Vigilaba los movimientos de aquel muchacho desde la oscuridad, oculto, y con mi identidad en la oscuridad, al usar un antifaz que solo no cubría mi boca, y mi cuerpo estaba completamente cubierto, por una larga capa negra, distintiva de los mortífagos, no me preocupaba que me vieran, pues era de noche y un poco tarde.
La luna llena, alumbraba con gran claridad mi ubicación, estaba simplemente sentado cerca de una fuente, viendo el gran dragón en que montaba el joven, entrecerré los ojos y despues sonreí burlonamente.
-Hoy en día los dragones se han vuelto tan pateticos... Todo mundo tiene uno.-Dije para mí mismo, con voz perezosa.