Leyendo [Libre]

Chloe estaba "sentada" leyendo, lo de sentada es un decir, pues en realidad se encontraba tumbada bocaarriba un un sillón, con las piernas apoyadas y sobresaliendo por el respaldo del sillón, sostiendo el libro por encima de su cabeza. Su cabeza entraba por poco en el sillón, y su pelo, recogido en una coleta, colgaba en el vacío.

Afuera llovía y no había mucho para hacer. La chica se aburría bastante y había decidido leer un poco, no sin antes tapar la portada, pues era un libro de la Sección Prohibida que no tenía permiso para leer y le caería un buen castigo si alguien se enteraba. Por supuesto, el libro era de pociones, ahora mismo estaba en una de invisibilidad que parecía francamente interesante, aunque algo complicada de hacer.

Alguien saludó Chloe y está cerró rápidamente el libro, no fuera que viese su contenido y se extrañase. Era lo malo de aquella postura, no podía ver si alguien se acercaba, el libro tapaba su campo de visión. Bajó las piernas del respaldo y las colocó en uno de los apoyabrazos. Giró y colocó la espalda en el otro apoyabrazos.

-Yo soy Chloe, ¿nunca te han dicho que no se debe sorprender a las personas?- preguntó en tono infantil, debería de haber una señal para avisar a las personas de que se iba a aparecer, aunque esa señal quizás los asustaba también...Bueno, eso daba igual, el caso es que sólo era un chico de su edad y no era un prefecto o algo por el estilo.

Mentir no iba con ella, pero no pensaba decirle toda la verdad a aquel chico que se acababa de presentar ante ella y en el cual no confiaba. Aunque los Ravenclaw solían ser un poco "tradicionales" con las reglas, matarían por un buen libro.

-Un libro sobre pociones- dijo con una sonrisa alegre, que no iba a durar si el chico continuaba preguntando. Técnicamente el libro era suyo, pero estaba prohibido de todos modos por ser inapropiado para su edad, aunque estaba cerca de cumplir la mayoría de edad, no faltaba ni un mes.

Lluvia, a veces le gustaba y a veces no, todo dependía del moemnto, y ahora no es que le gustase mucho, la recluía en el castillo y no le permitía salir a dar un paseo o montar en escoba que era lo que realmente quería.

-No me gusta pensar cuando no tengo nada sobre qué pensar- dijo estirándose y bostezando. Sobre todo no le gustaba pensar ahora, porque siempre terminaba pensando en lo mucho que hechaba de menos a Bea. Se aburría con frecuencia y ya no sabía con quien estar- además, yo quería irme a volar- añadió.