Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP)
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Elizabeth de Lune Estudiante
Cantidad de envíos : 466 Fecha de inscripción : 29/08/2010 Edad : 30
Tema: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Sáb Feb 12, 2011 5:54 pm
Con una cara llena de dolor, nostalgia y melancolía, llegué a la central de trenes que me llevaría directamente a Paris. El Expreso de Oriente estaba a reventar. Tantos muggles que se preparaban para abordar los trenes y partir hacia sus destinos. Me sentí engentada al ver todas esas personas apresuradas, corriendo a mí alrededor, y cabe mencionar que la temporada vacacional de invierno ya había acabado hacia pocas semanas, sino hubiese estado peor de lleno y jamás saldría de Inglaterra. El servicio de trenes, que cruzaban el Canal de la Mancha, era nuevo, tendrían sus años en funcionamiento, desconfiaba un poco en ellos; sería mi primera vez viajando sola por tren hasta Francia –que no visitaba desde hacia ya 8 años, demasiado tiempo-, se me revolvió el estomago al hacerme la idea del viaje, pero no podía arrepentirme ahora que había llegado hasta allí sin problemas. Por suerte era viernes por la tarde, con éxito salí de las grandes paredes de piedra del colegio sin ser vista, o al menos levantando pocas sospechas. Ya estando cerca de la Biblioteca Británica y King Cross, me armé de valor para seguir con mi viaje.
Spoiler:
Llevaba poco equipaje, no iba a estar en Paris mucho tiempo, cuando muchos unos dos o tres días. Si no regresaba al colegio en el tiempo que había planeado, La Dama Gris me cubriría entonces para que no me metiese en problemas, si ya merecido un castigo por escapar del colegio sin autorización previa, ir a Francia en contra de la voluntad de mis hermanos y viajar sola sin supervisión. Caminaba con timidez hacia el andén que abordaría, ya tenía mi boleto y mi hora de salida. Sentí la necesidad de comer algo –con las prisas no me había traído nada de comida y mucho menos haber almorzado previamente; los nervios no me dejaron-, pero en mi estómago se formó un nudo que hizo retractarme. Apenas tuve que esperar, ansiosamente sobre una banca, unos minutos para que en instantes dieran la llamada para abordar el tren. Resoplé y seguí a los demás pasajeros que tendrían mi mismo destino.
El viaje comenzó de manera tranquila, no era como viajar en el expreso que acostumbraba pero, no tenía más opción. Estaba decidida, ya estaba en camino y no podría regresar hasta cumplir mi misión auto impuesta, que era más una gran necesidad –aunque me produjera un horrendo dolor en el pecho-… Miraba a través de la ventanilla, manteniendo una expresión de destronamiento emocional en mi rostro. No pude contener a tiempo mis ganas de llorar, pero por suerte reprimí los sollozos. No había suficientes pasajeros para que notaran mi llanto. Cada que íbamos avanzando por las vías, más me dolía el corazón. ¿Qué pasaría cuando llegara a la estación de Paris? ¿Cuál sería mi impresión al estar nuevamente en mi tierra natal? ¿Cómo estaría emocionalmente al llegar a Père-Lachaise? Sin embargo, no eran esas preguntas las que me perturbaban, sino aquellos recuerdos que me tenían intranquila desde hacia ya mucho tiempo.
Recordé las vacaciones de invierno en la cabaña de mi padrino Thatcher –con él vivíamos mis tres hermanos trillizos y yo desde que mis padres y mis hermanos gemelos murieron, y Raoul huyó-, cuando le pedí permiso a Alphonse de ir a Francia:
“…Alphonse ¿Puedo preguntarte algo” “Si, dime, ¿Qué pasa Sally?” . Estábamos los seis reunidos en el recibidor, cada quien metido en sus asuntos. Thatcher leía viejos libros de medicina mágica, Alphred y Ariel jugaban ajedrez mágico, Gael leía libros de hechizos –defensa contra las artes oscuras, para ser específicos- y Alphonse pulía su escoba. “Al… quiero ir a Francia” Todos voltearon a verme sorprendidos y perturbados por mi comentario. “¿Para qué?” “Hace días que fue el cumpleaños de mamá… quiero ir a verla” … hubo un silencio mortal para que luego, con una expresión fulminante, Alphonse me contestara con un rotundo no… Insistí en que me dejara viajar, al menos teniendo alguno de los presentes en la cabaña como acompañante. Se negó… “¡No vas a ir u punto!” “¿¡Por qué no?!” “¡No estás lista para enfrentarlo! ¡Aun te cuesta asimilar la idea de que nuestra familia a muerto… tu fuiste la única testigo de esa masacre! ¡No dejaré que te destroces el alma ahora yendo a ver la tumba de nuestra familia! ¡Ni sabes cómo llegar! ¡Aun tienes pesadillas por el trauma, Sally!” “¡Si tengo o no pesadillas, si lo he superado o no, no es de tu incumbencia, Alphonse!” “¡Por su puesto que lo es, Elizabeth!… ¡Desde que sucedió la masacre, la responsabilidad de ustedes cayó sobre mi y pienso cumplirlo por ser el mayor!” “¡No tendrías que hacerlo si Raoul no nos hubiese abandonado, dejándonos a nuestra suerte sin mirara atrás!” “¡Talvez Raoul no nos hubiese dejado si Rocío no hubiese muerto! “¿¡Acaso estás culpándome de todo lo que sucedió?! “¡¡Yo no fui quien la asesinó!!” … todos enmudamos, la expresión de ira de Alphonse se transformó en una de arrepentimiento. El resto estaba anonadado, boquiabierto… Yo… lloraba de ira, angunstia… esa vieja herida había sangrado nuevamente. Alphonse intentó disculparse a los pocos segundos. Le respondí con una cachetada, le volteé la cara debido al golpe… nunca lo había golpeado de esa manera… Salí corriendo a mi habitación. Azoté la puerta a mis espaldas. Lloré más de una semana… y desde entonces no le dirigía la palabra a mi hermano…
Me limpié el rostro; mis mejillas estaban enrojecidas y mis orbes hinchados por las lágrimas que no habías cesado de escurrir durante el viaje… Ya habíamos llegado a la estación Gare du Nord International. Sin darme cuenta me había quedado dormida…
Cuando llegué a Paris, sentí como me desmoronaba al reconocer las calles que alguna vez recorrí con mi familia –intentando parecer muggles- todos los días y durante las vacaciones. No había ni un solo rincón de Francia que se salvara de nuestra presencia. Gracias a esos recuerdos y paseos, recordé un viejo hotel donde podría hospedarme sin problema. Ya era de noche y no pensaba seguir viajando… seguro el lugar ya estaría cerrado. Caminé por las avenidas hasta dar con Hotel Des Arts -5, rue Tholoze | 18 Arr., 75018 París, Francia-. Tenía el dinero suficiente para pagarlo. Pero más que nada, me gustaba la fachada del edificio… tantos recuerdos me golpeaban en pecho y mi mente al caminar por las calles, ver los automovilistas, las personas paseando sin preocupaciones, platicando en su lenga –cosa a la cual le había perdido la costumbre- alegremente. Llegando al hotel… apenas si pude conciliar el sueño.
Spoiler:
Desperté hasta tarde… mis ojos estaban morados por la mala noche que pasé, mi cuerpo no daba una, pensé en quedarme tendida en la cama… pero no podía. Era sábado y tenía cosas que hacer. Apenas comí algo –realmente una miseria- y me encaminé a buscar algún transporte que me llevara a Père-Lachaise -16, rue du Repos 75020-, los autobuses que abarcaban esa ruta eran los 61 y 69… Apenas abordé uno en la parada más próxima y me fui.
Spoiler:
Cuando llegué… todo… se derrumbó. Thatcher me había dicho, la noche en que peleé con Alphonse, el lote exacto en donde encontraría a mi familia… pero a duras penas pude pasar de la entrada del cementerio. Todo se veía como si fuese un parque, con un cierto aire lúgubre. Tuve que recorrer todo el cementerio para dar con las criptas… al dar con ellas, sentí cómo si me apuñalaran con una daga envenenada. Me acerqué con lentitud a las tumbas… llorando en silencio ye postré ante ellas. No pude más… sollocé como nunca lo había hecho… La tumbas estaban adornadas con el escudo de la familia Dragofidelus tallado en piedra, la distintiva luna que caracterizó a mi madre y las espadas que siempre cargaron mis hermanos gemelos. En el epitafio decían sus nombres y una frase que me partió el alma:
“No mueras por lo que amas, lucha y vive por ello. Siempre a ti mismo se fiel, sin importar lo que acontezca”
Alexander Lewis Dragofidelus Mointierre. 24 de Marzo 1952 - 22 de Junio 1988
Victoria Marie du Lune Moltobella. 12 de Enero 1952 - 22 de Junio 1988
Christopher André Dragofidelus du Lune. 15 de Abril 1963 - 22 de junio 1988
Christian Ange Dragofidelus du Lune. 15 de Abril 1963 - 22 de junio 1988
Estaba escrito en latín y muy bien resaltado con pintura dorada…
-Mamá… Papá… -se me quebró la voz- …Christopher… Christian… ¡LO SIENTO! –volví a reventar en llanto.
Comenzó a nevar...
Última edición por Elizabeth de Lune el Mar Feb 15, 2011 3:48 pm, editado 1 vez
Hikaru Isamu Estudiante
Cantidad de envíos : 89 Fecha de inscripción : 09/02/2011
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Sáb Feb 12, 2011 7:03 pm
Es cierto, las vacaciones de invierno ya habían acabado, mi hermana Haru había vuelto ya a Hogwarts, teniendo la responzabilidad de cubrirme en dicho colegio. Había pedido autorización a mi madre para que me dejara a ir a París, sin saber para qué. Me quedaba sólo un año para cumplir la mayoría de edad, así que viajé junto a mi padrastro, quien amablemente se había ofrecido a acompañarme. Si se preguntan para qué quería ir allí, simple: Había escuchado un rumor de que alguien con características similares a mi padre andaba por ahí. Quizás sería cierto, quizás no.
Subí sin pensar mucho en el asunto al tren, luego de haber esperado casi una eternidad a que llegara, pues andaba retrasado. Mi padrastro era el único que sabía por qué quería ir a Francia, ni siquiera mi hermana estaba enterada. Había utilizado una excusa patética para que ella se encargara de todo en el colegio, y mi rostro en ese momento fue tan convincente que ella me lo creyó. En fin, eso no importa ahora.
- ¿Estás seguro de que esto está bien Hikaru? - Preguntó mi padrastro, sentado frente a mí en el tren, cuando ya llevábamos unos minutos de viaje. Traía un periódico bajo el brazo, y como si no quisiera responderle, se lo entregué con una leve sonrisa para calmarlo. Para mí él era mi padre, la persona que me enseñó todo lo que sé, y formó la persona que ahora soy.. pero quería saber por qué Mr.Mason nos dejó botados. - No.. de hecho creo que es una tontería, oto-san.. - Él recibió el diario -que era El Profeta-, y me sonrió de vuelta para comenzar a leer noticias mágicas. Volví a mirar por la ventana, viendo el paisaje que se presentaba de manera desinteresada. Iba a pensar en dónde podría estar, y cómo demonios iba a buscarlo en un sitio tan grande.. pero sólo se me vino a la mente una persona, y no era él. Era una chica de quinto año, amiga de Harumi. ¿Qué diablos estás pensando, Hikaru? Cerré los ojos y sonreí, como avergonzándome de recordarla en éste momento. Hacía ya varios meses que la conocía, y tenía una personalidad tan distinta a mí que hizo que me gustara.. aunque nadie lo sabía, y yo no tenía pensado confersarme tampoco. Al menos no aún, era tímido para eso.
El viaje se me hizo largo, eran las 17:30 hrs cuando pisé el suelo francés. Ryo me ayudó a bajar del tren el equipaje, y luego cada uno tomó sus respectivas cosas. Mi padrastro me pasó mientras caminábamos por la calle un tríptico de un hotel en donde podíamos quedarnos el tiempo estimado, y lo miré rápidamente mientras esperábamos en una esquina que pasaran los vehículos. Tomamos un taxi, y nos fuímos al sitio aquel. Tenía suerte de que él supiera algo de francés, porque sino estaríamos perdidos allí quien sabe hasta cuando. Finalmente llegamos, y nos fuímos directamente hasta el edificio, en donde pedimos una habitación para dos personas. Algo no muy costoso.
La noche fue tranquila, a pesar de que me quedé hasta tarde escuchando música a oscuras en una pequeña salita que tenía la recámara, procurando no meter demasiado ruído para no despertar a Ryo. A la mañana siguiente, desperté con un golpe de sartén que mi padre falso dio para hacerme abrir los ojos. Me puse de pie con rapidez, y le dí un almohadonazo, todo entre risas. Me tenía preparado el desayuno. Fuí a comer con él mientras veíamos la televisión. Yo andando en bóxer y en camiseta y él vestido ya.. qué verguenza. Pasado un rato me metí a la ducha. Ya estaba listo dentro de un rato, vestido de manera apropiada para el clima que había, y avisé a papá que saldría a comprar algo para comer luego, como un pastel o algo así. Iba bajando las escaleras cuando un rostro familiar me llamó la atención. ¿Elizabeth? Susurré al reconocerla, y como si fuese un espía la seguí. Abordó ella un bús, y pensé en que sería mucho seguirla.. pero no tenía buen aspecto y me preocupaba. Era una de mis queridas compañeras de clase, que me ayudaba de vez en cuando en las materias que se me hacían complicadas. Esperé el siguiente bús, con el mísmo destino que el otro, aunque para ser sincero no sabía a donde iba. En cierto punto, algo me dijo que tenía que bajarme y así lo hice.
Avancé a paso lento, hasta llegar a un.. ¿cementerio? Con rostro intrigado seguí caminando, hasta toparme con la imagen de quien seguía. Estaba llorando. Dí unos pasos suaves, hacia ella, y cuando estuve a poca distancia llamé su atención. - ¿De Lune? - No solía llamarla por el apellido, pero simplemente lo dije sin pensar. Unas pequeñas motas blancas comenzaron a caer. La nieve se hacía presente.
OFF: Pd: No salió taaan largo, pero hice lo que pude xP
Gael Taladius Estudiante, Miembro de la Orden del Fénix [Mod.Tiendas]
Cantidad de envíos : 1120 Fecha de inscripción : 30/07/2010 Edad : 30 Localización : Pensando en lo que puede ser, lo que es y lo que fue
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Sáb Feb 12, 2011 8:52 pm
Me encontraba en mi cuarto de Ravenclaw, sentado sobre la cama leyendo un libro avanzado sobre Defensa Contra las Artes Oscuras, era interesante y narraba algunos hechizos de magia oscura poco comunes como los inferil, mencionaban que le tenían miedo al fuego más sin embargo al estar muertos no se les podía “matar” como era lógico y lo más que se podía hacer con ellos era dejarlos fuera de pelea, se me ocurrían varias formas de hacer que esto pasara pero era algo desagradable pensar en eso. Continuaba mi lectura cuando el sonido del vidrio de la ventana que estaba del lado de mí rompiéndose, logró que diera un gran salto hacia el otro lado de la cama, tomando fuertemente mi varita con mi mano y ocultándome detrás de una mesita de noche listo para cualquier cosa pues últimamente me sentía en más peligro que antes, posiblemente tuviera que ver con el número de ataques incrementado.
Con mucho cuidado giré un poco para poder ver que es lo que había atravesado la ventana y la había roto pero no encontré nada más que vidrios azules rotos en el piso de la habitación, que se encontraba vacía pues mis compañeros se encontraban en el campo de quidditch practicando para el siguiente partido, al parecer tenían esperanzas de ganar aunque yo lo viera muy difícil. Lo extraño es que algo había entrado al cuarto pero no había nadie e instintivamente pensé en que estarían ocupando un hechizo desilusionador, por lo que mentalmente ocupé un homenum revelio, pero no había nadie. El sonido de un ave encima de mi cabeza hiso que saltara nuevamente hacia atrás, mientras me ponía de pie para ver a un hermoso halcón peregrino con una carta en su boca, parecía ansioso por dármela, por lo que tomé la carta y la revise por fuera, pero solo decía: “Carta urgente para Gael Taladius, de Loan Libert”
Me quedé un momento mirando la carta con una letra cursiva muy pulcra y linda que lograba identificar enseguida, el sello era lo que no reconocía, parecía el escudo de armas de alguna familia Francesa, o algo parecido con una M como imagen principal, no sabía si de verdad quería abrirla, la última vez que había abierto una carta de Loan solo eran malas noticias que no deseaba saber, me debatía internamente sobre la carta, era algo que no quería hacer y al mismo tiempo la curiosidad me comía por dentro había tantas posibilidades de lo que pudiera encontrar en ese sobre eran infinitas, podría volver a romperme el corazón… Mi corazón ganó a mi mente y con un ligero movimiento rompí el sello que cerraba la carta y saqué la pequeña hoja que había en su interior, con la misma pulcra letra cursiva escribiendo en el papel, su contenido me dejó perplejo:
Gael, ya que se que no has querido abrir esta carta y ruego a Merlín que la hayas abierto, sé que no tengo derecho a hablarte después de mi última carta, pero hay algo importante que debes saber, es de vital importancia que viajes a Paris inmediatamente, pues tu amiga Elizabeth Du Lune ha venido, no estoy seguro para que, estoy escribiendo esta carta en la calle mientras la sigo, estoy siendo extremadamente sigiloso, estoy seguro de que no notará mi presencia, pero lo preocupante es que este aquí sola y sin compañía. Los preparativos los tengo hechos, un traslador te está esperando en Departamento de Transportes Mágicos del Ministerio de magia ingles, saldrá una hora después de que abras este sobre.
Atentamente: Loan Libert.
La carta… No podía pensar, tenía una hora según lo que decía, mi mente sugirió un hechizo de seguridad, el sol ya se había puesto, mis compañeros no tardarían en volver… y lo más importante: ELIZABETH SE ENCONTRABA EN FRANCIA. No sabía que pensar de esta situación, no podía creerme algo así de… Olvídenlo, cuando a ella se le metía algo en la cabeza no había quién pudiera detenerla, esa terquedad la terminaría matando. Tenía el porqué de su precipitada salida hacía Francia, pues en las vacaciones había pedido ir a ver la tumba de sus padres, pues acababa de ser el cumpleaños de Victoria, la madre e Elizabeth. Pero tenía que asegurarme de que las palabras de la carta fueran ciertas pues podría tratarse de una trampa muy ingeniosa.
Salté hacia mi baúl, tomando mi mochila, unos polvos flu que tenía para emergencias, unos polvos peruanos de oscuridad instantanea y metiendo un poco de ropa muggle por si necesitaba quedarme un poco más de lo previsto en Francia aunque de verdad esperaba que esto no ocurriera, después corrí hacia la puerta, y bajé por las escaleras en forma de caracol, empujando a mis compañeros que venían del entrenamiento, y comenzaron a refunfuñar por que los había empujado e ignorado. Ahora tenía que ir al cuarto de Elizabeth, era la primera vez que entraba, sabía que las escaleras se volverían una especie de resbaladilla, o al menos eso era lo que había escuchado decir a mis compañeros de cuarto. Corrí escaleras arriba esperando que estas no se transformaran, no pasó nada por lo que pude entrar por la puerta del dormitorio para escuchar algunos gritos y quejidos de las compañeras de cuarto de Elizabeth, corrí hacia su baúl, lo abrí pese a las protestas que habían de sus compañeras y en seguida pude notar que faltaba su arco las flechas, nunca se podría separar de ellos, también faltaban la espada de Alexander el padre de Elizabeth.
No me podía permitir perder más tiempo, pues encontrar el 6° piso del Ministerio de Magia, salí del cuarto de chicas para alivio de las compañeras de cuarto de Elizabeth, corrí escaleras abajo, saltándome algunos escalones, tomé de mi bolsillo en la mano izquierda el Polvo Peruano de oscuridad instantánea, y en la mano derecha los polvos flu, me acerqué lo más que pude sin quemarme a la chimenea y cuando estuve lo suficientemente cerca deje caer los Polvos Peruanos, haciendo que la sala común se llenara de gritos y sonidos lo que aproveché para meterme entre las llamas de la chimenea y decir casi al mismo tiempo: Ministerio de Magia. Un fuego verde esmeralda que apenas pude captar me envolvió y en instantes me encontré viajando en un túnel, hasta llegar a lo que eran las chimeneas del Ministerio.
Aún con lo tarde que era, había gente por todas partes moviéndose de un lugar a otro, aviones de papel volando por encima de las cabezas, odiaba aquel lugar pero no tenía más remedio que estar allí, corrí por los pasillos, para ubicar los elevadores que me llevarían al 6° piso, faltaban apenas unos minutos para que el traslador saliera cuando por fin pude llegar a la sala de transportes, donde la estatua de un Fénix en medio de la sala me estaba esperando, pero eso me recordaba que no le había avisado a Ignisis de mi salida, aunque era un ave lista, de alguna forma siempre sabía dónde estaba posiblemente teníamos un vinculo muy grande, no tendría por qué preocuparme por ella.
¿Señor Taladius? – preguntó un tipo alto y fornido hacia mí, yo le miré un momento y asentí, el señaló el fénix y dijo – Su traslador está por salir, por favor sujétese con fuerza.
Acaté sus órdenes y tomé un ala del fénix, mi corazón comenzó a latir muy deprisa, y momentos después sentí que mis pies despegaban del pisto y todo mi cuerpo comenzaba a dar vueltas, esa sensación duró apenas unos segundos pero para mí fue una eternidad, era la 3° vez que sentía algo así, después toqué el suelo con mis pies y mis ojos que instintivamente cerré, volvieron a abrirse para vislumbrar una sala clara con paredes rojas y bien iluminada, había dos hombres esperando al parecer por mi pero ninguno era Loan, sin embargo el más alto, un hombre de al menos 1.90m, cabello rubio y tés blanca se acercó a mí y comenzó a hablar francés:
Señor Gael, lo estábamos esperando, el Señor Libert nos ha pedido que lo escoltemos al hotel… – Dijo el hombre con tono amable.
No, necesito ver a Elizabeth ahora – le interrumpí precipitadamente, dejando notar un poco de nerviosismo en mi voz, pero hablando también francés.
Lo sentimos Sr. Taladius, pero el Sr. Libert lo dejó muy claro, usted debe descansar en el Hotel Beau Manoir de Amarante – dijo el otro hombre también en francés de al menos 1.70m de altura, tés blanca y cabello canoso.
Tranpostes Magicos Internacionales Paris:
Me había decepcionado con lo que había pasado pues al final no iba a poder encontrar a Elizabeth esa noche, por lo que no tuve más remedio que aceptar quedarme en el hotel que decían esos hombres, llegamos a este por medio de la aparición conjunta, desde la habitación en la que estábamos y llegamos a la entrada principal del hotel, no había nadie en las calles, probablemente por la nieve que comenzaba a caer sobre los techos de Paris. Entré en el hotel y ya había una reservación por una noche en ese hotel a mi nombre, y todo estaba pagado, solo podía pensar que había sido Loan el que había hecho todos estos preparativos solo para mí. La nostalgia se apoderó de mí unos momentos mientras me recostaba en la cama, los dos hombres se habían quedado fuera de la habitación pero habían logrado captar algo sobre cuidarme toda la noche, después de algunos recuerdos oscuros sobre conversaciones y visiones de agua me quedé profundamente dormido.
Hotel Manoir:
Me desperté muy temprano con un sobre salto, había soñado con aquel día tan oscuro, había visto la cama salir volando mientras Elizabeth y yo habíamos quedado al descubierto, había recordado tantas cosas, posiblemente tuviera que ver la cercanía del lugar. Segundos después de que me recobrara del sobresalto pude ver que en la mesita de noche había un desayuno para mí, con una pequeña nota con una pulcra letra cursiva.
Me alegra que hayas llegado bien a Paris, he venido un momento en la noche para dejarte esta nota, tu amiga está bien, todavía sigue en el hotel en el que se ha hospedado, ahora seguiré vigilándola, desayuna todo esto para que estes listo para salir, Maurice y Gerard saben a dónde tienes que ir.
Atentamente: Loan.
Leí la carta y me quedé pensativo, el había estado en mi habitación mientras yo había estado durmiendo, posiblemente me abría visto dormir un pequeño rato mientras escribía la nota, todo era tan irreal. Desayuné la mitad del plato pues la verdad es que estaba muy bien servido y con una comida deliciosa, para después salir del cuarto y vestido como un muggle, para encontrarme con que los dos tipos que me habían encontrado en la sala donde aparecí después de viajar del Ministerio ingles estaban parados a los lados de mi puerta como unos guardas, me dedicaron un saludo y también en francés me dijeron que acababan de recibir la localización de Loan, y Elizabeth, por medio de la aparición íbamos a ir al lugar.
Así se hiso, les tomé la mano a cada uno y de pronto una oscuridad invadió mis ojos, y la presión que sentía en estómago y el resto del cuerpo no me dejaba respirar, mis pulmones se sentían apretados, y tan rápido como vino esa sensación desapareció. Pude sentír que mis pies tocaban lo que era algo suave: nieve. Miré alrededor, nos encontrábamos en las puertas de un cementerio. Ahora estaba seguro de que Elizabeth había venido a ver a sus padres, lo había hecho a las espaldas de todos y eso no podía ser posible, estaba seguro de que se iban a enojar mucho sus hermanos y Thatcher en cuanto lo supieran, y para qué negarlo, yo también estaba muy enojado.
Comenzamos a caminar dentro del cementerio, era como un laberinto lleno de tumbas, el frio comenzaba a calarme los huesos, no me había venido preparado para una nevada y ahora sentía tanto frio que mi boca comenzaba a tiritar, pero trataba de que se notara lo menos posible, en mi bolsa tenía mi varita lista para cualquier cosa inesperada, los copos de nieve comenzaban a caer de nuevo. A lo lejos un hombre comenzó a acercarse, desde lejos yo ya sabía de quién se trataba, era un chico alto media 1.93m, tenía unos 21 años, cabello castaño corto un poco despeinado, ojos café oscuro con una mirada intensa. A cada paso que daba los recuerdos inundaban mi mente, podía recordar a ese mismo chico enseñándome algunos hechizos, podía recordar las risas que habíamos compartido, pero un recuerdo se antepuso a todos los demás, la carta que me había destrozado el corazón… El ahora era feliz con alguien más y eso tenía que recordarlo sobre todo, yo aunque por ahora ya no había nadie también lo había sido con otro chico. Ahora estaba a menos de dos metros de distancia de mi, pero aún así podía oler su perfume, nunca supero como hacía para que cada día tuviera un olor diferente al anterior.
Tienes frio – dijo con una sonrisa en el rostro, nada más de verme, hablando en francés igual que los guardaespaldas. Mientras pronunciaba esas palabras se quitaba su abrigo y me lo ofrecía – tómalo, yo estoy acostumbrado a estas nevadas.
No gracias estoy bien así – le dije en francés intentando negarme al abrigo pese al frio que estaba sintiendo, estaba siendo un poco orgulloso y lo sabía pero no quería volver a caer en lo que era antes – ¿Dónde está Elizabeth?
No te diré hasta que te pongas el abrigo – Contestó en francés mientras se acercaba un poco más y pasaba por mi espalda el abrigo de cuero negro que antes tenía el puesto, impregnado con su aroma – sígueme.
Yo… – ya no pude negarme por lo que simplemente comencé a seguirle entre la nieve, tenía ganas de llorar, de salir corriendo, de gritarle al aire que lo odiaba por no haber venido conmigo a Londres, pero al mismo tiempo tenía ganas de tirarme en sus brazos, ninguna era un opción viable, había venido aquí por Elizabeth y en eso es en lo que me tenía que centrar, mientras caminábamos él se puso a mi lado, bastante pegado a mí, haciendo que nuestra ropa se rozara por momentos, atrás de nosotros venían Maurice y Gerard que no tenían ninguna expresión y habían saludado a Loan con un gran gesto de cordialidad.
Me alegra verte bien, estaba preocupado que hicieras algo estúpido en Londres – me dijo en francés mientras caminaba, su tono era alegre, parecía que pensaba que yo vivía en un mundo de color de rosas – en Londres están pasando cosas muy feas, pero si tienes algún…
Me uní a la Orden del Fénix – le dije cortante, había pensado en decírselo, pero iba a comenzar con su discurso de amigo fiel, yo no quería escuchar eso, pues sabía que me rompería el corazón, el se detuvo en un momento como pensando en lo que le había dicho – y tengo amigos muy buenos que velan por mí, así que…
Quiero que salgas de esa organización – me interrumpió, con tono serio, parecía que estaba al tanto de la situación en Londres pero me daba igual lo que dijera no pensaba salirme de la Orden pasara lo que pasara – es muy peligroso que estés allí, podría encontrarte y…
Ya he peleado con Lumiel – esta vez fue mi turno de interrumpirle, al parecer también estaba al tanto de la huida de Bella de la prisión, y que además había viajado a Inglaterra para unir fuerzas con Voldemort, los recuerdos del primer encuentro que tuve con ella invadieron mi mente, el Avada esquivado de milagro, incluso Kyle estaba en esos recuerdos – hasta ahora he salido bien librado y ya sabe que estamos en Hogwarts.
Loan se quedó quiero y yo me volteé a verlo, su cara expresaba fácilmente miedo y preocupación, no sabía exactamente lo que pasaba por su cabeza, él era tan complejo que nunca había llegado a entenderlo completamente, pero él a mí me había leído desde el primer momento como un libro abierto. Éramos viejos amigos que nos estábamos poniendo al día con todo lo que había pasado.
Estoy seguro entonces que no te saldrás de la Orden – dijo tranquilo mientras recomenzábamos la caminata por entre las macabras tumbas que estaban a nuestro alrededor – ahora quiero que sepas que cuentas con el apoyo de la sección de Protección Magica de Ministerio de Magia francés.
Al acabar estas palabras todo me había quedado clarísimo, solo alguien de alto rango podría haber hecho tantos preparativos para mi llegada y también tener a dos guardaespaldas cuidándome, además del sello de la carta, ahora seguramente trabajaba para el Ministerio y había enviado el halcón desde el Ministerio. Al parecer tenía amigos poderosos y ni siquiera lo sabía, tampoco es que pensara ocupar esas influencias en mi ayuda, no quería pedirle nada a Loan. Seguimos caminado en silencio, a lo lejos dos figuras aparecieron, una chica hincada enfrente de varias tumbas, y a su lado un chico. Podía distinguir al chico pero no a la chica, lancé una fugaz mirada a Loan y este hiso un gesto positivo con la cabeza, como adivinando mi próxima pregunta, ambos caminamos más rápido en dirección a la chica y su acompañante, Elizabeth estaba llorando por sus padres, a mi no me importó mucho el chico, iba a parecer un poco grosero de mi parte ignorarle, pero ahora lo más importante era Elizabeth, terminé por correr hacia ella y cuando estuve a su lado me arrodillé al lado de ella y paso una mano por su espalda, para darle un abrazo, mientras tanto Loan venía detrás y se había quedado alejado un poco y los dos guardaespaldas estaban todavía un poco más lejos, al menos ahora podría hablar con Elizabeth en ingles... Que gran consuelo. Me dije con sarcasmo
Eli… – no sabía que más decir, yo también había estado allí y había sido terrible, por lo que la acerqué más a mí, tenía que desahogarse. Mientras tanto Loan, nos dedicaba a ambos una mirada tierna y paternal, sabía por lo que estaba pasando Elizabeth pues el también había estado allí, luego Loan le dirigió una mirada al chico que estaba acompañando a Elizabeth, le dedicó una ligera y amable sonrisa.
Elizabeth de Lune Estudiante
Cantidad de envíos : 466 Fecha de inscripción : 29/08/2010 Edad : 30
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Dom Feb 13, 2011 12:04 pm
Comenzó a nevar delicadamente sobre todo París, la nieve se acumulaba en las ramas de los árboles, los tejados y ventanas. El viento susurró entre esas ramas vestidas de blanco, me estremecí debido a que había perdido la costumbre al frío de Francia y cada sollozo que salía de mis labios se pintaba de blanco. Mis lágrimas se sentían cálidas al escurrir por mis mejillas, al mismo tiempo, provocaban que me ardiera el pecho pues esas viejas llagas se abrían para sangrar una vez más. No me moví a pesar de estarme muriendo de frío, me abracé a mi misma y tirité mis dientes. Mi llanto no cesaba. Mi mochila se escurrió por mis hombros, cayendo sobre la nieve que me empezaba a rodear el cuerpo y materializando una elegante capa sobre mi piel. Como esta estaba media abierta, lo que traía en ella se desparramó por el suelo húmedo… Mi arco y mis flechas quedaron apuntando hacia las criptas, sin embargo, la espada de mi padre quedó apunando hacia el camino que había recurrido para llegar hasta ese lote donde estaba postrada…
Spoiler:
Por unos minutos, dejé de llorar, observando mis cosas desordenadas. Quería volver a meterlas a la mochila pero mis brazos no me respondieron… Me quedé mirándolas, perdiendo el enfoque en ocasiones debo a mi agotamiento físico. Haber llegado a Francia en mal estado había sido una mala idea, pero no tenía otra alternativa, tenía que ir… Suspiré con dolor y estiré mis dedos hasta tocar la funda de la espada de mi padre, acaricié el escudo de dragón que tenía grabado con sumo detalles… tantos recuerdos me abarrotaron la mente, todos querían ser vistos al mismo tiempo. Nuevas lágrimas se escurrieron por mis orbes cuando acerqué la espada a mi pecho, estrechándola con amor.
Spoiler:
-Papá… -susurré con voz rasposa.
Recordaba cuando mi padre nos había llevado a la habitación que estaba debajo de la mansión. Su lugar secreto, donde él se desaparecía durante horas. Era una tormentosa noche, los truenos y relámpagos hacían estremecer las ventanas de nuestras habitaciones, tenía tanto miedo que había salido corriendo de mi habitación para irme a refugiar a la habitación de los trillizos, pero ellos no estaban allí. Volvió a espantarme el ulular del enfurecido ventarrón y corrí hacia la habitación de mis padres, para mi sorpresa todos estaban allí. Mi padre me abrazó con cariño y me cargó para dejarme sentada en el regazo de mi madre. Me sentí segura y cómoda, pero no podía conciliar el sueño… Mi mamá comenzó a cantarnos para calmarnos los nervios. Tenía una voz magnífica, dulce y encantadora, jamás en mi vida podría olvidar sus canciones –mi papá decía que ella tenía voz de sirena-.
Ya estábamos prácticamente adormilados cuando mi papá inició una plática con Raoul, sin darse cuenta habló acerca de la habitación. Todos nos despabilamos para escucharlo; mi mamá rendida refunfuñó y le lanzó una almohada a la cabeza de mi padre. A pesar de ello, mi papá insistió en llevarnos a ver la habitación… él tomó las negaciones de mi madre cómo un SI absoluto. Nos hizo levantarnos de nuestras cobijas y caminar por todos los pasillos de la mansión. Yo era pequeña y me cansaba muy rápido, tuvieron que cargarme más de la mitad del tiempo, hasta que llegamos por fin a esa extraña puerta oculta detrás del más grande librero de la biblioteca de mi madre. Bajamos por unas escaleras de piedra en forma de caracol, tan sólo iluminadas por pequeños faroles. Cuando las aparentemente infinitas escaleras llegaron a su límite, ante nosotros se mostró todo el esplendor de una bóveda gótica con los pilares decorados con dragones de piedra, oro y plata. Los gemelos quedaron boquiabiertos y sus ojos deslumbrando de fascinación, los trillizos gritaron de emoción como si nunca en su vida hubiesen visto una bóveda, Raoul tan sólo sonrió… yo no dejaba de zarandear los hombros de mi padre, mi corazón latía con prisa y mis manitas sudaban de emoción. Caminamos hasta el final del pasillo –yo corría más que nada-, donde nos topamos con otra entrada. Esta tenía el singular escudo de armas de mi padre. Nunca entré ahí… mi padre decía que aun no estaba lista para lo que se ocultaba en ese lugar. Raoul y los gemelos si entraron varias veces y me decían que cada uno tenía que aportar un conocimiento único y personal para entrar pues el lugar estaba encantado. Por esa misma razón espiaba a mis hermanos para averiguar los secretos mágicos que aprendía, pero mi madre cada vez que me pillaba, me tomaba de la mano y me llevaba a la biblioteca o al gran salón a practicar música con ella o con los trillizos…
… Caí en cuenta… La mansión no había sido totalmente destruida, y aunque así hubiese sido, la Bóveda estaría intacta pues se encontraba bajo tierra. ¡Todos los secretos de mi familia aun estaban presentes e intactos!... “Tengo que ir…” me dije decidida… miré la cripta nuevamente… No estaba lista para irme. Volví a romper en llanto, aforrándome a la espada de mi padre… Me preguntaba constantemente… ¿Tendría el valor para regresar a ese lugar? ¿Podría soportar volver a pisar en lugar donde fue el lecho de muerte de todos? Lo dudaba, pero tendría que hacerlo tarde o temprano, ya estaba decidido y no me retractaría.
Sin querer, en mi mente se dibujó en rostro demoniaco de Bella Lumiel cuando irrumpió en mi hogar, recordé cuando me había acorralado y torturado, cuando mis padres intervinieron para defenderme… la figura de mi padre ensangrentada, muerta al caer secamente contra el suelo, el llanto reprimido de mi madre que valientemente se enfrentaba a la espectral escena… la imagen de mi delgado y demacrado cuerpo lleno de heridas, quemaduras y sangre, tanto mía cómo ajena, con el pecho ardiendo en dolor, mi cabeza estallando por los gritos que profería desde mi garganta rasposa con voz ronca. Mis ojos nunca habían llorado tanto y de manera tan inhumana… pero lo que más me dolió de todas los asesinatos que presencié en la mansión, fue la de mi madre… mi querida y hermosa madre, que me protegió hasta el último momento, manteniéndose valiente en todo momento, sin temerle a su destino que le daría Lumiel… Esa era la razón por la cual decidí aceptar la carta que me invitaba a estudiar a Hogwarts, la misma razón por la cual había cambiado mi apellido, por la cual me mantenía firme en cada enfrentamiento… POR ELLA, para que su muerte no fuera en vano, para que su recuerdo se mantuviera vivo con mi imagen, pues todos que me conocían y conocían a mi madre, juraban fielmente que era la reencarnación de ella, orgullosa de ello, tendría que llevar en alto su nombre, su imagen y su mente.
…Temblé de rabia…
-La mataré… ¡Lo juro! ¡JURO QUE TE MATARÉ LUMIEL
Fue tanta la energía que necesité para sacar ese grito, que pronto sentí como mi cuerpo se desplomaba sobre la nieve, logré parar el impacto con mis débiles y heladas manos. Jadeé… me faltaba el aire más que nunca… sin embargo, mi llanto no paraba, no paraba, no paraba… Tan pérdida me quedaba en mis recuerdos que me tomó por sorpresa una singular voz que me llamó por mi apellido, no esperaba que alguien me encontrase en ese lugar, ni que alguien me siguiera; no la reconocí al instante. Instintivamente tomé la espada de mi padre, estaba mal emocionalmente, susceptible, no pensé dos veces, la desenvainé y apunté hacía donde provenía la voz temblorosamente debido a la adrenalina y el nerviosismo… el filo tentaba su cuello, sin embargo, no le lastimaba… Me quedé estática al reconocer la tez del muchacho que me hablaba, esas características asiáticas eran muy familiares, bajé lentamente la espada. Estaba completamente confundida ¿Qué hacía ese chico aquí? Entonces recordé, le había pedido a la Dama Gris que me cubriera si no estaba, lo más seguro es que me hubiese estado buscando para algún trabajo de Astronomía o Adivinación… pero eso no era muy lógico, ¿Qué hacía en Francia? ¿Me había seguido? ¿Me buscaba?... divagaba, no lograba asimilar las cosas de la manera correcta…
-¿I – Isamu? ¿Q – Qué ha – aces aquí? –tartamudeé nerviosamente, me costaba asimilar la extraña situación en la que ahora me encontraba. Me sentía pésima. Me dolía la garganta, mi piel empalidecía, temblaba de frío e ira… estaba histérica.
Jadeé desesperada, no entendía nada de lo que sucedía, las ideas saltaban en mi mente, golpeándome brutalmente. Nuevas lágrimas se asomaron, cristalizando mis ojos… sacudí bruscamente mi cabeza, intentando deshacerme de esa terrible sensación de confusión… Una Ravenclaw confundida y dominada hasta la coronilla por sus sentimientos encontrados, frustrada de no entender lo que sucedía a su alrededor, no era una imagen que se pudiese apreciar con gusto.
… nuevamente me vi interrumpida por más personas que no cuadraban con mi escena. A lo lejos, de forma difusa debido a mi agotamiento y llanto, divisé a tres personas. Tenía miedo ¿Y si venían tras de mí? ¿y si esa era la razón por la cual Isamu había venido a Francia? ¿Podría ser capaz de defenderme por mi misma estando en este estado?... Estaba paralizaba, temblaba de frío… “¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!”, me suplicaba… Un abrazo recibí como respuesta.
-¡¿Gael?!
Apenas reconocí su voz y me desplomé en sus brazos, ahora ya no me sentía sola. Gael había dado conmigo, no estaba segura de cómo pero lo había logrado… típico en él. Junto a este encuentro inesperado, la nieve fue cayendo en una cantidad aun mayor. El invierno se había mi enemigo en este lugar, cuanto deseaba que saliera el sol nuevamente, que alegrara mi destino desolador. Deshacerme de estas penas y seguir con mi vida como una vez prometí… ¿Cuándo había sido la última vez que me había deprimido a ese nivel con Gael acompañándome? No lo recordaba con claridad y no deseaba hacerlo en ese momento. El tiempo ya había pasado y todo lo que sentía me lo guardaba, sintiéndome incapaz de expresarlo en su momento… perjudicándome hasta llegar a esta situación. Cuanto deseaba retroceder el tiempo y sentirme estrechada en los brazos de todos aquellos que amé, curándome esta mortal depresión y sentir esa armonía de latidos de corazón que me compartían su afecto, todos al mismo tiempo, abrigándome con su calor y alegrándome con sus risas… pero ahora nuevamente rompía en llanto, aforrándome al cuerpo de Gael, buscando un consuelo… el ulular del viento me ponía la piel erizada, el frío me cañaba los huesos… me mareaba. Mi falta de comía y sueño comenzaba a surtir efecto, incrementado al doble… todo se me esfumaba a mi alrededor. Hice lo imposible para mantenerme conciente… y continuar con mi nuevo duelo. Mi aspecto blanco y débil tomaba más fuerza a cada segundo que pasaba…
-Lo – lo siento… Gael, Te – tenía que venir… -dije con mi voz que pococ a poco se desvanecía.
Última edición por Elizabeth de Lune el Dom Feb 13, 2011 6:15 pm, editado 2 veces
Harumi Isamu Estudiante
Cantidad de envíos : 323 Fecha de inscripción : 08/02/2011 Localización : Happyland(?)
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Dom Feb 13, 2011 1:12 pm
¡Qué suerte que tenía una amiga como Ayame! Pues si ella no hubiera accedido a cubrirnos a mí a mi hermano de nuestra ausencia en Hogwarts yo no podría haber venido hasta Francia...
Aunque era todo un problema: debería estar en Hogwarts estudiando para mis TIMOs y cubriendo a mi hermano de su ausencia... Pero milagrosamente había logrado escabullirme en el tren donde viajaban mi padrastro y Hikaru para llegar a Francia.
Conocía muy bien a mi onii-chan como para darme cuenta de que había una razón por la cual quisiera ir al extranjero después de las vacaciones de invierno cuando debería estar cursando su sexto año en Hogwarts. Me iba a meter en problemas por haber viajado sin autorización de nadie, pero no me importaba.
Llevé el equipaje necesario, pues estaba sola y no iba a andar cargando con mucho... Por suerte había estudiado francés en un momento y aún lo recordaba. Había llevado suficiente dinero, esperaba... Seguí a Ryo y Hikaru hasta el edificio donde se hospedarían, y yo también pedí un lugar allí, una habitación para una sola persona... Por lo menos para pasar la noche, que fue tranquila y sin bullicio.
Me había levantado temprano para esperar en la recepción, a ver si veía a mi hermano. Mientras esperaba vi pasar a... ¿Elizabeth? ¿Y qué hacía ella en París? Mi prioridad era mi hermano, así que no le di importancia... Pero apenas un poco después lo vi y lo seguí. Me subí al mismo bus que él, se notaba que andaba distraído y yo por suerte tenía una chaqueta con capucha. Iba persiguiéndolo sigilosamente y él ni me había visto... En cuanto se detuviera debería delatarme, no quería pasar la instancia sola y además tarde o temprano me descubrirían. Entró en un... ¡¿Cementerio?! ¡Pero qué tipo de lugares elige para visitar en París!
En un momento lo perdí de vista y me quedé lejos, hasta que pude vislumbrarlo... Había empezado a nevar. Me fui acercando despacio y sin hacer ni un solo ruido. Pero me di cuenta de que mi onii-chan no estaba solo, había varias personas más ahí. Entre ellas estaba Elizabeth, ¿él también andaba siguiendo a las personas? En ese momento de distracción tuve tanta suerte que me tropecé con quién sabe qué y me raspé la rodilla: sangraba. Esto me pasaba por andar de pantalón corto y medias en invierno...
-Itai...- exclamé sin siquiera susurrar. Adiós a mis planes, mi caída había hecho suficiente ruido como para que me oyeran todos, ya que me había acercado mucho... Esperaba no interrumpir nada, pero el hecho de haber tantas personas allí frente a una tumba no me aseguraban más, había tantas cosas que no entendía ni conocía...
Hikaru Isamu Estudiante
Cantidad de envíos : 89 Fecha de inscripción : 09/02/2011
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Dom Feb 13, 2011 1:27 pm
OFF: ¡Por las mismísimas barbas de Merlín! O.O Cómo escriben tanto xDDDDDD Tendrán que disculpar mis
minúsculos post, pero yo no puedo tanto x_x
Suele pasar que en momentos como éste, el clima parece adaptarse al sentimiento de la persona. Lluvia, nieve.. o simplemente el cielo se oscurece. Sin embargo, a mi me gustaba ver el cielo nevar.. me recordaba a.. ella. Sí, esa chica que me tenía marcando ocupado hacia meses, y que se hacía presente cuando menos me lo esperaba. Ella era tan cálida.. tiene una personalidad especial, a pesar de que sé que ama lo frío.. claro, lo sé por Harumi. Como sea, ya habían varios copos de nieve bajando, comenzando a cubrir el suelo del cementerio.
Avancé con lentitud, sin quitar mi vista de Elizabeth, cuyo rostro estaba empapado en lágrimas, y sus ojos me contaban el dolor que sentía. Llegué hasta cierto punto y me detuve. Ella entonces, al percatarse de mi presencia, pero no de reconocerme, envainó una espada que tenía junto a ella y me la puso en el cuello. Como reflejo, me eché hacia atrás, mirando el filo de la espada, y luego a ella.. a sus azulados ojos que ahora no tenían brillo. Por fortuna, se dio cuenta de que era yo, y tartamudeando pronunció mi apellido.
- Yo.. bueno, te seguí porque.. - No alcancé a responderle, puesto que aparecieron más personas, entre ellas un conocido de la Ravenclaw a quien no recordaba haber visto. Se acercó a la mujer frente a la lápida, y la abrazó. Me quedé mirando la escena sin entender nada, pensando en que quizás sobraba, y nunca debí haberla seguido, pero ya estaba en el lugar, y no podía simplemente irme. Ya era parte de todo esto. Gael era el nombre del sujeto recién llegado, y uno de sus acompañantes al verme me sonrió. Hice el mísmo gesto, devolviéndole la sonrisa.
En eso, una voz muy demasiado familiar me alertó. "Itai".. Esa palabra que los japoneses utilizamos para decir que algo nos duele. Me voltié y la ví. ¿Harumi? ¿Qué diablos hacía aquí? Miré a los abrazados, y me sentí aliviado de tener una excusa para poder alejarme de ellos, aunque fuese un momento. Avancé rápidamente hasta el sitio donde estaba mi hermana menor, y me agaché junto a ella, con los ojos fijos en su rodilla herida. - ¿Se puede saber qué haces aquí? ¿Viniste sola? - Pregunté, de cierto modo, regañándola. Eso sí, con voz baja. No quería alertar a los otros que estaban allí. La herida de su rodilla sangraba, y de la nada me puse de pie, no sin antes ayudarla a pararse. Un poco de sangre quedó en la nieve, y tuve que apartar algo de nieve de su cabeza, pues me desesperaba verla encima de ella. La cargué en brazos, y avancé hasta un borde, que separaba el suelo de la tierra en donde habían árboles más arriba, y la senté allí. No era muy alto, pero al menos no estaba sentada directamente en el suelo nevado, ya que sino se resfriaría. Miré de reojo a Elizabeth y al tal Gael, para luego esperar la respuesta de Haru.
Gael Taladius Estudiante, Miembro de la Orden del Fénix [Mod.Tiendas]
Cantidad de envíos : 1120 Fecha de inscripción : 30/07/2010 Edad : 30 Localización : Pensando en lo que puede ser, lo que es y lo que fue
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Lun Feb 14, 2011 3:32 pm
Off: no te preocupes amigo XD así suele pasar, a mí me pasaba mucho, pero no lo estas haciendo mal n_n
Elizabeth… Loan, Loan… Elizabeth, Elizabeth… Loan… No podia hacer esto, mis pensamientos se estaba dividiendo, la verdad es que no entendía como una persona podía sentir tantas cosas al mismo tiempo. Estaba enfadado porque Elizabeth se había marchado sin avisar con lo peligroso que podía ser eso además de que estaba asustado de encontrarla en mal estado, me sentía nervioso por estar nuevamente frente a Loan, atemorizado de que él hubiera cambiado, triste de saber que lo tenía tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, enfadado por no poderle dar un buen puñetazo como lo tenía merecido. Si, se podía decir que yo estaba hecho todo una maraña de emociones y no lograba distinguir cual era la emoción más fuerte… No hasta el momento en el que pude ver a Elizabeth sentada enfrente de las tumbas de su familia. En ese momento todo se aclaró durante unos momentos y la reacción resultante de esta emoción fue abrazarla cálidamente, hacerla que se sintiera protegida…
Cerré los ojos unos momentos y cuando los volví a abrir enfrente de mí estaba el nombre de la madre de Elizabeth, podía recordarla era una mujer hermosa con un carácter muy fuerte, muy amable… a su lado se encontraba el nombre del padre de Eli: Alexander. Todo un caballero según recordaba, siempre que lo veía parecía imponer presencia, él fue el primero en ofrecernos su casa como refugio de Lumiel… Lumiel, esa anciana que había arruinado nuestras vidas por completo, podía recordar ese día como si hubiera sido ayer: las alarmas mágicas sonaron, toda la familia estaba comiendo, mi padre no se encontraba en la mansión pues había tenido que arreglar unos papeles a la embajada Italiana, yo me encontraba solo comiendo con la familia de Elizabeth, en un comedor enorme, su mesa era de cristal con algunos relieves en la parte de debajo de la mesa, las sillas de madera, al igual que las patas de la mesa, con elegantes diseños, al fono del comedor un gran vitral que daba a jardín trasero de mansión, tenía el dibujo de un gran dragón azul con la cola rodeando a una joven muchacha, como me hubiera gustado conservar ese vitral pero no sabía que había sido de él. Estábamos comiendo el postre, un rico helado napolitano estaba enfrente de mí, en un plato ornamentado con figuras de dragón dibujadas, a lo largo de la mesa esos platos se repetían entre todos los miembros de la familia Dragofidelus, estaba por mi segundo bocado, disfrutando el helado el mayor tiempo posible, cuando una alarma parecida a las que saltan en las películas donde asaltan un banco y suena la alarma comenzó a sonar.
Inmediatamente Alexander y Victoria se levantaron de la mesa y alzaron sus varitas, pronunciando un extraño hechizo que hizo que en medio de la mesa una luz comenzara a mostrar un manto de niebla blanca que poco a poco fue tomando lo que parecía ser una forma humana, para después convertirse en la imagen de una mujer moviendo su varita en dirección a algo, reconocí esa cara de inmediato pues la había visto durante los primeros siete años de mi vida, era Bella Lumiel que estaba intentando entrar en la mansión, mi cara instantáneamente se volvió pálida y mis ojos comenzaron a notarse vidriosos, tenía la sensación de que unos cuchillos me estaban cortando las manos pues había dejado de sentirlas, Alexander había dicho algo apresuradamente pero no alcancé a escuchar que es lo que decía estaba muerto del miedo y la desesperación. No fue hasta que Elizabeth me tomó del hombro que pude notar que mis manos se estaban apretando fuertemente, encajándome las uñas en las palmas, había alcanzado a perforar ligeramente mi piel y unas pequeñas gotas de sangre habían resbalado de estas para caer al blanco suelo, esas serían las primeras gotas de sangre derramadas esa noche.
Elizabeth me había contado la orden que habían dado sus padres, teníamos que subir a escondernos en los cuartos, y quedarnos ahí hasta que alguno de los dos subiera a recogernos, Alexander salió del comedor con mucha prisa, mientras que Victoria había cerrado los ojos y comenzado a susurrar unas palabras en dirección a la puerta del jardín, después de unos segundos que parecían canticos pude per como la gran puerta trasera comenzaba a volverse de piedra, sellando esa entrada o salida. Una voz que parecía venir de todas partes retumbó en mis oídos: “los intrusos han atravesado las puertas, están en el jardín externo, activando hechizos protectores.”
En ese momento Elizabeth y yo íbamos corriendo por los pasillos de la mansión, delante de nosotros se encontraban los gemelos y Raoul, mientras que los trillizos se encontraban detrás nuestra, todos con varitas en la mano menos Elizabeth, pues todavía no le compraban una, yo sin embargo y pese a todas las quejas que había tenido conservaba la varita de mi madre, la única posesión que tenía de ella y aunque no sabía cómo utilizarla de manera práctica había estado observando a los gemelos practicar algunos hechizos y creía poder ocuparlos de buena forma, por fin pudimos llegar a la habitación de Elizabeth, pero las heridas que me había hecho en las palmas de las manos me estaban matando, por lo que dejé la varita en la cama de Elizabeth y me metí al baño para limpiarme las heridas, en ese momento se escuchó un gran estruendo en la parte de debajo de la casa, para después escuchar el llamado de uno de los hermanos de Elizabeth, ambos respondimos a su llamada con algo de miedo, yo salí corriendo del baño para llegar al pasillo de las habitaciones, Raoul no dijo que era mejor que nos escondiéramos en su cuarto que estaba al lado del de Elizabeth, así lo hicimos, nos metimos debajo de la cama para escuchar que bastante cerca se estaban el sonido de hechizos volando por alguna parte del pasillo, la puerta de la habitación se abrió dejando ver dos encapuchados negros, uno de los cuales hiso volar la cama hacia la ventana más cercana dejando un gran hueco en la pared, dando hacia el jardín trasero, me tomó de la mano y con gran fuerza me sacó de la habitación, de pequeños flashes pude ver a los hermanos de Elizabeth peleando contra otros encapuchados, mientras yo forcejeaba con el chico que me tenía aferrado, hasta llegar a una habitación vacía, en la cual entramos. Recuerdo muy bien que el enmascarado se quitó su capucha y pude ver el rostro de un hombre adulto, que comenzó a cambiar la cara a la de un chico pocos años mayor que yo, al que conocía muy bien y con el cual me llevaba maravilloso, no pude reprimir mis instintos, le di un fuerte abrazo, aferrándome a él, tratando de espantar el miedo que sentía en ese momento. Loan también me abrazó de una forma reconfortante… Estaba por unos momentos a salvo en sus brazos, no me preocupaba lo que me podría pasar en esos brazos tan reconfortantes…
Ahora, en este mismo momento me encontraba reconfortando a Elizabeth, no había estado presente en el cuarto con ella pues Loan me había sacado pero estaba seguro de que cosas horribles habían pasado en ese lugar, yo más que nadie sabía de que era capaz mi abuela… El sonido de algo o alguien cayéndose llamó mi atención e instintivamente llevé una mano a mi bolsillo donde tenía mi varita, pero una voz en mi cabeza distrajo mi atención: “tranquilo, no es nadie de quien debas preocuparte”. Pude distinguir la voz, se trataba de Loan, que había visto a la chica caerse y hacerse daño, por lo que se acercó a ella al igual que el chico que acompañaba a Elizabeth, parecía que la chica que acababa de llegar y el acompañante de mi amiga se conocían. Loan sacó su varita y le dijo a la chica que le dejara ver su herida, que la curaría, conjuró un hechizo sanador y la herida comenzó a cerrarse hasta que no quedaba de ella ni la sangre. Seguido de esto Loan les dedico una amigable sonrisa y volvió junto con Maurice y Gerard. Como me hubiera gustado tirarme a sus brazos, decirle que lo quería pero mi orgullo no me dejaba moverme del abrazo de Elizabeth, al parecer no había superado yo lo que me había pasado con ese chico.
Elizabeth de Lune Estudiante
Cantidad de envíos : 466 Fecha de inscripción : 29/08/2010 Edad : 30
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Lun Feb 14, 2011 4:09 pm
Tenía el alma destrozada, un terrible nudo en la garganta que me sofocaba, mis ojos empapados de lágrimas que simplemente no dejaban de escurrir. Tan sólo tenía ganas de morir, desaparecer, no existir… algo que me permitiese abandonar ese mundo de dolor y sustituirlo por algo mejor: mi antigua vida, esa vida, esa infancia alegre que me arrebató la despreciable bruja Lumiel, una asesina a sangre fría que no le dolía matar a sus propia familia, no tenía escrúpulos. Mi espíritu se consumía en una flamante pena que me calcinaba desde los pies, avanzando por todos los rincones de mi cuerpo hasta residir en mi pecho, tentándome el corazón para masacrarlo así cómo lo habían hecho Bella con mi familia. Mientras por otro lado el gélido viento invernal intentaba congelarme, dejándome en el lecho de muerte de mis padres y hermanos, acompañándolos por siempre en su sueño eterno. Ya no aguantaba esta explosión de sentimientos encontrados, mi garganta no soportaría un sollozo más, a ese paso mi voz quedaría consumida sin poder volver a resonar de entre mis labios. La nieve se derretía con mis lágrimas al caer sobre esta, la mayoría empapaban la ropa de Gael. Ocultaba mi rostro en su pecho mientras lo estrechaba con mis débiles brazos, ya afectados por el agotamiento y la pena emocional. No sabía ya cuanto tiempo llevaría llorando y recordando mis tragedias… simplemente había perdido toda noción de tiempo desde que había llegado a Francia, simplemente ya no tenía sentido estar mirando un reloj que sabía que en cualquier momento marcaría la hora de mi despedida. Si no moría en manos de los mortífagos, moriría de depresión… Alphonse había vuelto a tener razón acerca de visitar las tumbas de mi familia… pero si no iba en ese momento, simplemente no hubiese podido continuar con mi vida, así cómo se lo había prometido varios años atrás a mi madre…
Recordaba la noche antes de la masacre, esa noche en donde todos creían que el día siguiente sería cómo cualquier otro. Llovía nuevamente, apenas había iniciado el mes de Junio cuando empecé a sufrir de desgarradoras pesadillas que me despertaban entre gritos y llantos, suplicando clemencia y rogando al cielo sobrevivir a las torturas y a la muerte. Yo estaba envuelta entre mis sabanas blancas, manteniendo una amarga conversación con uno de los elfos domésticos que trabajaban para nosotros dentro de la mansión, había creado una extraña relación amena con esa criatura, pues el me trataba cómo a una hija… me mimaba y me cuidaba más que cualquier otro elfo de la mansión., incluso compartía ratos conmigo cuando jugaba con mis juguetes o tenía mis prácticas de tiro al blanco o mis típicas escapadas a los terrenos vecinos de mi hogar. Esa misma noche le había pedido que se quedara un rato después de haberme ayudado a ponerme el pijama y acomodado mi cama para irme a dormir. Le platiqué con angustia y con detalles demás lo que había soñado durante todo ese mes. Creo que me pasé con las descripciones, pues este elfo comenzó a estremecerse de miedo… Después con su voz temblorosa, me dedicó unas palabras de consuelo, pero no podía negarlo, el también temía que eso sucediese, por que nosotros creíamos fielmente en los sueños premonitorios… Fue en eso cuando entró mi madre a mi habitación para asegurarse de que dormía, fue muy grande su sorpresa cuando me vio abrazando al elfo y soltando un incomodo y sentimental llanto, el elfo, avergonzado me soltó, creo que caí al suelo después de ello, se disculpó más de mil veces con mi madre debido a la gran intromisión que había hecho. Mi madre, tan gentil cómo siempre, le dijo que no había ningún problema, pero se concentró más en mi malestar que en el hecho de un abrazo por parte de esa criatura, por lo que lo mandó por un vaso de agua. Ella se acercó a mi, me cargó y me acostó en su regazo mientras ella se sentaba en el centro de la cama, no tenía que preguntarme que me pasaba para poder consolarme… tan solo fue jugueteando con ternura mi cabello mientras me arrullaba con canciones bastante deprimentes. Ella me decía que lo hacía para que así sacase ese dolor que tenía por dentro y que así pudiese dormir más tranquila… me cantó dos canciones bastantes tristes, lloré alrededor de tres horas continuas… incluso el elfo ya había vuelto, ido y regresado con agua, pañuelos y chocolate caliente… después de ese libramiento de dolor, abracé a mi madre con fuerza. Fue cuando ella me dijo: “Si algo malo nos llegase a pasar, no quiero que te detengas en el recuerdo… mira hacía adelante con la frente en alto, vive tu vida cómo si nada hubiese pasado… nunca mires atrás… recuerda: Siempre a tu mismo se fiel sin importar lo que acontezca… ¿Lo prometes, Elizabeth?”… entre lágrimas le dije que lo prometía con todo mi corazón... parecía que mi madre ya se esperaba su destino desolador cuando saliese el sol por la mañana… Después de eso, me beso la frente y me arropó, le pidió al elfo que fuera a traerle 9 velas blancas; no tardó nada en traerlas, apagaron la luz de la habitación. Mi mamá sacó del trinchador una fotografía familiar reciente, la colocó en mi mesa de noche y prendió las velas para que la luz del fuego rodeara la imagen de nuestra familia… nunca entendí por que lo hacía pero me reconfortó… cerró la puerta a sus espaldas y claramente pude oír un disimulado sollozo que soltó mi mamá… esa noche le pidió al elfo que no me dejara sola en mi alcoba… no cabía la menor duda… ella lo sabía…
“Mi madre… siempre tan fuerte, hermosa y decidida… ¡Cómo la extraño!”, me decía varias veces mientras esperaba a que mis recuerdos dejaran de atormentarme de una vez por todas. De repente, una voz femenina, y bastante tierna me despertó de ese recuerdo angustioso, miré sobre el hombro de mi amigo para ver lo que pasaba detrás de nuestra escena de melancolía y llanto… tarde en reconocer a la chica, pero era la hermanita de Isamu, Harumi… me la había topado varias veces caminando por los pasillos y creía haber logrado entablar una conversación con ella en algún momento. Después mi vista pasó por los cuerpos estáticos de dos hombres que acompañaban a Gael y a una persona extrañamente familiar: Loan… seguro que el era el responsable de que Gael diese conmigo… aunque no estaba de humor cómo para detenerme a averiguarlo.
Limpié mi rostro y suspiré con un dolor… mi garganta estaba insoportable, me ardía y se sentía bastante rasposa, por lo menos mis ojos habían parado de lagrimear. Lo que me permitió mirar de forma clara a Gael. Tenía todo el cabello cubierto de bolitas minúsculas de nieve. Me dio algo de gracia pero la risa no logró salir de mi boca, ni siquiera pude sonreírle… instintivamente miré nuevamente las criptas, solté el cuerpo de Gael para arrástrame a tocar las finas letras grabas en el mármol, y encoger mi cabeza entre mis hombros…
-Estás molesto –mi comentario sonó más que pegunta. No podía dirigirme a nadie más que a Gael pues Isamu y su hermana estaban lejos con Loan y los guardias me daban mala pinta.
Harumi Isamu Estudiante
Cantidad de envíos : 323 Fecha de inscripción : 08/02/2011 Localización : Happyland(?)
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Lun Feb 14, 2011 4:30 pm
(Off: ¿Ustedes dos inventaron la historia? Es muy interesante, me dejaron atrapada en esto xD. Francia, una familia rica, padres difuntos, muchos hermanos huérfanos, amigos muy cercanos... ¡Waa! xD Es genial, ojalá tuviera tanta imaginación. Y debo pedir también que disculpen mis post, que al lado de los de ustedes quedan como una miniatura x.x)
Estaba nevando bastante, y casi ni me había dado cuenta de que mi cabello estaba cubierto de nieve. Mientras pensaba qué haría respecto a mi rodilla que seguía sangrando Hikaru llegó "al rescate"... Como lo temía, si me había escuchado.
Me preguntó exactamente lo mismo que yo le quería preguntar a él, excepto lo de haber venido solo, yo sabía bien que Ryo lo había acompañado. No le contesté por el momento, pues seguía pensando en mi tonta rodilla. Me ayudó a levantarme del suelo y me sacudió la nieve del pelo, creo que cualquiera pensaría que es un sobreprotector... Me alzó en brazos y me llevó hasta un lugar donde había asfalto, sentándome allí.
-¡Cómo se nota que te alegras de verme onii-chan!- dije sarcásticamente frunciendo los labios como un niño enfurruñado bromeando con él, esperando que no se enfadara conmigo...
-Estoy aquí porque decidí seguirte y si vine sola.- le contesté con gran tranquilidad y le dediqué una sonrisa inocente. Luego una fea mueca de dolor apareció arruinando mi pequeña sonrisa, yo estaba exagerando... Era sólo una pequeña lastimadura, pero dolía. Miré mi rodilla y luego volví a levantar la vista donde estaba mi hermano, recordando que era yo quien debería estar enojada con él.
-Lo que yo quisiera saber es por qué tú estás aquí, ya que no has querido contarme y yo he tenido que venir para averiguarlo.- Antes de que le diera tiempo a contestar me di cuenta de que un chico alto de cabello castaño estaba con nosotros. Me pidió ver mi herida y en seguida con un hechizo la curó, cerrándola y sin dejar ni rastro de sangre, ni siquiera me había dolido... Le agradecí por ello y le devolví la sonrisa, justo después este volvió donde estaba antes mi hermano con Elizabeth y el chico desconocido para mí. Ya habíamos quedado lejos, así que no pude distinguir qué estaba sucediendo allí, pero mi mirada a lo lejos era preocupada... Estaba metida en lo mío y quién sabe qué estaba sucediendo allí mismo.
Caí en la cuenta de que esto era un cementerio, ¿por qué rayos era tan distraída? No estaba segura de qué demonios estaba haciendo mi hermano aquí, pero en el momento en que estaba cerca de ellos, Elizabeth estaba abrazando al chico desconocido y probablemente llorando. Ella me caía bien, pero no éramos amigas cercanas, así que no conocía su pasado. ¡Qué vergüenza! Llegando de manera inesperada a interrumpir. Ahora me sentía mal por ella... Aunque no debía entrometerme porque no era asunto mío yo seguía mirando en aquella dirección con mi rostro de preocupación, pero apenas vislumbraba algo.
Hikaru Isamu Estudiante
Cantidad de envíos : 89 Fecha de inscripción : 09/02/2011
Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Lun Feb 14, 2011 5:08 pm
OFF: Ouch, mi post es pequeño~ xD Hago lo que puedo u//u
La nieve iba cubriendo cada vez más el suelo del cementerio, y quién lo diría. Un lugar tan.. horroroso como ese puede verse hermoso con sólo una nevada. Además, no era cualquier cementerio, era uno francés. De todos modos, el frío también iba incrementando, congelándo nuestros rostros.
Una vez que tenía sentada a mi hermana para ver su herida, le puse una mano en la mejilla para saber si estaba muy helada o no. Noté su sarcasmo y retiré mi mano, arrepintiéndome de preguntarle si tenía frío. La miré con seriedad, sin decirle nada a la chica. Tal como sospechaba, había venido hasta Francia sola. - Te dije que tenía un asunto pend.. - No alcancé a decirle aquello, pues me estaba recriminando el hecho de que viniera sin decirle que sucedía. Ya me había descubierto, pero aún no sabía el significado de mi visita a éste lugar. Tomé aire cerrando los ojos para contarle quien sabe qué, pero el acompañante de Gael había llegado a nuestro lado, y muy amablemente curó a la alocada de Harumi, con un hechizo de sanación. Agradecí de cierto modo su presencia, puesto que me ahorraba la patética explicación que le iba a dar a la Hufflepuff. El hombre sonrió, tal como la vez pasada, y noté la sonrisa de agradecimiento de mi hermana. Miré yo también al personaje aquel, e hice un gesto con mi cabeza, dándole las gracias igualmente. Cuando se fué, volví a dirigirme a la chica.
- Es una larga historia.. tsk.. no quería que la supieras.. - Le dije finalmente, aceptando que tarde o temprano ella se enteraría de la verdad, o más bien, de lo que yo había escuchado de otros. No se me había ocurrido, pero... quizás Ayame pudiese averiguar a través de su padre -que es auror- el paradero de Alan. Sin embargo, en éstos momentos es imposible.. y el hecho de ir a hablarle por eso me hacía sentirme estúpido.
Giré mi cabeza, viendo cómo Loan llegaba hasta donde se encontraban los chicos, ambos de Ravenclaw, en lo suyo. - ... pero hablaremos de eso en otro momento.. ahora importan otras cosas.. - Le comenté con tranquilidad, dándole a entender que teníamos que preocuparnos por Elizabeth, quien a pesar de que era no muy cercana a nosotros, necesitaba mucho apoyo ahora, aunque ni idea de por qué. Ahora estábamos en un lugar ajeno a nosotros, debido a que no habíamos perdido a nadie de ese modo, sólo a nuestro padre quien desapareció un día, sin dejar ningún rastro cuando éramos apenas unos niños ajenos a lo que sucedía en el mundo. Me puse de pie -pues estaba arrodillado junto a Harumi- y tras sacudirme la nieve del pantalón, esperé a que ella hiciera lo mísmo, y así acercarnos a ver si podíamos ayudar en algo a Elizabeth.
Alphonse de Lune Mago
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Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP) Dom Feb 20, 2011 12:24 pm
Un recuerdo de las vacaciones de Invierno. Me encontraba limpiando cuidadosamente mi escoba y todos estabamos reunidos, aunque cada uno a su propio tema: Thatcher, Alphred, Ariel, Gael, Sally y yo. Sally se acercó con la intención de hacerme una pregunta: quería ir a Francia a visitar a mamá. Me negué rotundamente, no iba a dejar que se expusiese de esa manera, aun no estaba preparada. Seguí negandome y aquello acabo en una discusión en la que se me fue la lengua. No pretendía herir de ningun modo a Elizabeth, pero supongo que cuando nos cabreamos todos decimos absurdeces. Sally lloraba, me acerqué para disculparme...pero todo lo que obtuve fue una bofetada. En parte me lo merecía...había sido algo brusco con ella, pero solo estaba intentando protegerla, no quería que sufriese. Desde entonces, Elizabeth y yo no nos habíamos vuelto a dirigir la palabra.
Tal y como suponía, Elizabeth al final había viajado a Francia. Había conseguido sonsacarle a Thatcher toda la información. La noche de nuestra pelea, le reveló todo lo necesario para que pudiese llegar hasta la tumba de papá y mamá. Al principió enfurecí bastante, sentía como si me quitase algo de autoridad. Pero después comprendí que quizás lo mejor para Sally era ir, y aunque sufriese recordando, quedarse tranquila, desahogarse y...quizás le ayudaría a superarlo todo un poco más. Pero aún así, no estaba para nada tranquilo, me preocupaba su seguridad y que pudiese irsele la mano de alguna manera. De modo que, como tambien Thatcher me dijo el día que Eli tenía pensado ir, ese día partí hacia Paris sin mayor demora.
No había pegado ojo aquella noche, de modo que cuando el tren llegó al destino yo estaba profundamente dormido. Sentí unas palmadas en mi brazo y cuando recuperé la consciencia, el revisor me soltaba unas cuantas palabras en Francés. Dí un bote del asiento y tras agradecerselo al señor, cogí mi mochila del portaequipajes y salí del medio de transporte. Desde allí, cogí un autobus hasta el Hotel más cercano al cementerio en el cual había hecho reserva para una noche. A todo esto, podría haberme desaparecido perfectamente hasta allí, pero no sabía si los muggles rondarían por alguna parte en algún momento y podría ganarme una buena multa y broncas del ministerio, por lo que decidí usar el transporte muggle.
Entré en la habitación, y reventado por el viaje, me tumbé en la cama, cayendo de nuevo en un profundo sueño. Desperté el día siguiente, algo adolorido porque no había dormido bajo las mantas ya que casi no me había movido, y mis articulaciones estaban frias. Además, había dormido con la ropa, lo que era mas incomodo. Me levanté frotándome los ojos, y tras ducharme y desayunar a toda prisa, cogí de nuevo mis enseres y me dirigí (esta vez, andando) hasta el cementerio de Père-Lachaise.
Crucé la verja del lúgrube lugar. Sabía donde estaban ubicadas las tumbas de mis padres y hermanos ya que había ido a visitarlos alguna vez...pero jamás me acostumbraba a aquella sensación de vacío que sentía al estar enfrente de sus tumbas. Recuerdo como la primera vez se me encogió el corazón y me entro tal nerviosismo que casi vomité mi comida. Mis pisadas resonaban en la nieve que empezaba a acumularse en el suelo. Saqué de mi mochila otra sudadera más y me la puse para combatir el frío, cubriendo mi cabeza con la capucha para protegerme. Me aproximaba al lugar exacto cuando empecé a distinguir varias figuras en torno a las criptas de mi familia. Dos personas de rasgo oriental que se parecían, debía ser hermanos. Tres personas más, un poco más apartadas, una creí reconocer como alguien conocido por Gael. Y, en el lugar mas próximo a las tumbas, Sally en el suelo, abrazando a Gael con fuerza, y visiblemente destrozada. Lo más probable es que no hubiese dormido ni comido mucho, y llevaría llorando alli un tiempo debido al enrojecimiento de sus ojos. -Elizabeth...-susurré, aunque no había demasiado ruido en aquel lugar por lo que alguno de los presentes me habría escuchado seguramente. Me partía el corazón ver así a Sally, por eso no quería que viniese. Pero quizás, la estuviese sanando de algún modo por dentro...o eso quería creer.
Me mantuve a cierta distancia de ella esperando que en algun momento distinguiese mi presencia, no quería acercarme dado que llevabamos un tiempo sin hablarnos y no sabía si ella seguiría enfadada, y dado su estado no quería hacerla enojar aún más. Allí, desde mi distancia prudencial, esperé a ver como se desarrollaban los acontecimientos.
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Tema: Re: Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP)
Llorando en El cementerio de Père-Lachaise (derecho de rol por MP)