes que no sé mentirte -una sonrisa pícara se dibujó en mis labios y esta veza fui yo quien, tomando una de las manos de Arianne, deslicé suavemente mi cara hasta situarme a pocos milímetros de sus labios- por lo que tendré que ser sincera.- sin separarme lo más mínimo, esperé su respuesta con los ojos clavados en los suyos.

Angelina tomó nuevamente la iniciativa y se acercó al rostro de Arianne lo suficiente como para sorprender por unos segundos a la rubia chica. Un suspiro se escapó de ella que chocó en los labios de la morena. Entrecierra los ojos y mira atentamente a su amiga con una pequeña, casi imperceptible, sonrisa.

―Entonces comienza a sincerarte, cariño ―susurra, ladeando un poco la cabeza y rozando a la vez la nariz de la chica―. Soy todo oídos ―agrega, aunque si Arianne es sincera, lo que menos desea en ese momento es escuchar hablar a Angelina.

La rubia nunca hubiese pensado que la amistosa conversación que había comenzado a tener con la otra Slytherin se transformaría en una lucha entre ambas; si tan sólo lo hubiese imaginado, no habría dudado tanto en ir a buscar esos libros de pociones, los cuales, ahora que recuerda no ha tomado. Mira a su amiga a los ojos, nuevamente, y no puede evitar pensar en la extraña debilidad que provoca en ella la morena, esa necesidad de tener que cuidarla y de cumplir cada capricho que se le ocurra, algo que nunca le había pasado; un pensamiento que se vio interrumpido por otro suspiro que decidió escapar de la chica.

Podía leer la duda en los ojos de la rubia. No dudé un segundo antes de acercarme esos milímetros que nos separaban y rozar, si hubiese parpadeado, no lo hubiese visto. Luego seguí hablando, como si no hubiese pasado nada, a aquella misma distancia de la chica.
- Bueno, creo que las mentiras empezaron... juraría que... cuando te dije que no sabía lo que podría ofrecerte.- sonreí, pues sabía que en el fondo ambas sabíamos que yo había ganado el juego, pero eso no significaba que tuviese que acabarse ahí.