Empachandome (Libre)

Casi todos los que me rodeaban hace una media hora en el gran comedor ya se habían ido, pero yo seguía allí, empachándome a tarta de melaza. Me encantaba...y estando en el colegio nadie podía privarme de ella como hacia mi madre, que siempre estaba pendiente de que no tomase demasiada. Tenía un aspecto un tanto infantil de hecho, porque tenía toda la comisura de la boca y los dedos llenos de tarta. Pero me daba igual. Siempre me habían mirado como el 'alocado'. Sabia que en algún momento tendría que levantarme, lavarme las manos e ir a la biblioteca a terminar los trabajos que tenia que entregar al día siguiente, por que si, se me habían acumulado para variar. No era una persona de llevar los estudios al día, sinceramente, y siempre tenia una montaña interminable de cosas por hacer. Pero ya me levantaría del asiento, ahora estaba bien agusto comiendo.

No pude llegar a comer a tiempo. Me quedé dormida por culpa de haberme desvelado la noche anterior y me levanté con un hambre de muerte. Suerte que era Domingo y no habían clases a las que asistir.

Bajé al Gran Comedor esperándolo vacío. Vacío de gente y de personas. Me senté en la mesa de mi casa y tal y como efectué el movimiento, el trozo de mesa que tenía delante se llenó de manjares.

Así que, sin más, empecé a comer. Estaba un poco cansada y aún no había reparado en algunos detalles como que habían elfos domésticos limpiando el comedor y las mesas de los profesores.

Luego vi a un chico en la mesa de Hufflepuff. Estaba frente a mí, pero no me veía porque estaba demasiado ocupado acabando con una tarta de melaza lo más rápido y bestia que podía. Esa escena me despertó un sentimiento extraño de cariño, ya que mis primos solían comer así y los echaba mucho de menos.

Seguí observando la escena mientras me acababa un muslo de pollo...

Seguía inmerso en mis pensamientos y en mi tarta de melaza cuando me di cuenta de que una chica me observaba desde la mesa de Gryffindor. Parecía como si me mirara con nostalgia, como si estuviese acordándose de algo y lo echara de menos. La miré de reojo, divertido. Estaba acostumbrado a ser observado, pero no de esa manera. Me limpié las manos dejándolas lo menos pegajosas que pude y me levanté, llevando mi plato con mi último trozo de tarta. Me dirigí hacia ella y sin ningún tipo de vergüenza me senté a su lado. No era la primera vez que me acercaba a alguien que no conocía, no podría decirse que era una persona con problemas para relacionarse.

-Sé que se supone que no debemos comer en la misma mesa y blablabla...-le dije, mientras dejaba mi plato en la superficie- pero ya que somos los únicos poblando estas mesas no tenemos porque estar cada uno en una punta solos ¿no? -sonreí ampliamente- ¿Quieres un poco?-ofrecí, acercándole el plato a los suyos- No seas tímida, creo que has podido observar que yo ya he comido lo suficiente.

Me sorprendió lo directo y abierto que se mostraba aquel chico conmigo. Sonreía y me miraba a los ojos mientras sostenía el plato con la tarta en la mano, a modo de ofrenda. Tenía los ojos de un color raro, una mezcla entre la miel y el roble. Me quedé petrificada mirándolos, con un muslo de pollo en la mano y menteniendo los míos muy abiertos, con cara de tonta. Cuando reaccioné, sonreí como pude y me limpié las manos.

- Eh... Hola, sí sí, déjalo por ahí...

Me incorporé. Aquel chico era como yo, ni tenía vergüenza ni quería tenerla. Un Relaciones Públicas hecho y derecho. Me gustaba la gente así. La gente cortada me frenaba, me hacía sentirme una pesada, acosadora y psicópata.

- Eres nuevo, ¿no? Nunca te había visto por aquí. Tampoco es que haya pasado aquí largo tiempo de mi vida, pero... Supongo que habría reparado en ti, me fijo en todo el mundo. Soy bastante observadora.

Sonreí.

- Me llamo Cassandra, ¿y tú?

Se quedó mirándome a los ojos cuando me acerqué, y por un momento pensé que la estaba echando hacia atrás, quizás había sido demasiado atrevido. Pero entonces me contestó, saludándome y dedicándome una bonita sonrisa.

-Soy nuevo para ti, pelirroja, yo tampoco te había visto nunca. Aunque podría decirse que se me va la olla un poco y voy a mi bola, así que a lo mejor si te he visto pero no me acuerdo, quien sabe -le contesté- ¿Observadora, eh? Ya he notado como me mirabas desde aquí- puse una pequeña sonrisa maliciosa en mis labios- ¿Estabas recordando algo? Tu cara te delataba. -le dije, recordando la manera en la que se había fijado en mí.

-Maxwell Tillman, Hufflepuff dispuesto a entablar amistad contigo, señorita- le tendí la mano haciendo un pequeño intento de reverencia desde mi asiento, pero solo conseguí pegarme un buen cabezazo contra la mesa- Ouch...eso ha dolido-adopté una expresión de dolor mientras me frotaba la frente

El chico se había metido un buen golpe. No pude evitar reírme por lo bajo.

- ¿Estás bien? ¿Quieres que te ayude? Ven aquí...

Examiné la frente de mi nuevo amigo mientras le sujetaba la cabeza por ambos lados. Me maldecí por no conocer ningún hechizo que pudiera hacer que su inflamación bajara, así que simplemente conjuré un Accio botiquín y procedí a echarle crema.

- Qué torpe...

Mientras le untaba la crema por la frente empecé a hablarle.

- Te miraba porque comías como un niño. Me recuerdas a mis primos, les echo de menos... Nunca me había separado tanto tiempo de mi familia, y es por eso que no estoy pasando unos buenos días. Con todo, soy feliz estando aquí, todos los días conozco personas nuevas y creo que voy a vivir muchas cosas bonitas.

Terminé de untarle crema. Me quedé mirando mi obra de arte en su frente, muy satisfecha. Con mi dedo tracé una C encima del potingue que llevaba sobre la inflamación. Sonreí.

Escuché como se reía por lo bajini, para a continuación cogerme de la cabeza y mirarme bien el golpetazo. Me sujeto la cabeza con las dos manos, escudriñándome la frente como si buscase algo. Susurró accio botiquín y cuando éste apareció saco un bote de crema, empezó a extenderla por la zona en la que me había pegado el cabezazo y alcancé a escuchar como me llamaba torpe.-Vaya, gracias por el cumplido-le dije, bromeando. Miraba a mi frente, concentrada en su labor, cuando volvió a hablar de nuevo. Me reveló entonces que me había estado mirando por que le recordaba a sus primos, y efectivamente les echaba de menos. Sentí un poco de pena hacia ella cuando me dijo que no estaba pasando unos buenos días pero que aun así era feliz. La miré a los ojos mientras hacía lo que parecía ser una C encima de la crema que me había echado. Parecía realmente triste.

-Hogwarts es un lugar maravilloso, no tengo ninguna duda de que no tardarás nada en dejar la nostalgia atrás-le dije, sonriendo ampliamente- Sé que acabamos de conocernos, pero quiero que sepas que aquí tienes una persona en la que apoyarte cuando quieras. No es que se me de especialmente bien animar, pero se escuchar, y hago muchísimas tonterías, te lo aseguro.-apreté su mano fuertemente.-Anímate, no quiero ver esa cara larga ¿eh? Venga, come, que a este paso en vez de comer vas a merendar.-le acerque los platos de comida, instándole a que terminase de comer-Comer es algo muy importante. Bueno, no hace falta que comas como yo, que me pego banquetes todos los días...pero tienes que comer bien. Si no vas a quedarte chiquitita-le dije, revolviéndole el pelo, divertido.-Bueno, creo que es hora de que me cuentes mas de ti ¿no? Prometo que yo luego te contaré hasta la marca de pañales que usaba de pequeño.

Ciertamente, los chicos más guapos del castillo llevaban corbata amarilla. Me fijaba en cada chico que me cruzaba por los pasillos... y los Hufflepuff eran los más atractivos. Cuando aquel chico me hablaba, me miraba a los ojos intensamente, y yo no podía evitar perderme en los suyos; azules y ... perfectos. Estaba totalmente embobada y temía que se diera cuenta, así que agachaba la cabeza de vez en cuando pretendiendo parecer asustada por algo o triste. Realmente, no estaba triste, aquel chico me hacía sentir de todo menos triste. Me distraía con su sonrisa y su pelo...

Maxwell me ofreció apoyo aún sin conocernos y me aconsejó comer. Sin decir nada, mirándole muy seria, cogí una patata del plato y me la eche a la boca mientras miraba la mesa. Oí cómo decía que si no comía no crecería, levanté la mirada y le sonreí con mi segunda patata en la mano. Me revolvió el pelo y alargué mi sonrisa hasta dejar mis dientes visibles. Pidió conocerme más.

- Bueno... está bien, aunque no tengo mucho que contar. Mi madre es alemana y mi padre inglés, los dos eran magos. Vivían en Londres hasta que decidieron divorciarse. Mi padre ganó mi custodia y se casó con Jane, una muggle. Odio a Jane... Cuando mi padre le confesó su secreto, su única reacción fue de terror. Dijo que no quería tener nada que ver con magos o brujas, y obligó a mi padre a separarse de este mundo. Todo esto pasó siendo yo muy pequeña, y obviamente no me acuerdo de nada. Ni siquiera me acuerdo de haber tenido experiencias con la magia en aquellos años, mis padres se divorciaron cuando yo apenas tenía uso de razón.

Hice una pausa e ingerí zumo de calabaza.

- He tenido una vida perfectamente normal. Demasiado normal, diría yo. He vivido rodeada de muggles siempre, he ido al colegio con muggles, me he relacionado con muggles... incluso tuve un novio muggle. Mi padre me prohibió ver a mi madre, y yo sentía que mi vida en Londres estaba tan... vacía. Sabía que me faltaba algo.

Me sentía nerviosa, hablando tan seguido delante de aquel chico que me observaba atentamente, pero seguí. Me gustaba que me prestara atención.

- Mi padre escondió mi primera carta de Hogwarts. Y la segunda, y la tercera. Y todas las que llegaron a casa. Hasta que un día, estando de compras con unas amigas, una lechuza se coló en el centro comercial, espantando a todo el mundo, y me entregó la carta en mano. Hubiera pensado que era una broma de no ser porque recordé que el remitente era el mismo que el de las cartas que llegaban a casa. No podía creérmelo...

Lancé un suspiro y cerré los ojos mirando al techo. Luego retomé mi postura normal y continué mi relato.

- Mi padre no sabía dónde meterse. Jane no paraba de chillar que estaba harta de todo ese asunto y que no quería saber nada más. Yo no sabía de qué asunto hablaba. Cuando vi que mi padre quería ocultarme todo aquello sabía que era porque mi madre andaba detrás. Aquella misma noche me escapé. Le robé dinero a mi padre y volé a Bonn, Alemania. Lo único que sabía de mi madre era que vivía ahí. Eso, su nombre, y su apellido. Encontrés tres Violets Schwarzkopf en las páginas telefónicas de la ciudad, pero tuve la suerte de dar con mi madre a la primera. Contraté una cita con ella en medio de la calle y me reconoció enseguida. Se avalanzó sobre mí nada más verme y, en vez de preguntarme cómo estaba o qué había hecho para burlar a mi padre, me preguntó el motivo de mi visita. Sin decir nada, le enseñé la carta y automáticamente empezó a llorar de alegría.

No paraba de preguntarme para mis adentros si aquel chico querría saber algo más de mí.

- Y bueno, básicamente esa es mi historia. He vivido con mi madre este último año, y es la mejor persona que he podido conocer nunca. Aún así... esconde algún secreto. Le he preguntado el motivo por el cual no luchó por mi custodia. Al fin y al cabo es mi madre, tenía todas las de ganar. No sé, se le puso una expresión muy fea y se limitó a decirme que hizo cosas difíciles de ver para la sociedad. Dice que ella no quería hacerlo, que fue un accidente, y que son cosas que me tiene que contar pasado un tiempo. Estoy muy intrigada...

Me di cuenta de que me estaba enrollando muchísimo.

- Bueno... ¿y tú? ¿Qué marca de pañales usabas? - Hice una mueca de burla y cogí otra patata de mi plato. - ¿Quieres? ¿O ya no puedes más? - Sonreí.


OFF: Creo que después de todos los piropos que le he lanzado a tu pj al principio... Voy a ponerle otro puesto en mi lista de Relaciones con otros personajes XD

Escuché atentamente todas y cada una de las palabras de la historia de su vida que me estaba relatando Cassandra. Madre alemana, padre inglés, divorciados. En cierto punto, la entendía. Mis padres también se habían separado siendo yo pequeño, aunque mi madre, que era con la que residía, no había rehecho su vida con otra persona. Y no le importaba, yo siempre la había visto feliz sola, era una mujer muy independiente. Mi padre si que tenía pareja. Me fijé en el tono triste que adoptó cuando empezó a hablar sobre la supuesta Jane. ‘Debió de ser un suplicio vivir con una persona que te prohibía la magia’ pensé para mis adentros, pero no lo exterioricé porque no quise interrumpirla.

Pausó un momento y pego un sorbo de zumo de calabaza. Reparé a fijarme en ella entonces. Sin duda era una chica bastante guapa, y no me cabía la menor duda de que tendría un séquito de leones rojos detrás de ella. Nunca me fijaba en las chicas, no es que no tuviera interés, pero mi miedo al compromiso no facilitaba las cosas. Sin contar con que ya había una chica que nublaba mi mente hace unos años...Salí de mis pensamientos justo a tiempo para seguir captando su relato. Continúo diciendo que había tenido una vida muggle normal y que su padre le había prohibido dirigirse a su madre. Parecía nerviosa, asíque acerque mi mano y le acaricié el hombro con el fin de tranquilizarla. Su padre escondió sus primeras cartas de Hogwarts. Que ingenuo, como si todo el mundo no supiera que la carta llegara a ti de una manera o de otra. Luego viajó a Bonn a buscar a su madre. Su actitud cambió al hablarme de ella, hablaba en un tono mucho mas alegre pero también un poco curiosa. Terminó su historia y finalmente me pregunto por mí. Me ofreció patatas de su plato.

-Nunca renuncio a la comida, pero después del atracón que me he metido antes…será mejor que no. Presiento que me va a sentar como una patada en el estómago, nunca mejor dicho. Pero gracias-le sonreí- y no, no me acuerdo de mis pañales, pero te he hecho reír ¿a que sí? Bueno, pensemos…-puse ambas manos en mis sienes y cerré los ojos, recopilando la información de mi vida de manera cómica. Comencé a enumerar con los dedos- Soy noruego, de la capital. Soy sangre mestiza, mi madre es maga pero mi padre es muggle. Se separaron cuando yo era pequeño y vivo con mi madre. Mantengo una buena relación con mi padre…aunque es mas…cordial-carraspeé ligeramente- Mi madre y yo vivimos solos, pero estamos muy agusto. Mi padre sí que tiene pareja, pero cuando voy a visitarle procura que ella no esté presente por si se me escapa algo. Soy un poco torpe con la magia-admití, rascandome la nuca-Recibí mi carta de Hogwarts a los once años y me colocaron en los tejones, la mejor casa del mundo mundial, admítelo-bromeé. Alcancé el vaso de agua que estaba a mi lado y tras pegarle un sorbo para aclararme la garganta continúe-Que más…ah! Me caí de la cuna de pequeño y me salio un chichón tamaño industrial. Creo que quedé seriamente afectado y por eso me cuesta tanto ponerme a estudiar.-le dije, seriamente-No te rías, para mi es algo muy traumático-no pude contener la risa y se me escapo una pequeña carcajada. Esperaba que captara que estaba de broma.-Me gusta mucho conocer gente, me llevo bien con todo el mundo. Hablo demasiado, por si acaso no te has dado cuenta ya…También como mucho. Pero es que no quiero quedarme bajito. Y no se que más querrás que te cuente, así que mejor ya me callo. Te toca preguntar.

[OFF: Yo ya tengo a otra persona en ese lugar <__< esto va a ser un triangulo amoroso interesante XDDD]

[OFF: De eso se trata, de hacer emocionante el rol X3]

Suspiré y le miré. El chico acababa de relatarme, básicamente, lo que yo acababa de relatarle.

- ¿Sabes? Te envidio. Ojalá hubiera vivido toda mi vida rodeada de magia. Siendo que he desperdiciado muchísimos años. No digo que desprecio todo aquello que viví "siendo muggle", ya me entiendes. Pero... no sé. Llego, y no tengo ni idea de nada. No sabía ni conjurar un flipendo. Y además soy muy torpe... Me siento poca cosa. - Sonreí otra vez, sólo para no parecer triste. No lo estaba, aún relatando asuntos tristes.

- No sé si te diste un golpe o qué, pero en tu cabeza está claro que algo falla. - Di un toque en la punta de su nariz con mi dedo índice. - Bueno, cuéntame, ¿qué tal por aquí? ¿Con quién te juntas? ¿Tienes novia? ¿A qué clases estás apuntado? De momento sólo he ido a Pociones y no te he visto por allí, me gustaría saber dónde poder encontrarte.

Volví a la mesa y empecé a comer el trozo de tarta que me acababa de dar, sin dejar de mirarle, esperando a que respondiera a mis preguntas.

- Menuda pinta debo tener, - pensé. - Seguro que me brillan los ojos.

Empezó a expresarme como se sentía torpe, y poca cosa. La miré compasivamente. Nadie debía de sentirse de esa manera en este lugar, todos y cada uno estábamos aquí para aprender y formarnos para nuestra vida. Aun así, sonreía para quitarle hierro al asunto.- ¿Torpe, tu? No digas mentiras que te crecerá la nariz como a pinocho. Mientras tanto me enorgullezco de anunciarle que esta usted relacionándose con el rey de los torpes.-puse una pose heroica, con los brazos en jarra sobre las caderas. Intentaba hacerla reír de manera sincera -Si hay alguien que pueda llamarse torpe en esta escuela, ese soy yo. Me es muy difícil centrarme…Asuntos de cuna, ya te lo he dicho-le dirigí una mirada de confidencia. Levantó su mano y me dio un toque cariñoso en la nariz, mientras me decía que algo debía de fallar en mi cabeza, y me hacía un puñado de preguntas. Intenté establecer un orden en mi cerebro para contestarle a todo.- Vayamos por partes que con mi despiste seguro que me voy a la china y te termino contando cualquier cosa que no tiene nada que ver.-Volví a expresarme de la misma manera que lo había hecho hace poco: empecé a enumerar-Por aquí, maravillosa y fantásticamente bien, como ya te he dicho, Hogwarts es un lugar magnífico y no tardarás nada en adaptarte. Puedo enseñarte un par de pasadizos, si quieres y si es que me acuerdo de cómo se abrían....-gesticulé con mis dedos el número dos- ¿Con quien me junto? Bueno, suelo llevarme bien con la gente de mi casa y con todo el mundo generalmente, pero nada más allá de una relación normal o cordial. Helena Jenkins es mi mejor amiga y mi confidente, así que creo que eso responde a tu pregunta. Deberías conocerla. Es una chica fantástica…-Mis pensamientos comenzaron a desviarse de nuevo hacia ella y todo lo que conllevaba asíque decidí olvidar el tema y seguir contestando. Fue entonces cuando reparé realmente en aquella pregunta y me ruboricé ligeramente- No, no tengo novia. Digamos que tengo un cierto…problema de compromiso-agaché la cabeza, no era un tema del que me gustase hablar-digamos que prefiero la compañía de mis amigos. Y en cuanto a las clases, estoy en Runas Antiguas, Estudios Muggles, Transformaciones y creo que ya está, si no recuerdo mal…Te toca contestar-la observé mientras comía la tarta de melaza que le había ofrecido hace rato-Cométela con las manos. Hazme caso, es un placer oculto, tardas menos y esta más rica. No tengas vergüenza, a mi ya me has visto hacerlo y aquí estamos prácticamente solos.

Era cierto que Runas Antiguas no era mi clase favorita, pero era posible que si me cruzaba con Cassandra fuese mínimamente más entretenida. Helena había decidido no apuntarse ese año así que me encontraba sin nadie con quien poder hacer el tonto de vez en cuando. Esperaba que al menos Cassandra no fuese la típica alumna que da el 110% en las clases y me siguiera el rollo. Entonces escuché como me llamaba cerebro de Troll. No había entendido mi propuesta-¿Cerebro de Troll? ¿Yo? Vaya, gracias.-le dije, dándole la espalda y con la cabeza alta en gesto digno, fingiendo enfado-Muy bonito por tu parte. Pues este cerebro de Troll ya no te ajunta. ¡Hm!- no tardé ni cinco segundos en reírme y darme la vuelta de nuevo- Si es que no me has entendido. Te pedía que me contestases tú también a las mismas preguntas que me has hecho. Si quieres- añadí apresuradamente, tampoco pretendía agobiarla con un interrogatorio exhaustivo de temas que quizás no quisiera hablar.

Se lo pensó dos veces cuando le recomendé que se comiese la tarta con las manos. Para mi era algo casi normal, estaba acostumbrado a que me observasen y no me importaba. Se decidió y la cogió con las dos manos, comenzando a degustarla mientras se llenaba toda la cara de melaza y me decía que ella era ordenada y limpia al mismo tiempo que se reía.-Anda, anda, que por ser un poco sucia una vez no te va a pasar nada. Ya me como yo otra contigo para que no te quejes tanto –Cogí el cacho restante entre mis manos y empecé a devorarla a pasos agigantados, concentrado pero riéndome

-Mi madre solía decir que mi estómago es como un pozo sin fondo. Tengo un buen apetito.-le sonreí.

Empezó a responder sus propias preguntas. Se disculpó por el interrogatorio, pero en realidad no tenía que hacerlo. No me molestaba responder a preguntas sobre mi vida. Depende de cual fuese el contenido, claro, pero aquellas en concreto no. Le echaba para atrás no conocer gente. Normal. Me guiñó un ojo al comentar que las 'aventuras eran lo suyo', dada su condición Gryffindor. Quedé un poco extrañado cuando dijo que no le gustaba compartir su vida con nadie. ¿No le gustaba tener, no sé, un confidente, alguien que sabe todo de ti, y que te entienda?. La miré con sorpresa mientras continuaba hablando. Sonreí ligeramente cuando dijo que su mejor amiga era una chica de mi casa.

-Pues no, no conozco a ninguno de los que me nombras...quizás los conozca de vista, quien sabe-respondí.-Mira que es raro porque no soy un chico precisamente cerrado...

Continúo hablando sobre el amor. Me sentía parcialmente identificado con ella, ya que no tenia miedo al amor pero si al compromiso fallido. La experiencia de la separación de mis padres contribuyó a ello. Agachó la cabeza y finalizo con un 'soy feliz así'-Entonces no cambies eso. Lo de ser feliz, digo.

-Mmmm...yo como deber debería ir a la biblioteca antes de que mi pila de deberes sea mas alta que yo-pensé en voz alta-pero no creo que un par de tareas mas vayan a suponer mucho, así que ¿Te apetece dar una vuelta por el jardín? Tengo un frisbee en el baúl, podríamos jugar si tu quieres-propuse.

OFF: Tranqui, ya lo abro yo y te mando un pm con el link