Rondaba jugueteando por el Bosque Prohibido, después de tanto tiempo ya no me asustaba, solía ir con mi gatita y daba largos paseos. Habían criaturas realmente interesantes, y les hacía fotos para luego averiguar cosas sobre ellas en la biblioteca.
Vi a un alumno apoyado en un árbol, sentado. Estaba aburrido, pues daba vueltas a su varita formando hilos plateados en el aire. Me acerqué sigilosamente, juguetona y divertida, y me apoyé detrás del árbol dónde él estaba.
Entonces asomé la nariz y los ojos de manera que pudiera notar mi presencia.
- ¡... Bú!