Adoro el aire fresco [Sauron Black]

Abrí los ojos, aturdida, no sabía cuántas horas habían pasado, suspiré mientras me incorporaba y miré de un lado a otro.
Al principio me costó reconocer donde me encontraba, cerré los ojos de nuevo, frotandome los ojos con suavidad y cogiendo aire. La sala común. No había nadie. ¿Qué hora era?
El ruido de un reloj me sobresaltó ¡Maldita sea! No era demasiado tarde, alcé una ceja, pensativa, ¿Tarde..? Eve… ¡acaba de amanecer!
Me acerqué hasta un gran ventanal, aún no había salido el sol completamente.

Estaba claro que no me iba a acostar de nuevo… Tenía un terrible dolor de espalda, por haber dormido en uno de los sillones, no eran incómodos, pero tantas horas en esa misma posición… Suspiré llevando una mano a mi espalda y haciendo una leve mueca de dolor.

Me cambié de ropa y me recogí el pelo con cuidado, tras asearme decidí salir a dar una vuelta, el castillo aun estaba demasiado silencioso, -¿Por qué no puede ser siempre así? –Pensaba mientras recorría los grandes pasillos a paso lento.

Salí del castillo y me paré en la puerta, a pesar de que hacía frío, el sol calentaba mi rostro cuando me topaba con alguno de sus rayos, siempre me había encantado esa sensación.

Empecé a caminar con cuidado sobre la nieve, que se estaba derritiendo, con temor a caerme, aunque… Si lo hacía, por suerte, nadie lo vería.
Sonreí pensando en esa situación, sería cómica.
Caminé hasta el embarcadero, y me senté en el borde de éste, mirando como el sol se habría paso para dar comienzo a un nuevo día.
Noté como el aire movía los rebeldes mechones de mi melena que se habían salido de la coleta para ir hacia mi rostro, y como mis mejillas comenzaban a coger un tono rosado debido al frío.

Me quedé complemente embobada mirando al horizonte, me gustaba mucho la variedad de colores que ofrecía aquella vista. Suspiré, encogiendome ligeramente para protegerme del frío.
Hice una mueca y cerré los ojos durante unos instantes para sentir la suave, aunque fría, brisa.

Cuando los abrí de nuevo sentí que unas manos se posaban sobre mi rostro y que alguien me hablaba, no reconocí la voz, así que llevé mis manos sobre las suyas, acariciándolas con suavidad.

Sus manos estaban heladas, y solo conocía a una persona que pudiese poner esa voz y que a la vez tuviese las manos tan... frías. Sauron, definitivamente, uno de mis mejores amigos, aunque,sinceramente, siempre he querido que fuese algo mas que eso, sabía que era un amor imposible, pero a pesar de todo, me sentía bien a su lado, le quería tanto que si él estaba feliz, yo también lo estaría.

Sonreí -Mmm no se...-Dije en un susurro -¿Puedes darme mas pistas?-Me pareció divertido seguir su juego.

Sauron... Su nombre retumbaba en mi cabeza cada vez que le tenía cerca, y para que negarlo, durante muchas otras veces al día.

Noté como se acercó hasta mi oreja para susurrar unas palabras, sentí un escalofrío al tenerle tan cerca, me pilló por sorpresa y no pude evitar morderme el labio inferior mientras le escuchaba.

-Moreno... Ojos azules.. Y siempre frío... -Sonreí, contestandole con un susurro, al igual que él. -Vaya, entonces debes ser muy guapo ¿no?-Quedé en silencio unos minutos y llevé mi mano hacia su rostro, acariciando su mejilla con suavidad -Había pensado en Sauron.. Pero él... No es guapo-Solté una ligera risa ¿Qué no era guapo? Vaya que si lo era... Y mucho, ademas. -Sabes que es broma... -Dije acto seguido, esperando una reacción por su parte

Me encantaba jugar de esa manera con Sauron, nos entendiamos muy bien y lo pasabamos mejor, tras un rato tapándome los ojos,al fin las quitó de mis ojos y se acercó para darme un suave beso, cerré los ojos sonriendo y me giré para mirarle, le abracé con suavidad y le devolví el beso -Buenos días Sauron-Le dije sonriendo.

-¿Has visto que amanecer tan bonito?- Sonreí mientras le miraba, y luego volví a mirar hacia el horizonte, parecía que el sol no quería salir aquella mañana, ya que aun asomaba timidamente entre las lejanas montañas

Me había alegrado mucho de verle, hacía varios días que no sabía nada de él, y eso me preocupaba, sabía que no le podía pasar nada, o bueno, que era muy dificil que le pasase, pero aun así, siempre me preocupaba por él.

Me giré para mirarle mientras me hablaba -El sol... -Suspiré pensando, quizás debería haberme callado mi anterior comentario, pero como siempre, hablaba sin pensar.
Me cogió la mano, con suavidad, y me sonrojé levemente, no es el momento, no puede notarlo, miré hacia el horizonte antes de volver a mirarle para contestarle -Es un honor ser la que te acompañe la primera vez que ves ésto-Le sonreí y apreté un poco su mano.
Miré hacía el sol, para ver como se abría paso poco a poco, y apoyé la cabeza en el hombro de Sauron, mientras sonreía.

Realmente había sido una suerte encontrarme con Sauron, ahora él, podía resistir la luz solar, o al menos, estaba empezando a resistirla.
Iba tan lindo con esas gafas de sol, no pude evitar sonreír y cerrar los ojos un instante para sentirle.
Los abrí de nuevo cuando me contestó, no dije nada, simplemente miraba hacía el horizonte.
Noté como pasaba su brazo por mis hombros, abrazándome con suavidad. Era duro para mi pensar que nunca podría tenerle como algo mas, pero no me cansaba de estar con él, no quería que se alejase de mi, nunca.

Cuando el sol comenzó a salir, uno de sus rayos rozó nuestros rostro, oí un leve quejido e hice una mueca, incorporándome para mirarle, había girado el rostro, claro, no quería mirarlo fijamente. Le sonreí

-Si quieres... Nos vamos... No quiero que el sol te dañe-Miré hacia el sol, y luego hacia Sauron, con cara de preocupación.